domingo, 18 de diciembre de 2016

Misterio en la capital del bourbon. Los crímenes de Bardstown

Bardstown, la capital mundial del bourbon, fue votada en 2012 como la más bonita de las ciudades pequeñas de Estados Unidos y se convirtió en la envidia del resto del país. Con sus 12.000  habitantes es la población más importante y el alma del condado de Nelson (45.000 habitantes), que se encuentra en el norte de Kentucky, a unos 65 kilómetros de Louisville, la ciudad más importante del estado. Conocidas destilerías rodean una pequeña y tranquila comunidad que combina la vida rural y la ganadería con uno de los museos más importantes del país sobre la guerra civil o el más famoso festival del bourbon. El condado es atravesado por la mitad por la Bluegrass Parkway, una antigua autopista de peaje que se convirtió en libre en 1991. Con todas las ventajas y los inconvenientes de las ciudades pequeñas, los habitantes de Bardstown están orgullosos y satisfechos del lugar donde viven.

Sin embargo, desde mediados de 2013 varios sucesos han enrarecido el ambiente, provocando el miedo y la inquietud entre los ciudadanos y el desconcierto de las fuerzas policiales. Una serie de asesinatos, desapariciones y muertes misteriosas tienen en vilo a todos en el condado de Nelson, y nadie sabe a qué atenerse. En apariencia todos los casos parecen sucesos independientes, pero según se suceden los crímenes, mucha gente empieza a sospechar que algunos, o todos, pueden estar relacionados de alguna forma.

Tuve noticias de la muerte de Jason Ellis (es el caso al que me refería en la la primera entrada de este blog, el que estaba siguiendo cuando me encontré con el de Timothy Davison) a primeros de junio de 2013. Desde el primer momento me pareció que había algo extraño, algo inquietante y que se apartaba de lo corriente, y no he dejado de interesarme en el desde entonces. He asistido desde la distancia a como se iban acumulando los crímenes y he intercambiado opiniones con varios habitantes de la zona y algún periodista, y creo que desconcierto es la palabra que mejor define lo que ocurre. Todo el mundo tiene su teoría y sus sospechas, pero lo cierto es que nadie está seguro de nada. Y cuando parece que no puede ocurrir nada más, va y sucede.

MUERTE DE UN AGENTE DE POLICÍA

Jason Ellis
Jason Ellis había jugado como profesional en las ligas menores de béisbol, pero decidió abandonar el deporte justo antes del nacimiento de su primer hijo y dedicarse a su otra gran pasión, ser policía. A sus 34 años, casado y con dos hijos pequeños, era desde 2006 agente del Departamento de Policía de Bardstown, y vívía en Chaplin, una pequeña población casi en el borde del condado. El sábado 25 de mayo de 2013 finalizó su turno a las 2 de la madrugada, y tras dar el aviso por radio se dispuso a marcharse a casa con su coche oficial, como estaban autorizados a hacer él y los demás agentes. Esa noche no llevaba su vehículo habitual, ya que estaba en reparación, y por eso tampoco le acompañaba su inseparable compañero, Figo, el K9 (perro policía) del departamento, que lo esperaba en el hogar familiar. 

Desde Bardstown hasta el domicilio del agente Ellis había aproximadamente 28 kilómetros, un trayecto de algo menos de 25 minutos en coche. Tras circular unos kilómetros por la Bluegrass Parkway tomó la salida 34, desde donde le restaban unos 10 minutos hasta reunirse con su familia, pero nunca llegó. Sobre las 2:30 de la mañana un coche se detuvo en la salida 34, y poco después otro. Un vehículo de la policía con las luces de emergencia encendidas estaba parado bloqueando la carretera, y cuando los sorprendidos conductores se decidieron a investigar lo que ocurría se encontraron al agente Jason Ellis tirado en la carretera, muerto. Dieron aviso a través de la misma radio del coche policial, y pronto el lugar se llenó de investigadores y compañeros del agente caído. Aunque inicialmente se pensó que había sido víctima de algún tipo de accidente de tráfico, pronto quedó claro que había recibido varios disparos de escopeta, y que el chaleco que llevaba puesto no lo había salvado.

Ellis era un agente del Departamento de Policía de Bardstown, pero el crimen había tenido lugar fuera de los límites de la ciudad, territorio del Sheriff del Condado de Nelson. De todos modos, el asesinato de un agente de policía no es algo que se deje en manos de una fuerza policial local sin medios ni expertos, así que la Policía Estatal de Kentucky (KSP), con el apoyo del FBI, se hizo cargo de la investigación.

El lugar del crimen era una típica salida de autopista, una curva muy pronunciada que hace un giro completo, con taludes a ambos lados de la vía. Junto al cuerpo y en algunos lugares más de la carretera se encontraron varias ramas de árbol, algunas de un tamaño respetable. Teniendo en cuenta esos elementos, y que el coche policial estaba atravesado con las luces de emergencia puestas, los detectives se hicieron una idea bastante aproximada de lo sucedido. Ellis tomó la salida y se encontró con un obstáculo, varias ramas de árbol, y considerando que podía haber peligro atravesó su coche y puso las luces para advertir a los vehículos que pudieran llegar por detrás. Se bajó y recogió varias ramas, y con ellas en brazos se dirigió a la cuneta para tirarlas allí, pero le dispararon antes de poder hacerlo. Alguien estaba en el talud, unos metros por encima, esperando. Se encontraron tres cartuchos, tres disparos, todos ellos con munición de diferente tipo, realizados con una escopeta de calibre 12. El arma del agente seguía en su funda, así que el ataque tuvo que ser tan sorpresivo que ni siquiera tuvo tiempo de sacar su pistola, y probablemente murió de forma casi instantánea, sin siquiera saber lo que ocurría.

En rectángulo rojo, zona desde la que se realizaron los disparos. Cruz roja, lugar donde cayó Jason Ellis.
Había sido, sin ninguna duda, una emboscada. Las ramas no habían sido cortadas de los árboles cercanos, así que alguien las había traído desde otro lugar y las había dejado en la carretera, esperando que su objetivo se detuviera para apartarlas. La duda estaba en quien era el objetivo. Aunque dependía del turno, Ellis tomaba esa salida con frecuencia y regularidad, así que alguien que quisiera asesinarlo podría anticipar que pasaría por ese lugar a una hora determinada, unos minutos arriba o abajo. Pero también había que tener en cuenta que el día del crimen no llevaba su coche habitual, y que había otros agentes, tanto de la policía de Bardstown, como de la del condado, incluso de la KSP, que utilizaban esa misma salida, así que se podía plantear que tal vez el objetivo fuera otro policía y que Ellis había sido asesinado por error.

Pero el timing del crimen también provocaba dudas. Seguro que había muy poco tráfico en esa salida a esas horas, pero de vez en cuando pasan vehículos, así que el asesino (o asesinos) tenía que ser muy preciso en sus actos para coincidir con el momento justo de la llegada de su objetivo. Si se apresuraba a colocar las ramas podía ocurrir que otro vehículo tomara la salida antes y se parara ante el obstáculo, y si esperaba demasiado podía ocurrir que el coche de policía pasara antes de que estuviera colocada la trampa, o incluso que lo sorprendiera poniéndola. ¿Era suficiente para esa precisión conocer la rutina del agente? Hay dudas. Jason Ellis era un hombre familiar y de costumbres, y se marchaba directo a casa al salir del trabajo, pero estamos hablando de un ajuste de minutos, muy pocos minutos, y por muy regular que fuera el policía, en muchas ocasiones tenía que finalizar su último servicio antes de irse, o podía charlar unos minutos con algún compañero, o sufrir cualquier otro retraso trivial. Seguramente en otras ocasiones podía adelantarse unos pocos minutos, si salía un poco antes, o conducía un poco más rápido. 

Tal vez había más de una persona implicada, y uno de ellos, que estaría vigilando, habría avisado al ejecutor de la llegada del vehículo policial, o incluso de su salida desde Bardstown. Si esa comunicación existió, casi seguro que no fue por teléfono. Es rutinario rastrear todas las llamadas telefónicas realizadas o recibidas desde las torres cercanas al lugar del crimen, y a esa hora y en ese lugar no podía haber muchas comunicaciones. O bien no hubo llamadas en ese marco espacial y temporal, o bien las hubo pero fueron investigadas y no estaban relacionadas con el crimen. También es posible que algún cómplice estuviera en algún lugar cercano y señalara la llegada del objetivo con alguna señal luminosa o de otro tipo.

Ellis y Figo, tras una requisa de dinero y droga
Por otra parte, se investigó en profundidad la vida y el trabajo de Ellis para intentar averiguar el móvil del crimen. En cuanto a su vida personal, no se encontró nada que pudiera proporcionar un motivo. Estaba felizmente casado con Amy, y no se encontró ningún rastro de que él o ella tuvieran otras relaciones. Era un hombre hogareño, que pasaba su tiempo libre con su esposa y sus dos hijos y unos pocos amigos. Su vida profesional era otra historia. Cualquier policía se ve envuelto lo largo de su carrera en una gran cantidad de conflictos, y podía haber muchas personas enfadadas con Jason Ellis. Junto con Figo, su K9, habían detenido a bastantes traficantes e intervenido gran cantidad de droga y dinero, y eso podía ser un motivo, pero no se encontró nada significativo. Casi todos eran pequeños traficantes y Ellis no hacía nada distinto a lo que hacen miles de policías a diario. Un pequeño grupo de delincuentes locales, que se hacían llamar el Bardstown Money Gang, fue considerado sospechoso una temporada cuando alguno de sus miembros insinuó que podían estar implicados, pero los investigadores los descartaron enseguida como unos bocazas. 

Los detectives no tienen evidencia de más de un implicado, pero sospechan que fueron al menos dos. No tienen ni idea del motivo, y ni siquiera saben quien era el objetivo. Sospechan que era un policía, pero no saben si era Jason Ellis u otro, o incluso que pudiera ser cualquier policía que tomara la salida. Algunas personas opinan que tal vez ni siquiera había un objetivo, y que la trampa estaba preparada para matar al primero que se parara. Los meses comenzaron a pasar, y después los años, sin avances. Algo que ha sorprendido a los investigadores es que nadie haya hablado pese a la jugosa recompensa; hasta 225.000 $ se han ofrecido y nadie ha aparecido, lo que resulta muy extraño, y hace sospechar que ninguna banda o grupo está detrás del crimen. La opinión del antiguo jefe de Ellis es que la clave está en algún hecho del pasado del policía, y el asesino sería alguien que habría estado rumiando su agravio y su ira durante mucho tiempo, tal vez años, planeando su venganza.

Es posible, pero hay otras opciones. Según la prensa, el primer disparo impactó en una zona que dejaba descubierta el chaleco. Me gustaría leer el informe de la autopsia, y saber si ese fue el disparo mortal o lo fueron los dos siguientes. Dependiendo de ello, podríamos considerar si el crimen estaba realmente bien planeado, como parece, o el asesino tuvo su cuota de suerte al dejar fuera de combate de inmediato al agente y evitar que este respondiera con su arma.

Figo fue retirado del servicio y se quedó a vivir con la viuda y los hijos de Ellis, y Bardstown no ha olvidado a su agente caído y periódicamente se organizan homenajes y actos en su honor. Los investigadores siguen recibiendo pistas y llamadas e investigan cada una de ellas, pero ninguna acerca la resolución del caso. Y cuando habían transcurrido 11 meses desde la muerte de Jason Ellis, un nuevo crimen sacudió el condado de Nelson.


LAS VÍCTIMAS MÁS IMPROBABLES

Cuando la mañana del martes 22 de abril de 2014 Kathy Netherland no se presentó a su trabajo como profesora de educación especial en la Bardstown Elementary School, sus compañeros se inquietaron enseguida. No contestaba al teléfono, pero lo más chocante era el hecho de que no hubiera avisado de que no acudiría o se retrasaría; resultaba un comportamiento tan extraño en ella que todos temieron que hubiera sucedido algo grave. Avisaron a su padre, que vivía cerca, y este decidió acudir enseguida a la casa de su hija a comprobar si todo iba bien.

Cuando el padre de Kathy entró en la casa no tardó en encontrar los cadáveres de su hija y su nieta y llamó de inmediato a la policía. La llamada se recibió sobre las 10:30 y acudieron los policías de Bardstown, los del condado de Nelson (en cuya jurisdicción se había cometido el crimen), y la policía estatal de Kentucky, que se puso al frente de la investigación. Tras limitarse a comprobar que no había nadie más en el interior salieron fuera y esperaron una orden judicial, que tardó varias horas, para comenzar a registrar la casa. Mientras tanto, acotaron la zona y buscaron pistas por el exterior. Desde el primer momento los investigadores se encerraron en un secretismo sobre el caso que ha molestado y extrañado a mucha gente, y que en algunos casos resulta ridículo. Algún detective ha declarado que tras el asesinato de Jason Ellis se ofreció demasiada información (seguramente el tipo de arma, los cartuchos, y la clase de elementos que se habían colocado como obstáculos) y que se podría haber comprometido esa investigación, y es probable que no quisieran cometer el mismo error.

Samantha y Kathy Netherland
Las víctimas eran Kathy Nehterland, de 48 años, y su hija Samantha Grace Netherland, de 16. El esposo de Kathy, Bob Netherland, había muerto 10 meses atrás a causa de un cáncer de colon, y la única superviviente de la familia era la otra hija, Holly, de 18 años, que se encontraba en la Universidad de Morehead. A día de hoy la policía no ha informado de como murieron las víctimas (tan solo han dicho que a causa de algún trauma), pero gracias a que algún periodista consiguió los partes de defunción y a algunas declaraciones sueltas de algunos familiares, se sabe que a Kathy le dispararon varias veces y que su hija fue brutalmente golpeada en la cabeza. Samantha, al menos, tenía también cortes en el cuello, mientras que según otras informaciones les habrían cortado el cuello a ambas, madre e hija. De alguna declaración se puede deducir que Samantha tenía también heridas defensivas en brazos o manos.

El crimen se cometió en el domicilio familiar, el 5120 de Springfield Road, a las afueras de Bardstwon, en una zona conocida como Botland. Era una casa antigua, que los Netherland habían comprado y reformado en 2010, y donde vivían desde entonces. Está a unos metros de la carretera que lleva a Springfield, que soporta mucho tráfico a diario. No faltó nada en la casa, ni ordenadores ni aparatos electrónicos que estaban a la vista, y según parece no había ningún indicio de agresión sexual, ni siquiera de un intento. Los detectives revisaron todas las grabaciones de cámaras de casas o empresas de la zona, y cuatro días después del crimen solicitaron ayuda para identificar tres vehículos. Al día siguiente, la solicitud de identificación quedó en pie para uno solo de ellos, que identificaron como un Chevrolet Impala negro, o tal vez azul oscuro, de entre 2006 y 2013. Desde entonces han repetido varias veces que en ese vehículo viajaba quien asesinó a madre e hija, y que si se localiza el coche se resolverá el caso. 

Según la policía, en este Chevrolet Impala viajaban los asesinos
Se ha mostrado una fotografía del Chevrolet Impala pasando delante de una estación de servicio, a 850 metros de la casa de Kathy, alejándose en dirección Bardstown, y una grabación de otra cámara, situada unos dos kilómetros más allá. Los detectives nunca han explicado como saben que ese vehículo está implicado en el crimen. Se puede conjeturar que la cámara de una tienda de licores que hay frente a la casa de Kathy grabó al vehículo entrando y saliendo de la propiedad, pero que la lejanía impedía identificar el vehículo, tal vez solo se veía una mancha. Probablemente compararon esa grabación en la que no se apreciaban detalles de los vehículos que pasaban con la de la gasolinera, y así fueron capaces de aislar al Chevy Impala. Pero esto no es más que una suposición, y la pista podría provenir de otra cámara o de algún testigo, aunque considero esto último más improbable. Los investigadores dijeron que el vehículo se marchó de la casa en dirección Bardstown poco después de las 20:00 horas, y según alguna información habría sido visto llegando sobre las 19:50. Se deduce de las informaciones de la policía que el vehículo no venía desde Bardstown, sino desde Springfield, o desde Manton Rd.

Casa de las víctimas. El vehículo sospechoso se marchó en dirección Bardstown. Arriba a la derecha, tienda de licores
Aunque no se ha informado si se hallaron armas en la casa, al menos fueron utilizadas tres, y de tres tipos distintos: un arma de fuego, un objeto contundente y un arma blanca. Los familiares han dicho que las dos no fueron asesinadas en la misma habitación, y eso junto con la variedad de armas ha hecho pensar que hubo más de un asesino, aunque como ha declarado una hermana de Kahty, las dos eran muy pequeñas, y tal vez podrían haber sido dominadas por un solo hombre. Aunque los investigadores creen que participó más de una persona, no tienen pruebas de ello. No se encontró señal de entrada forzada, así que es probable que alguna de las mujeres abriera la puerta al asesino.

Es decir, que a plena luz del día una o varias personas llegaron en un coche, se arreglaron para entrar en la casa, mataron de distintas formas y con gran violencia a las dos personas que vivían allí, y tras subir al coche se marcharon en dirección Bardstown. Todo en unos 15 minutos.

Lo más problemático de todo fue encontrar un móvil para el crimen. Como ha dicho un detective del caso, cuando en una investigación encuentran un motivo generalmente les conduce hasta un sospechoso, pero en este caso no encontraron ninguno, ninguna razón por la que alguien quisiera matar a Kahty o Samantha. ¿Podía la hija superviviente, Holly, tener alguna motivación? Había un seguro de vida por 50.000 dólares, que siendo una cantidad apreciable es bastante habitual en ese tipo de seguros, y no se encontró en la vida de la joven nada que indicara que necesitara dinero o lo deseara de forma llamativa. Se investigó su paradero a la hora del crimen y parece que los detectives quedaron convencidos. ¿Podía haber sido algún amigo o cómplice? Tampoco se encontró nada. Aunque tal vez había algunos pequeños conflictos entre madre e hija típicos de la edad, se llevaban bien, y las redes sociales de Kathy, donde era muy activa, parecen demostrarlo. Según la hermana de Kathy, la policía descartó a Holly tras investigarla.

Pero entonces, ¿quién? Kathy era una profesora de educación especial y madre de dos jóvenes estudiantes y ama de casa, que solía acabar el día agotada. Apenas tenía vida social, y desde la muerte de su esposo no había entablado una nueva relación. Muy creyente, frecuentaba la iglesia, y aparte de eso su vida era su trabajo, sus hijas, sus padres y sus hermanos. No tenía enemigos, era un persona que no se metía en la vida de los demás, ni tenía el carácter o el comportamiento que pudiera crear algún deseo de venganza en alguien. Sería difícil encontrar a alguien a quien hubiera ofendido. Su hija Holly se había marchado a estudiar a la Universidad de Morehead, a 200 kilómetros de casa, aunque regresaba en vacaciones y fiestas, y en la casa tan solo vivían Kathy y su hija pequeña. Samantha era una brillante jovencita que acababa de ser admitida en la muy selecta y prestigiosa Academia Gatton de matemáticas y ciencias,  lo que incluso había provocado un artículo en la prensa, aparecido 3 semanas antes del crimen. Aunque había sido muy tímida y callada de niña, se había apuntado al coro del colegio y eso le había permitido ganar confianza en sí misma e ir perdiendo su timidez según crecía. Todos la definían como dulce, tranquila, calmada, y no se metía en líos ni daba problemas. Días antes del crimen había salido con su primer novio, acompañados de Kathy. Era algo del todo inocente y la policía descarto ese ángulo enseguida. Una vez a la semana Kathy y Samantha colaboraban en una protectora de animales local, y tenían en casa dos perros y dos gatos, de los que, por cierto, la policía no ha informado nunca. Madre e hija eran fans del grupo Def Leppard, desde que el hijo de uno de los miembros de la banda había sido alumno de Kahty.

Samanta, probándose el vestido.
El sábado día 19 lo habían pasado las dos en Louisville, comprando el vestido y demás elementos para la graduación de Samantha, que se iba a celebrar el siguiente fin de semana. Esa misma tarde Samantha se probó el vestido y enviaron una foto por WhatsApp. El día del crimen, el lunes, no tuvo nada de especial. Según un familiar: Kahty y Samantha estaban teniendo un día muy, muy normal. Fueron al colegio; fueron a la tienda de comestibles, salieron a comprar algo para comer y volvieron a casa; y probablemente no mucho después alguien malvado se presentó ante su puerta. Por mucho que buscaron, los investigadores no encontraron a nadie que tuviera un motivo para matar a las dos mujeres. ¿Podía tratarse de un crimen al azar? La falta de motivo hizo que los detectives se lo plantearan, pero como dijo uno de ellos, ¿por qué esa casa y esas personas? Es difícil sostener que dos o tres personas vayan en coche y de repente decidan pararse, entrar de alguna manera en una casa cualquiera, en pleno día, y matar a sus ocupantes. En Kentucky hay muchas armas, y sería muy probable encontrarse con habitantes armados si uno entra en una casa al azar. Un robo es más que dudoso. Todavía era de día, el coche de las víctimas señalaba que había alguien dentro, y además la casa es vieja y no aparenta riqueza. Kathy tenía un trabajo normal y todos los gastos que conllevan dos hijas estudiantes, y no tenía mucho dinero. Está la posibilidad de un error; tal vez alguien se confundió de casa, o de calle, o incluso de ciudad. O puede que con el crimen se le estuviera enviado un mensaje a alguien, tal vez algún conocido o un familiar lejano. O pudo ser la obra de un psicópata todavía por descubrir, y el motivo pudo ser algo tan nimio como una mirada malinterpretada o alguna ofensa, real o imaginada. 

Al parecer a Samantha la golpearon con mucha violencia, en la cabeza y probablemente en otras partes del cuerpo, lo que hace pensar a muchos que había algo personal, ira, implicada en el crimen. Pero como ha señalado un periodista, es difícil imaginar como podrían haber provocado Kathy o Samantha una ira semejante (¿Tal vez su admisión en la Academia Gatton?). Algunos han propuesto que tal vez dispararon a Kahty para quitarla pronto del medio y poder descargar toda su rabia contra Samantha, pero disparar un arma provoca mucho ruido, y si tenían otras armas silenciosas a su disposición, ¿por qué arriesgarse a que algún vecino oyera los disparos? Tal vez la diferencia en las heridas sufridas solo indica que fueron asesinadas por personas distintas, portando armas distintas. En cualquier caso, si los investigadores no ofrecen más datos sobre el escenario del crimen, tan solo se pueden hacer suposiciones con poca base.

Tras mucho investigar, la policía renunció a intentar hallar un motivo y lo fió todo a encontrar el coche. Han rastreado, y siguen rastreando, miles de Chevrolet Impala, en Bardstown, en el resto del estado e incluso en otros estados; de particulares y de empresas de alquiler de coches, y siguen esperanzados en encontrarlo. Es posible, han dicho, que el coche no fuera de los asesinos, tal vez alguien se lo presto a estos, y los detectives están convencidos de que quien matara a las mujeres tuvo que mancharse de sangre, y dejar manchas en el vehículo. Si fue prestado alguien tendría que haber notado manchas de sangre o el olor de la lejía cuando le fue devuelto. Yo nuncha he compartido el optimismo de los investigadores respecto al coche, ya que si como parece los asesino llegaron con la intención de matar y aparcaron el coche en el camino de entrada, significa que no les importaba que el coche fuera visto, y por tanto es improbable que sea encontrado.

La casa de los Netherland fue subastada (se obtuvieron poco más de 40.000 $, cuando cuatro años antes les había costado el doble), y con ello se ofreció una recompensa de 50.000 $, sin resultado. Han pasado ya más de dos años, y los detectives dicen que siguen investigando y buscando el Impala. A los pocos días del crimen los periodistas les preguntaron si ese caso podía estar relacionado con el de Jason Ellis, y ellos respondieron que no. Es cierto que parecen muy diferentes, y que no había absolutamente nada que los relacionase, pero teniendo en cuenta que no tenían ni idea de quien había cometido ninguno de los crímenes, la respuesta era un poco aventurada. 

Cuando Jason Ellis fue asesinado su esposa trabajaba como profesora sustituta en una elementary school, aunque no está claro si en la de Bardstown o en la del condado. En cualquier caso, aunque se conocieran, o incluso hubiera coincidido en algún momento en la misma escuela con Kathy, hay que ser muy prudente con estas relaciones. El problema es que en comunidades pequeñas ese tipo de vínculos cruzados aparece muchas veces, y lo que podría ser significativo en una gran ciudad no lo es tanto en un lugar como el condado de Nelson, donde la gente interacciona en colegios, supermercados, tiendas, iglesias y asociaciones. No es difícil encontrar algún nexo de ese tipo entre dos personas cualquiera, y casi con seguridad encontraremos alguno si añadimos a los familiares.

Es posible que los investigadores cuenten con muestra biológicas que no están en la base de datos de ADN, y que tan solo necesitan un sospechoso para identificarlo. Eso explicaría porque siguen confiados en que si encuentran el Chevrolet Impala resolverán el caso, no porque puedan hallar indicios en su interior, sino porque tendrán algún sospechoso para comparar ADN. Pero esto es tan solo una conjetura, ya que la policía nunca ha afirmado, ni siquiera insinuado, que tengan ese tipo de pruebas.

La intranquilidad se había apoderado de Bardstown, y la poca información que proporcionaban los investigadores no hizo más que animar los rumores y las suposiciones, con posibles relaciones de todo tipo entre las víctimas, la mayoría inventadas. Poco después, un nuevo suceso alarmó todavía más a los ciudadanos.


DESAPARECIDA.

Crystal Rogers
Crystal Rogers, de 35 años, era madre de 5 hijos. Había tenido dos de ellos cuando era muy joven, y más tarde se había casado y tenido otros dos hijos con Keith Rogers, de quien todavía mantenía el apellido. Legalmente separada desde hacía años, estaba en proceso de divorcio. Mantenía una relación con Brooks Houck, un empresario inmobiliario de Bardstown, y tenía con él un hijo en común, de dos años de edad. Trabajaba vendiendo o alquilando casas para la empresa de su pareja. La hija mayor de Crystal había tratado de ponerse en contacto con ella varias veces durante la fiesta del 4 de julio de 2015, y al no conseguirlo avisó a sus abuelos, con quienes vivía. Tommy y Sherry Ballard, los padres de Crystal, trataron de hablar con ella, pero sin resultado, y al preguntarle a Houck, este les dijo que se había marchado de casa y que no sabía donde estaba. 

Por más que preguntaron a otros familiares y amigos no encontraban rastro de Crystal, así que ya muy preocupados, decidieron denunciar su desaparición ante la policía el día 5 de julio por la mañana. Esa misma tarde el caso tomó una dirección inquietante, cuando el padre y el hermano de Crystal encontraron su coche, sin rastro de su propietaria. El Chevrolet Impala marrón estaba parado en el arcén de la Bluegrass Parkway, unos kilómetros al suroeste de Bardstown, cerca de la milla 14. Las llaves estaban en el contacto, y en el asiento del acompañante se hallaban el teléfono móvil de la desaparecida y su bolso, y no había rastros de lucha o violencia. El coche tenía una rueda pinchada, y la policía determinó que todo apuntaba a un pinchazo real y casual, y no a uno provocado o simulado. 

Sherry Ballard Barnes
No era la primera vez que la tragedia golpeaba a la familia. El padre de Crystal, Tommy Ballard, había perdido años atrás a una hermana en un suceso con inquietantes similitudes. Sherry Ballard Barnes, de 19 años y que estaba embarazada de 7 meses, había desaparecido en enero de 1979, y aunque poco después se encontró su coche sumergido en el río Ohio, no se encontró rastro de ella. Más de tres años después se encontraron finalmente sus restos enterrados en un campo, en Indiana. Su esposo, Edsel Barnes, fue detenido, juzgado y condenado por el crimen. Sherry se había separado de él tras quedar embarazada, y Edsel contrató a otro hombre, George Allen Weir para que lo ayudara a deshacerse de ella y no tener que pasar una pensión por la manutención del niño. Ambos fueron condenados a cadena perpetua. 


El lugar donde fue encontrado el vehículo de Crystal y los elementos hallados en su interior, sobre todo el teléfono móvil, reducían bastante las posibilidades. Podiá haber sufrido algún tipo de accidente, tal vez se detuvo al pinchar el neumático, se internó el bosque y cayó en algún pozo. Pero parece bastante improbable, y su padre lo rechazó de plano. Incluso le parecía extraño que se hubiera parado, ya que en otra ocasión en que había pinchado había seguido circulando con el neumático pinchado hasta salir de la autopista. Pero en caso de haber parado, dijo, Crystal nunca habría salido del coche. Se habría encerrado dentro y habría llamado a la asistencia, o a alguien para pedir ayuda.

Eso dejaba dos opciones:

1) Ella iba conduciendo su coche y paró al notar que había pinchado. Antes de que tuviera tiempo de llamar por teléfono otro vehículo se paró y alguien se la llevó por la fuerza.

2) Crystal Rogers no iba conduciendo el coche sino su asesino o un cómplice. Probablemente querían ocultarlo o hacerlo desaparecer, o tal vez llevarlo a un lugar donde les interesaba que se encontrara, y el pinchazo arruinó sus planes.

Brooks Houck era un empresario con negocios de venta y alquiler inmobiliarios, y también había intentado convertirse en Sheriff del Condado de Nelson. En 2014 perdió las primarias demócratas contra quien al final ganaría las elecciones, el actual Sheriff, Ed Mattingly, cuyo departamento se encarga de la investigación del caso, con el apoyo de la policía estatal. Aunque Mattingly declaro de forma pública que Houck estaba colaborando totalmente con ellos, la familia de Crystal sospechó de él desde el primer momento, y la verdad es que los detectives también sospechaban, pero no querían que dejara de colaborar. Renunció a contratar un abogado, permitió que los investigadores lo interrogaran tres veces, e incluso ofreció una entrevista a un programa de televisión.

Brooks Houck y Crystal Rogers
Pero había sido la última persona en ver a la desaparecida, su comportamiento en los días siguientes fue bastante extraño y había unas cuantas lagunas en su declaración. Crystal Rogers había sido vista la tarde del 3 de julio, sobre las 15:45, con tres de sus hijos en el Wallmart de Bardstown. Después de eso dejó a dos ellos en casa de su ex, y a las 17:00 horas fue a enseñar una de las propiedades de Houck, tras lo que regresó a casa y cenó con este. Sobre las 19:30 se fueron al rancho familiar de los Houck, a alimentar el ganado, según declaró él. En ese lugar fue vista Crystal por última vez por otras personas, y el resto depende únicamente del testimonio de Brooks Houck.

Según declaró este, él y Crystal regresaron a casa poco después de la medianoche, y mientras él se disponía a acostarse ella estaba entretenida jugando a algún juego en su teléfono móvil. Él se fue a la cama y la dejó a ella levantada, todavía con el teléfono en la mano. Cuando se levantó el día 4 de julio, sobre las 08:00 horas, no había rastro de Crystal, y supuso que se había marchado por la noche o al amanecer. Según contó, tenían a veces una relación estresante, y la forma que tenía Crystal de enfrentarlo era marchándose a casa de una prima suya. Lo había hecho varias veces (entre 4 y 6 veces, especificó en la entrevista de televisión, aunque los padres de Crystal afirmaron que tan solo sabían de una ocasión) y había pasado fuera un día o día y medio antes de regresar, y por eso no se preocupó en absoluto, ni siquiera cuando tras llamarla por la mañana y al mediodía no obtuvo respuesta. Esa tarde los dos tenían planeado acudir a una reunión familiar de los Houck en casa de uno de los tíos de Brooks, y él acudió solo. 

La policía cada vez sospechaba más de él. Era vago en los detalles respecto a la noche de la desaparición y su aparente colaboración era fría y distante. No parecía muy interesado en la búsqueda de la madre de su hijo, y no pasó una prueba con el polígrafo, aunque el afirmó que los resultados no eran concluyentes. Tenía un hermano, Nick Houck, que era miembro de la policía de Bardstown, y aunque ese cuerpo o era el encargado de investigar el crimen, su comportamiento y falta de colaboración acabaron provocando su despido. Se negó a hablar con los detectives, incluso cuando se lo pidió su jefe, y además, fue cazado avisando a su hermano. Cuando este estaba siendo interrogado por el detective Snow, recibió una llamada de Nick advirtiéndole que la policía quería hablar con él, y recomendando que no lo hiciera. Es una llamada bastante extraña, cuyo significado e intención, sospecho, no es el que supusieron los investigadores y la prensa.

En el vídeo,  Brooks Houck recibe la llamada de su hermano mientras es entrevistado por un detective.


Poco después Nick fue interrogado, y sus respuestas fueron decepcionantes, con sorprendentes fallos de memoria. Por ejemplo, tras el interrogatorio a Brooks en el que este había recibido la llamada de su hermano, los dos se fueron al rancho familiar y pasaron allí dos horas, pero cuando le preguntaron a Nick lo que habían hecho allí, este dijo que no lo recordaba. Unos días después se sometió al polígrafo y le dijeron que había mentido en unas cuantas respuestas, lo que él negó con vehemencia. Finalmente fue despedido de la policía de Bardstown. Su falta de colaboración inicial, incluso con la petición expresa de su jefe; la llamada a su hermano, interfiriendo en la investigación; y sobre todo sus decepcionantes respuestas en el interrogatorio alegando falta de memoria. Como declaró su jefe, Rick McCubin, para explicar el despido, esas fallas de memoria son intolerables en un agente de policía, para el que buena parte de su trabajo es testificar ante los tribunales.

Yo sospecho que la llamada a su hermano, la posterior visita al rancho familiar y la falta de explicación sobre lo que habían hecho allí tenían el objetivo de atraer la atención de los investigadores sobre ese lugar. Lo cierto es que lo consiguieron, ya que se ha registrado y excavado en buena parte de la propiedad. Pero no solo allí, se buscó a Crystal de forma activa en muchos otros lugares, con todos los medios: voluntarios, helicópteros, submarinistas, perros… Se busco en ríos, lagunas y barrancos, pero sin éxito. Parece haberse esfumado. Después de unos meses el Sheriff Mattingly declaró que consideraban que Crystal Rogers estaba muerta, y que Brooks Houck era el principal sospechoso, y aunque los investigadores están convencidos de que él la mató, no ha llegado a ser detenido, ya que no hay ninguna evidencia contra él. Su relato sobre la desaparición de Crystal es poco creíble, pero no es descabellado, ya que era cierto que ella se había marchado alguna vez tras alguna discusión, y había pasado un día o día y medio fuera, en casa de su prima. 

Uno de los empleados de Houck, Danny Singleton, fue detenido acusado de perjurio y pasó varios meses en la cárcel. Había  declarado ante el gran jurado que el día de la desaparición había estado en otro lugar, pero la policía tenía suficientes testimonios de que había estado en el rancho de la familia de su jefe. En su intento por encontrar pruebas, los investigadores han registrado incluso el coche de la abuela de Houck.

Creen que Crystal Rogers nunca salió del rancho y que fue asesinada allí. Pudo ser un crimen planeado, tal vez porque ella quería dejarlo, o porque él descubrió que ella tenía alguna aventura; o pudo ser un suceso imprevisto, tal vez un ataque de ira a causa de alguna discusión por cualquier motivo. En cualquier caso, los detectives están convencidos de que el asesino tuvo que contar con ayuda, seguramente tras el crimen, y el lugar donde fue hallado el coche así lo indicaría. Alguien debía acompañarlo en otro vehículo para traerlo de vuelta del lugar al que fueran, y esa persona sería quien lo recogió tras pinchar el vehículo y tener que abandonarlo. Podría haber sido Danny Singleton, o Nick Houck, u otra persona. El cadáver de Crystal podía ir en el maletero, aunque es probable que ya se hubieran deshecho de el con anterioridad. La policía tenía testimonios contradictorios sobre desde cuando estaba el Chevrolet en la autopista, unos decían que desde el sábado y otros no lo habían visto hasta el domingo, y no han dicho públicamente si han conseguido aclarar esa cuestión. Lo que si se quiso dejar claro es que el Chevrolet Impala de Crystal no podía ser el implicado en el crimen de Kathy y Samantha. El color era distinto, y seguramente comprobaron que ya era marrón cuando se cometieron los otros asesinatos. 

La familia de Crystal está convencida de que Brooks Houck es el culpable de su desaparición, y sospechó de él desde el primer momento. La explicación de Houck de la forma en que despareció genera dudas, pero no es inverosímil, y su comportamiento posterior, aunque extraño, tampoco implica culpabilidad necesariamente. Los detectives necesitan encontrar el cadáver (porque están seguros de que está muerta) para avanzar en la resolución del crimen. El lugar donde se encuentre, su estado, sus heridas, cualquier cosa puede proporcionar la prueba decisiva.

Tommy y Sherry Ballard
Tommy Ballard y su esposa Sherry han continuado incansables la búsqueda de su hija y no han permitido que nadie se olvidara del caso. Se han enfrentado en los tribunales con Houck a causa de las visitas y la custodia de su nieto, el hijo de Brooks y Crystal. Aunque algunos en Bardstown encuentran molesto encontrarse a cada paso con carteles sobre la desparecida y temen que ofrezca mala imagen del pueblo y espante al turismo, la mayor parte de la comunidad apoya a los Ballard. Todos estaban inquietos, enfadados y preocupados, pero nadie se imaginaba lo que estaba por venir.


OTROS CASOS

El condado de Nelson tiene su cuota de casos antiguos sin resolver, entre los que destacan los asesinatos de Lucinda Strange (1990), George Lollis (1991) y Kent Harlan Hardin (2000), todos bastante misteriosos. En los últimos años ha habido unos cuantos crímenes más, a cada cual más extraño, ocurridos en el condado o a personas que vivían allí. Daniel Cahoe, de 34 años, de Bardstown, fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza el 5 de enero de 2012. El cadáver fue hallado en un granero en el condado de Spencer, un lugar al que según su familia no iba nunca. Llevaban varios días sin poder comunicarse con él, y los forenses opinaron que había sido asesinado el 2 de enero. 

Daniel Cahoe
Por una de esas casualidades a las que tendremos que acostumbrarnos al tratar de Bardstwon, su hermano gemelo Roger estaba en el hospital debido a un disparo que había recibido el día anterior, 1 de enero, en un incidente que parece no guardar ninguna relación con el asesinato de Daniel. Al parecer a Roger le habían disparado en el estómago (se recuperó) en medio de lo que la policía denominó una discusión doméstica, y el autor del disparo fue detenido de inmediato y enviado a prisión. Casi 5 años después el caso de Daniel sigue sin resolverse. Apenas hay información, y la policía no ha confirmado si hay sospechosos. Se dice que tomaba drogas de vez en cuando, pero algunos puntualizan que tan solo algo de marihuana. Nadie sabe dónde ni con quien pasó la última semana de su vida.

El 3 de junio de 2016 un hombre de 61 años, Michael Wayne Unseld, fue asesinado en un apartamento sobre un club nocturno, en Bardstown. Según declaró un hombre que vivía en una habitación contigua, un sujeto había intentando entrar y él se lo había impedido, pero poco después la víctima había dejado pasar al hombre. Unos minutos más tarde sonaron unos disparos, y el testigo se encontró a Unseld en el suelo, y ni rastro del intruso. Parece que en ese lugar se alojan personas con problemas de todo tipo, y enseguida se puede pensar en algún suceso relacionado con la delincuencia o alguna transacción que resultó mal, pero lo cierto es que han pasado 6 meses y no se ha detenido a nadie, y además hay algo que puede convertir este crimen en algo más complicado. Wayne Unseld había sido el autor del disparo que en 2009 mató a un tal Derek Downs, cuando ellos dos y un conocido estaban cazando ardillas. El agente Mattingly, el actual Sheriff del condado, investigó el suceso y determinó que había sido un accidente. Cuando poco después del asesinato de Unseld un diario solicitó acceder al informe sobre la muerte de Downs, le fue negado con el argumento de que podía interferir en la investigación en marcha. Eso significa que la policía ha considerado la posibilidad de que ambos sucesos estén relacionados.

En agosto de 2014, John Wood (59 años) y su hijo Jason (32 años), de Bardstown, se marcharon a Oregon a cazar. El coche fue encontrado a primeros de septiembre sin rastro de sus ocupantes, pero con casi todo el material de caza y la tienda. Se supuso que tal vez habían salido a dar un paseo por los bosques y habían sufrido algún accidente. Se les catalogó como desaparecidos hasta julio de 2016, cuando se encontraron los cadáveres de los dos hombres, y la policía de Oregon declaró que todo parecía indicar un asesinato seguido de suicidio. Y ya está, no se han ofrecido más noticias. Ni quien mató a quien, ni el posible motivo, ni nada. Por comentarios de algunos familiares, y el hecho de que ha habido funeral por Jason y no por John, creo deducir que fue el padre quien mató al hijo y después se suicidó. En principio un suceso ocurrido en Oregon no debería ocupar lugar aquí, pero el asesinato de un hijo adulto por su padre es un suceso tan poco habitual que me parece extraño que no haya captado el interés del público y la prensa de Bardstown. ¿Por qué mata un padre a su hijo? ¿Por qué aprovecha un viaje al otro extremo del país para hacerlo?

CONSIDERACIONES

Dejemos de momento todos los otros casos de lado y centrémonos en los tres que han atraido la atención y que se han concentrado en poco más de dos años, los asesinato de Jason Ellis, Kahy y Samantha Netherland y la desaparición de Crystal Rogers. ¿Son sucesos independientes o están relacionados de alguna forma? Hay opiniones de todo tipo. El hecho de que Nick Houck fuera compañero de Jason Ellis ha disparado los rumores y las suposiciones que relacionan ambos casos. Hay muchos que creen que hay algo turbio en la policía de Bardstown, y crecen las críticas por tantos casos sin resolver, aunque como señalaba continuamente el antiguo jefe de policía, ellos no investigaban ni uno solo de los casos: La policía estatal investiga las muertes de Elis y las Netherland, mientras que la desaparición de Crystal Rogers es investigada por la policía del condado conjuntamente con la policía estatal.

El rango de opiniones va desde quienes creen que los tres casos son sucesos independientes, sin relación entre ellos, hasta los que creen que hay un serial killer actuando en la zona, responsable de los tres delitos. Entre estas dos opiniones extremas hay otras 3 relaciones posibles: Ellis-Netherland, Ellis-Rogers, Netherland-Rogers. Por supuesto, todo se complica si se añaden más casos, y por ejemplo, algunos piensan que el asesinato de Daniel Cahoe puede estar relacionado.

A primera vista hay dos diferencias fundamentales entre los casos Ellis / Netherland por un lado y el de Rogers por el otro. 

1) En los primeros casos hay asesinato, mientras en el otro, por muy convencidos que estén los agentes de que está muerta, tan solo una desaparición. Quien asesinó a Ellis y a Kahty y Samantha no se preocupó de ocultar los cadáveres, mientras que la ocultación es la característica principal del caso Crystal Rogers.

2) En los casos de Ellis y las dos mujeres los investigadores no tienen sospechosos, mientras que hay un sospechoso muy evidente de la desaparición de Crystal.

Yo consideraba el caso Rogers como claramente independiente, y aunque he visto a sospechosos más claros que Houck resultar inocentes, lo cierto es que hay bastantes indicios que lo señalan. Por otro lado, llevo más de dos años dudando sobre la posible relación entre los crímenes de madre e hija y el de Jason Ellis. Parecen diferentes en todo, pero igual que desde el principio me pareció que había algo muy extraño en el caso del asesinato del policía, tuve la misma impresión sobre el caso Netherland, la de algo raro, inusual, fuera de lugar. A día de hoy sigo sintiendo la misma desazón cada vez que repaso la información sobre ambos crímenes, y aunque el análisis imparcial de la evidencia no proporciona ni un solo indicio de que pudieran haber sido cometidos por la misma o mismas personas, hay algo que me impide dejar de lado esa hipótesis, y continúo dudando.

Y de repente, cuando parece que ya nada de lo que ocurra en Bardstown puede sorprender, un nuevo suceso ha llevado el dolor, la rabia y el miedo al pueblo.


ÚLTIMO ACTO. POR AHORA

Tommy Ballard
¿Cuanta desgracia puede cebarse en una familia? Los Ballard todavía no habían terminado con su cuota. Todo el mundo en Bardstown se sintió apenado cuando llegaron noticias de que Tommy Ballard, el infatigable padre de Crystal Rogers, había muerto en un accidente de caza. El pasado sábado 19 de noviembre Tommy llevó a su nieto de 11 o 12 años (hijo de Crystal) a una jornada de caza en un terreno de su propiedad, al borde de la Bluegrass Parkway. Sobre las 07:30 de la mañana un disparo atravesó el pecho de Tommy y salió por su espalda, provocando su fallecimiento poco después. Todos sintieron la terrible pérdida de los Ballard, y todos temían que la desgracia fuera todavía mayor si el autor del disparo fatal era el inexperto nieto de Tommy. Sin embargo, según pasaban las horas, y después los días, llegaba nueva información que ponía en duda el accidente y apuntaba la posibilidad de algo más siniestro. 

Los accidentes de caza son relativamente frecuentes en la zona, pero la mayoría son caídas o casos en los que cazadores descuidados se disparan a sí mismos, y son bastante menos habituales las muertes por disparos de terceros, y además, en la mayoría de los casos el autor del disparo fatal suele presentarse, ya que la ley es bastante benigna con estas situaciones.

Pero en este caso nadie se ha presentado. La policía ha declarado que ha descartado que el autor del disparo fuera el nieto de Tommy. Aunque hay declaraciones contradictorias, unos dicen que la escopeta del joven ni siquiera estaba cargada, y otros que ni siquiera llevaba escopeta, los investigadores han confirmado que el joven no había disparado, y el arma de Tommy tampoco había sido usada. .

Coches de policía en el lugar donde murió Ballard.
Cuando escribo estas líneas ya han pasado más de tres semanas y no hay novedades. Hay un apagón informativo casi total, posiblemente a petición de los investigadores. Sí se ha dicho que la policía está tratando el caso como un homicidio, pero que no se descarta ninguna posibilidad. Han solicitado que se pongan en contacto con ellos a todos los que pasaran esa mañana por la zona y llevaran una cámara en el vehículo, sobre todo camioneros, por si en alguna grabación apareciera alguien.

Según parece, el nieto de Tommy se alejó unos metros de regresó a la camioneta a buscar algo y en ese momento dispararon contra su abuelo. El hijo de Tommy, Casey, que estaba en una finca diferente, aunque en la misma propiedad, pudo oir el disparo. Tommy Ballard estaba en campo abierto, a unos metros de los árboles, y nadie podía dejar de verlo allí, llevando un chaleco de seguridad de color llamativo, y con la gran camioneta roja cerca. La única posibilidad de un accidente sería que quien disparó estuviera en el bosque y no pudiese ver a su víctima. No se sabe si la policía ha recuperado la bala y el cartucho, aunque yo creo que es posible que la bala, al menos, si la tengan, ya que al día siguiente dejaron entrar en el claro a familiares y amigos de Tommy. Según algunos habitantes de la zona, la actividad de los agentes en los márgenes de la Bluegrass Parkway podría indicar que creen que el disparo se produjo desde allí, y el hecho de que estén estudiando las grabaciones de camioneros que pasaron por la autopista esa mañana parece apoyarlo.

La autopsia podría ayudar a dilucidar si se trata de un accidente o un asesinato. Por ejemplo, si el agujero de entrada es muy irregular podría indicar que la bala golpeó antes en algún lugar (una rama, un tronco, …), lo que indicaría muy probablemente un accidente. Se podrían encontrar también señales en los árboles, o pequeñas ramas u hojas cortadas o atravesadas, que harían también probable un disparo accidental. Pero si no se encuentra nada de todo eso, la hipótesis de que fue un acto deliberado debería colocarse en primer lugar. Desde el primer momento los Ballard han dicho que no se creen la hipótesis del accidente. Según su esposa, Tommy habia comentado con varias personas durante las últimas semanas que estaba siendo seguido por alguien, y ella está convencida de que fue asesinado porque estaba a punto de descubrir algo importante sobre la desaparición de su hija. Esto último lo encuentro muy improbable, y en caso de que estemos ante un asesinato, y cada día que pasa parece más probable, dudo mucho que la motivación fuera esa.

Mapa de la zona con los principales lugares.



Las implicaciones de que se esté ante un asesinato cortan el aliento en Bardstown, donde mucha gente se está comenzando a poner realmente nerviosa. Algunos van armados a todas partes, y ya nadie sabe qué pensar ni en quien confiar. ¿Un crimen relacionado con la desaparición de su hija, o tal vez relacionado con las muertes de Ellis y las Netherland? ¿Con todos, con algunos o con ninguno? 

Mientras tanto, muchos empiezan a preguntarse quién será el siguiente.

Opinar sobre casos pendientes de resolver y con poca información resulta muy arriesgado, pero también ofrece una perspectiva fresca y auténtica. Escribir sobre casos resueltos exige un trabajo analítico y rigor en la exposición, pero cuenta con la evidente ventaja de conocer la solución al enigma, y de saber los caminos que no tenían salida y los que llevaban a la solución. En mi opinión, la muerte de Tommy Ballard es muy probablemente un asesinato, pero no tengo ni idea de quien puede ser el autor ni el significado de esta muerte para los demás crímenes. En espera de más datos, el misterio de Bardstown se hace cada vez más y más profundo.

----------------------------------------------------

FUENTES:

A continuación les ofrezco unos cuantos enlaces que pueden servir como introducción a algunos casos. Si alguien desea la fuente de algún dato en concreto, me lo puede solicitar.

http://media2.wcpo.com/html/exit34/

http://www.wcpo.com/news/crime/one-year-later-officer-jason-ellis-no-closer-to-justice-death-still-unsolved

http://www.wave3.com/story/25870531/death-certificates-reveal-gruesome-nature-of-nelson-co-mother-daughter-murders

http://www.wdrb.com/story/31788919/double-murder-mystery-still-unsolved

http://www.thedailybeast.com/articles/2016/11/23/dad-who-never-gave-up-on-his-missing-daughter-is-shot-and-killed.html

http://www.wdrb.com/story/34069635/sherry-ballard-says-her-husband-was-being-followed-leading-up-to-his-death#.WFNr0JlldyQ.facebook


lunes, 14 de noviembre de 2016

El asesinato de Jill Dando (V) y último: Demasiadas hipótesis

Anterior: El asesinato de JIll Dando (IV): ¿Culpable o inocente?
------------------------------------------------------------------

Elementos del crimen, del Mirror
Ya han transcurrido 17 años desde el asesinato de Jill Dando y todavía quedan demasiadas hipótesis en circulación, e incluso han ido surgiendo algunas nuevas. Pese a los intentos por deducir la naturaleza del crimen a partir de los testimonios y las pruebas, no se encuentra en estos elementos una señal nítida e inequívoca que apunte en una dirección concreta. Resaltando parte de la evidencia y dejando de lado el resto podemos construir una buena hipótesis sobre una persona o un grupo de personas que ejecuta un crimen profesional, mientras que destacando la parte dejada anteriormente de lado y obviando lo demás se puede proponer que el criminal actuó solo, por motivaciones personales o económicas, o tal vez a causa de una obsesión enfermiza o alguna ofensa, real o imaginaria.

El mejor ejemplo lo tenemos en la propia investigación policial. En unos pocos días los detectives tenían a su disposición todas las pruebas y testimonios relevantes, y sin embargo se pasaron casi un año dudando entre hipótesis contradictorias. Durante un tiempo sospecharon que el crimen podía haber sido obra de un grupo de asesinos, y estuvieron muchos meses buscando entre los conocidos de Jill algún motivo personal, tal vez económico o sentimental. Finalmente, y cuando de todo lo anterior no resultó nada, se fueron inclinando por la teoría del solitario (Utilizaré esta palabra en el sentido de persona que actúa sola, sin colaboración de terceros, aunque a veces él término se usa también para describir la vida solitaria del sujeto en cuestión).

Resulta reveladora una entrevista que apareció en prensa el 19 de marzo de 2000, 11 meses después del crimen, y cuando Hamish Campbell todavía no sabía de la existencia de Barry George. En dicha entrevista Campbell afirmaba que se había ido inclinando por la teoría de una persona actuando sola, y lo hacía sobre todo porque de haber habido una conspiración con varios implicados algo se habría escuchado, alguien habría hablado, sobre todo para solicitar la jugosa recompensa. Se deduce que si el inspector jefe se había ido inclinando hacia la teoría del solitario es porque antes no lo hacía, y que esa teoría se puso en cabeza más por descarte que por méritos propios. Durante mucho tiempo la hipótesis dominante fue la de que un conocido de Jill la había asesinado (por sí mismo o por medio de otros) por alguna razón por descubrir, y tan solo se abandonó después de escudriñar en la vida de Jill Dando casi día por día, y de investigar en profundidad a todos sus amigos, relaciones, familiares, compañeros y conocidos.

MODELOS

Nick Ross
A día de hoy los detectives siguen opinando que el crimen fue obra de una única persona, tal vez un admirador despechado o un acosador. Nick Ross, amigo de Jill y que presentaba Crimewatch junto a ella, ha escrito que él siempre creyó, desde el principio, que las características del crimen señalaban hacia un solitario. Tan convencido y seguro de sí mismo estaba que cuando le llegaron noticias de que el equipo de Oxborough estaba considerando seriamente una posible conspiración (de los serbios o de otros) le escribió a Hamish Campbell indicándole que la hipótesis correcta era la de un asesino individual, alguien como Mark David Chapman, el asesino de John Lennon. 

Pero no parece que ese modelo sirva para explicar el caso Dando. Según todo lo que se conoce, la principal motivación de Chapman era hacerse famoso, y esa motivación explica perfectamente que no intentara escapar después del crimen, ya que el hecho de que el mundo supiese quien había matado a Lennon era una parte esencial del plan.

John Lennon y Mark David Chapman

Christina Grimmie y Kevin Loibl
En el único crimen realmente parecido al de John Lennon, el reciente asesinato de Christina Grimmie por Kevin James Loibl, tampoco parece que la huida fuera un objetivo del criminal. Aunque el móvil del asesino, seguramente una fantasía de amor que degeneró en deseos homicidas al darse cuenta de que nunca iba a ver colmados sus deseos, podría ser similar al que se supone para el asesino de Dando, Loibl se suicidó cuando el hermano de la víctima intentó detenerlo, y es probable que el asesinato-suicidio formara parte del plan original. 


Björk y Ricardo López
El asesinato-suicidio está explícito en el afortunadamente fallido intento contra la cantante Björk, tanto que Ricardo López se suicidó antes de comprobar si había tenido éxito en su intento de asesinato, desfiguración, o las dos cosas. En todos estos casos está presente la falta de voluntad de huida del agresor, y se puede entender cada crimen como la culminación de un proceso, más allá del cual desaparece por completo la vida anterior del criminal, o simplemente su vida. No se intenta ocultar ni el crimen en sí, ni el autor, y de hecho, el conocimiento público de la autoría es probablemente el motor que hay detrás de cada uno de los casos. El asesino de Jill Dando, por contra, huyó de inmediato, procurando no llamar la atención. 

Gianni Versace y Andrew Cunanan
El único caso cuyo desarrollo guarda bastante similitud con el de Dando es el del asesinato de Gianni Versace. Aunque con Andrew Cunanan desapareció la posibilidad de conocer las razones por las que disparó contra el diseñador, es probable que su motivación fuera más parecida a la de Chapman que a la de Loibl. En cualquier caso, lo realmente distinto en este caso es que Cunanan intentó huir y lo consiguió inicialmente. Versace fue asesinado cuando estaba a punto de entrar en su casa, como Jill, y en ese sentido el crimen es bastante parecido, pero ese modelo no es el que tienen en mente los detectives o Nick Ross cuando especulan sobre el asesino de Jill Dando. Cunanan mató a Versace como culminación de una breve pero intensa carrera como asesino, y lo hizo cuando ya era consciente de ser el objetivo de una de las mayores búsquedas de la historia de Estados Unidos, tal vez como una especie de desafío final. El hecho de que Cunanan no se deshiciera del arma con la que asesinó a Versace, y que la utilizara para quitarse la vida, podría indicar que de alguna manera quería que se supiese que él era el asesino del famoso diseñador. 

Nick Ross escribió un artículo en 2008, justo antes del segundo juicio contra Barry George, donde aseguraba que el asesino era algún admirador o acosador, y afirmó estar convencido de que George era culpable. En 2013, en su libro, continuaba opinando lo mismo sobre el tipo de asesino, aunque Barry George ya no aparecía en su análisis. Según Nick Ross, el crimen había sido chapucero y amateur, ya que el asesino:

-Se paseó, sin tratar de ocultar su rostro, frente a la casa equivocada, ya que fue una casualidad que Jill fuera a ese lugar ese día.

-No tenía vehículo para escapar, así que tuvo que marcharse a pie por una calle larga y recta, sin salidas laterales.

-Ni siquiera utilizó un arma y munición homologados, sino una versión casera de los mismos.

-Puso el cañón del arma en contacto con la cabeza de la víctima, lo que seguramente provocó una transferencia hacia sus ropas de evidencia forense incriminatoria.

Sin embargo, hay otras opiniones. Los que sostienen que el crimen fue una conspiración, obra de uno o más profesionales, interpretan los hechos de forma distinta. Por ejemplo, no está claro que provoque más transferencia de elementos incriminatorios un disparo realizado apretando con fuerza el cañón del arma contra la cabeza de la víctima que uno efectuado, pongamos, a 30 centímetros, ya que el mismo cañón pudo bloquear la mayor parte de las salpicaduras de sangre. Ante las afirmaciones de que el crimen era obra de un aficionado, el experto en armas Freddy Mead declaró en el juicio sobre el disparo que mató a Jill Dando: “Es difícil imaginar como podría haber sido mejorado”

El hombre con traje visto cerca de la casa indicaría la presencia de, al menos, dos participantes en el crimen, ya que su descripción no coincide con la del asesino, y se pueden construir varias hipótesis para explicar la huida a pie; tal vez pudo ocurrir algo que alteró los planes de los asesinos. En cuanto a la visita de Jill a la casa, es posible que tuvieran algún sistema de vigilancia y conocieran los planes de la víctima con antelación.

Los que defienden la hipótesis del asesino solitario señalan que cuando se produce el asesinato de una celebridad no hay precedentes de un crimen por encargo, sino que es obra de un solitario. Los críticos pueden responder que resaltando la característica de celebridad de Jill Dando se oculta el hecho de que era una periodista, y sí hay precedentes del asesinato de periodistas por encargo. Pero a su vez se puede responder que Jill era una presentadora, no una periodista de investigación, y que su estatus era más de celebridad que de periodista.

HIPÓTESIS

Los serbios

Fue una de las primeras teorías que se plantearon, tan solo unas horas después del crimen. Aunque descartada por la policía, ha continuado apareciendo de vez en cuando, y fue la hipótesis alternativa propuesta por la defensa de Barry George durante su primer juicio. 

Arkan y sus tigres
A favor: Hay relación directa con Jill Dando, ya que esta había presentado un programa sobre Kosovo recientemente, y había recibido una indignada carta de queja. Hay una estrecha relación temporal (tres días) entre el polémico bombardeo de la televisión yugoslava y el asesinato de Jill. Tras el crimen algunos directivos de la BBC recibieron amenazas, supuestamente de serbios. Hay alguna similitud con el crimen de un periodista crítico, cometido supuestamente por matones serbios.

En contra: No hay ningún dato verificable que señale en esa dirección. No hay documentos, ni conversaciones interceptadas, ni testimonios fiables. De ser los autores los serbios, en venganza por el bombardeo de la televisión, les habría interesado darlo a conocer. ¿Qué sentido tiene el crimen si no queda claro que se trata de una represalia? De haber querido los serbios matar a alguien, Jill Dando era una víctima muy improbable, ya que había cientos de militares, políticos o policías que serían víctimas igual de asequibles y mucho más probables. Ni el arma ni la forma de actuar encajan bien con el tipo de crimen que habría cometido un comando. Tampoco hay precedentes de una venganza serbia sobre algún ciudadano de un país que participó en los bombardeos.

Crimewatch

También se propuso casi de inmediato.

A favor: Tan solo el hecho de que el programa trataba sobre casos criminales y delincuentes, muchos de ellos peligrosos, y que es posible que uno de ellos, o algún familiar o socio podía haber querido tomar venganza.

En contra: No hay ni un gramo de evidencia. Pese a una jugosa recompensa y a que la policía puso en alerta a todos sus contactos en el mundo del crimen, nadie sabía nada, ni se había escuchado nada. No había precedentes en Gran Bretaña de ese tipo de ataques contra jueces y fiscales, así que menos sentido tendría contra una simple presentadora.

Estas dos fueron las primeras y más comentadas hipótesis. Con el paso de los años han ido perdiendo importancia, aunque resurgen de vez en cuando. Yo tampoco encuentro convincentes estas hipótesis en su versión más típica, la de un crimen organizado por un comando paramilitar serbio o un grupo del crimen organizado. Ni el arma, ni la forma de cometer el asesinato, ni la huida a pie encajan bien. Además, es muy probable que tras un crimen de esa clase hubieran terminado por producirse fugas de información, y tras 17 años no las ha habido.

Aunque la versión estándar de estas hipótesis no me convence, no descarto una variante especial de ellas. En esa versión, el bombardeo de la OTAN o un programa de Crimewatch podrían haber sido el motivo del crimen, pero la autoría no correspondería a un grupo organizado o un comando paramilitar, sino a un individual actuando por su cuenta. Un serbio residiendo en Gran Bretaña, indignado, y tomando venganza por sí mismo, sin recibir instrucciones o colaborar con nadie; o un criminal individual, o uno de sus familiares, enfadado con algún programa de Crimewatch, actuando por libre. En cualquiera de los dos casos, la víctima sería Jill y no otra persona (políticos o militares, en un caso, o Nick Ross u otros periodistas, en el otro) porque el asesino sabría previamente donde vivía Jill, probablemente por casualidad. Es decir, habría tomado venganza contra quien tenía más a mano.

Otras hipótesis

Kenneth Noye
Se han ido proponiendo a lo largo de los años otras hipótesis, algunas razonables, y otras más fantásticas, pero todas ellas tienen en común la falta de evidencia. Son suposiciones basadas en rumores o, sospecho de algunos casos, puras invenciones. Así, Jill habría sido víctima de un mafioso ruso enfurecido por haber ella rechazado sus avances, o podría haber sido confundida con la secretaria de Lord Archer, Angela Peppiatt, que vivía en la misma calle. Tal vez el delincuente y asesino Kenneth Noye; o el gangster Mr. Big; o grupos del crimen organizado de Londres o Escocia o Irlanda; o el IRA. El límite está en la imaginación. 

Me detendré un poco más en la hipótesis de que Jill Dando pudo ser la víctima de una red pedófila incrustada en la BBC y en las altas esferas del estado, no porque sea más probable o razonable que las otras, que no lo es, sino porque ha alcanzado gran difusión en internet, donde cuenta con una legión de apóstoles que la difunden urbi et orbi. Aunque sospecho que buena parte de esos apóstoles no están muy interesados en el análisis racional del crimen y tienen otro tipo de agenda, será mejor obviar eso y centrarnos en los hechos.

Según esta hipótesis, Jill Dando habría estado investigando (en algunas versiones incluso habría preparado o estaría preparando un informe) sobre una red pedófila en la BBC, y habría advertido a sus superiores de ello. Miembros de esta red, formada por personas muy poderosas, habrían ordenado eliminar a Jill Dando para evitar ser descubiertos, y/o para enviar un mensaje a otros posibles entrometidos. A través de sus contactos e influencias en la policía habrían evitado ser considerados sospechosos.

Hay bastantes versiones, mutaciones y ramificaciones de la teoría, pero da igual, todas tienen el mismo problema: la falta absoluta de evidencia. Alguien dice que le dijeron que alguien… El caso es que Jill era presentadora, no periodista de investigación, y aunque una presentadora puede investigar, faltaría más, no hay el más mínimo rastro de esa investigación. ¿Por qué su prometido, su padre, su hermano, su cuñada, su tía, su prima, sus amigas íntimas, sus anteriores parejas, sus agentes, sus amigos, no sabían nada de esa supuesta investigación? Muy sencillo, porque no existía. De haber estado ella investigando un asunto de ese tipo, varios, probablemente todos, de los anteriormente citados, sabrían algo de ello. Jill no era tímida ni reservada a la hora de comentar con sus cercanos su actividad profesional o privada, y les contaba sus preocupaciones y problemas y les pedía consejo con frecuencia.

Pero incluso si Jill hubiera estado investigando un asunto de ese estilo, el asesinato sería muy improbable. Los abusos de Savile no eran un secreto, y había cientos de víctimas (ninguno de ellos fue asesinado, por cierto), y miles de familiares y testigos, y muchos periodistas y otras personas sabían del tema. Todo el mundo en los medios conocía el rumor y varias veces se expuso públicamente, pero nadie hizo nada. En la autobiografía de Savile, publicada en 1974, se relataban actos impropios, y él mismo habló sobre las acusaciones de forma pública, en entrevistas y documentales, años antes de estallar el escándalo. No parecía interesar a nadie. Jimmy Saville se defendía, maniobraba y evitaba el escándalo público con amenazas legales, no con asesinatos. Hubo denuncias formales, y otras verbales, y algunos intentaron llamar la atención sobre sus delitos, pero se encontraron con la incomprensión general. ¿Había escuchado Jill Dando algo sobre las actividades de Savile? Prácticamente seguro, un rumor tan extendido le tuvo que llegar forzosamente, como a todos los periodistas y famosos de la época. ¿Lo comentó con otras personas? Es posible, seguramente como casi todos los que trabajaban en la BBC. ¿Investigó sobre ello o le preocupó de forma especial? Prácticamente seguro que no. De haberlo hecho habría algún rastro, y no lo hay. ¿Dónde están las víctimas o los testigos con los que habría hablado Jill durante esa supuesta investigación? 

El infame Jimmy Savile

Si alguien consigue evidencia de que Jill Dando estaba realmente investigando los abusos de Savile u otros, la hipótesis pasaría a formar parte del grupo de hipótesis (junto con la de los serbios o Crimewatch) con un posible motivo, cero precedentes y cero evidencia. Hasta entonces ni siquiera está a la altura de las otras. Para darnos cuenta de la banalidad de esa teoría, que no es más que el fruto de la imaginación de algún periodista, basta con compararla con cualquiera que podamos idear. Es suficiente con encontrar algún hecho delictivo (atracos a bancos, por ejemplo, u otros) sucedido meses o años antes, inventarnos una investigación de Jill sobre ese asunto y proponer que fue asesinada debido a esa inexistente investigación.

Hay otras hipótesis menos extravagantes, pero que tampoco cuentan con evidencia que las sostenga. Mike Burke, por ejemplo, insinúa mucho y dice poco. Parece sospechar del agente de Jill, Jon Roseman, o de alguno de los antiguos novios de ella. Scott Lomax es más explícito, y señala directamente a algún antiguo novio o relación de Jill, pero su argumentación es débil. La policía afirmó que en la cancela no se encontraron huellas extrañas, lo que Lomax interpreta como una prueba importante. Como el asesino cerró la cancela detrás suyo, y ni Hugues ni Upfill-Brown dijeron haber visto guantes, eso indicaría que sus huellas ya estaban previamente en la cancela y eran conocidas, pero creo que eso se basa en una errónea interpretación de la ambigua información policial sobre ese elemento. Además, señala Lomax, el cierre indicaría un acto mecánico de alguien acostumbrado a hacerlo, lo que señalaría hacia una persona familiarizada con el lugar. Es posible, pero el hábito del asesino de cerrar la cancela no implica que fuese la de Jill Dando la que estaba acostumbrado a cerrar, y ese acto podría significar otras muchas cosas, tantas que no encuentro utilidad en especular sobre ello.

17 años después no parece haberse avanzado mucho, y se siguen planteando las tres principales hipótesis que se manejaron durante la investigación: Un conocido de Jill; una conspiración de algún grupo; el asesino solitario. Vamos a analizar los datos conocidos para ver si podemos descubrir hacia donde apuntan.

LA EVIDENCIA

El arma del crimen

Opino que el arma y la munición utilizados apuntan hacia un asesino individual, en contraposición a un grupo de ellos, pero no nos indican su pericia, si era un profesional o no. El término profesional, que se utiliza muy a menudo cuando se trata sobre crímenes, resulta bastante ambiguo, ya que se usa con dos significados: el de una persona cuya profesión es el asesinato, y el de alguien con una habilidad especial para cometer el crimen de forma eficaz y sin cometer errores. Estas dos características pueden coincidir en la misma persona, pero puede no ser así. Para la primera acepción yo prefiero la denominación asesino a sueldo, o sicario. Reciben una contraprestación por asesinar a alguien y pueden ser hábiles y experimentados, pero también en algunas ocasiones inexpertos, torpes y chapuceros.

Por otra parte, hay gente con habilidad para matar, e incluso experiencia, que pueden no trabajar a sueldo y matan por múltiples razones. Un miembro, o ex miembro de unas fuerzas especiales de algún ejército, o de los servicios secretos, puede tener más habilidad, capacidad y experiencia que la mayoría de los sicarios.

En este caso, el arma utilizada no parece la que usaría un sicario, pero no señala en una dirección concreta en cuanto a la habilidad o pericia. Algunos afirman que indica que el asesino era un amateur, pero puede igualmente haber sido alguien muy experto. El arma tiene algunas desventajas respecto a un arma estándar, pero casi todas esas desventajas desaparecen cuando se va a utilizar para disparar a cañón tocante. La evidente ventaja es que no será posible rastrear el origen ni el historial de ese arma, ni se podrá relacionar con el autor del crimen. Se puede suponer que el arma era la única que tenía o podía conseguir el asesino, lo que indicaría a un aficionado o por contra ser la decisión de alguien muy hábil y prudente, que sabía perfectamente el tipo de arma que estaba utilizando. Hay un hecho indiscutible, y es que ha sido imposible seguir el rastro de la pistola y la munición.

El 29 de Gowan Avenue

Como ya se ha comentado, las visitas de Jill a la casa eran cada vez más esporádicas y no tenían la suficiente regularidad como para ser previsibles. Es posible que falte información, pero los datos disponibles apuntan hacia la extrema dificultad que tendría alguien para planear un crimen aprovechando una visita de Jill a ese lugar. El problema no es únicamente la irregularidad de las visitas, también está la ocasión, ya que ella podía visitar la casa sola, como había hecho el sábado, pero otras veces iba acompañada de Farthing, de su prima Judith o de alguna amiga. Incluso si alguien hubiera podido anticipar la visita de Dando a la casa, no podía saber si iba a ir sola o acompañada de una o más personas.

Nick Ross, que conocía ambos lugares, ha señalado que la casa de Farthing en Chiswick era un lugar mucho más apropiado si alguien quería organizar un atentado contra Jill. Aunque siempre es arriesgado comparar los méritos de lugares para una emboscada, lo cierto es que la afirmación de Ross tiene bastante fundamento. Gowan Avenue es una larga calle, de unos 390 metros, con entrada (para los vehículos) por Munster Rd. y salida en Fulham Palace Rd. Entre ambos extremos de la calle tan solo encontramos dos calles laterales, Sidbury St. a un lado y Kimbell Gardens al otro. El lugar del crimen, el número 29 de Gowan Avenue, se encuentra a 100 metros de la entrada por Munster Rd. y a 290 metros de la salida por Fulham Palace Rd. El primer desvió hacia este último lado, Sidbury St., está  a 120 metros del número 29. Es decir, que al marcharse el asesino a pie tenía que recorrer, de forma obligatoria, 100 metros si al salir giraba a la derecha, y al  menos 120 metros si giraba a la izquierda. Si alguien era testigo del crimen y daba la alarma el asesino quedaría expuesto, a la vista de todos, y sin posibilidad de escabullirse por alguna calle durante un buen rato. También podía ser seguido sin dificultad por cualquier coche que pasara en ese momento o poco más tarde, si el conductor era alertado por posibles testigos.

El domicilio de Farthing en Chiswick tenía una situación completamente distinta. Bedford Cl es una pequeña calle sin salida, muy cerca del río Tamesis. A primera vista el que sea una calle sin salida no parece muy adecuado para una emboscada, pero el número 4 está casi a la entrada de la calle, a apenas 15 metros de Lattimer Pl. En unos segundos el asesino quedaría fuera de la vista de los posibles testigos. En el mapa se pueden ver las distintas opciones. Si al salir a Lattimer Pl. decide girar a la izquierda se encontrará un nuevo desvío, otra calle, a menos de 10 metros. En apenas 25 metros habrá cambiado dos veces de calle.

Domicilio de Alan Farthing en Chiswick

La vigilancia también es un factor importante, ya que en Gowan Avenue cualquier persona parada más de la cuenta llamaba la atención, como se pudo comprobar con las declaraciones de muchos testigos. Es una calle de paso, con apenas negocios o comercios, en la que tan solo los vecinos se detinenen para algo, y no hay lugar para vigilar sin ser visto. En Bedford Cl también llamaría la atención alguien que no fuese un vecino y estuviese parado de pie, pero hay más opciones, ya que se puede vigilar desde Lattimer Pl., desde Corney Reach Way, o incluso casi desde la misma orilla del Tamesis.


Pero la principal diferencia entre Gowan Avenue y Bedford Cl. es la oportunidad. Mientras en el primer lugar el criminal tendría que aprovechar la visita de Jill y actuar a la entrada o salida, a riesgo de tener que esperar varios días hasta el próximo intento, en el segundo podría tener varias opciones cada día. En cualquiera de los dos sitios puede suceder que el objetivo salga o entre acompañado, que varias personas estén en las inmediaciones, o que alguien se fije en el asesino mientras vigila y tenga que marcharse. En Gowan Avenue cualquiera de estas situaciones implicaría perder la oportunidad y no saber cuando se dispondrá de otra, pero en la casa de Chiswick, por contra, se pueden tener varias ocasiones, incluso el mismo día. Creo que las diferencias están claras: No solo la casa de Farthing parece un lugar más adecuado y más seguro para la vigilancia y la huida, además proporciona muchísimas más oportunidades para lograr el objetivo. En mi opinión, una o varias personas expertas que planearan matar a Dando siguiendo órdenes, de los serbios, de algún jefe del crimen organizado, o de quien fuese, jamás habrían elegido Gowan Avenue sobre Bedford Cl.

La única excepción sería que tanto los patrocinadores como los ejecutores desconociesen que la víctima ya no residía en ese domicilio, pero además de que eso demostraría una organización bastante pobre, implicaría que el asesinato se habría cometido a la primera, o casi a la primera, sin realizar seguimientos previos de la víctima, y eso no encaja con lo que harían unos expertos. Cualquier grupo que, por ejemplo, pudiese averiguar por el medio que fuera que Jill iba a visitar ese día Gowan Avenue, sabría sin duda el lugar donde vivía en ese momento.

Sin embargo, eso no favorece del todo la hipótesis del solitario, ya que un argumentación muy similar se puede utilizar para evaluar la posibilidad de que el asesino fuera un acosador o un admirador despechado, o tal vez un híbrido entre los dos. Es de suponer que precisamente un acosador o un admirador sabrían donde vivía Jill. Habría que suponer a un admirador-acosador bastante poco informado sobre el objeto de su obsesión. Da igual quien fuese el asesino, un admirador obsesivo, un antiguo novio o un comando serbio, la única explicación razonable para el éxito en su deseo de matar a Jill Dando parece ser la suerte. Un asesino con poca información y mucha suerte.

Hay las suficientes grabaciones de cámaras que registraron la ruta de Jill entre Chiswick y Fulham para que la policía pudiera descartar que alguien la estuviera siguiendo, así que no quedan muchas opciones.

En el mismo artículo citado anteriormente, Hamish Campbell pasaba revista a las siete posibilidades que explicarían la presencia del asesino en Gowan Avenue:

1) Que por puro azar alguien resentido contra Jill, y portando una pistola, pasaba por allí en el momento en que ella llegaba.

2) Que el mismo tipo de persona la viera por casualidad en Hammersmith y la siguiera hasta la casa.

3) Que alguien la siguiera desde Chiswick.

4) Que Jill le dijera al asesino que iba a ir allí.

5) Que Jill se lo dijera a otra persona, que a su vez se lo contara a un tercero, el asesino.

6) Que el asesino fuera alguien que vivía en Gowan Avenue.

7) Que por observación y análisis el asesino decidió que si esperaba por allí se acabaría encontrando con ella.

A continuación Campbell eliminó las opciones que consideraba más improbables, la 1 y la 2. En cuanto a la tercera, afirmó que la policía tenía suficientes grabaciones de cámaras para descartar que estuviera siendo seguida. Investigaron y hablaron con todos los vecinos de la calle y no encontraron a nadie sospechoso, así que solo quedarían las opciones 4, 5 y 7.

La visita el lunes por la mañana a la casa de Gowan Avenue tan solo fue decidida por Jill al mediodía del sábado, cuando descubrió que apenas quedaban papel y tinta para el fax. De no haberse dado esa circunstancia la visita habría sido innecesaria tan pronto, y probablemente no se habría producido hasta varios días después, tal vez una semana o más. Seguramente tan solo se lo comentó a su prometido, y no creo que algo tan trivial fuera objeto de conversación por parte de Jill la tarde del sábado en la gala benéfica, o el domingo con los amigos de Farthing. No está del todo claro quien sabía de la visita a Gowan Avenue. Según se dijo en el primer juicio, tan solo Farthing y Allasonne Lewis (y esta apenas una hora antes del crimen) sabían de la visita. Después se dijo algo que dejó la puerta abierta, que tan solo lo sabían los más allegados. No se sabe si esa expresión era otra forma de referirse a la misma información, o si implicaba que alguien más lo sabía. Es posible que Jill lo comentara con alguna de sus amigas, con las que habló esa mañana, o con la madre de Farthing. Ciertamente, ni Farthing, ni Lewis, ni en su caso las amigas de Jill o su futura suegra la mataron, y ninguno de ellos tenía un motivo para encargar el crimen a otra persona. Es posible que uno de ellos comentara la información con una tercera persona, pero de nuevo resulta bastante improbable que algo así se convirtiese en tema de conversación casual, y además, es seguro que la policía se tomó muy en serio ese asunto. Pero veremos más adelante que hay algunas posibilidades no exploradas.

¿Dónde estaba el asesino?

Si el asesino estaba esperando a Jill, debía estar muy cerca. Seguramente pasó poco más de un minuto desde que el BMW entró en Gowan Avenue hasta el disparo, tal vez incluso un poco menos de un minuto.

Stella de Rosnay, del número 55, salió a la acera hacia las 11:20 y tomó varias fotografías de la casa y de la calle. Según se dijo, en dichas fotografías la calle parece desierta, no se ve a nadie. Hay unos 65 metros entre ambas casas.

Rosa Rodríguez estaba limpiando en el número 26. A una hora que debía ser muy poco antes o muy poco después de las 11:30 salió y estuvo dos o tres minutos limpiando la puerta, tras lo cual volvió a entrar. No vio a nadie.

El doctor Gossain, que tenía consulta en el número 21, salió a visitar a un amigo hacia las 11:25, y giró a la derecha, hacia Munster Road. No vio a nadie.

Todas las personas que se consideraron sospechosas, sobre todo el hombre del traje, fueron vistas bastante antes del crimen, pero ninguno de ellos fue visto en los quince minutos anteriores al asesinato. La última que vio a alguien que pudiera resultar sospechoso fue la mujer que tenía su vehículo en el lugar donde poco después Jill aparcaría su BMW

Una posibilidad es que el criminal estuviese esperando a Jill en el pequeño patio. Si estaba de pie cualquiera le podía ver, y mucha gente habría notado la presencia de alguien dentro de la propiedad. Stella y Charlotte de Rosnay pasaron delante de la casa no mucho después de las 11 y comentaron quien vivía en ese lugar, y se habrían fijado en cualquiera que estuviera allí. Además, es casi seguro que Jill no habría entrado de haber visto a alguien más allá de la cancela.

El patio y el muro. Apenas hay espacio para ocultarse.
Otra opción es que el asesino estuviese dentro del patio oculto a la vista. La única forma de lograr eso sería agacharse y pegarse al muro, y así quedaría oculto para peatones y conductores, pero ese modo de actuar tendría varios problemas importantes y uno insuperable. El primer problema es que al estar agachado él tampoco podría ver nada, sobre todo la llegada de su objetivo. El segundo es que su posición no le garantiza no ser visto por Jill al entrar. Incluso mirando al frente se puede ver a alguien con la visión lateral, y además no sería extraño que Jill hubiese dado un vistazo de forma automática a su izquierda cada vez que entraba para ver el estado del pequeño jardín. El problema insuperable, y por el que rechazo esta posibilidad, es que ocultarse tras el muro cortaría todas las opciones del criminal. Hay algo que el asesino no podía controlar de ninguna manera, y era el ambiente externo, la situación en Gowan Avenue en el momento en que Jill atravesaba la entrada. No podía saber si en ese momento no habría nadie en la calle, como parece ser que  ocurrió, o si estaría pasando un grupo de personas o un coche de policía justo frente a la casa. En ese caso, o disparaba delante de testigos, o tendría que explicar a una alarmada Jill, y tal vez a esas personas, lo que hacía agachado tras el muro, cortando todas sus opciones de una retirada sin llamar la atención. Parece un mal plan si el asesino sabía de la visita de Jill, y directamente ridículo si no sabía de ella. 

La tercera posibilidad sería que el asesino estuviera esperando fuera, cerca de la casa. El problema con esto ya se ha comentado, y es que pese a que muchos testigos vieron a personas “sospechosas” durante toda la mañana, no se vio a nadie en los momentos previos al asesinato. Lo que demuestran todos los testimonios sobre gente parada cerca de la casa es que cualquier extraño que no se limitara a pasar caminando era controlado de inmediato. Acciones tan inocentes como estar parado en la acera, junto a un coche o estar hablando por teléfono móvil, que en muchas calles ni siquiera serían notadas, llamaban la atención de inmediato en Gowan Avenue.

Tal vez podría estar esperando en un coche. Es posible, pero eso implicaría la existencia de un cómplice, y que a pesar de tener un coche a su disposición, el criminal habría preferido exponerse a ser visto al escapar. Y si una persona dentro de un coche ya podría llamar la atención, dos lo habrían hecho con seguridad.

Las posibilidades citadas tienen bastantes problemas, y no hay evidencia que apunte hacia alguna de ellas. Hay otra posibilidad, que el asesino no estuviera esperando, que llegase en el momento justo. Sería una gran casualidad, pero es posible. Una variante sería la del criminal pasando varias veces por el lugar, tal vez parándose un par de minutos cada vez, y marchándose para no llamar la atención. Esa forma de proceder apenas mejora las posibilidades de coincidir con la víctima, pero ya puestos a suponer la suerte del asesino al encontrar a Jill en ese lugar, tal vez la tuvo también respecto al momento.

EL CRIMEN

Pese a que Hughes estimó que habían pasado unos 30 segundos entre el sonido de la alarma del coche y el grito, los detectives estaban convencidos que había sobrestimado el tiempo, como les ocurre a muchos testigos. Ellos opinaban que no habían pasado más de siete u ocho segundos, y que el crimen se cometió de inmediato. Jill Dando no conversó con su asesino, no interactuó con él, probablemente ni siquiera lo llegó a ver. Minutos después del crimen Hughes salió a ver lo que ocurría al oír a Helen Doble y las otras dos mujeres hablando fuera. No estaban gritando, tan solo hablando, y el que Hughes las oyese hablar indica que si Jill y su asesino hubiesen mantenido alguna conversación Hughes los habría podido oír.

El lugar donde cayó la víctima, donde cayeron sus cosas, el bolso abierto, las llaves… Todo indica que Jill estaba parada de cara a la puerta, en el proceso de coger sus llaves para abrirla y entrar en la casa. No sabemos si tuvo que abrir la cancela para entrar, pero no la cerró, ya que de haberlo hecho es casi seguro que habría escuchado el ruido de apertura y no habría estado mirando al frente. Alguien entró desde la calle, atravesó en dos o tres zancadas la distancia que separa la cancela de la puerta, y se puso justo detrás de ella. En este punto hay varias posibilidades.

Se ha propuesto la hipótesis de que a Jill se le podrían haber caído las llaves y que se habría agachado a cogerlas cuando fue sorprendida por el asesino, que aprovechó su posición para tirarla al suelo. Es posible. A partir de la declaración de Hughes, que describió el grito de Jill más como de sorpresa que de miedo, algunos han conjeturado que tal vez ella llegó a ver al asesino, y que este sería conocido, y de ahí el tipo de grito. No lo creo. El grito de sorpresa encaja perfectamente con la situación de ser agarrado de forma sorpresiva por detrás y arrojado al suelo. Durante un instante la víctima no tiene ni idea de lo que ocurre y seguramente prima el desconcierto sobre el miedo.

En unos pocos segundos Jill iba a abrir la puerta, así que el asesino podría haber esperado y aprovechado para empujarla dentro de la casa y matarla allí, a resguardo de testigos. ¿Por qué no lo hizo? Una buena razón sería la de que ignoraba si había alguien dentro de la casa.

La hipótesis que más favorecieron los detectives era la de Jill parada frente a la puerta sacando las llaves del bolso, y alguien que llegó por detrás y con su mano derecha agarró el brazo derecho de ella, donde se halló un pequeño hematoma, y la empujó violentamente hacia el suelo. Él también se agachó, y en esa posición disparó, no se sabe si con su mano derecha o con la izquierda. Algunos han propuesto, a partir de que la víctima fue agarrada por el brazo derecho, que el asesino llevaba la pistola en la izquierda, y con ella disparó. Es razonable, pero también pudo haber cambiado la pistola de mano en el último momento.

Del Mirror
Tengo dudas de si se realizó una reconstrucción de esta y otras hipótesis de como pudo suceder el crimen. Lo digo porque al describir la situación todo parece mucho más fácil de lo que realmente es. Por ejemplo, tener una de las manos ocupada con una pistola y tratar de tirar al suelo a otra persona, aunque sea una mujer no muy grande, no debe resultar muy sencillo. Podría haber utilizado las dos manos y sacado la pistola en el último momento, es posible, pero sería una forma bastante extraña de actuar.

Tirar a la víctima al suelo antes de disparar tiene algunas desventajas bastante evidentes. La víctima puede resistirse, dificultando el crimen. Puede luchar, golpear, arañar; puede gritar, llamando la atención; puede haber transferencia de pelos, ADN o fibras entre víctima y asesino. Casi todos esos problemas se evitarían con un disparo realizado por la espalda, muy cerca, incluso a cañón tocante, sin dar la ocasión a la víctima para reaccionar.

Pero las ventajas son también evidentes. Con la víctima en el suelo y el asesino agachado, el pequeño muro evita que ambos, y el crimen, puedan ser vistos desde la calle; y sobre todo permite sujetar con firmeza a la víctima, lo que permite a su vez apretar con fuerza el cañón del arma contra su cabeza, suprimiendo casi todo el ruido del disparo. De hecho, el apretar con tanta fuerza el cañón contra la cabeza de la víctima eliminó el ruido del disparo mucho mejor de lo que haría cualquier supresor, con tanto éxito que una persona situada muy cerca no oyó el ruido, pese a que pudo oír con claridad otros sonidos. Podemos achacarlo a la casualidad y la suerte de un aficionado, o a alguien que sabía perfectamente lo que hacía.

En la puerta de la casa, justo donde se cometió el crimen, las ventajas superan claramente a los inconvenientes, ya que nadie verá nada, ni oirá nada. Un disparo desde cerca provocaría ruido, que seguramente habría alarmado a los vecinos, comprometiendo la huida, y si alguien escuchaba ruido miraría en la dirección de este, viendo al ejecutor de pie. Por contra, si alguien pasando por la otra acera hubiera escuchado un ligero ruido del disparo, o un grito, al mirar en esa dirección no habría visto nada. De mantener unos segundos la observación podría haber visto a un hombre incorporándose, eso es todo.

En cualquier otro lugar que se hubiera elegido para matar a Jill, por ejemplo, junto al BMW, los inconvenientes parecen superar a las ventajas. En ese sentido, la forma de cometer el crimen parece muy bien adaptada al entorno y las circunstancias.

El hombre del traje

Se localizó a varios testigos que habían visto a un hombre corriendo por Fulham Palace Road en momentos cercanos al crimen. Se recrearon con detalle en Crimewatch, y parece que en ese momento despertaron mucho interés en los detectives. Aunque podían ser varias personas distintas, lo similar de las descripciones y la continuidad temporal, y sobre todo espacial, hacen muy probable que fuera una única persona. El mismo Hamish Campbell señaló que ese hombre que había sido visto corriendo vestía un traje, y por tanto no coincidía con el visto por Hughes y Upfill-Brown. Podía ser alguien inocente, al que nunca se localizó, pero también podía estar implicado en el crimen de alguna forma. En ese momento todavía no se había descartado la posibilidad de un grupo de asesinos con distintas misiones, así que era posible que el hombre visto corriendo no hubiese disparado, pero estuviese implicado en el crimen.

-A las 11:37 o 11:38 un hombre que acababa de sellar un boleto de apuestas (a las 11:37:02, de ahí que se conozca la hora con bastante precisión) en un local cercano vio a un un hombre a la altura de Gowan Avenue, corriendo a toda velocidad y cruzando Fulham Palace Road hacia la acera oeste y seguir corriendo en dirección sur. Iba tan rápido que tropezó al llegar a la acera y casi es atropellado por un coche, llegando incluso a apoyar la mano en el capó antes de continuar su carrera.

-Aproximadamente a la misma hora, y un poco más al sur, una mujer que iba conduciendo vio a un hombre que corría mientras hablaba por teléfono, lo que encontró muy extraño.

-También aproximadamente a la misma hora, y más al sur todavía, una mujer que iba conduciendo se cruzó con un hombre que corría como si le fuera la vida en ello y que también llevaba un teléfono móvil, aunque la testigo lo recordaba por la acera este de la calle.

-Poco después, un hombre que conducía una furgoneta tuvo que frenar con brusquedad para no atropellar un hombre que cruzaba desde la acera este de Fulham Palace Road hacia la oeste, hacia el parque Bishop.


No había tanta gente vistiendo un traje y corriendo por las calles de Londres como para suponer que todos los testigos se estén refiriendo a personas distintas. Varios de estos testimonios, probablemente todos, están describiendo a una única persona, que viniendo desde el este, probablemente de Gowan Avenue, cruzó hacia la acera oeste de Fulham Palace Road y corrió hacia el sur. En algún momento cruzó hacia la acera este y corrió otro tramo de la calle, para finalmente volver a cambiar hacia el oeste. Lo que parece indicar el comportamiento del sujeto es que no tenía nada claro por donde quería ir, y es posible que estuviera en estado de pánico.

Hemos visto que hay bastantes testimonios sobre un hombre vistiendo un traje, con apariencia elegante, en Gowan Avenue en las horas anteriores al crimen. El cartero vio a un hombre con la misma descripción mirando directamente hacia la casa de Jill poco después de las 10:00. Sobre las 11:00 un conductor observó a un sujeto parado entre dos coches cerca de la casa de la víctima. Una mujer salió de una clínica cercana y recogió su coche sobre las 11:15 (fue en el sitio que dejó libre donde aparcó Jill quince minutos después), y al marcharse vio a un hombre parado en la carretera, entre dos coches aparcados, a unos metros de la casa de Jill, tal vez a la altura del número 33. Pelo negro, traje oscuro, posiblemente azul oscuro. Tal vez sea posible ligar al hombre visto en Gowan Avenue con el que corría por Fulham Palace Road más tarde.

¿Podía ser el crimen obra de un equipo? Los que así opinaban utilizaban otros dos testimonios:

-A las 10:08 una agente que controlaba la zona azul iba a multar a un Range Rover aparcado muy cerca de la casa de Jill, en el que no veía el ticket o la autorización y que suponía estaba vacío, cuando un hombre que estaba sentado en el asiento del conductor hablando por teléfono le hizo gestos. Ella, un poco avergonzada por no haber visto al hombre, anuló la multa y siguió su camino.

-Muy poco después una mujer que conducía por Gowan Avenue notó que tenía detrás un Range Rover que se acercaba mucho su coche, acelerando el motor, como si estuviera impaciente y tuviera mucha prisa. La conductora se sintió presionada y nerviosa y la actitud del conductor del Rover continuó igual cuando siguieron por Doneraile Street y tras girar hacia Stevenage Road, donde para alivio de ella pudo ver por el espejo retrovisor como el Rover aparcaba cerca del campo de fútbol del Fulham.

Uniendo todos estos testimonios se pueden construir varias hipótesis sobre el crimen. Hay muchas variantes, con dos, tres o incluso más conspiradores. Se plantea, por ejemplo, que el que el Range Rover tuviera que marcharse pudo descontrolar todo el operativo, o que el hombre del traje, un vigilante, pudo ser presa del pánico al no encontrar el coche para escapar, y escapó corriendo por Fulham Palace Road. Tal vez alguien los avisó desde Chiswick de cuando salía Jill, pero no contaban con el retraso. Hay muchas posibilidades y combinaciones, tan solo limitadas por la imaginación.

El problema es que resulta difícil aceptar que una operación tan sofisticada termine con los participantes corriendo cientos de metros, e incluso marchándose en autobús. Si los conspiradores tenían controlada a Jill en Chiswick, ¿por qué no la asesinaron allí, dónde tenían muchas más opciones? Si no la tenían controlada, ¿cómo tenían la seguridad de que iba a aparecer esa mañana en Gowan Avenue? Nadie organiza una operación con varios participantes por si a la víctima le da por aparecer, tiene que haber seguridad, o al menos una alta probabilidad.

Hay que señalar claramente que el hombre visto corriendo por Fulham Palace Road podría ser totalmente inocente. Tal vez estaba persiguiendo el autobús y cambiaba de acera para anticiparse a obstáculos. También podría ser totalmente ajeno al crimen el hombre (o los hombres) con un traje visto en Gowan Avenue. Podemos saber con razonable seguridad que no fue el asesino, ya que la ropa no coincidía con la descrita por los testigos, y sería bastante extraño que un colaborador, un vigilante o quien fuera, hiciera tan pocos esfuerzos por ocultar su rostro. Por otro lado, una persona corriendo sin causa aparente tan cerca del lugar del crimen, y en un momento tan próximo a este, y cuya descripción coincide, además, con la de una persona vista varias veces en las inmediaciones de la casa de Jill, tiene que resultar sospechosa forzosamente. Tenemos, por tanto, algunos elementos que nos indican que ese hombre no participó en el crimen, y otros que podrían indicar que su carrera podría estar relacionada con este. ¿Es posible reconciliar ambas opciones? Yo creo que sí, con una hipótesis  que habría que haber tenido en cuenta. Pero antes, vamos a las razones que hacen muy improbable que el hombre visto corriendo fuera el asesino:

1) La vestimenta. Todos los testigos que vieron el hombre corriendo por Fulham Palace Road lo describieron vistiendo un traje, y nadie vio un abrigo o cazadora como las descritas por Hughes y Upfill-Brown.

2) El comportamiento. La persona vista por Upfill-Brown trataba de pasar desapercibida. Pese a que estaba escapando de la escena del crimen, y que podía temer que el hombre que salía de su casa y le estaba mirando pudiera ver a la víctima y dar la alarma, tuvo la suficiente sangre fría como para frenar su carrera y continuar su marcha a paso rápido. Por contra, el hombre visto corriendo por Fulham Palace Road corría de forma desaforada, y no parecía importarle llamar la atención, o no era consciente de ello.

3) La hora. Si el hombre visto corriendo a las 11:37 u 11:38 venía corriendo desde el número 29 de Gowan Avenue, no pudo emplear más de un minuto o minuto y medio. Incluso si venía caminando a paso rápido, o alternando ese paso rápido con algún trote, no pudo tardar más de tres minutos en recorrer la distancia. Eso implicaría que el hombre no habría comenzado a correr hasta, como muy pronto, las 11:34. Aunque es teóricamente posible que el crimen tuviera lugar tan tarde como eso, la hora más probable, calculada por la policía, está entre las 11:30 y las 11:32. El teléfono móvil de Jill recibió una llamada a las 11:31, y no fue contestada. El hombre visto corriendo lo fue demasiado tarde. Por muy poco, de dos a cuatro minutos, pero tarde.

Se propuso en su momento que tal vez fuera alguien que vio el cadáver y se asustó por alguna razón y se puso a correr. Tal vez era un delincuente, o alguien que no quería tratar con a policía, en cualquier caso, un transeúnte casual. Aunque sería muy extraño, es posible, pero eso dejaría fuera de la ecuación a la persona con la misma descripción vista esa mañana.

Hay un tipo de persona que encajaría con todos los elementos presentados: alguien que esa mañana pasó bastante tiempo cerca de la casa de Jill; que no quería llamar la atención pero que tampoco se preocupaba de ocultar su rostro; que no participó en el crimen pero que escapó corriendo al descubrir el cadáver; que corría sin tener claro su destino, mientras trataba de hablar por teléfono; y finalmente, que no acudió a declarar a la policía. El personaje que encaja en ese modelo sería el de un periodista de un tabloide, o más probablemente uno de sus proveedores de información.

PRENSA SENSACIONALISTA

Portadas del News of the World
Aunque el escándalo de las escuchas a famosos del News of the World no salió a la luz hasta varios años después, las prácticas que bordeaban la legalidad, o directamente delictivas, llevaban utilizándose varios años por la prensa sensacionalista, desde antes de la muerte de Jill. Un grupo de detectives privados, que a veces empleaban a personajes poco recomendables como ayudantes, trataban de obtener y vender información utilizando cualquier método, legal o ilegal. A veces eran los propios periodistas los que utilizaban esos métodos, pero generalmente se apoyaban en ayudas externas. Cuanto más escandalosa fuera la información, sobre todo relativa a la vida privada de personajes famosos, más dinero valía. Ese dinero sobornó a policías, a otros funcionarios y a muchas personas cercanas a los objetivos de los tabloides (denominaré así, por comodidad, a los periódicos sensacionalistas). Jill Dando se había convertido en uno de esos objetivos y hay una serie de sucesos que así lo indican, aunque no estén necesariamente relacionados entre ellos. 

-Dando y Farthing habían acordado la exclusiva para las fotografías de su boda con Ok! Magazine por 200.000 Libras, lo que demuestra el interés que despertaba Jill en los medios, y lo económicamente rentable que podría resultar para cualquier tabloide, o uno de sus proveedores de información, descubrir o encontrar algo interesante, o mejor, escandaloso, sobre ella.

-En Marzo de 1998 el News of the World había publicado la relación entre Jill y Alan, y no solo eso, un paparazzi les había sacado fotos besándose en Serre Chevalier. Jill sospechaba que alguien cercano a ella había informado al fotógrafo de dónde iban a estar. Hizo algunas averiguaciones entre sus amigos, dejando ver sus sospechas.

-El asunto John Hole. Recordemos que este era el hombre de Kent que estuvo acosando a Jill bastante tiempo. Cuando ella se sintió un poco amenazada comentó el problema con la BBC, que le encargó a su equipo de seguridad que se ocupara del asunto. Enseguida apareció todo el asunto en algunos tabloides (Sunday Mirror y People). Aunque Jill había hablado del tema con varias personas, no había proporcionado el nombre del sujeto, así que la filtración tenía que proceder de la BBC, seguramente del mismo equipo de seguridad.

Nigel Dando, con su esposa y su padre.
-Poco antes del crimen Nigel Dando y su esposa Vanessa cumplían 20 años de casados, y Jill decidió regalar unas vacaciones a su hermano y su cuñada. Estos disfrutaron de unos días fantásticos en Tailandia, pero al regreso Nigel Dando tuvo que ser ingresado en un hospital debido a una trombosis en una pierna, que se achacó al largo viaje en avión. Jill fue informada nada más volver de Brasil, donde había estado rodando un episodio para Holiday, y se sorprendió mucho cuando poco después la información, con todos los detalles, apareció en el Sunday People. Nigel se lo tomó con humor, pero Jill estaba furiosa, y sospechaba que alguien muy cercano a ella la había traicionado y le había pasado la información al semanario. Interrogó a las amigas con las que había comentado lo sucedido, e incluso llegó a acusar a una de ellas, aunque más tarde le pidió disculpas, arrepentida. No era frecuente que Jill se comportara así, y por ejemplo Allasonne Lewis comentó posteriormente que nunca la había visto tan enfadada. 

-En diciembre de 1998, cuatro meses antes del crimen, una mujer que figuraba en la guía como J. Dando (no estaba relacionada con Jill) recibió una llamada preguntado si era Jill Dando. Había recibido varias llamadas de este tipo y estaba acostumbrada, pero este caso fue especial. El hombre, al que describió como muy cortés, quedó un poco decepcionado de que no fuera ella, pero en vez de despedirse y colgar, como habían hecho los demás, mantuvo a su interlocutora 10 minutos al teléfono, intentando sonsacarle información sobre Jill Dando, su domicilio y otros extremos, pese a que ella le repetía que no conocía a la presentadora y no podía ayudarle.

-Recordemos que el mismo día que apareció en prensa el anuncio del compromiso entre Dando y Farthing hubo llamadas telefónicas a varias empresas de suministros (gas, agua y electricidad) de alguien que afirmó ser James Dando, supuesto hermano de Jill, y que dijo vivir en el domicilio. La noticia del compromiso entre Jill y Alan había aparecido en la edición del mediodía del London Evening Standard del 1 de febrero, y las llamadas se produjeron entre las 18:31 y las 18:50, apenas unas horas después. El tal James Dando pretendía cambiar los contratos a su nombre y la forma de pago, aunque en el mismo domicilio, y obtener alguna información sobre las cuentas. El hombre conocía incluso los 14 dígitos de la cuenta eléctrica de Jill. Se le dijo que esos trámite no se podían realizar por teléfono, y no se le ofreció ninguna información, aunque desde una de las empresas se le dijo que enviarían un formulario al domicilio. Tras una investigación de varios meses la policía informó que el autor de las llamadas era un periodista de un tabloide, aunque no informó de su identidad ni el medio.

-Tan solo seis días antes del crimen alguien llamó al proveedor telefónico de Dando, British Telecom, y trató de cambiar el contrato a su nombre. En esta ocasión no pretendió ser hermano de Jill, y tan solo dijo que vivía en el domicilio. Fue capaz de proporcionar el número de teléfono de Jill Dando, aunque este no aparecía en la guía. Como en los otros tres casos, tampoco consiguió su objetivo. La policía no ha informado si la persona que llamó es el periodista que lo hizo en los otros tres casos. Es probable, pero no necesariamente cierto.

En 1999 y 2000 todavía no eran de dominio público muchos de los trucos utilizados por periodistas y detectives privados durante años para obtener información, pero ya existían de forma extendida esas prácticas, como demuestra el caso de Jonathan Rees, y las llamadas a las empresas de suministros de Jill encajan con el funcionamiento de esos traficantes de información.

Es probable que Jill Dando se hubiera convertido en objetivo prioritario de los tabloides y sus fuentes de información. Es posible que alguien cercano a Jill estuviera pasando información a los tabloides o a algún intermediario. Es posible que la mañana del 26 de abril uno o dos de esos intermediarios, puede que un detective, o tal vez algún empleado o asociado poco recomendable, tal vez con antecedentes, estuviera vigilando la casa de Gowan Avenue.

En ese caso, si esa persona (o tal vez dos personas) era el sospechoso con el pelo oscuro y el traje negro que vieron algunos testigos por la zona, podría encajar con el hombre que fue visto corriendo por Fulham Palace Road poco después. Y en ese caso sí que podría tener sentido la actitud del sospechoso, cosa que no ocurría si le suponíamos el asesino. Opino que todos los hechos citados permiten construir una hipótesis, que aunque no puede ser demostrada con la información actual, sí que tiene una buena posibilidad de ser correcta.

Según esta hipótesis, la casa de Gowan Avenue estaba siendo vigilada la mañana del 26 de abril, pero no por el asesino, o al menos no solo por este, sino por mercaderes de información. Alguno de los satélites que nutrían a los tabloides y revistas de noticias sobre famosos había puesto sus ojos en Jill Dando. Atraídos por las noticias sobre la boda y más tarde por los rumores sobre la gran cantidad pagada por la exclusiva, se animaron a convertirla en objetivo.

Decidieron vigilar la casa de Gowan Avenue, pero ¿por qué allí y no en la casa de Chiswick? Por dos razones:

1) La casa de Chiswick la compartía con Farthing, y por tanto no había mucha noticia allí; si había algún secreto en la vida de Jill, si estaba viendo a alguien más, que eso si que sería noticia, estaría relacionado con la casa de Fulham, no con la de Chiswick. Allí podía ser fotografiada entrando en la casa con alguien más, un amante, o alguien inocente al que de todos modos se podría presentar como su amante.

2) Probablemente contaban con información de alguien del entorno de Jill. Como se ha visto por anteriores incidentes, ella sospechaba que alguien cercano a ella estaba pasando información sobre sus movimientos. Eran solo sospechas, pero era posible que alguno de sus amigos o compañeros de algún programa la estuviera traicionando. Podía ser también alguien cercano a alguno de sus allegados, algún amigo o compañero que sonsacaba a Farthing, o a los amigos de Jill. Tal vez alguien de la oficina de Roseman, o cercano a alguien que trabajaba en ella. Si Jill habló de la visita a Gowan Avenue con alguna amiga o la madre de Farthing la mañana del lunes, es posible, aunque dudoso, que alguna de ellas estuviera pasando la información. Es posible que Farthing, o Lewis, o alguna de las amigas la comunicara a un tercero de forma inadvertida. O tal vez sonsacaron a alguien que más tarde lo negó para no verse envuelto y quedar en mal lugar.

Hay otra posibilidad. Como ya se ha dicho, la visita a la casa no sería algo de lo que Jill hablaría en una conversación casual, salvo en un caso. Si en el momento en que salía de la casa de Gowan Avenue el sábado sobre las 3 de la tarde se encontró con algún vecino de la calle, o algún conocido que viviera cerca, es posible que durante la breve charla comentara que tendría que regresar el lunes. Eso sí es algo de lo que Jill podría hablar con vecino. No se ha sabido si se encontró con alguien el sábado, pero es probable que si la persona con la que habló filtró la información a un tabloide o a algún detective privado, guardara silencio posteriormente.

Es posible proponer varias hipótesis de como habría podido producirse esa vigilancia y el desarrollo de los hechos, y creo que el lector tiene la suficiente información para construir alguna por sí mismo. Es posible que el sujeto hubiera recibido información de una de sus fuentes de que Jill iría ese día a la casa, o tal vez no hubo soplo y ya llevaba unos días vigilando, o incluso que comenzara ese mismo día. Es posible que se alejara de vez en cuando para no llamar mucho la atención, y al regresar de uno de sus paseos, un par de minutos después del crimen, se encontrara con Jill Dando tirada, ensangrentada en la puerta de su casa. Consciente de que había sido visto por varias personas le entró el pánico y escapó, siendo la persona vista corriendo por Fulham Palace Road. Una vez hecho eso, ya no se atrevió a ir a la policía, seguramente considerando que su huida le convertiría en doblemente sospechoso.

Tal vez todo esto no sean más que suposiciones, y es posible que no hubiese ningún periodista o detective allí esa mañana, pero de ser cierta la hipótesis hay un testigo con el que la policía todavía no ha hablado. Tal vez esa persona está esperando la ocasión para hacerlo de una vez y seguramente bastaría con un compromiso de no imputarle ningún delito. Creo que es una opción que la policía debería tomar muy en cuenta, entrevistando a los periodistas y asociados de aquella época, ya que seguramente alguien más sabe algo. Podría ser un nuevo impulso para el caso, y todo el mundo estaría deseando saber si vio a alguien, o si no vio a nadie, que podría darnos también mucha información.

EL AZAR

En mi opinión el arma utilizada y otros elementos señalan hacia un asesino actuando por su cuenta, no un sicario. Aunque los datos se pueden interpretar de formas distintas, me inclino por pensar que era alguien que sabía muy bien lo que hacía. Una vez dicho esto, hay que señalar varios elementos que resaltan sobre los demás:

-Jill Dando no fue seguida desde Chiswick hasta Gowan Avenua.

-Es muy improbable que el asesino pudiera conocer que ella iba visitar ese día la casa de Fulham.

Parece que hay un importante elemento de azar en el crimen, tal vez más de lo que sospechamos. Gowan Avenue era una calle con poco movimiento, pero no era ni mucho menos solitaria, al menos no siempre. Hay un extremo de la declaración de Helen Doble al que no se ha prestado mucha atención, y es que de su testimonio se desprende que desde que descubrió al crimen, y durante varios minutos, no pasó ni una sola persona por el lugar. Nada más encontrar el cuerpo de Jill miró en ambas direcciones y no pudo ver a nadie. Fue a llamar a una amiga unas casas más allá, y cuando ambas regresaron, la amiga se fue en busca de ayuda a la consulta médica, dejándola de nuevo sola. Cuando su amiga regresó con la recepcionista, se quedaron las tres allí, y no dijeron haber visto a nadie más hasta que Richard Hughes abrió la puerta.

Parece ser que Gowan Avenue estaba más transitada en ciertos momentos, por ejemplo, a la horas de entrada y salida del cercano colegio de Munster Road, y más solitaria en otros. Y resultó que el crimen se cometió en uno de los momentos del día con menor actividad en la calle. Dudo que alguien proponga que el asesino pudo controlar esa circunstancia, así que tuvo que ser un golpe de fortuna. No solo tuvo la suerte de que Jill llegó a un lugar donde apenas iba, sino que llegó sola, en un momento del día con muy poco movimiento, y en un momento donde no había nadie en la calle. No hay duda de que era alguien muy afortunado.

Los detectives suponen que una sola persona, por razones desconocidas, decidió asesinar a Jill Dando, y lo tuvo que decidir poco antes del crimen. De haber esa persona vigilado la casa durante días habrían pasado dos cosas: que se habría dado cuenta de que Jill no vivía allí, y que su presencia habría sido notada sin duda por los vecinos. Es decir, que esa persona decidió matar a Jill Dando, cogió un arma y se fue al lugar donde suponía que vivía, o donde esperaba (por alguna razón desconocida) que apareciese, y no solo tuvo la suerte de que apareciese, sino que lo  hizo a una hora en la que pasaba muy poca gente por esa calle. Además llegó sin acompañantes, y cuando se  dirigía desde su coche hacia la casa no había ni un alma en la calle; y para finalizar, la víctima no cerró la cancela detrás suyo, permitiendo que él pudiera acercarse por detrás sin alertarla. No hay duda de que la suerte y el azar juegan un papel fundamental en muchos crímenes y sucesos, y este podría ser uno de esos casos, pero hay otra explicación para este crimen que también recurre al azar, pero de forma totalmente distinta.

UNA NUEVA HIPÓTESIS

Se puede plantear una alternativa a esa sucesión de golpes de suerte del asesino, y es que en realidad no hubo suerte, sino planificación. El asesino pudo elegir el momento del día adecuado para cometer el crimen, pudo escoger el momento en que no pasaba nadie por la calle, pudo determinar que su víctima no llegara acompañada, e incluso pudo seleccionar que no cerrara la cancela tras entrar en el patio. La única forma de lograr todo ese control sobre las circunstancias y el momento del crimen es perdiéndolo sobre la víctima. Es decir, Jill Dando no era el objetivo del asesino, que en realidad no tenía un objetivo determinado. Había decidido asesinar a alguien, en esa calle o en esa zona, y Jill fue quien tuvo la mala fortuna de cumplir las condiciones que se había puesto el criminal: Que su posible víctima estuviera sola, de espaldas, con la cancela de entrada al patio abierta, y que en ese momento no hubiese nadie a la vista en la calle. Si cualquiera de esas circunstancias hubiera sido diferente, simplemente habría esperado otra ocasión, y la víctima habría sido otra persona.

Esta hipótesis explicaría también porqué la forma de cometer el crimen se adapta tan bien al lugar. Casi todas las casas de esa calle y las cercanas siguen el mismo modelo básico, un pequeño patio y un muro entre pequeño y mediano, así que el asesino pudo planear con antelación como cometería el crimen y cual sería la mejor forma para evitar llamar la atención. También explicaría donde estaba esperando el asesino: en ningún lugar, seguramente llegó en el momento justo. Posiblemente estaría paseando por esa calle y otras cercanas, buscando una posible víctima y que se dieran las circunstancias que deseaba. Tal vez llevaba haciéndolo días o semanas, en una zona más amplia o más restringida.

En cuanto a la motivación, no la podemos conocer sin más información. Sería un tipo de asesinato que los anglosajones denominan random killing, y aquí crímenes al azar o aleatorios, aunque no me acaban de convencer estas denominaciones. Son crímenes cometidos por una o más personas sin un objetivo determinado, y en los que están ausentes motivos usuales como la agresión sexual, el robo u otros. El asesinato es la principal, y a veces única, motivación. En España tenemos los ejemplos de los llamados crímenes del asesino de la baraja (2003), o el crimen del rol (1994). Los crímenes de este tipo más famosos son los del nunca atrapado Zodiac, en California (1968-1969, al menos). Hay unos cuantos más, aunque no son muy frecuentes, al menos oficialmente. Digo esto porque creo que unos cuantos crímenes pendientes de resolver se podrián ajustar a este modelo. Sospecho de dos casos en España, al menos otro en Gran Bretaña, y algunos más en Estados Unidos y Francia. Por ejemplo, opino que los llamados asesinatos de los alpes franceses en 2012 fueron un crimen al azar, en el sentido de que ninguno de los fallecidos era un objetivo del asesino.

Mientras que en algunos casos el asesino intenta en algún momento dar publicidad, directa o indirectamente, a sus crímenes (Galán o el mismo Zodiac), en otros casos tan solo la detención del criminal o criminales nos permiten descubrir el tipo de crimen, como ocurrió con el crimen del rol. Generalmente los policías insisten en las motivaciones más corrientes para los crímenes sin resolver, y son reticentes a tomar en consideración la hipótesis de asesinatos al azar. Pero lo cierto es que existen, y la posibilidad debería ser tenida en cuenta cuando en determinados casos nadie parece tener un motivo para matar a la víctima y otras motivaciones usuales, como el robo o la agresión sexual, son improbables.

En cuanto a la razón por la que el asesino habría elegido ese lugar y ese día para el crimen, no tengo ni idea. Todos podemos hacer suposiciones, y las suyas serán tan buenas, o tan malas, como las mías. Se alegará que sería demasiada casualidad, que precisamente un tipo de crimen tan inusual tenga como víctima a una de las personalidades más conocidas del país. Es cierto, pero en el caso del asesinato de Jill Dando no nos podemos librar de la casualidad. O bien el asesino controlaba lugar, hora y situación y que la víctima fuera Jill Dando fue una gran casualidad, o bien Jill Dando era la víctima elegida y el resto de factores fueron una serie de sucesos improbables.

Pudo ser un crimen al azar, o pudo ser alguien que quería matar a Jill Dando, actuando solo, por muchas y variadas razones. Considero mucho más improbable que el crimen fuera cometido por un grupo de personas, sea cual sea el motivo. En cualquier caso, la policía debería investigar la posibilidad de que aquella mañana hubiera otra persona, un periodista o un detective, o uno de sus asociados, en el lugar del crimen. Hay poco que perder y mucho que ganar con esa investigación.

Y con esto llegamos al final de esta serie de 5 capítulos sobre el crimen. ¿Se resolverá algún día el asesinato de Jill Dando? Yo no pierdo la esperanza.

Tumba de Jill Dando
-----------------------------------------------------------------------

FUENTES

Ver al final de la primera parte.