lunes, 16 de enero de 2017

Asesinatos en el condado de Kaufman

Mike McLelland, Fiscal de Distrito
Mike McLelland era un tipo duro, y seguramente por eso había sido elegido como Fiscal de Distrito por los ciudadanos del Condado de Kaufman, deseosos de mano dura contra la delincuencia y la corrupción. Kaufman es un condado de unos 110.000 habitantes situado en el noroeste de Texas, cerca de Dallas, bastante conservador, y en el que la ley y el orden son una prioridad para los vecinos. McLelland, de 63 años, había sido militar durante más de veinte, y tras un primer intento fallido en 2006 había conseguido ganar las elecciones en 2010, y comandaba un equipo de 11 fiscales encargados de acusar y llevar a juicio a todos los delincuentes del condado. Pero a finales de marzo de 2013 Mike McLelland se sentía bastante inquieto y temía por su seguridad y la de sus subordinados. Siempre había tenido armas, pero recientemente había convertido su casa en un fortín, con pistolas ocultas detrás de las puertas, debajo de mesas y en muchos otros lugares. La mañana del 29 de marzo visitó una tienda de armas y estuvo probando varias pistolas que tenía pensado proporcionar a sus fiscales como medida de protección. 

Todas estas preocupaciones e inquietud se debían a que el asesinato de su mano derecha, el fiscal Mark Hasse, apenas dos meses antes, no se había resuelto, y aunque había muchas teorías sobre quien podía haber matado a Hasse, no había pruebas y sí una larga lista de sospechosos. Pero Mike McLelland tenía una corazonada sobre quien podía estar detrás del crimen, y si estaba en lo cierto todos corrían peligro.

ASESINATO DE UN FISCAL

Mark Hasse
A sus 57 años Mark Hasse era el principal ayudante del Fiscal de Distrito del Condado de Kaufman, y era conocido por su capacidad de trabajo y su estilo agresivo y sin concesiones. En varias décadas como servidor de la ley había enviado a la cárcel a cientos de asesinos, violadores, atracadores, traficantes grandes y pequeños, y muchos otros tipos de delincuentes. Era un hombre de costumbres fijas, y por eso la mañana del 31 de enero de 2013 dejó su vehículo en el aparcamiento al aire libre donde solía hacerlo, cerca del palacio de justicia del condado, y sobre las 8:38 se dirigió andando por la acera hacia su lugar de trabajo, como hacía todos los días. Algunos sorprendidos testigos pudieron ver como un hombre alto, vestido de negro y encapuchado, cruzaba la carretera, se dirigía hacia Hasse y tras una breve confrontación le disparaba en la cabeza o la nuca. Según un testigo, durante ese corto enfrentamiento Hasse había repetido tres veces ¡Lo siento!, mientras que otra testigo afirmó que el agresor y su víctima habían llegado a empujarse. Una vez caído al suelo el fiscal, el asesino se puso sobre él y le disparó varias veces en el cuerpo. Después sacó otra pistola y realizó varios disparos al aire mientras se dirigía caminando, sin prisas, hacia un coche aparcado al otro lado de la calle. Se subió al asiento del acompañante y el vehículo inició la marcha.
  
Primeros auxilios a la víctima, por Lenda Bush
Lenda Bush era una abogada que había sido policía, y que había presenciado el crimen desde su coche. Siguió durante tres manzanas al vehículo donde había subido al agresor, y al darse cuenta de que no llevaba matrícula intentó llamar al 911, pero entre que su teléfono era nuevo y no lo dominaba y su nerviosismo por la situación, se equivocó y marcó el 991. El coche al que seguía era uno del tipo berlina, tal vez un Ford Taurus, de color claro, pero no podía asegurar más. Cuando lo perdió de vista regresó al lugar del crimen e intentó reanimar a la víctima hasta la llegada de la policía. Mark Hasse fue trasladado al hospital, donde falleció poco después. Llevaba encima una pistola, pero ni siquiera había intentado sacarla, ya que su chaqueta continuaba abotonada cuando llegó la ambulancia. A la policía de Kaufman, con el sheriff Byrnes a la cabeza, le correspondía realizar la investigación. Recibieron, y aceptaron, ofrecimientos de ayuda de varias agencias estatales y federales. El asesinato de un fiscal era algo que todos se tomaban muy en serio, y no iban a faltar medios para investigar el caso.

Mike McLelland hablando ante la prensa. A la derecha, el sheriff Byrnes
No se localizó el vehículo en que había escapado el asesino, nadie había visto su rostro y las balas halladas en el lugar del crimen no proporcionaron ninguna pista (no había casquillos, así que el asesino había disparado un revólver), por lo que los investigadores estaban casi a ciegas. La forma de cometer el crimen parecía señalar hacia alguien resentido contra el fiscal y que había tomado venganza contra este. Muchos de los delincuentes a los que Hasse había encerrado, o colaborado en ello, habían salido ya de prisión, e iba a resultar una tarea laboriosa y lenta seguir su rastro y tratar de verificar si podían tener alguna implicación. Había distintos puntos de vista entre los investigadores y entre las agencias que colaboraban. Algunos plantearon la posibilidad de que el crimen pudiera ser obra de la Hermandad Aria, y la prensa adoptó la hipótesis con celeridad y entusiasmo. 

Aunque la Hermandad Aria ya no se circunscribe a las cárceles y es una muy peligrosa organización delictiva (más bien, un grupo de organizaciones asociadas) que se dedica, entre otras cosas, al tráfico de metanfetaminas, no había precedentes de ataques contra fiscales; y aunque el condado de Kaufman, Hasse incluido, había colaborado en la persecución de algunos miembros del grupo, lo cierto es que Hasse no tenía ningún caso abierto contra ellos, y no se había significado especialmente en su persecución. Pero un informe del Departamento de Seguridad Pública de Texas había advertido en diciembre de 2012 de que miembros de la Hermandad Aria podían estar planeando venganza contra funcionarios del estado, de varios condados y de varias agencias estatales y gubernamentales que habían participado en el procesamiento de varios miembros de la banda, y el condado de Kaufman estaba entre los veinte advertidos.

Tom Clements y su asesino, Evan Ebel
La hipótesis, una más de las que consideraban los investigadores, resurgió con fuerza con el asesinato de Tom Clements, el director del Departamento de Prisiones de Colorado. Clements fue asesinado a la puerta de su casa el 19 de marzo de 2013 por Evan Ebel, un ex convicto perteneciente al Grupo 211, una banda supremacista similar a la Hermandad Aria, y que mantiene contactos con esta. Ebel murió en un tiroteo con la policía en Texas dos días después, y se determinó que no podía haber participado en el asesinato de Hasse, pero el crimen demostraba que un funcionario público podía convertirse en objetivo de ese tipo de grupos. Sin embargo, otros investigadores eran más cautelosos y consideraban con escepticismo la hipótesis de la Hermandad Aria, ya que, según decían, el principal objetivo de esas bandas era ganar dinero con el tráfico de drogas y otros asuntos, y asesinar a fiscales no era bueno para el negocio. Algunos sospechaban de algún grupo de la droga mexicano, pero estos, que se supiera, no habían llegado a Kaufman. Estas hipótesis sobre grupos organizados se basaban en que al menos dos personas habían participado en el crimen, el asesino y el conductor. 

Otros investigadores opinaban que estaban ante un tipo de crimen más personal, alguien resentido, muy resentido contra Hasse. Mientras se revisaban todos sus casos, las semanas comenzaron a pasar y el nerviosismo aumentó en el condado. Nadie sabía si había sido un caso aislado o habría más víctimas. McLelland tenía sus propias sospechas y cada vez estaba más inquieto. Tras el asesinato de Hasse había asegurado antes las cámaras que se apresaría y juzgaría al asesino, pero el tiempo pasaba y el caso no avanzaba. Durante algunas semanas un coche de policía permaneció por las noches frente a su casa, pero no se podía mantener esa escolta de forma indefinida. Iba armado a todas partes, y él y su mujer habían comentado con sus amigos que habían tomado medidas de seguridad especiales en su casa. Sin embargo, no les sirvió de nada. Todos en el condado de Kaufman quedaron conmocionados al conocerse la noticia de que el Fiscal de Distrito y su esposa habían sido asesinados.

UN NUEVO CRIMEN

Mike y Cynthia McLelland
La tarde del 30 de marzo de 2013 unos amigos de Mike y Cinthya McLelland se acercaron a la casa de estos acompañados por su hijo policía. No habían conseguido comunicar con ellos en todo el día y se sentían inquietos. La puerta principal no estaba cerrada con llave, y nada más entrar se encontraron con el cadáver de Cynthia, y un poco más allá con el de su esposo. Los dos habían recibido múltiples disparos de un fusil de asalto, sobre todo Mike. Si antes había nerviosismo e inquietud entre los funcionarios del condado de Kaufman, en ese momento llegó el pánico. Se asignó una escolta a todos los fiscales y jueces, y algunos de ellos llevaban chaleco antibalas al entrar o salir del juzgado. Todos temían ser la próxima víctima, e incluso el fiscal especial asignado al caso, que vivía en Dallas, iba armado y tomó precauciones en su casa. El FBI, que ya colaboraba previamente, llegó con gran despliegue de medios y publicidad y el caso alcanzó relevancia nacional, ya que un fiscal asesinado era poco frecuente, pero dos era algo sin precedentes. La prensa redobló su apuesta por la Hermandad Aria, pero todas las opciones volvían a estar encima de la mesa. Como señaló un amigo de McLelland: Podría ser gente de un laboratorio local de metanfetaminas allí en el condado de Kaufman, podría ser un cártel mexicano, podría ser la Hermandad Aria. O podría ser simplemente alguien con animadversión personal.

Algo que tenía perplejos a los investigadores era como podían haber sido sorprendidos los McLelland por el asesino o los asesinos. No se habían forzado ni puertas ni ventanas y todo indicaba que lo habían dejado entrar, algo extraño si tenemos en cuenta lo inquieto que se sentía el fiscal y las especiales medidas de seguridad que había tomado en su casa. Las víctimas estaban en pijama, y gracias a los registros del sistema de alarma se supo que la puerta principal se abrió y cerró dos veces entre las 6:40 y las 6:42 de la mañana, lo que indicaba que el crimen se había cometido al amanecer. ¿Por qué habrían dejado pasar a su asesino? Cynthia fue encontrada muy cerca de la entrada y había recibido 8 disparos de frente, lo que parecía indicar que era ella quien había abierto la puerta y que el asesino le disparó con su fusil de asalto, un AR-15, nada más entrar. Mike McLelland fue encontrado más hacia el interior de la casa, y los investigadores conjeturaron que llegaba detrás de su esposa y al escuchar los disparos y ver al hombre (o tal vez más de uno) armado que venía hacia él, se dio la vuelta e intentó huir, seguramente para intentar alcanzar alguna de las muchas armas que tenía escondidas por toda la casa. Varios disparos le alcanzaron en la espalda y cayó al suelo, y una vez allí el agresor se situó sobre él y disparó muchas más veces contra el cuerpo caído. Finalmente, antes de marcharse de la casa, el asesino puso el fusil casi tocando el suelo y realizó un último disparo sobre la parte superior de la cabeza de Cynthia, que probablemente todavía seguía con vida.

Casa de los McLelland, lugar del crimen

Los detectives consiguieron una grabación de un local cercano a la casa de los McLelland que mostraba un Ford Crown Victoria blanco entrando y saliendo del vecindario en unos pocos minutos, a la hora aproximada del asesinato. Con este segundo crimen los investigadores tenían muchos más datos que antes, y ya podían extraer algunas conclusiones. Todos estaban seguros de que los dos asesinatos estaban conectados, y a la hora de buscar sospechosos la lista se acortaba bastante, ya que McLelland y Hasse tan solo habían trabajado juntos durante 3 años, y eso reducía mucho el número de casos de los que podía salir el sospechoso. Además, al día siguiente del crimen ocurrió algo que acabó por encauzar la investigación. Alguien dejó un mensaje en la web de Crimestoppers con el siguiente mensaje: ¿Tenemos su completa atención ahora?, y a continuación parece ser que comunicó algún dato sobre la munición utilizada en el asesinato de Hasse que no era de conocimiento público y que hizo que, efectivamente, los investigadores prestaran toda su atención. 

Crimestoppers ofrece varias fórmulas para proporcionar información sobre crímenes, de forma desinteresada o en busca de una recompensa. Una de las garantías que ofrecen para animar a la gente a ofrecer pistas es la posibilidad de anonimato absoluto. El sistema genera un número de referencia para cada pista, que deberá ser apuntado y guardado por el remitente, ya que toda la información y rastro que pudiera servir para identificarlo se borran de inmediato. Si el informante quiere mantener algún contacto sobre su información, se genera un enlace anónimo y de un solo uso para que pueda volver a comprobar si hay respuestas, lo que ocurrió en esta ocasión. Al día siguiente los detectives respondieron al mensaje confirmando que prestaban atención, y animando al remitente a decir lo que quería. Este volvió a escribir, y afirmó, magnánimo, que dada la buena fe de sus interlocutores, esa semana no moriría nadie más. Pero a continuación señaló que si determinado juez no dimitía en unos días, mataría a otra persona.

Todas esas comunicaciones no permitían rastrear al autor de las mismos, que muy probablemente era el asesino, pero proporcionaban a los detectives muchísima información. Todos estuvieron de acuerdo en que ni la Hermandad Aria, ni los cárteles de la droga mexicanos, ni ningún grupo de delincuentes se entretendría en intercambiar ese tipo de mensajes. Pese a que el autor escribía en plural, estaban convencidos de que estaban ante un único asesino, alguien resentido contra Hasse y McLelland, y finalmente concentraron toda su atención en la persona de la que Mike McLelland había sospechado desde el primer instante.

EL SOSPECHOSO

Eric Lyle Williams
En 2010, al mismo tiempo que McLelland ganaba las elecciones para Fiscal de Distrito, Eric Lyle Williams, de 43 años, era elegido por los mismos ciudadanos como Juez de Paz del condado, en lo que era la culminación de una carrera irregular. Había sido un excelente estudiante en el instituto, al que todos auguraban un brillante futuro, pero pareció estancarse en su juventud. Entró en el ejército y allí se desenvolvió como policía militar, lo que aprovechó posteriormente para trabajar como policía y guardia de seguridad, entre otros empleos. Trabajó varios años como coordinador en los juzgados del condado de Kaufman, lo que parecía un trabajo muy por debajo de sus capacidades. Dotado con gran inteligencia, se hizo miembro de Mensa, el selecto club de las personas más inteligentes del mundo. En algún momento se decidió a mejorar, y mientras continuaba trabajando en los juzgados estudió leyes por las noches y preparó y aprobó el examen que le habilitaba para ejercer la abogacía.  Además, era miembro de la Guardia de Texas, el encargado del almacén de armas. Durante varios años ejerció como abogado, estaba bastante bien considerado, y todos alababan el interés que se tomaba en los casos y su trabajo, al igual que habían hecho sus antiguos compañeros en los juzgados. Algunas veces iba al trabajo en un patín eléctrico, lo que muchos consideraban una extravagancia sin importancia. Su elección como Juez de Paz significaba un salto en su estatus profesional y en su seguridad económica. Sin embargo, apenas seis meses después de su nombramiento, todo se vino abajo.
Eric Williams, primero por la derecha, al tomar posesión como Juez de Paz
En mayo de 2011 se detectó que faltaba material informático, en concreto tres monitores, de un almacén del condado, y se informó a la policía, que inició una investigación. Revisando grabaciones de cámaras de seguridad se pudo ver que un domingo, cuando el edificio estaba cerrado, un hombre entraba al lugar y salía con tres cajas que parecían las de los monitores. El hombre era el Juez de Paz del condado, Eric Williams. Fue interrogado por la policía y se emitieron órdenes de registro para su despacho, su domicilio y sus vehículos. Fue detenido y procesado por robo. Williams argumentó que todo era un malentendido, que los monitores eran para uso del condado y que no había cometido ningún delito. La fiscalía le ofreció un trato, declararse culpable de un delito menor, lo que no conllevaría perder su puesto ni su licencia, pero él se negó, argumentando que quedaría una mancha en su expediente, y decidió ir a juicio y tratar de limpiar su nombre. Mike McLelland y Mark Hasse condujeron la acusación de forma agresiva, y lograron que Williams fuera declarado culpable de robo. Además, en la fase de la condena solicitaron que fuera enviado a la cárcel dos años, y presentaron testimonios de que era alguien peligroso. Finalmente, fue condenado a dos años de cárcel, pero con suspensión, por lo que no entraría en la cárcel. Pero la condena implicaba perder su puesto como Juez de Paz y su licencia para ejercer. Williams se sintió injustamente tratado y acusó a McLelland de persecución política. Volveremos más adelante con este asunto, porque hay más de lo que parece. 

Cuando Mike McLelland se enteró del ataque contra Hasse se dirigió de inmediato al hospital, y allí habló con el sheriff Byrnes y le hizo partícipe de sus sospechas acerca de que Eric Williams podía ser el autor, como venganza por la acusación. Byrnes envió a varios policías a la casa de Williams, y este les permitió que le realizaran un test en busca de residuos de disparo, que resultó negativo, y dejó que uno de ellos entrara en la casa y echara un vistazo. Pero hubo algo que enfrío bastante las sospechas sobre el antiguo Juez de Paz, y fue lo declarado por la testigo del crimen Lenda Bush. Le preguntaron directamente si el encapuchado que había visto podía ser Eric Williams, a quien ella conocía, y respondió que no podía ser Williams, que el agresor era más alto que este. Pero mientras los demás especulaban sobre la Hermandad Aria o los cárteles de la droga, McLelland seguía convencido que Williams estaba detrás del crimen de Hasse, como ejecutor o a través de un asesino a sueldo.

Williams hablando con la prensa
El sospechoso había colaborado con la policía tras el crimen de Hasse y volvió a hacerlo tras el de los McLelland. Permitió que buscaran de nuevo residuos de disparo y dejó su teléfono y el de sus esposa para que fueran revisados por los agentes. Sin embargo, poco después contrato a unos abogados, que informaron a la policía de que no lo volverían a interrogar sin estar ellos presentes. Las sospechas se habían filtrado y Williams no tuvo problemas en hablar ante las cámaras sobre el crimen y las sospechas sobre él. Los investigadores estaban en una situación difícil, ya que desconfiaban de Williams, pero no tenían ni pruebas ni indicios. No había ni rastro de ninguno de los dos coches utilizados en los crímenes, ni podían solicitar al juez una orden de registro, ya que no tenían nada que lo justificara, y si no podían hablar con él, estaban en un callejón sin salida. 

Pero pocos días después los abogados comunicaron a los investigadores que ya no representaban a Eric Williams, y los detectives decidieron intentar hablar con él, y enviaron a su casa a dos Texas Rangers. No tenían muchas esperanzas, ya que el sospechoso era abogado y era dudoso que accediera a hablar con ellos, pero para su sorpresa, no solo habló con los agentes, sino que les permitió pasar a su casa y dar un vistazo. Le hicieron firmar que los autorizaba a entrar y grabaron todos sus movimientos en la casa, para evitar que en el futuro se pudiera anular la evidencia que pudieran hallar. Mientras uno de ellos miraba en varios lugares, el otro, con la mano en la culata del revolver, no perdía de vista a Williams. Solo podían mirar donde el sospechoso les diera permiso, pero encontraron dos elementos interesantes: una mira para fusil, compatible con un AR-15 (el arma utilizada para matar a los McLelland), y un lector térmico que podía encontrar rastros de calor hasta a 300 metros de distancia. Era muy poco, casi nada, pero lo suficiente para convencer a un juez para que emitiera una orden de registro.

Al día siguiente se presentaron en la casa muchos más agentes, incluidos técnicos del FBI, para realizar un registro a fondo,y pese a que se llevaron una pequeña decepción al no hallar ni el arma del crimen ni ninguna otra evidencia directa, encontraron lo bastante para continuar adelante. Se halló la documentación de un Ford Crown Victoria, y aunque no había rastro del coche, les indicó a los agentes que estaban en el camino correcto. También se encontraron unos números escritos a mano en un papel, y un agente enseguida se dio cuenta de lo que eran: un código de Crimestoppers. Puestos en contacto con el administrador, este les confirmó que el número correspondía al código asignado al mensaje en el que el remitente preguntaba si había conseguido captar la atención y donde daba datos sobre la munición utilizada en el asesinato de Hasse. Este hallazgo era suficiente para ligar ese domicilio al mensaje donde se amenazaba con matar a más servidores públicos, y el 13 de abril Eric Williams fue enviado a prisión acusado de amenazas de muerte (y pocos días después su esposa siguió el mismo camino). Era una forma de sacarlo de en medio mientras continuaba la investigación. Y lo cierto es que a partir de ese momento las cosas sucedieron muy rápido. 

Eric y Kim Williams arrestados

Una filtración había provocado que mientras se realizaba el registro se presentara en el lugar la prensa y las imágenes aparecieron en todos los noticieros del estado. Esto tuvo un efecto inesperado, y al día siguiente la policía recibió dos llamadas. En la primera un hombre les contó que se había reunido con Williams a petición de este, y que durante la entrevista le había preguntado varias cosas sobre el poder de penetración de un AR-15 y le hizo algunas peticiones que le hicieron sentirse incómodo. Después de la reunión comentó con otro amigo su temor a que Williams pudiera estar pensando en suicidarse. Pero fue la segunda llamada la que resultó decisiva para resolver el caso. Un amigo de Eric Williams que había visto las noticias llamó para informar que unos meses atrás este se había reunido con él para pedirle un favor. Williams le había solicitado que alquilara un trastero en su nombre, ya que no quería utilizar su identidad debido a los problemas legales que tenía y que podían provocar un registro. El amigo de Williams informó dónde estaba situado el trastero, y una multitud de agentes de dirigió al lugar con una orden de registro. Al abrir, lo primero que encontraron fue el Ford Crown Victoria, y también decenas de armas, una cantidad asombrosa de munición, chalecos antibalas, un uniforme de policía, una ballesta y algunos frascos conteniendo bolas de napalm casero. El 18 de abril de 2013 Eric Williams fue acusado del asesinato de Mark Hasse y de Mike y Cynthia McLelland.

El trastero, con el Ford Crown Victoria en primer plano

EL JUICIO

El juicio se celebró en diciembre de 2014, y por cuestiones de estrategia legal tan solo se juzgó a Williams por el asesinato de Cynthia McLelland, y no por el de los dos fiscales. Unos días después del arresto de Eric, la acusación había logrado la colaboración de Kim Williams, por lo que ya sabían como habían tenido lugar los crímenes. El fiscal decidió que Kim no declarara en el juicio, y lo fió todo a la evidencia, que era potente, aunque no tanto como parecía. La defensa no presentó testigos, y se limito a repetir durante todo el proceso que no había pruebas contra su defendido, que no había caso. El Ford Crown Victoria blanco, que Williams había comprado con un nombre falso era un indicio, pero no se podía demostrar que fuera el mismo que aparecía en una grabación de la mañana del crimen. El arsenal de armas era espectacular, pero entre ellas no estaba el AR-15 ni el revolver con el que mataron a Hasse (este fue encontrado en un lago, pero como no se juzgaba el asesinato de Hasse, no se presentó en el juicio). El código de Crimestoppers sí era muy dañino para el acusado, ya que además de que en los mensajes ofrecía datos que no eran públicos, prácticamente se acusaba de los crímenes. Era cierto que no se podía relacionar directamente con Williams, pero sí con el ordenador de su casa. Las cámaras que vigilaban los trasteros habían grabado al Ford Crown entrando y saliendo a las horas adecuadas, y había mucha otra evidencia circunstancial. Pero la principal prueba eran los casquillos de bala. Los expertos dictaminaron que todos los casquillos hallados en el recibidor, donde fue asesinada Cynthia McLelland habían sido disparados por el mismo fusil de asalto. El arma homicida no fue encontrada en el trastero, pero en ese lugar se encontró una bala no disparada, pero que tenía marcas en el casquillo que indicaban que había estado en el arma del crimen. Además, la esposa del acusado condujo a los detectives hasta un lugar bajo un puente donde Williams practicaba con sus armas, y allí encontraron más casquillos disparados con el arma homicida, y otros casquillos disparados con otra arma encontrada en el trastero. Estos últimos casquillos relacionaban a los disparados con el arma homicida con el trastero, al igual que la bala no disparada, y se podía vincular de forma convincente al acusado con el trastero. 

Era suficiente, y al jurado le llevó menos de dos horas declarar a Eric Williams culpable de asesinato. Quedaba la fase de la sentencia, que era una especie de juicio separado donde el jurado solo podía decidir entre la pena de muerte y la cadena perpetua. Y en esa fase la fiscalía sí presentó a su testigo estrella, Kim Williams, y al fin se pudo conocer como se habían ejecutado los crímenes.

Kim Williams, en los buenos tiempos
Kim se había casado con Eric 15 años antes y habían sido razonablemente felices, pese a que a ella le habían diagnosticado una enfermedad, un tipo de reuma, que cada vez la incapacitaba más. Se hizo adicta a los calmantes (OxyContin, valium, morfina y varias cosas más) y declaró que por la época de los asesinatos estaba tan drogada que creía todo lo que su esposo le decía, y asumía la ira y rabia de Eric como propia. Accedió a ayudar en el asesinato de Hasse, y fue la encargada de conducir el vehículo hasta el lugar del crimen y después escapar de allí. Aclaró como había conseguido Eric Williams sorprender a los McLelland, disfrazándose de policía. La noche anterior él se había probado el uniforme y el casco, y el día del crimen se levantaron temprano y fueron al trastero en busca del Ford (el coche utilizado en el crimen de Hasse se había estropeado, y habían comprado otro), y ella condujo hasta la casa de sus objetivos. Una vez allí Williams tocó el timbre y en la casa se encendió una luz, y poco después se encendió la luz del porche y se abrió la puerta. Su esposo entró en la casa y se escucharon disparos, muchos disparos. A continuación salió de la casa y se marcharon. Nadie vio nada, y nadie oyó nada. Ese día un Eric Williams alegre y feliz cocinó unos filetes en una barbacoa para celebrar el éxito. 

Kim Williams, declarando
Pero con la muerte de los fiscales no había terminado su misión de venganza. Según su esposa, el siguiente objetivo era el juez Glenn Asworth, quien según Williams le había proporcionado a McLelland y Hasse una información muy dañina para él durante el juicio por el robo de los monitores. Tenía pensado dispararle con la ballesta, abrirle el estómago todavía en vida, introducirle dentro las bolas de napalm que se habían encontrado en el trastero y prenderle fuego. También tenía planeado matar a otra juez, lo que demuestra que ya estaba fuera de control y que no pensaba detenerse. Eric Williams fue condenado a la pena de muerte, y se prepara para una larga serie de apelaciones y recursos, que van a durar unos cuantos años. Gracias a su colaboración, Kim Williams fue condenada a 40 años de cárcel, con la esperanza de obtener la libertad condicional antes de morir en la cárcel. 

Hay una serie de consideraciones sobre estos crímenes muy interesantes desde el punto de vista de la investigación criminal. La primera tiene que ver con la investigación propiamente dicha, y la duda sobre si los detectives trabajaron de forma correcta o se centraron demasiado tarde en el sospechoso. La segunda es si la inteligencia del asesino tuvo un efecto decisivo en su plan para cometer los crímenes, y si gracias a ella consiguió retrasar su detención. La tercera tiene menos que ver con la investigación, pero resulta muy interesante de cara a tratar de comprender la motivación del asesino. Parece evidente que Williams se sintió injustamente perseguido por Hasse y McLelland, pero ¿era esta sensación la reacción victimista de un delincuente psicópata o hubo realmente una persecución excesiva contra él?


INVESTIGACIÓN

Hay un elemento que pone en duda la eficacia de la investigación policial, y es el hecho de que pocos días después del asesinato de Mark Hasse los detectives averiguaron que Eric Williams les había mentido. Cuatro agentes llegaron a la casa de Williams el día del crimen a las 10:15, apenas una hora y treinta y cinco minutos después del ataque, y un hombre que estaba trabajando en una casa vecina les contó que un vehículo había llegado con mucha prisa al domicilio del sospechoso poco antes. Pulsaron el timbre y les abrió el propio Eric Williams, que llevaba un brazo en cabestrillo. Les dijo que había llegado hacía poco tras comprar medicinas para su esposa, que estaba en la cama, y demostró gran sorpresa ante la noticia del asesinato de Hasse. Permitió que le tomaran muestras en busca de residuos de disparo, y cuando le preguntaron por el brazo en cabestrillo respondió que se había sometido recientemente a una operación en el hombro. Permitió incluso que uno de los agentes, a quien conocía, entrara en la casa para echar un breve vistazo. No consta si los detectives comprobaron si realmente acababa de comprar las medicinas para su esposa, es posible que fuera cierto, pero lo que sí comprobaron fue si Eric Williams se había operado del hombro, y pocos días después del crimen descubrieron que dicha operación no había existido. El sospechoso les había mentido.

El sheriff Byrnes y la teniente Stewart
En una entrevista para un especial de la CBS el periodista les preguntó sobre este hecho al sheriff Byrnes y a la teniente Stewart, encargada del caso, y ambos se apresuraron a a afirmar que todo se había hecho correctamente. A la pregunta de por qué no se había arrestado a Eric Williams, Byrnes contestó con otra pregunta: ¿Por qué? Por asesinato, respondió el periodista. No había evidencia, dijo el sheriff. Bueno, aventuró el periodista, mintió a la policía. El sheriff le aclaró que eso no era un delito, que lo habría sido mentirle a un agente federal, pero que a ellos podían mentirles todo el tiempo. Y finalizó: Y con bastante franqueza, contamos con que la mayoría de la gente con la que hablamos nos mienta. Este intercambio no es satisfactorio. El periodista no hizo las preguntas correctas y el Sheriff se apresuró a dar las respuestas que le interesaban. Es cierto que sospechosos y testigos mienten con frecuencia, aunque no sean culpables, pero hay mentiras y mentiras. Cuando se descubre que un sospechoso miente, lo primero que hay que preguntarse es la razón. ¿Miente porque es culpable o miente porque teme ser considerado culpable? Ocurre en ocasiones que personas inocentes temen ser consideradas sospechosas si dicen la verdad sobre algún extremo, y lo que suelen conseguir al mentir es meterse en líos bastante graves. Otros mienten para ocultar su implicación en otros delitos no relacionados con el crimen, o relacionados de forma tangencial. Otros para tratar de ocultar comportamientos embarazosos o no aprobados socialmente. Pero la mentira de Eric Williams era muy particular. Creo que los detectives se han habituado de tal forma a las mentiras que no fueron capaces de detectar lo que esta tenía de especial. 

En primer lugar, no era un mentira improvisada y sencilla, sino planeada, elaborada y compleja. No era un simple embuste en respuesta a una pregunta, era una representación destinada a provocar la pregunta y poder responder con una mentira. Es difícil encontrar una explicación para ese tipo de mentira que signifique que Eric Williams no estaba implicado en el asesinato de Hasse, que en esos momentos todavía no se había hecho público. La explicación más evidente para la mentira es que Williams estaba implicado, sabía que iba a ser sospechoso, y pretendía alejar las sospechas de él. Podría haber respondido que se había dañado el hombro levantando un peso, o al caerse, pero seguramente consideró que esas respuestas serían menos convincentes que la de una operación y podrían provocar nuevas preguntas. El objetivo sería diluir las sospechas inicialmente, y probablemente lo consiguió en alguna medida.

En mi opinión los investigadores cometieron un grave error al no darle al asunto la importancia que tenía. El planteamiento que debieron hacerse los detectives debió ser el siguiente: Si este hombre no ha participado en el asesinato, ¿qué razón podría tener para mentir sobre el brazo en cabestrillo? Si el lector medita un poco sobre el asunto se dará cuenta de que no es fácil encontrar respuestas, que no hay escenarios razonables en los que un Eric Williams inocente saliera con el brazo en cabestrillo y mintiera sobre el motivo. De haberse dañado el hombro de forma inocente, no tenía ningún motivo para mentir, y si no tenía el hombro dañado no tenía ningún motivo para llevar el brazo así y mentir sobre ello. La única explicación razonable es que la mentira implicaba su participación directa en el crimen.

¿Por qué entonces detectives de varias agencias locales, estatales y federales no llegaron a esa conclusión tan evidente? Por varios motivos. En primer lugar, por una cuestión temporal. Si la información sobre la mentira del sospechoso hubiera llegado a los detectives de forma inmediata, en unos minutos, estoy convencido de que la habrían interpretado correctamente y habrían llegado a la conclusión de estaban ante el asesino. Pero la información tardó unos días, y para entonces la situación había cambiado. Eric Williams fue el primer sospechoso, casi inmediato, pero según se iban incorporando agencias y detectives, se iban planteando nuevas hipótesis, y la de la venganza del Juez de Paz se convirtió en una más. Nadie lo había visto, ni tenía ni se le podía relacionar con los coches implicados, la búsqueda de residuos de disparo había resultado negativa, y sobre todo, Lenda Bush había declarado que el encapuchado al que ella había visto matar a Hasse era más alto que Eric Williams y que no podía ser él. Eso provocó que la hipótesis sobre su culpabilidad bajara bastantes puestos en la lista, y en esa situación estaba cuando llegó la información sobre la mentira, que no consiguió compensar el efecto de los anteriores elementos, y sobre la que no se razonó de forma correcta. Pese a saber que los testigos se equivocan con frecuencia al calcular tiempos, distancias o medidas, los agentes dieron excesiva importancia al testimonio de Bush. Williams había engordado desde la última vez que Lenda Bush lo había visto, y realmente ella vio a alguien más grande que el Williams que recordaba, y lo transformó en más alto.

VISIÓN DE TUNEL

Al ser preguntado por los periodistas, el sheriff Byrnes declaró que Williams siempre había sido uno de los sospechosos, que habían hablado con él de forma inmediata tras cada crimen, pero que no querían caer en la visión de túnel. Esto nos da una idea del peligro de introducir a los investigadores en conceptos, técnicas o corrientes teóricas novedosas sin las suficientes precauciones. Es encomiable el intento por profesionalizar a policías y fiscales, pero la presentación de conceptos complejos sin la adecuada preparación teórica puede provocar más mal que bien. La conocida como visión de túnel puede ser un peligro para una investigación, pero igual de peligrosa, o más, puede ser la distracción con elementos laterales, que impiden fijar correctamente el objetivo. No es fácil establecer un balance adecuado entre dos necesidades contrapuestas: centrarse en un objetivo único y mantener la suficiente apertura de mente para no perder de vista lo que se mueve en la periferia. De pronto, policías veteranos temen ver su trabajo revisado y puesto en duda si se centran demasiado pronto en un sospechoso, y se muestran ansiosos por demostrar que han tenido todo en cuenta.

Este puede ser un buen ejemplo y el sheriff Byrnes lo confirma con su declaración. Un correcto análisis de los elementos obligaba a convertir a Eric Williams en el sospechoso número uno, pero se prefirió emplear tiempo y recursos en seguir pistas muy improbables. De haber analizado correctamente los datos, y sobre todo, de haber interpretado correctamente el significado de la mentira del sospechoso, este habría sido sometido a vigilancia y se habría interrogado a todos sus amigos y conocidos. Es probable entonces que Eric Williams hubiese sido sorprendido vigilando la casa de los McLelland, o que se hubiera llegado antes al trastero. En resumen, considero que los investigadores cometieron un grave error al no interpretar correctamente una información decisiva.

¿DEMOSTRARON LOS CRÍMENES INTELIGENCIA?

Eric Williams planeó y ejecutó los asesinatos con eficacia. Consiguió un trastero que no se podía rastrear hasta él para guardar todos los elementos que se iban a utilizar en los crímenes, y compró los coches en efectivo, con un nombre falso, Sabemos por su esposa que vigiló la casa de Hasse y estudió asesinarlo allí, pero tras analizarlo decidió hacerlo en la calle. Tuvo éxito en la ejecución y la huida, aunque si Lenda Bush hubiera acertado a marcar el número de emergencias, es posible que hubieran sido detenidos el mismo día. Más tarde, cometió un error muy grave cuando dijo una mentira sobre el brazo en cabestrillo, y tan solo una incorrecta interpretación de los detectives impidió que todas las sospechas se centraran en él. También vigiló la casa de los McLelland, y supuso correctamente que Cynthia acudiría a abrir la puerta si llamaban al timbre, y que el estar vestido de policía lo dejaría pasar. Cometió otro grave error al enviar mensajes a Crimestoppers, pero su mayor error, el más incomprensible, fue el permitir la entrada de los agentes para registrar su casa. Había matado a dos personas y no había sido descubierto, así que seguramente en ese momento se creía invulnerable, y su ego estaría por las nubes, pero el error es tan evidente, tan grosero, que anula cualquier otra consideración sobre su posible inteligencia o eficacia.

Mapa con los lugares donde se cometieron los crímenes:



Un abogado, inteligente o no, sabe perfectamente que a partir de cierta fase de la investigación un sospechoso no debe hablar nunca con los detectives sin asesoramiento legal, y no debe darles nada a lo que no esté obligado. Cuando los Rangers llegaron a su casa debió decirles que no tenía nada que hablar con ellos y que si no traían una orden, no podían entrar. Eso es lo que habría hecho un abogado realmente inteligente, pero la confianza en sí mismo le perdió. Ese registro obtuvo muy pocos resultados, pero fue suficiente para obtener una orden de registro, y desde ese momento perdió el control de la situación y su capacidad para influir en ella. El ego de Williams es lo que le ha acabado conduciendo al corredor de la muerte.

LA ACUSACIÓN POR ROBO

Lori Friemel trabajaba en 2011 como empleada para el condado de Kaufman, en el departamento de Información Tecnológica. Cuando dejó el trabajo el viernes 13 de mayo había nueve monitores en sus cajas en una sala, y cuando regresó el lunes faltaban tres. Cuando el resto de empleados dijo no saber nada del asunto, se decidió a revisar las grabaciones de vídeo del sistema de seguridad. Pudo ver que el domingo 15 de mayo el juez Eric Williams, a quien conocía, entraba el edificio, se dirigía al departamento de IT y se marchaba con tres cajas de monitores Dell. Revisando hasta un mes atrás, el límite del sistema de grabación, pudo comprobar que Williams había entrado en el lugar varios domingos, cuando el edificio estaba cerrado. Friemel informó a su jefe, y decidieron hacer copias de las grabaciones y dar parte al departamento del Sheriff.

Williams, llevándose monitores un domingo

El capitán Ernesto Zepeda se encargó de la investigación, y tras visionar las grabaciones quiso aclarar algunos extremos con Lori Friemel: ¿Había solicitado Williams algún monitor? No, no había registro de ninguna solicitud de un monitor. ¿Conocía Williams el sistema para conseguir material? Sí, lo conocía, ya que había solicitado y obtenido un ordenador portátil. Con esa información varios agentes detuvieron a Eric Williams unos días después y obtuvieron varias órdenes de registro. Uno de los monitores desaparecidos estaba en el escritorio de su despacho en el juzgado y otro en la parte trasera de su camioneta, tapado con ropa, mientras que el tercer monitor nunca fue encontrado. Interrogado Williams, e informado de que había sido grabado llevándose tres monitores, reconoció que se había llevado los dos monitores encontrados, pero afirmó no recordar lo ocurrido con el tercero. Tal vez lo había devuelto, aventuró, pero no estaba seguro ni recordaba. ¿No había ninguna grabación en al que se le viera devolviendo uno? No, respondieron los agentes. El juez no pudo explicar el paradero de ese tercer monitor.

Reconoció que había estado en el edificio, mientras estaba cerrado, unas diez veces en los cinco meses anteriores, y que se había llevado cosas tal vez cuatro veces. Había cogido, por ejemplo, tarjetas de memoria, que había repartido entre sus ayudantes en el juzgado de paz. Se llevaba las cosas los domingos porque era cuando estaba en ese lugar, afirmó, y que consideraba apropiado entrar en el edificio fuera del horario normal y llevarse cosas que necesitaba, y que en algunos negocios se hacía así. Reconoció que no había solicitado un monitor, y que su juzgado tenía, y había utilizado, una cuenta de gastos. También reconoció que después de llevarse los monitores no lo había comunicado a ese departamento o a algún otro, ni a ningún empleado público.

Para explicar sus actos declaró que el departamento de IT no lo ayudaba en sus planes de mejora del juzgado, y que había tenido que mendigar para obtener post-it y bolígrafos, por lo que decidió saltarse algunos trámites. Quería los monitores, afirmó, para implantar un sistema de videoconferencia entre su juzgado y la cárcel, algo de lo que se llevaba tiempo hablando en el condado, y que él estaba decidido a llevar adelante. El sistema ahorraría los costes y los riesgos del traslado desde y hasta la cárcel de los presos para multitud de trámites. Tenía uno de los monitores en la camioneta precisamente para instalarlo en la prisión, pero todavía no había encontrado el momento.

Pero no consiguió convencer a los investigadores ni a la fiscalía y fue procesado por robo y por entrada ilegal. Le escribió al juez para intentar desescalar la situación, afirmando que aceptaba responsabilidad por lo hecho, pero que no había robado ni pretendido robar nada, y que ya que la fiscalía no se volvería atrás, el juez debía para la cadena de eventos que se estaba saliendo de control. Había aprendido la lección, terminó, y se daba cuenta de lo serio que era el asunto.

El Fiscal de Distrito, Mike McLelland, a través de su ayudante, Mark Hasse, le ofreció un trato a Williams, probablemente por iniciativa del juez. Evitaría las consecuencias más graves de la acusación si se declaraba culpable de un cargo menor, lo que no conllevaría pena de cárcel y además no implicaría perder su puesto como Juez de Paz ni la licencia para ejercer la abogacía. Pero Eric Williams, en lo que muchos consideraron una jugada poco inteligente, no aceptó el acuerdo y decidió afrontar el juicio y tratar de limpiar su nombre. McLelland y Hasse solicitaron cárcel para el acusado, y la defensa de este se basó en dos extremos:

1) Todo había sido un malentendido, y debió resolverse como tal. Nunca tuvo intención de robar, y lo que había hecho había sido exclusivamente por el bien del condado.

2) La acusación era totalmente desproporcionada respecto al hecho, y era en realidad una venganza política de McLelland por el apoyo de Williams a un rival años atrás.

En 2006 Mike McLelland había perdido las elecciones para Fiscal de Distrito contra Rick Harrison tras una dura y agresiva campaña. Se publicó en un periódico una carta firmada por Eric Williams en la que este apoyaba a Harrison y presentaba a McLelland de forma negativa, y se decía que Mike McLelland nunca olvidaba una ofensa. Cuando se le planteó al Fiscal de Distrito la acusación de Williams, negó que la acusación estuviera motivada políticamente y aseguró que él sabía que detrás de la carta estaba Rick Harrison, que simplemente había encontrado a un tonto que la firmara. Como señalaron algunos, esa declaración era prueba de que McLelland recordaba la carta y su contenido, años después, incluso tras haber ganado las elecciones contra Harrison en 2010.

Lo cierto es que había más personas en el condado de Kaufman que opinaban  que la acusación era desproporcionada, y que probablemente estaba basada en una inquina política o personal. La abogada Jenny Parks, que trabajó con Williams y lo conocía bien, está convencida de que fuese lo que fuese lo que este hiciese para conseguir los monitores, lo estaría haciendo para el condado y no con ánimo de lucro personal, y afirmó que había más abogados que pensaban lo mismo.

¿Fue la acusación contra Eric Williams adecuada al hecho cometido o fue desproporcionada? ¿Era una venganza política de McLelland o este trató al acusado como a cualquier otro? ¿Era todo un malentendido o realmente había tenido lugar un robo? ¿Pretendía Williams instalar el sistema de videoconferencia o era una simple tapadera?

Analizando cuidadosamente la información disponible, mi opinión es que Eric Williams podría tener razón en parte, pero solo en parte. A priori, su planteamiento no es inverosímil. Se presentaron testimonios de que se había hablado varias veces en el juzgado sobre instalar el sistema de videoconferencia, y también de que Williams pretendía hacer eso y otras cosas, como proporcionar wifi en los juzgados. Era posible que su entusiasmo le hubiese hecho saltarse los trámites adecuados, y que siendo su comportamiento reprobable, al no haber ánimo de lucro y tener como objetivo el bien del condado, no tuviese reproche penal, y se pudiera arreglar con una reprimenda y una multa, o algún castigo equivalente. 

Lo que impide aceptar ese planteamiento al completo es el tercer monitor. Nunca ha aparecido, y Williams no ha sabido explicar su paradero, y por tanto, no encaja en la hipótesis del sistema de videoconferencia. Pudo venderlo, o regalarlo, o esconderlo en algún lugar, pero lo cierto es que todo indica que ese monitor fue robado. Aunque pueda parecer extraño, un mismo acto puede contener un elemento delictivo y otro que no lo es. Considero muy probable que Eric Williams se llevara dos de los monitores con la idea de utilizarlos para el sistema de videoconferencia, y otro más para su uso personal, o con la idea de venderlo o regalarlo.

La acusación podría haber presentado cargos por el robo de uno de los monitores, valorado en menos de 500 $, y dar el beneficio de la duda sobre los otros dos, pero prefirieron presentar la acusación de tal forma que una declaración de culpabilidad implicaría la pérdida de la licencia para ejercer la abogacía. 

McLelland y Hasse condujeron la acusación sin concesiones y con mucha agresividad, en lo que muchos consideraron un ataque personal fuera de lugar y que no guardaba relación con el delito del que se estaba acusando, y Eric Williams fue humillado en público frente a sus vecinos y amigos. Es posible que el pasado enfrentamiento político entre McLelland y Williams jugara algún papel en el desarrollo de los hechos, pero no creo que fuera el más importante ni el motor detrás de la actuación de los fiscales. Creo que hay dos circunstancias que explican el comportamiento de Mike McLelland y Mark Hasse:

-Ambos eran muy agresivos (tal vez por eso congeniaron tan bien) en sus acusaciones. McLelland tenía fama de tomarse como algo personal muchos de los casos, y Mark Hasse era implacable. Jenny Parks le había escuchado alardear de haber destruido las vidas de personas a las que había acusado. 

-Parece claro que encontraron o notaron algo en Eric Williams que les hizo darse cuenta de que detrás del amable y tranquilo juez había alguien peligroso, y en algún momento perdieron de vista que estaban realizando la acusación de un pequeño delito y se embarcaron en un ataque general contra la persona que intuían había detrás de la fachada. No consta que Eric Williams amenazara a McLelland o Hasse, y sin embargo ambos se sintieron amenazados tras la condena e iban armados a todas partes, y McLelland pensó de inmediato en Williams tras el asesinato de Hasse. Eso demuestra que habían visto algo en él, algo muy peligroso e inquietante.

De pronto, Eric Williams pasó de estar envuelto en un asunto menor y abierto a interpretaciones a ser tratado como un criminal. Mike McLelland se encargó personalmente de llamar a la Guardia de Texas para contarles la acusación contra Williams, y ante el tribunal dijo de él que era un hombre desprovisto de honor, y Hasse lo describió como malvado. Ciertamente, parece un poco excesivo para un asunto como el de los monitores. En ambos juicios los abogados de Williams pudieron presentar decenas de testimonios mostrando que era una persona amable, un buen abogado que se preocupaba por sus clientes y un trabajador eficaz y colaborador. Por otra parte, tan solo se presentaron dos testimonios que impugnaban esa visión casi idílica del acusado:

1) Un abogado que trabajaba en el mismo edificio que Williams testificó que en 2010 había escuchado a este referirse a otro abogado llamado Jon Burt en los siguientes términos: Voy a matarlo. Voy a matarlo a él, a su mujer y a sus hijos. Voy a quemar su casa, le voy a apuñalar. Al parecer Williams estaba furioso con Burt debido a un malentendido en un caso en el que ambos participaban y se desahogó en público. 

2) En 1991 o 1992 Eric Williams mantuvo una breve relación con Janice Marie Gray, otra coordinadora judicial a la que había conocido en una conferencia. Poco después ella le comunicó que quería dejar la relación, y él pareció aceptarlo. Unos meses después, en otra conferencia, se encontraron en la recepción del hotel y él la invitó a cenar. Ella rehusó la invitación, diciendo que había quedado con unas amigas, y Williams entonces sacó una pistola y se la mostró, diciendo que era nueva. Más tarde, esa misma noche, ella estaba en un bar con un grupo de amigos cuando él le tocó el hombro y le dijo que quería hablar con ella. Se alejaron un poco y durante la conversación Janice afirmó que no quería tener una relación con él, y cuando le dijo que iba a volver con sus amigos, Eric Williams le respondió que tenía un pistola, y que si se marchaba la usaría, ya que no tenía nada que perder. Ella se puso a llorar, y al ver esto dos de sus amigos se acercaron y se la llevaron de allí, sin que Williams dijera nada.

Janice denunció lo sucedido a la policía, que esa noche puso un agente ante su puerta y se le proporcionó una escolta. Al día siguiente vio a Williams y este fue detenido, pero no se presentaron cargos. 

Eso fue todo lo que pudo presentar la acusación, una explosión verbal sin posteriores consecuencias y un suceso bastante más grave, pero ocurrido 20 años atrás. Aunque las amenazas de muerte no deben ser tomadas a la ligera, hay bastante gente que tiene ese tipo de respuesta emocional a la frustración, y generalmente no pasa de ahí. El asunto de la amenaza con el arma era bastante más importante, y de haber sido condenado por ello, no se habría convertido en juez. Pero el que no se presentaran cargos tiene sentido, ya que no había testigos de la amenaza, ni antecedentes. Sus amigos tan solo habían visto llorar a Janice, pero ni habían oído la amenaza, ni Williams había exhibido el arma, ni lo habían visto en postura amenazante. En esas condiciones habría sido casi imposible lograr una condena, ya que al negar él la acusación era la palabra de uno contra la de otro.

Lo que algunos encontraron realmente inquietante fue la actitud de los fiscales tras el veredicto, en la fase de imposición de condena. Fue en ese momento cuando sacaron a relucir estos hechos del pasado de Williams, y lo presentaron ante el juez (y el público) como un personaje perverso y amoral, y solicitaron que fuera condenado a pasar dos años en la cárcel, a pesar de la crítica situación personal del acusado. Este había declarado que era el único sustento de su familia. Su esposa Kim estaba enferma y tenía que cuidar de ella, y los padres de ella, también enfermos, se habían mudado desde otro estado y vivían muy cerca de ellos. Su suegro tenía cáncer, y su suegra había sufrido un derrame cerebral, y Williams tenía que cuidar de todos ellos, y si iba a la cárcel no habría nadie para hacerlo. A pesar de que se pudo demostrar que todo esto era cierto, McLelland y Hasse insistieron en que fuera enviado a prisión, en una actitud que muchos encontraron incomprensible.

Una petición de condena por un cargo menor, como el que le habían ofrecido inicialmente habría sido más que suficiente. Eric Williams habia rechazado el trato, y tenía sus razones. Es cierto que ese tipo de condena no implicaba perder su puesto de juez ni su licencia, pero en la práctica significaba que en las siguientes elecciones perdería el cargo, ya que los ciudadanos no lo votarían con una condena por robo en su haber. Además, la condena quedaría en su expediente, dificultando su práctica de la abogacía. Eso y una multa habría sido un castigo más que duro para un asunto como el de los monitores.

Finalmente, el juez impuso a Eric Williams una condena de 2 años de cárcel con sentencia suspendida, de modo que no tendría que ingresar en prisión. Pero esa era la única buena noticia, ya que las consecuencia eran tremendas. La condena significaba que Eric Williams perdía su puesto como Juez de Paz, y con ello se quedaba también sin su seguro médico, que era vital para hacer frente a los cuantiosos gastos médicos de su esposa. También perdía su licencia para ejercer como abogado, e incluso su permiso de policía en la reserva. A sus 46 años tenía que buscarse otra forma de ganarse la vida, con el peso de una condena penal por robo en su expediente. El efecto en Eric Williams y su esposa tuvo que ser devastador. En algún momento del proceso de acusación, contó Kim, su esposo comenzó a beber más cerveza de la cuenta y a tomar con mucha frecuencia pastillas para dormir.

Me parece muy llamativa la desproporción entre el suceso y el efecto. McLelland y Hasse convirtieron un incidente poco claro y abierto a varias interpretaciones en la destrucción de la vida profesional, social y económica de un hombre. Y si a mí me resulta difícil aceptar la desproporción, me imagino como se tuvo que sentir el acusado. Cuando se repasa toda la secuencia de eventos del caso, es difícil ver como podría evitar Eric Williams sentirse injustamente tratado. Es evidente que algo no funcionaba bien en él, pero en mi opinión fue esta acusación desproporcionada y la sensación de ser víctima de una injusticia absoluta la que lo desquició y condujo a los asesinatos.

Se puede argumentar que Eric Williams era un psicópata, y que el impulso homicida estaba presente, y tan solo necesitaba un elemento desencadenante, que de no haber sido este, habría sido otro cualquiera. Esta argumentación me parece débil. Williams tenía 46 años cuando cometió los crímenes, y el suceso más grave de su pasado, la amenaza con un arma a una antigua novia, había ocurrido más de 20 años antes. Después de eso, tan solo una amenazas lanzadas al aire, una explosión verbal sin efecto posterior. Eso es todo. Aunque sea un psicópata, lo cierto es que había llegado a la madurez sin incidentes demasiado graves, y de no mediar sucesos de este estilo se puede suponer razonablemente que podría haber pasado el resto de su vida de la misma forma. Tal vez, se puede alegar, una petición de condena por cargo menor habría provocado el mismo efecto. Es posible. Pero la sensación de injusticia fue máxima con el tipo de acusación que condujeron McLelland y Hasse, y considero probable que otro tipo de acusación no hubiera provocado una respuesta igual, aunque reconozco que es algo discutible.

En cualquier caso, tras la condena por robo Eric Williams se descontroló por completo. Tenía pensado ampliar sus crímenes a una juez no relacionada con la acusación, tan solo porque consideraba que años antes, cuando él trabajaba para el turno de oficio, le pagaba (a él y a los demás abogados) poco por los casos. También amenazó a su esposa Kim con que si lo abandonaba la mataría y después se suicidaría. Los abogados de Williams intentan que se tengan en cuenta algunos análisis médicos que pueden indicar un daño en el cerebro, y tratan de argumentar que eso pudo desencadenar los hechos. La acusación, por su parte, ha señalado correctamente que el condenado planeó y estudio los crímenes durante meses, de forma concienzuda y eficaz, y que eso no indica ningún acto cometido a resultas de un supuesto daño cerebral. Mientras tienen lugar estas batallas legales, sospecho que Eric Williams dedica su tiempo a pensar y planear, y creo que las autoridades de la prisión no deberían descuidarse ni un instante.
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FUENTES:

http://www.dallasnews.com/news/crime/2014/12/08/testimony-opens-in-punishment-phase-of-kaufman-county-da-murders-trial

http://www.terrelltribune.com/community/article_0f474cde-79d3-11e4-85f4-3f20f12eb9bf.html

http://www.dallasnews.com/news/crime/2013/04/17/wife-of-jailed-ex-kaufman-county-justice-of-the-peace-is-now-behind-bars-charged-with-capital-murder

http://www.kaufmanherald.com/hot_news/article_44910534-8143-11e4-9368-c757d01b0c59.html

http://www.dallasnews.com/news/crime/2013/04/21/months-of-work-on-kaufman-da-killings-ended-with-arrest-of-man-suspected-at-the-beginning

http://www.terrelltribune.com/community/article_3482ea32-7f58-11e4-bafa-5fcb3358f6be.html

http://www.nytimes.com/2013/04/13/us/texas-prosecutors-may-have-been-killed-by-lone-wolf.html

http://www.terrelltribune.com/community/article_ece99980-85a8-11e4-aaf7-0b854e0c8b86.html

http://www.dallasnews.com/news/crime/2013/04/13/complex-picture-arises-of-ex-kaufman-justice-of-peace-eyed-in-case

http://www.tdcaa.com/journal/answering-call


Programa de la CBS:

http://www.cbsnews.com/news/target-justice-48-hours-probes-texas-prosecutor-killings/


Archivos con información sobre el caso:

Son documentos oficiales en formato pdf con la orden de detención contra Williams, por ejemplo, o su apelación. Este último tiene 204 páginas y contiene un buen resumen de todos los testimonios y pruebas presentados durante el juicio. Si hay alguien interesado, me los puede solicitar por correo electrónico.








domingo, 18 de diciembre de 2016

Misterio en la capital del bourbon. Los crímenes de Bardstown

Bardstown, la capital mundial del bourbon, fue votada en 2012 como la más bonita de las ciudades pequeñas de Estados Unidos y se convirtió en la envidia del resto del país. Con sus 12.000  habitantes es la población más importante y el alma del condado de Nelson (45.000 habitantes), que se encuentra en el norte de Kentucky, a unos 65 kilómetros de Louisville, la ciudad más importante del estado. Conocidas destilerías rodean una pequeña y tranquila comunidad que combina la vida rural y la ganadería con uno de los museos más importantes del país sobre la guerra civil o el más famoso festival del bourbon. El condado es atravesado por la mitad por la Bluegrass Parkway, una antigua autopista de peaje que se convirtió en libre en 1991. Con todas las ventajas y los inconvenientes de las ciudades pequeñas, los habitantes de Bardstown están orgullosos y satisfechos del lugar donde viven.

Sin embargo, desde mediados de 2013 varios sucesos han enrarecido el ambiente, provocando el miedo y la inquietud entre los ciudadanos y el desconcierto de las fuerzas policiales. Una serie de asesinatos, desapariciones y muertes misteriosas tienen en vilo a todos en el condado de Nelson, y nadie sabe a qué atenerse. En apariencia todos los casos parecen sucesos independientes, pero según se suceden los crímenes, mucha gente empieza a sospechar que algunos, o todos, pueden estar relacionados de alguna forma.

Tuve noticias de la muerte de Jason Ellis (es el caso al que me refería en la la primera entrada de este blog, el que estaba siguiendo cuando me encontré con el de Timothy Davison) a primeros de junio de 2013. Desde el primer momento me pareció que había algo extraño, algo inquietante y que se apartaba de lo corriente, y no he dejado de interesarme en el desde entonces. He asistido desde la distancia a como se iban acumulando los crímenes y he intercambiado opiniones con varios habitantes de la zona y algún periodista, y creo que desconcierto es la palabra que mejor define lo que ocurre. Todo el mundo tiene su teoría y sus sospechas, pero lo cierto es que nadie está seguro de nada. Y cuando parece que no puede ocurrir nada más, va y sucede.

MUERTE DE UN AGENTE DE POLICÍA

Jason Ellis
Jason Ellis había jugado como profesional en las ligas menores de béisbol, pero decidió abandonar el deporte justo antes del nacimiento de su primer hijo y dedicarse a su otra gran pasión, ser policía. A sus 34 años, casado y con dos hijos pequeños, era desde 2006 agente del Departamento de Policía de Bardstown, y vívía en Chaplin, una pequeña población casi en el borde del condado. El sábado 25 de mayo de 2013 finalizó su turno a las 2 de la madrugada, y tras dar el aviso por radio se dispuso a marcharse a casa con su coche oficial, como estaban autorizados a hacer él y los demás agentes. Esa noche no llevaba su vehículo habitual, ya que estaba en reparación, y por eso tampoco le acompañaba su inseparable compañero, Figo, el K9 (perro policía) del departamento, que lo esperaba en el hogar familiar. 

Desde Bardstown hasta el domicilio del agente Ellis había aproximadamente 28 kilómetros, un trayecto de algo menos de 25 minutos en coche. Tras circular unos kilómetros por la Bluegrass Parkway tomó la salida 34, desde donde le restaban unos 10 minutos hasta reunirse con su familia, pero nunca llegó. Sobre las 2:30 de la mañana un coche se detuvo en la salida 34, y poco después otro. Un vehículo de la policía con las luces de emergencia encendidas estaba parado bloqueando la carretera, y cuando los sorprendidos conductores se decidieron a investigar lo que ocurría se encontraron al agente Jason Ellis tirado en la carretera, muerto. Dieron aviso a través de la misma radio del coche policial, y pronto el lugar se llenó de investigadores y compañeros del agente caído. Aunque inicialmente se pensó que había sido víctima de algún tipo de accidente de tráfico, pronto quedó claro que había recibido varios disparos de escopeta, y que el chaleco que llevaba puesto no lo había salvado.

Ellis era un agente del Departamento de Policía de Bardstown, pero el crimen había tenido lugar fuera de los límites de la ciudad, territorio del Sheriff del Condado de Nelson. De todos modos, el asesinato de un agente de policía no es algo que se deje en manos de una fuerza policial local sin medios ni expertos, así que la Policía Estatal de Kentucky (KSP), con el apoyo del FBI, se hizo cargo de la investigación.

El lugar del crimen era una típica salida de autopista, una curva muy pronunciada que hace un giro completo, con taludes a ambos lados de la vía. Junto al cuerpo y en algunos lugares más de la carretera se encontraron varias ramas de árbol, algunas de un tamaño respetable. Teniendo en cuenta esos elementos, y que el coche policial estaba atravesado con las luces de emergencia puestas, los detectives se hicieron una idea bastante aproximada de lo sucedido. Ellis tomó la salida y se encontró con un obstáculo, varias ramas de árbol, y considerando que podía haber peligro atravesó su coche y puso las luces para advertir a los vehículos que pudieran llegar por detrás. Se bajó y recogió varias ramas, y con ellas en brazos se dirigió a la cuneta para tirarlas allí, pero le dispararon antes de poder hacerlo. Alguien estaba en el talud, unos metros por encima, esperando. Se encontraron tres cartuchos, tres disparos, todos ellos con munición de diferente tipo, realizados con una escopeta de calibre 12. El arma del agente seguía en su funda, así que el ataque tuvo que ser tan sorpresivo que ni siquiera tuvo tiempo de sacar su pistola, y probablemente murió de forma casi instantánea, sin siquiera saber lo que ocurría.

En rectángulo rojo, zona desde la que se realizaron los disparos. Cruz roja, lugar donde cayó Jason Ellis.
Había sido, sin ninguna duda, una emboscada. Las ramas no habían sido cortadas de los árboles cercanos, así que alguien las había traído desde otro lugar y las había dejado en la carretera, esperando que su objetivo se detuviera para apartarlas. La duda estaba en quien era el objetivo. Aunque dependía del turno, Ellis tomaba esa salida con frecuencia y regularidad, así que alguien que quisiera asesinarlo podría anticipar que pasaría por ese lugar a una hora determinada, unos minutos arriba o abajo. Pero también había que tener en cuenta que el día del crimen no llevaba su coche habitual, y que había otros agentes, tanto de la policía de Bardstown, como de la del condado, incluso de la KSP, que utilizaban esa misma salida, así que se podía plantear que tal vez el objetivo fuera otro policía y que Ellis había sido asesinado por error.

Pero el timing del crimen también provocaba dudas. Seguro que había muy poco tráfico en esa salida a esas horas, pero de vez en cuando pasan vehículos, así que el asesino (o asesinos) tenía que ser muy preciso en sus actos para coincidir con el momento justo de la llegada de su objetivo. Si se apresuraba a colocar las ramas podía ocurrir que otro vehículo tomara la salida antes y se parara ante el obstáculo, y si esperaba demasiado podía ocurrir que el coche de policía pasara antes de que estuviera colocada la trampa, o incluso que lo sorprendiera poniéndola. ¿Era suficiente para esa precisión conocer la rutina del agente? Hay dudas. Jason Ellis era un hombre familiar y de costumbres, y se marchaba directo a casa al salir del trabajo, pero estamos hablando de un ajuste de minutos, muy pocos minutos, y por muy regular que fuera el policía, en muchas ocasiones tenía que finalizar su último servicio antes de irse, o podía charlar unos minutos con algún compañero, o sufrir cualquier otro retraso trivial. Seguramente en otras ocasiones podía adelantarse unos pocos minutos, si salía un poco antes, o conducía un poco más rápido. 

Tal vez había más de una persona implicada, y uno de ellos, que estaría vigilando, habría avisado al ejecutor de la llegada del vehículo policial, o incluso de su salida desde Bardstown. Si esa comunicación existió, casi seguro que no fue por teléfono. Es rutinario rastrear todas las llamadas telefónicas realizadas o recibidas desde las torres cercanas al lugar del crimen, y a esa hora y en ese lugar no podía haber muchas comunicaciones. O bien no hubo llamadas en ese marco espacial y temporal, o bien las hubo pero fueron investigadas y no estaban relacionadas con el crimen. También es posible que algún cómplice estuviera en algún lugar cercano y señalara la llegada del objetivo con alguna señal luminosa o de otro tipo.

Ellis y Figo, tras una requisa de dinero y droga
Por otra parte, se investigó en profundidad la vida y el trabajo de Ellis para intentar averiguar el móvil del crimen. En cuanto a su vida personal, no se encontró nada que pudiera proporcionar un motivo. Estaba felizmente casado con Amy, y no se encontró ningún rastro de que él o ella tuvieran otras relaciones. Era un hombre hogareño, que pasaba su tiempo libre con su esposa y sus dos hijos y unos pocos amigos. Su vida profesional era otra historia. Cualquier policía se ve envuelto lo largo de su carrera en una gran cantidad de conflictos, y podía haber muchas personas enfadadas con Jason Ellis. Junto con Figo, su K9, habían detenido a bastantes traficantes e intervenido gran cantidad de droga y dinero, y eso podía ser un motivo, pero no se encontró nada significativo. Casi todos eran pequeños traficantes y Ellis no hacía nada distinto a lo que hacen miles de policías a diario. Un pequeño grupo de delincuentes locales, que se hacían llamar el Bardstown Money Gang, fue considerado sospechoso una temporada cuando alguno de sus miembros insinuó que podían estar implicados, pero los investigadores los descartaron enseguida como unos bocazas. 

Los detectives no tienen evidencia de más de un implicado, pero sospechan que fueron al menos dos. No tienen ni idea del motivo, y ni siquiera saben quien era el objetivo. Sospechan que era un policía, pero no saben si era Jason Ellis u otro, o incluso que pudiera ser cualquier policía que tomara la salida. Algunas personas opinan que tal vez ni siquiera había un objetivo, y que la trampa estaba preparada para matar al primero que se parara. Los meses comenzaron a pasar, y después los años, sin avances. Algo que ha sorprendido a los investigadores es que nadie haya hablado pese a la jugosa recompensa; hasta 225.000 $ se han ofrecido y nadie ha aparecido, lo que resulta muy extraño, y hace sospechar que ninguna banda o grupo está detrás del crimen. La opinión del antiguo jefe de Ellis es que la clave está en algún hecho del pasado del policía, y el asesino sería alguien que habría estado rumiando su agravio y su ira durante mucho tiempo, tal vez años, planeando su venganza.

Es posible, pero hay otras opciones. Según la prensa, el primer disparo impactó en una zona que dejaba descubierta el chaleco. Me gustaría leer el informe de la autopsia, y saber si ese fue el disparo mortal o lo fueron los dos siguientes. Dependiendo de ello, podríamos considerar si el crimen estaba realmente bien planeado, como parece, o el asesino tuvo su cuota de suerte al dejar fuera de combate de inmediato al agente y evitar que este respondiera con su arma.

Figo fue retirado del servicio y se quedó a vivir con la viuda y los hijos de Ellis, y Bardstown no ha olvidado a su agente caído y periódicamente se organizan homenajes y actos en su honor. Los investigadores siguen recibiendo pistas y llamadas e investigan cada una de ellas, pero ninguna acerca la resolución del caso. Y cuando habían transcurrido 11 meses desde la muerte de Jason Ellis, un nuevo crimen sacudió el condado de Nelson.


LAS VÍCTIMAS MÁS IMPROBABLES

Cuando la mañana del martes 22 de abril de 2014 Kathy Netherland no se presentó a su trabajo como profesora de educación especial en la Bardstown Elementary School, sus compañeros se inquietaron enseguida. No contestaba al teléfono, pero lo más chocante era el hecho de que no hubiera avisado de que no acudiría o se retrasaría; resultaba un comportamiento tan extraño en ella que todos temieron que hubiera sucedido algo grave. Avisaron a su padre, que vivía cerca, y este decidió acudir enseguida a la casa de su hija a comprobar si todo iba bien.

Cuando el padre de Kathy entró en la casa no tardó en encontrar los cadáveres de su hija y su nieta y llamó de inmediato a la policía. La llamada se recibió sobre las 10:30 y acudieron los policías de Bardstown, los del condado de Nelson (en cuya jurisdicción se había cometido el crimen), y la policía estatal de Kentucky, que se puso al frente de la investigación. Tras limitarse a comprobar que no había nadie más en el interior salieron fuera y esperaron una orden judicial, que tardó varias horas, para comenzar a registrar la casa. Mientras tanto, acotaron la zona y buscaron pistas por el exterior. Desde el primer momento los investigadores se encerraron en un secretismo sobre el caso que ha molestado y extrañado a mucha gente, y que en algunos casos resulta ridículo. Algún detective ha declarado que tras el asesinato de Jason Ellis se ofreció demasiada información (seguramente el tipo de arma, los cartuchos, y la clase de elementos que se habían colocado como obstáculos) y que se podría haber comprometido esa investigación, y es probable que no quisieran cometer el mismo error.

Samantha y Kathy Netherland
Las víctimas eran Kathy Nehterland, de 48 años, y su hija Samantha Grace Netherland, de 16. El esposo de Kathy, Bob Netherland, había muerto 10 meses atrás a causa de un cáncer de colon, y la única superviviente de la familia era la otra hija, Holly, de 18 años, que se encontraba en la Universidad de Morehead. A día de hoy la policía no ha informado de como murieron las víctimas (tan solo han dicho que a causa de algún trauma), pero gracias a que algún periodista consiguió los partes de defunción y a algunas declaraciones sueltas de algunos familiares, se sabe que a Kathy le dispararon varias veces y que su hija fue brutalmente golpeada en la cabeza. Samantha, al menos, tenía también cortes en el cuello, mientras que según otras informaciones les habrían cortado el cuello a ambas, madre e hija. De alguna declaración se puede deducir que Samantha tenía también heridas defensivas en brazos o manos.

El crimen se cometió en el domicilio familiar, el 5120 de Springfield Road, a las afueras de Bardstwon, en una zona conocida como Botland. Era una casa antigua, que los Netherland habían comprado y reformado en 2010, y donde vivían desde entonces. Está a unos metros de la carretera que lleva a Springfield, que soporta mucho tráfico a diario. No faltó nada en la casa, ni ordenadores ni aparatos electrónicos que estaban a la vista, y según parece no había ningún indicio de agresión sexual, ni siquiera de un intento. Los detectives revisaron todas las grabaciones de cámaras de casas o empresas de la zona, y cuatro días después del crimen solicitaron ayuda para identificar tres vehículos. Al día siguiente, la solicitud de identificación quedó en pie para uno solo de ellos, que identificaron como un Chevrolet Impala negro, o tal vez azul oscuro, de entre 2006 y 2013. Desde entonces han repetido varias veces que en ese vehículo viajaba quien asesinó a madre e hija, y que si se localiza el coche se resolverá el caso. 

Según la policía, en este Chevrolet Impala viajaban los asesinos
Se ha mostrado una fotografía del Chevrolet Impala pasando delante de una estación de servicio, a 850 metros de la casa de Kathy, alejándose en dirección Bardstown, y una grabación de otra cámara, situada unos dos kilómetros más allá. Los detectives nunca han explicado como saben que ese vehículo está implicado en el crimen. Se puede conjeturar que la cámara de una tienda de licores que hay frente a la casa de Kathy grabó al vehículo entrando y saliendo de la propiedad, pero que la lejanía impedía identificar el vehículo, tal vez solo se veía una mancha. Probablemente compararon esa grabación en la que no se apreciaban detalles de los vehículos que pasaban con la de la gasolinera, y así fueron capaces de aislar al Chevy Impala. Pero esto no es más que una suposición, y la pista podría provenir de otra cámara o de algún testigo, aunque considero esto último más improbable. Los investigadores dijeron que el vehículo se marchó de la casa en dirección Bardstown poco después de las 20:00 horas, y según alguna información habría sido visto llegando sobre las 19:50. Se deduce de las informaciones de la policía que el vehículo no venía desde Bardstown, sino desde Springfield, o desde Manton Rd.

Casa de las víctimas. El vehículo sospechoso se marchó en dirección Bardstown. Arriba a la derecha, tienda de licores
Aunque no se ha informado si se hallaron armas en la casa, al menos fueron utilizadas tres, y de tres tipos distintos: un arma de fuego, un objeto contundente y un arma blanca. Los familiares han dicho que las dos no fueron asesinadas en la misma habitación, y eso junto con la variedad de armas ha hecho pensar que hubo más de un asesino, aunque como ha declarado una hermana de Kahty, las dos eran muy pequeñas, y tal vez podrían haber sido dominadas por un solo hombre. Aunque los investigadores creen que participó más de una persona, no tienen pruebas de ello. No se encontró señal de entrada forzada, así que es probable que alguna de las mujeres abriera la puerta al asesino.

Es decir, que a plena luz del día una o varias personas llegaron en un coche, se arreglaron para entrar en la casa, mataron de distintas formas y con gran violencia a las dos personas que vivían allí, y tras subir al coche se marcharon en dirección Bardstown. Todo en unos 15 minutos.

Lo más problemático de todo fue encontrar un móvil para el crimen. Como ha dicho un detective del caso, cuando en una investigación encuentran un motivo generalmente les conduce hasta un sospechoso, pero en este caso no encontraron ninguno, ninguna razón por la que alguien quisiera matar a Kahty o Samantha. ¿Podía la hija superviviente, Holly, tener alguna motivación? Había un seguro de vida por 50.000 dólares, que siendo una cantidad apreciable es bastante habitual en ese tipo de seguros, y no se encontró en la vida de la joven nada que indicara que necesitara dinero o lo deseara de forma llamativa. Se investigó su paradero a la hora del crimen y parece que los detectives quedaron convencidos. ¿Podía haber sido algún amigo o cómplice? Tampoco se encontró nada. Aunque tal vez había algunos pequeños conflictos entre madre e hija típicos de la edad, se llevaban bien, y las redes sociales de Kathy, donde era muy activa, parecen demostrarlo. Según la hermana de Kathy, la policía descartó a Holly tras investigarla.

Pero entonces, ¿quién? Kathy era una profesora de educación especial y madre de dos jóvenes estudiantes y ama de casa, que solía acabar el día agotada. Apenas tenía vida social, y desde la muerte de su esposo no había entablado una nueva relación. Muy creyente, frecuentaba la iglesia, y aparte de eso su vida era su trabajo, sus hijas, sus padres y sus hermanos. No tenía enemigos, era un persona que no se metía en la vida de los demás, ni tenía el carácter o el comportamiento que pudiera crear algún deseo de venganza en alguien. Sería difícil encontrar a alguien a quien hubiera ofendido. Su hija Holly se había marchado a estudiar a la Universidad de Morehead, a 200 kilómetros de casa, aunque regresaba en vacaciones y fiestas, y en la casa tan solo vivían Kathy y su hija pequeña. Samantha era una brillante jovencita que acababa de ser admitida en la muy selecta y prestigiosa Academia Gatton de matemáticas y ciencias,  lo que incluso había provocado un artículo en la prensa, aparecido 3 semanas antes del crimen. Aunque había sido muy tímida y callada de niña, se había apuntado al coro del colegio y eso le había permitido ganar confianza en sí misma e ir perdiendo su timidez según crecía. Todos la definían como dulce, tranquila, calmada, y no se metía en líos ni daba problemas. Días antes del crimen había salido con su primer novio, acompañados de Kathy. Era algo del todo inocente y la policía descarto ese ángulo enseguida. Una vez a la semana Kathy y Samantha colaboraban en una protectora de animales local, y tenían en casa dos perros y dos gatos, de los que, por cierto, la policía no ha informado nunca. Madre e hija eran fans del grupo Def Leppard, desde que el hijo de uno de los miembros de la banda había sido alumno de Kahty.

Samanta, probándose el vestido.
El sábado día 19 lo habían pasado las dos en Louisville, comprando el vestido y demás elementos para la graduación de Samantha, que se iba a celebrar el siguiente fin de semana. Esa misma tarde Samantha se probó el vestido y enviaron una foto por WhatsApp. El día del crimen, el lunes, no tuvo nada de especial. Según un familiar: Kahty y Samantha estaban teniendo un día muy, muy normal. Fueron al colegio; fueron a la tienda de comestibles, salieron a comprar algo para comer y volvieron a casa; y probablemente no mucho después alguien malvado se presentó ante su puerta. Por mucho que buscaron, los investigadores no encontraron a nadie que tuviera un motivo para matar a las dos mujeres. ¿Podía tratarse de un crimen al azar? La falta de motivo hizo que los detectives se lo plantearan, pero como dijo uno de ellos, ¿por qué esa casa y esas personas? Es difícil sostener que dos o tres personas vayan en coche y de repente decidan pararse, entrar de alguna manera en una casa cualquiera, en pleno día, y matar a sus ocupantes. En Kentucky hay muchas armas, y sería muy probable encontrarse con habitantes armados si uno entra en una casa al azar. Un robo es más que dudoso. Todavía era de día, el coche de las víctimas señalaba que había alguien dentro, y además la casa es vieja y no aparenta riqueza. Kathy tenía un trabajo normal y todos los gastos que conllevan dos hijas estudiantes, y no tenía mucho dinero. Está la posibilidad de un error; tal vez alguien se confundió de casa, o de calle, o incluso de ciudad. O puede que con el crimen se le estuviera enviado un mensaje a alguien, tal vez algún conocido o un familiar lejano. O pudo ser la obra de un psicópata todavía por descubrir, y el motivo pudo ser algo tan nimio como una mirada malinterpretada o alguna ofensa, real o imaginada. 

Al parecer a Samantha la golpearon con mucha violencia, en la cabeza y probablemente en otras partes del cuerpo, lo que hace pensar a muchos que había algo personal, ira, implicada en el crimen. Pero como ha señalado un periodista, es difícil imaginar como podrían haber provocado Kathy o Samantha una ira semejante (¿Tal vez su admisión en la Academia Gatton?). Algunos han propuesto que tal vez dispararon a Kahty para quitarla pronto del medio y poder descargar toda su rabia contra Samantha, pero disparar un arma provoca mucho ruido, y si tenían otras armas silenciosas a su disposición, ¿por qué arriesgarse a que algún vecino oyera los disparos? Tal vez la diferencia en las heridas sufridas solo indica que fueron asesinadas por personas distintas, portando armas distintas. En cualquier caso, si los investigadores no ofrecen más datos sobre el escenario del crimen, tan solo se pueden hacer suposiciones con poca base.

Tras mucho investigar, la policía renunció a intentar hallar un motivo y lo fió todo a encontrar el coche. Han rastreado, y siguen rastreando, miles de Chevrolet Impala, en Bardstown, en el resto del estado e incluso en otros estados; de particulares y de empresas de alquiler de coches, y siguen esperanzados en encontrarlo. Es posible, han dicho, que el coche no fuera de los asesinos, tal vez alguien se lo presto a estos, y los detectives están convencidos de que quien matara a las mujeres tuvo que mancharse de sangre, y dejar manchas en el vehículo. Si fue prestado alguien tendría que haber notado manchas de sangre o el olor de la lejía cuando le fue devuelto. Yo nuncha he compartido el optimismo de los investigadores respecto al coche, ya que si como parece los asesino llegaron con la intención de matar y aparcaron el coche en el camino de entrada, significa que no les importaba que el coche fuera visto, y por tanto es improbable que sea encontrado.

La casa de los Netherland fue subastada (se obtuvieron poco más de 40.000 $, cuando cuatro años antes les había costado el doble), y con ello se ofreció una recompensa de 50.000 $, sin resultado. Han pasado ya más de dos años, y los detectives dicen que siguen investigando y buscando el Impala. A los pocos días del crimen los periodistas les preguntaron si ese caso podía estar relacionado con el de Jason Ellis, y ellos respondieron que no. Es cierto que parecen muy diferentes, y que no había absolutamente nada que los relacionase, pero teniendo en cuenta que no tenían ni idea de quien había cometido ninguno de los crímenes, la respuesta era un poco aventurada. 

Cuando Jason Ellis fue asesinado su esposa trabajaba como profesora sustituta en una elementary school, aunque no está claro si en la de Bardstown o en la del condado. En cualquier caso, aunque se conocieran, o incluso hubiera coincidido en algún momento en la misma escuela con Kathy, hay que ser muy prudente con estas relaciones. El problema es que en comunidades pequeñas ese tipo de vínculos cruzados aparece muchas veces, y lo que podría ser significativo en una gran ciudad no lo es tanto en un lugar como el condado de Nelson, donde la gente interacciona en colegios, supermercados, tiendas, iglesias y asociaciones. No es difícil encontrar algún nexo de ese tipo entre dos personas cualquiera, y casi con seguridad encontraremos alguno si añadimos a los familiares.

Es posible que los investigadores cuenten con muestra biológicas que no están en la base de datos de ADN, y que tan solo necesitan un sospechoso para identificarlo. Eso explicaría porque siguen confiados en que si encuentran el Chevrolet Impala resolverán el caso, no porque puedan hallar indicios en su interior, sino porque tendrán algún sospechoso para comparar ADN. Pero esto es tan solo una conjetura, ya que la policía nunca ha afirmado, ni siquiera insinuado, que tengan ese tipo de pruebas.

La intranquilidad se había apoderado de Bardstown, y la poca información que proporcionaban los investigadores no hizo más que animar los rumores y las suposiciones, con posibles relaciones de todo tipo entre las víctimas, la mayoría inventadas. Poco después, un nuevo suceso alarmó todavía más a los ciudadanos.


DESAPARECIDA.

Crystal Rogers
Crystal Rogers, de 35 años, era madre de 5 hijos. Había tenido dos de ellos cuando era muy joven, y más tarde se había casado y tenido otros dos hijos con Keith Rogers, de quien todavía mantenía el apellido. Legalmente separada desde hacía años, estaba en proceso de divorcio. Mantenía una relación con Brooks Houck, un empresario inmobiliario de Bardstown, y tenía con él un hijo en común, de dos años de edad. Trabajaba vendiendo o alquilando casas para la empresa de su pareja. La hija mayor de Crystal había tratado de ponerse en contacto con ella varias veces durante la fiesta del 4 de julio de 2015, y al no conseguirlo avisó a sus abuelos, con quienes vivía. Tommy y Sherry Ballard, los padres de Crystal, trataron de hablar con ella, pero sin resultado, y al preguntarle a Houck, este les dijo que se había marchado de casa y que no sabía donde estaba. 

Por más que preguntaron a otros familiares y amigos no encontraban rastro de Crystal, así que ya muy preocupados, decidieron denunciar su desaparición ante la policía el día 5 de julio por la mañana. Esa misma tarde el caso tomó una dirección inquietante, cuando el padre y el hermano de Crystal encontraron su coche, sin rastro de su propietaria. El Chevrolet Impala marrón estaba parado en el arcén de la Bluegrass Parkway, unos kilómetros al suroeste de Bardstown, cerca de la milla 14. Las llaves estaban en el contacto, y en el asiento del acompañante se hallaban el teléfono móvil de la desaparecida y su bolso, y no había rastros de lucha o violencia. El coche tenía una rueda pinchada, y la policía determinó que todo apuntaba a un pinchazo real y casual, y no a uno provocado o simulado. 

Sherry Ballard Barnes
No era la primera vez que la tragedia golpeaba a la familia. El padre de Crystal, Tommy Ballard, había perdido años atrás a una hermana en un suceso con inquietantes similitudes. Sherry Ballard Barnes, de 19 años y que estaba embarazada de 7 meses, había desaparecido en enero de 1979, y aunque poco después se encontró su coche sumergido en el río Ohio, no se encontró rastro de ella. Más de tres años después se encontraron finalmente sus restos enterrados en un campo, en Indiana. Su esposo, Edsel Barnes, fue detenido, juzgado y condenado por el crimen. Sherry se había separado de él tras quedar embarazada, y Edsel contrató a otro hombre, George Allen Weir para que lo ayudara a deshacerse de ella y no tener que pasar una pensión por la manutención del niño. Ambos fueron condenados a cadena perpetua. 


El lugar donde fue encontrado el vehículo de Crystal y los elementos hallados en su interior, sobre todo el teléfono móvil, reducían bastante las posibilidades. Podiá haber sufrido algún tipo de accidente, tal vez se detuvo al pinchar el neumático, se internó el bosque y cayó en algún pozo. Pero parece bastante improbable, y su padre lo rechazó de plano. Incluso le parecía extraño que se hubiera parado, ya que en otra ocasión en que había pinchado había seguido circulando con el neumático pinchado hasta salir de la autopista. Pero en caso de haber parado, dijo, Crystal nunca habría salido del coche. Se habría encerrado dentro y habría llamado a la asistencia, o a alguien para pedir ayuda.

Eso dejaba dos opciones:

1) Ella iba conduciendo su coche y paró al notar que había pinchado. Antes de que tuviera tiempo de llamar por teléfono otro vehículo se paró y alguien se la llevó por la fuerza.

2) Crystal Rogers no iba conduciendo el coche sino su asesino o un cómplice. Probablemente querían ocultarlo o hacerlo desaparecer, o tal vez llevarlo a un lugar donde les interesaba que se encontrara, y el pinchazo arruinó sus planes.

Brooks Houck era un empresario con negocios de venta y alquiler inmobiliarios, y también había intentado convertirse en Sheriff del Condado de Nelson. En 2014 perdió las primarias demócratas contra quien al final ganaría las elecciones, el actual Sheriff, Ed Mattingly, cuyo departamento se encarga de la investigación del caso, con el apoyo de la policía estatal. Aunque Mattingly declaro de forma pública que Houck estaba colaborando totalmente con ellos, la familia de Crystal sospechó de él desde el primer momento, y la verdad es que los detectives también sospechaban, pero no querían que dejara de colaborar. Renunció a contratar un abogado, permitió que los investigadores lo interrogaran tres veces, e incluso ofreció una entrevista a un programa de televisión.

Brooks Houck y Crystal Rogers
Pero había sido la última persona en ver a la desaparecida, su comportamiento en los días siguientes fue bastante extraño y había unas cuantas lagunas en su declaración. Crystal Rogers había sido vista la tarde del 3 de julio, sobre las 15:45, con tres de sus hijos en el Wallmart de Bardstown. Después de eso dejó a dos ellos en casa de su ex, y a las 17:00 horas fue a enseñar una de las propiedades de Houck, tras lo que regresó a casa y cenó con este. Sobre las 19:30 se fueron al rancho familiar de los Houck, a alimentar el ganado, según declaró él. En ese lugar fue vista Crystal por última vez por otras personas, y el resto depende únicamente del testimonio de Brooks Houck.

Según declaró este, él y Crystal regresaron a casa poco después de la medianoche, y mientras él se disponía a acostarse ella estaba entretenida jugando a algún juego en su teléfono móvil. Él se fue a la cama y la dejó a ella levantada, todavía con el teléfono en la mano. Cuando se levantó el día 4 de julio, sobre las 08:00 horas, no había rastro de Crystal, y supuso que se había marchado por la noche o al amanecer. Según contó, tenían a veces una relación estresante, y la forma que tenía Crystal de enfrentarlo era marchándose a casa de una prima suya. Lo había hecho varias veces (entre 4 y 6 veces, especificó en la entrevista de televisión, aunque los padres de Crystal afirmaron que tan solo sabían de una ocasión) y había pasado fuera un día o día y medio antes de regresar, y por eso no se preocupó en absoluto, ni siquiera cuando tras llamarla por la mañana y al mediodía no obtuvo respuesta. Esa tarde los dos tenían planeado acudir a una reunión familiar de los Houck en casa de uno de los tíos de Brooks, y él acudió solo. 

La policía cada vez sospechaba más de él. Era vago en los detalles respecto a la noche de la desaparición y su aparente colaboración era fría y distante. No parecía muy interesado en la búsqueda de la madre de su hijo, y no pasó una prueba con el polígrafo, aunque el afirmó que los resultados no eran concluyentes. Tenía un hermano, Nick Houck, que era miembro de la policía de Bardstown, y aunque ese cuerpo o era el encargado de investigar el crimen, su comportamiento y falta de colaboración acabaron provocando su despido. Se negó a hablar con los detectives, incluso cuando se lo pidió su jefe, y además, fue cazado avisando a su hermano. Cuando este estaba siendo interrogado por el detective Snow, recibió una llamada de Nick advirtiéndole que la policía quería hablar con él, y recomendando que no lo hiciera. Es una llamada bastante extraña, cuyo significado e intención, sospecho, no es el que supusieron los investigadores y la prensa.

En el vídeo,  Brooks Houck recibe la llamada de su hermano mientras es entrevistado por un detective.


Poco después Nick fue interrogado, y sus respuestas fueron decepcionantes, con sorprendentes fallos de memoria. Por ejemplo, tras el interrogatorio a Brooks en el que este había recibido la llamada de su hermano, los dos se fueron al rancho familiar y pasaron allí dos horas, pero cuando le preguntaron a Nick lo que habían hecho allí, este dijo que no lo recordaba. Unos días después se sometió al polígrafo y le dijeron que había mentido en unas cuantas respuestas, lo que él negó con vehemencia. Finalmente fue despedido de la policía de Bardstown. Su falta de colaboración inicial, incluso con la petición expresa de su jefe; la llamada a su hermano, interfiriendo en la investigación; y sobre todo sus decepcionantes respuestas en el interrogatorio alegando falta de memoria. Como declaró su jefe, Rick McCubin, para explicar el despido, esas fallas de memoria son intolerables en un agente de policía, para el que buena parte de su trabajo es testificar ante los tribunales.

Yo sospecho que la llamada a su hermano, la posterior visita al rancho familiar y la falta de explicación sobre lo que habían hecho allí tenían el objetivo de atraer la atención de los investigadores sobre ese lugar. Lo cierto es que lo consiguieron, ya que se ha registrado y excavado en buena parte de la propiedad. Pero no solo allí, se buscó a Crystal de forma activa en muchos otros lugares, con todos los medios: voluntarios, helicópteros, submarinistas, perros… Se busco en ríos, lagunas y barrancos, pero sin éxito. Parece haberse esfumado. Después de unos meses el Sheriff Mattingly declaró que consideraban que Crystal Rogers estaba muerta, y que Brooks Houck era el principal sospechoso, y aunque los investigadores están convencidos de que él la mató, no ha llegado a ser detenido, ya que no hay ninguna evidencia contra él. Su relato sobre la desaparición de Crystal es poco creíble, pero no es descabellado, ya que era cierto que ella se había marchado alguna vez tras alguna discusión, y había pasado un día o día y medio fuera, en casa de su prima. 

Uno de los empleados de Houck, Danny Singleton, fue detenido acusado de perjurio y pasó varios meses en la cárcel. Había  declarado ante el gran jurado que el día de la desaparición había estado en otro lugar, pero la policía tenía suficientes testimonios de que había estado en el rancho de la familia de su jefe. En su intento por encontrar pruebas, los investigadores han registrado incluso el coche de la abuela de Houck.

Creen que Crystal Rogers nunca salió del rancho y que fue asesinada allí. Pudo ser un crimen planeado, tal vez porque ella quería dejarlo, o porque él descubrió que ella tenía alguna aventura; o pudo ser un suceso imprevisto, tal vez un ataque de ira a causa de alguna discusión por cualquier motivo. En cualquier caso, los detectives están convencidos de que el asesino tuvo que contar con ayuda, seguramente tras el crimen, y el lugar donde fue hallado el coche así lo indicaría. Alguien debía acompañarlo en otro vehículo para traerlo de vuelta del lugar al que fueran, y esa persona sería quien lo recogió tras pinchar el vehículo y tener que abandonarlo. Podría haber sido Danny Singleton, o Nick Houck, u otra persona. El cadáver de Crystal podía ir en el maletero, aunque es probable que ya se hubieran deshecho de el con anterioridad. La policía tenía testimonios contradictorios sobre desde cuando estaba el Chevrolet en la autopista, unos decían que desde el sábado y otros no lo habían visto hasta el domingo, y no han dicho públicamente si han conseguido aclarar esa cuestión. Lo que si se quiso dejar claro es que el Chevrolet Impala de Crystal no podía ser el implicado en el crimen de Kathy y Samantha. El color era distinto, y seguramente comprobaron que ya era marrón cuando se cometieron los otros asesinatos. 

La familia de Crystal está convencida de que Brooks Houck es el culpable de su desaparición, y sospechó de él desde el primer momento. La explicación de Houck de la forma en que despareció genera dudas, pero no es inverosímil, y su comportamiento posterior, aunque extraño, tampoco implica culpabilidad necesariamente. Los detectives necesitan encontrar el cadáver (porque están seguros de que está muerta) para avanzar en la resolución del crimen. El lugar donde se encuentre, su estado, sus heridas, cualquier cosa puede proporcionar la prueba decisiva.

Tommy y Sherry Ballard
Tommy Ballard y su esposa Sherry han continuado incansables la búsqueda de su hija y no han permitido que nadie se olvidara del caso. Se han enfrentado en los tribunales con Houck a causa de las visitas y la custodia de su nieto, el hijo de Brooks y Crystal. Aunque algunos en Bardstown encuentran molesto encontrarse a cada paso con carteles sobre la desparecida y temen que ofrezca mala imagen del pueblo y espante al turismo, la mayor parte de la comunidad apoya a los Ballard. Todos estaban inquietos, enfadados y preocupados, pero nadie se imaginaba lo que estaba por venir.


OTROS CASOS

El condado de Nelson tiene su cuota de casos antiguos sin resolver, entre los que destacan los asesinatos de Lucinda Strange (1990), George Lollis (1991) y Kent Harlan Hardin (2000), todos bastante misteriosos. En los últimos años ha habido unos cuantos crímenes más, a cada cual más extraño, ocurridos en el condado o a personas que vivían allí. Daniel Cahoe, de 34 años, de Bardstown, fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza el 5 de enero de 2012. El cadáver fue hallado en un granero en el condado de Spencer, un lugar al que según su familia no iba nunca. Llevaban varios días sin poder comunicarse con él, y los forenses opinaron que había sido asesinado el 2 de enero. 

Daniel Cahoe
Por una de esas casualidades a las que tendremos que acostumbrarnos al tratar de Bardstwon, su hermano gemelo Roger estaba en el hospital debido a un disparo que había recibido el día anterior, 1 de enero, en un incidente que parece no guardar ninguna relación con el asesinato de Daniel. Al parecer a Roger le habían disparado en el estómago (se recuperó) en medio de lo que la policía denominó una discusión doméstica, y el autor del disparo fue detenido de inmediato y enviado a prisión. Casi 5 años después el caso de Daniel sigue sin resolverse. Apenas hay información, y la policía no ha confirmado si hay sospechosos. Se dice que tomaba drogas de vez en cuando, pero algunos puntualizan que tan solo algo de marihuana. Nadie sabe dónde ni con quien pasó la última semana de su vida.

El 3 de junio de 2016 un hombre de 61 años, Michael Wayne Unseld, fue asesinado en un apartamento sobre un club nocturno, en Bardstown. Según declaró un hombre que vivía en una habitación contigua, un sujeto había intentando entrar y él se lo había impedido, pero poco después la víctima había dejado pasar al hombre. Unos minutos más tarde sonaron unos disparos, y el testigo se encontró a Unseld en el suelo, y ni rastro del intruso. Parece que en ese lugar se alojan personas con problemas de todo tipo, y enseguida se puede pensar en algún suceso relacionado con la delincuencia o alguna transacción que resultó mal, pero lo cierto es que han pasado 6 meses y no se ha detenido a nadie, y además hay algo que puede convertir este crimen en algo más complicado. Wayne Unseld había sido el autor del disparo que en 2009 mató a un tal Derek Downs, cuando ellos dos y un conocido estaban cazando ardillas. El agente Mattingly, el actual Sheriff del condado, investigó el suceso y determinó que había sido un accidente. Cuando poco después del asesinato de Unseld un diario solicitó acceder al informe sobre la muerte de Downs, le fue negado con el argumento de que podía interferir en la investigación en marcha. Eso significa que la policía ha considerado la posibilidad de que ambos sucesos estén relacionados.

En agosto de 2014, John Wood (59 años) y su hijo Jason (32 años), de Bardstown, se marcharon a Oregon a cazar. El coche fue encontrado a primeros de septiembre sin rastro de sus ocupantes, pero con casi todo el material de caza y la tienda. Se supuso que tal vez habían salido a dar un paseo por los bosques y habían sufrido algún accidente. Se les catalogó como desaparecidos hasta julio de 2016, cuando se encontraron los cadáveres de los dos hombres, y la policía de Oregon declaró que todo parecía indicar un asesinato seguido de suicidio. Y ya está, no se han ofrecido más noticias. Ni quien mató a quien, ni el posible motivo, ni nada. Por comentarios de algunos familiares, y el hecho de que ha habido funeral por Jason y no por John, creo deducir que fue el padre quien mató al hijo y después se suicidó. En principio un suceso ocurrido en Oregon no debería ocupar lugar aquí, pero el asesinato de un hijo adulto por su padre es un suceso tan poco habitual que me parece extraño que no haya captado el interés del público y la prensa de Bardstown. ¿Por qué mata un padre a su hijo? ¿Por qué aprovecha un viaje al otro extremo del país para hacerlo?

CONSIDERACIONES

Dejemos de momento todos los otros casos de lado y centrémonos en los tres que han atraido la atención y que se han concentrado en poco más de dos años, los asesinato de Jason Ellis, Kahy y Samantha Netherland y la desaparición de Crystal Rogers. ¿Son sucesos independientes o están relacionados de alguna forma? Hay opiniones de todo tipo. El hecho de que Nick Houck fuera compañero de Jason Ellis ha disparado los rumores y las suposiciones que relacionan ambos casos. Hay muchos que creen que hay algo turbio en la policía de Bardstown, y crecen las críticas por tantos casos sin resolver, aunque como señalaba continuamente el antiguo jefe de policía, ellos no investigaban ni uno solo de los casos: La policía estatal investiga las muertes de Elis y las Netherland, mientras que la desaparición de Crystal Rogers es investigada por la policía del condado conjuntamente con la policía estatal.

El rango de opiniones va desde quienes creen que los tres casos son sucesos independientes, sin relación entre ellos, hasta los que creen que hay un serial killer actuando en la zona, responsable de los tres delitos. Entre estas dos opiniones extremas hay otras 3 relaciones posibles: Ellis-Netherland, Ellis-Rogers, Netherland-Rogers. Por supuesto, todo se complica si se añaden más casos, y por ejemplo, algunos piensan que el asesinato de Daniel Cahoe puede estar relacionado.

A primera vista hay dos diferencias fundamentales entre los casos Ellis / Netherland por un lado y el de Rogers por el otro. 

1) En los primeros casos hay asesinato, mientras en el otro, por muy convencidos que estén los agentes de que está muerta, tan solo una desaparición. Quien asesinó a Ellis y a Kahty y Samantha no se preocupó de ocultar los cadáveres, mientras que la ocultación es la característica principal del caso Crystal Rogers.

2) En los casos de Ellis y las dos mujeres los investigadores no tienen sospechosos, mientras que hay un sospechoso muy evidente de la desaparición de Crystal.

Yo consideraba el caso Rogers como claramente independiente, y aunque he visto a sospechosos más claros que Houck resultar inocentes, lo cierto es que hay bastantes indicios que lo señalan. Por otro lado, llevo más de dos años dudando sobre la posible relación entre los crímenes de madre e hija y el de Jason Ellis. Parecen diferentes en todo, pero igual que desde el principio me pareció que había algo muy extraño en el caso del asesinato del policía, tuve la misma impresión sobre el caso Netherland, la de algo raro, inusual, fuera de lugar. A día de hoy sigo sintiendo la misma desazón cada vez que repaso la información sobre ambos crímenes, y aunque el análisis imparcial de la evidencia no proporciona ni un solo indicio de que pudieran haber sido cometidos por la misma o mismas personas, hay algo que me impide dejar de lado esa hipótesis, y continúo dudando.

Y de repente, cuando parece que ya nada de lo que ocurra en Bardstown puede sorprender, un nuevo suceso ha llevado el dolor, la rabia y el miedo al pueblo.


ÚLTIMO ACTO. POR AHORA

Tommy Ballard
¿Cuanta desgracia puede cebarse en una familia? Los Ballard todavía no habían terminado con su cuota. Todo el mundo en Bardstown se sintió apenado cuando llegaron noticias de que Tommy Ballard, el infatigable padre de Crystal Rogers, había muerto en un accidente de caza. El pasado sábado 19 de noviembre Tommy llevó a su nieto de 11 o 12 años (hijo de Crystal) a una jornada de caza en un terreno de su propiedad, al borde de la Bluegrass Parkway. Sobre las 07:30 de la mañana un disparo atravesó el pecho de Tommy y salió por su espalda, provocando su fallecimiento poco después. Todos sintieron la terrible pérdida de los Ballard, y todos temían que la desgracia fuera todavía mayor si el autor del disparo fatal era el inexperto nieto de Tommy. Sin embargo, según pasaban las horas, y después los días, llegaba nueva información que ponía en duda el accidente y apuntaba la posibilidad de algo más siniestro. 

Los accidentes de caza son relativamente frecuentes en la zona, pero la mayoría son caídas o casos en los que cazadores descuidados se disparan a sí mismos, y son bastante menos habituales las muertes por disparos de terceros, y además, en la mayoría de los casos el autor del disparo fatal suele presentarse, ya que la ley es bastante benigna con estas situaciones.

Pero en este caso nadie se ha presentado. La policía ha declarado que ha descartado que el autor del disparo fuera el nieto de Tommy. Aunque hay declaraciones contradictorias, unos dicen que la escopeta del joven ni siquiera estaba cargada, y otros que ni siquiera llevaba escopeta, los investigadores han confirmado que el joven no había disparado, y el arma de Tommy tampoco había sido usada. .

Coches de policía en el lugar donde murió Ballard.
Cuando escribo estas líneas ya han pasado más de tres semanas y no hay novedades. Hay un apagón informativo casi total, posiblemente a petición de los investigadores. Sí se ha dicho que la policía está tratando el caso como un homicidio, pero que no se descarta ninguna posibilidad. Han solicitado que se pongan en contacto con ellos a todos los que pasaran esa mañana por la zona y llevaran una cámara en el vehículo, sobre todo camioneros, por si en alguna grabación apareciera alguien.

Según parece, el nieto de Tommy se alejó unos metros de regresó a la camioneta a buscar algo y en ese momento dispararon contra su abuelo. El hijo de Tommy, Casey, que estaba en una finca diferente, aunque en la misma propiedad, pudo oir el disparo. Tommy Ballard estaba en campo abierto, a unos metros de los árboles, y nadie podía dejar de verlo allí, llevando un chaleco de seguridad de color llamativo, y con la gran camioneta roja cerca. La única posibilidad de un accidente sería que quien disparó estuviera en el bosque y no pudiese ver a su víctima. No se sabe si la policía ha recuperado la bala y el cartucho, aunque yo creo que es posible que la bala, al menos, si la tengan, ya que al día siguiente dejaron entrar en el claro a familiares y amigos de Tommy. Según algunos habitantes de la zona, la actividad de los agentes en los márgenes de la Bluegrass Parkway podría indicar que creen que el disparo se produjo desde allí, y el hecho de que estén estudiando las grabaciones de camioneros que pasaron por la autopista esa mañana parece apoyarlo.

La autopsia podría ayudar a dilucidar si se trata de un accidente o un asesinato. Por ejemplo, si el agujero de entrada es muy irregular podría indicar que la bala golpeó antes en algún lugar (una rama, un tronco, …), lo que indicaría muy probablemente un accidente. Se podrían encontrar también señales en los árboles, o pequeñas ramas u hojas cortadas o atravesadas, que harían también probable un disparo accidental. Pero si no se encuentra nada de todo eso, la hipótesis de que fue un acto deliberado debería colocarse en primer lugar. Desde el primer momento los Ballard han dicho que no se creen la hipótesis del accidente. Según su esposa, Tommy habia comentado con varias personas durante las últimas semanas que estaba siendo seguido por alguien, y ella está convencida de que fue asesinado porque estaba a punto de descubrir algo importante sobre la desaparición de su hija. Esto último lo encuentro muy improbable, y en caso de que estemos ante un asesinato, y cada día que pasa parece más probable, dudo mucho que la motivación fuera esa.

Mapa de la zona con los principales lugares.



Las implicaciones de que se esté ante un asesinato cortan el aliento en Bardstown, donde mucha gente se está comenzando a poner realmente nerviosa. Algunos van armados a todas partes, y ya nadie sabe qué pensar ni en quien confiar. ¿Un crimen relacionado con la desaparición de su hija, o tal vez relacionado con las muertes de Ellis y las Netherland? ¿Con todos, con algunos o con ninguno? 

Mientras tanto, muchos empiezan a preguntarse quién será el siguiente.

Opinar sobre casos pendientes de resolver y con poca información resulta muy arriesgado, pero también ofrece una perspectiva fresca y auténtica. Escribir sobre casos resueltos exige un trabajo analítico y rigor en la exposición, pero cuenta con la evidente ventaja de conocer la solución al enigma, y de saber los caminos que no tenían salida y los que llevaban a la solución. En mi opinión, la muerte de Tommy Ballard es muy probablemente un asesinato, pero no tengo ni idea de quien puede ser el autor ni el significado de esta muerte para los demás crímenes. En espera de más datos, el misterio de Bardstown se hace cada vez más y más profundo.

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FUENTES:

A continuación les ofrezco unos cuantos enlaces que pueden servir como introducción a algunos casos. Si alguien desea la fuente de algún dato en concreto, me lo puede solicitar.

http://media2.wcpo.com/html/exit34/

http://www.wcpo.com/news/crime/one-year-later-officer-jason-ellis-no-closer-to-justice-death-still-unsolved

http://www.wave3.com/story/25870531/death-certificates-reveal-gruesome-nature-of-nelson-co-mother-daughter-murders

http://www.wdrb.com/story/31788919/double-murder-mystery-still-unsolved

http://www.thedailybeast.com/articles/2016/11/23/dad-who-never-gave-up-on-his-missing-daughter-is-shot-and-killed.html

http://www.wdrb.com/story/34069635/sherry-ballard-says-her-husband-was-being-followed-leading-up-to-his-death#.WFNr0JlldyQ.facebook