viernes, 26 de enero de 2018

El crimen de Almonte (IV): Una entrevista reveladora

http://cadenaser.com/emisora/2018/01/23/radio_sevilla/1516700101_400870.html


Resulta difícil cometer más errores en 16 minutos de entrevista. Los del entrevistador, de los que pongo dos o tres ejemplos, son resultado, probablemente, de una proceso de documentación deficiente. Los de Marianela no son errores propiamente dichos, pero nos muestran algo que trataré de forma más extensa en un futuro escrito, y es como ha interiorizado el papel que le han asignado, y como algunas de sus afirmaciones carecen de sentido sin un contexto adecuado.

Pero la estrella es el nuevo abogado de la acusación conjunta de Marianela y la familia de Miguel Ángel, Luis Romero Santos, Presidente de la Asociación de Abogados Penalistas de España, con un ejército de abogados a sus órdenes y envidiables contactos en los medios de comunicación.

El señor Romero, de verbo fácil, comete varios errores de bulto en unos pocos minutos, tantos y de tal calibre que solo veo dos posibilidades, o una combinación de las dos:

1) El señor Romero no conoce ni siquiera los datos básicos del caso que lleva. Posiblemente sea un hombre muy ocupado, y tal vez haya encargado la tarea de bucear en la documentación a algún ayudante o becario, y su conocimiento es de segunda mano, con graves lagunas y errores.

2) El señor abogado tiene una relación bastante liberal con la verdad y lo que parecen ser errores no lo son, sino un intento deliberado de tergiversar los hechos para intentar que encajen con las tesis de sus clientes.

Resulta sorprendente, o no tanto, que después de 4 años todo lo que puede presentar la acusación sea un puñado de medias verdades, medias mentiras, suposiciones y conjeturas. 

Aconsejo leer lo siguiente, y posteriormente escuchar la grabación.


Entrevistador: Él, 47 puñaladas.

No, son 47 lesiones, que incluyen puñaladas, contusiones, erosiones...


Entrevistador: Ella, 104 cuchilladas.

Al igual que en el caso anterior, no son cuchilladas, son lesiones. 


Entrevistador: Marianela Olmedo… había dejado esa casa hacía 28 días.

Incorrecto, se había marchado el día 9 de abril, 18 días antes del crimen. No es corregido ni por Marianela ni por el abogado.


Abogado: … la prueba de ADN, cuando se encuentran restos por trasmisión directa en tres toallas en la casa…

No es cierto, es una opinión suya, no sustentada por los técnicos. Estos dijeron, y solo en el juicio, que el hallazgo era compatible con una trasmisión directa, sin descartar una trasmisión indirecta.


Abogado: Y en segundo lugar, ¿por qué dicen que el señor Medina estaban en Mercadona cuando ocurren los hechos entre las 21:45 de la noche y las 22:05 o 22:10 minutos...

¿Por qué utiliza el abogado ese intervalo horario? En su primer informe la UCO sostenía que los crímenes habían ocurrido entre las 22:00 y las 22:15. En el realizado con ocasión de la detención de Medina, entre las 21:50 y las 21:10, y en el juicio, el encargado de la investigación dijo que entre las 21:52 y las 22:02. 


Abogado: ... si solamente hay una testigo, que además es su pareja sentimental diez años atrás, y con la que tenía muy buenas relaciones, …

Tanto como buenas relaciones… Pero centrémonos en la incorrección más notable de todas, decir que es la única testigo. Resulta tan evidente que debería provocar sonrojo. Si el señor Romero toma como referencia lo declarado en el juicio, no es la única testigo, hay otra. Si toma como referencia lo declarado poco después del crimen, tampoco es la única testigo, está Marianela.  Bajo ningún criterio razonable, salvo el capricho del abogado, es Raquel la única testigo que sitúa a Medina en el Mercadona.


Abogado:… solamente esa señora es la que dice en el juicio, y cambiando sus declaraciones, no que lo viera, al señor Medina en el Mercadona, sino que de espaldas dice que lo oye, osea que ni siquiera lo vio,

Parece que va entrando en calor, y encadena error tras error. Ella declaró verlo, oírlo, verlo de nuevo… Sí, dijo haberlo visto, de forma explícita.


Abogado:…pero es que hay otros ocho testigos, incluido el gerente de Mercadona, que dicen que allí no estaba,

Lo siento, pero aquí se me queda corto el término error. ¿Quienes son esos ocho empleados y dónde están sus declaraciones diciendo que Medina no estaba allí? ¿Dónde, cuándo y ante quién dijo el gerente que no estaba dentro del Mercadona? No es lo mismo que más de una año después unas personas digan que no recuerdan haber visto a alguien en algún lugar, que decir que no estaba allí. Nadie dijo que Medina no estuviera en su trabajo hasta la hora de salida. Nadie.



Marianela: Yo soy la tercera víctima de todo esto. 

Sí, y Francisco Javier Medina la cuarta.


Marianela: No me dejaba reírme, no me dejaba hablar. Me anuló como persona.

¿Cuatro años sin reírse ni hablar? Un periodista interesado en la verdad le habría pedido que se explicara. Y es un perfecto ejemplo de lo ridículas que pueden ser algunas afirmaciones si carecen del contexto adecuado.


Entrevistador: Y durante todo ese tiempo usted no sentía que poco a poco, como suele ocurrir, la estaba anulando como persona?

Por si los oyentes se habían perdido la última frase de Marianela, se le tira el capote para que vuelve sobre el tema. De paso, no se entiende bien a qué se refiere el entrevistador con ese “como suele ocurrir”.


Marianela: Totalmente. Totalmente, no, no me dejaba reírme. Yo cambié mi personalidad, yo siempre he sido una chica simpática. 

De nuevo con la risa. 


Marianela: No me dejaba relacionarme con nadie. Solo con mi madre, con mi hermana…
Entrevistador: Y con amigas.
Marianela: Pocas. Con pocas...Me anuló totalmente.

Un periodista perspicaz se habría dado cuenta de inmediato de que la respuesta exige más preguntas. ¿Por qué le habría permitido Medina relacionarse con unas amigas sí y con otras no? Tal vez el otro cliente del señor Romero podría aclarar algo sobre este extremo.


Abogado:...cuando interrogó (refiriéndose al abogado de la defensa) a doña Marianela como si fuera cómplice o cooperadora en los crímenes, cuando ella es una víctima que ha perdido a su niña y a su marido, y precisamente tenía la relación sentimental con el acusado. Entonces, ahí, eso fue un error, no de mí compañero, porque él estaba haciendo su trabajo, los abogados tenemos plena libertad, si no nos paran, el error fue de la magistrada presidente, por permitirlo.

Los que sospechaban de la participación, como promotora, cómplice o encubridora, de Marianela Olmedo eran los investigadores de la UCO y la juez de instrucción. Estuvo muy, muy cerca de ser imputada, como la misma Marianela comprendió, y la prueba de que era sospechosa es que se mantuvieron las escuchas sobre ella incluso después de la detención de Francisco Javier Medina. Yo creo que el temor a ser finalmente imputada fue uno de los motores que iniciaron el proceso que finalizó en su cambio de opinión.


Abogado: Si los hechos ocurren aproximadamente entre las 21:45 y las 22:10 de la noche, 

De nuevo con el horario de su propia cosecha. 


Abogado:...como dicen que hay una trabajadora de Mercadona que dice que a él lo ve, cuando no dice eso en el juicio, y además era su pareja sentimental diez años antes,...

Se hace un pequeño lío entre lo que ve, dice y donde, e insiste en los diez años, obviando que habían roto dos años antes del crimen.


Abogado: ... como dicen que otra testigo también lo sitúa allí, en Mercadona y no en el lugar de los hechos. Tampoco es cierto, esa señora no lo dice

Sí es cierto, esa señora lo dice. De hecho, es de lo que se quejaban los abogados tras su declaración, que decía haberlo visto, cuando previamente no había declarado eso de forma explícita.


Abogado:... porque hay ocho trabajadores que lo dejan de ver.

Esta es una nueva versión de la tergiversación de unos minutos antes.


Abogado: Ese es un ejemplo, pero por qué lo ven de día, por qué lo ven dos caballistas allí, en Almonte, que además, él dice que efectivamente, también se encuentra ese día con ellos, pero que dice que ya es por la noche, cuando salió del trabajo. No, era de día, y lo confirman llamadas telefónicas, y toda una serie de pruebas periféricas, que demuestran que este señor no estaba allí.

No, no lo confirma ninguna llamada ni prueba, ni periférica ni de ningún tipo. Es una conjetura de la UCO que violenta la ya de por sí poco confiable declaración de los caballistas.


Abogado:  ¿Por qué lo niega él y por qué quiere situarse en Mercadona? Pues porque salió por una puerta de atrás, por un callejón por donde nadie lo veía.

Conjetura. Y de paso, ¿dónde está ese callejón por el que se supone que salió invisible para todos?


Abogado:  Hay muchos más, como por ejemplo, la prueba de ADN. Nada más y nada menos que del Instituto Nacional de Toxicología, cuyos técnicos aseguraron que la trasmisión era directa. 

Falso. ¿Dónde han dicho eso? Repito de nuevo, dijeron que era compatible con una transferencia directa. Compatible. Y sin exclusión de otras posibilidades. 


Abogado: ¿Por qué estaba su sangre en las toallas si se habían lavado dos días antes? Pues porque esa noche él estuvo allí.

A estas alturas de la entrevista el abogado parece completamente lanzado, fuera de control, y se atreve con todo. ¿Sangre, señor abogado? ¿Dos días, señor abogado?


Abogado: El móvil es un móvil pasional, y lo dicen los informes técnicos pero lo dice la Unidad Central Operativa. 

Cuyos agentes no definen lo que quieren significar con esa expresión. Resulta difícil refutar o validar algo que puede significar varias cosas distintas.


Me he dejado unas cuantas cosas, porque a pesar de que la entrevista no tiene desperdicio, tan solo quería mostrar las intenciones con la que llega el nuevo abogado, el penoso espectáculo de periodistas que no conocen ni lo más básico del caso pero que se atreven a opinar sobre él (escuchen los suspiros de aprobación o disgusto del entrevistador), y el triste papel de Marianela.

En unas semanas, más.



sábado, 6 de enero de 2018

El crimen de Almonte (III): Apostillas a El crimen de Almonte

NO ERA EL FINAL

Intuía que la última entrada sobre el crimen de Almonte no iba a ser el final, y como evidencia este escrito, no estaba equivocado. He recibido algunas comunicaciones muy interesantes, y alguna de ellas me ha indicado que no iba muy desencaminado en mis apreciaciones sobre el caso. Reproduzco a continuación uno de los correos recibidos, del que tan solo he eliminado los datos que identifican al remitente.



Esta y posteriores comunicaciones me han demostrado que, a pesar de algunos errores poco importantes, mi aproximación es razonablemente correcta en sus elementos esenciales. Eso ha reforzado mi deseo de profundizar en el caso y tengo decidido dedicar más tiempo y esfuerzo al tema.   Me gustaría hablar con las partes implicadas, sobre todo con los abogados, tanto de la defensa como de las acusaciones. Aunque seguramente intentaré establecer contacto en las próximas semanas, si alguno de ellos quiere comunicarse conmigo para darme su opinión o matizar algún dato, puede hacerlo con libertad. Esté de acuerdo o no, publicaré su opinión si así lo prefiere. Hago esta invitación extensible a familiares o amigos tanto de las víctimas como del acusado. Si así lo desean, sus comunicaciones se tratarán de forma confidencial. 

Por otro lado, creo que la probabilidad de que alguno de los investigadores de la UCO quiera ofrecerme su opinión o comentar algo sobre el caso es muy reducida, ya que me han dicho que suelen ser muy selectivos en relación con quien hablan y a quien ofrecen información y datos, pero para que no se diga que no lo he intentado, aquí está la invitación.

No oculto que mi opinión sobre este caso es bastante firme, pero no tengo inconveniente en conocer nuevos detalles que puedan matizar o modificar mi punto de vista. Siempre estoy abierto a escuchar y valorar otras hipótesis o interpretaciones de la evidencia.

Desde el último escrito he accedido a nueva información, y a partir de ello quiero comentar algunas cuestiones.


MARIANELA Y LA SALIDA DEL MERCADONA

Yo tenía la impresión de que Marianela había sido mucho más vaga en cuanto a la salida del Mercadona y donde situaba ella a Medina. Lo cierto es que, incluso ya con su novio detenido, ella repitió de forma constante que Francisco Javier Medina había salido con los demás, que estaba allí a la salida, que lo vio, que está segura, que salió junto a ella, que lo vio subirse a su coche en el mismo momento en que ella se subía al suyo. Eso ya lo había dicho poco después del crimen, y en todas las entrevistas con los investigadores, así como en las declaraciones ante la juez de instrucción al poco de la detención. 

Existe una grabación entre Marianela y su abogada, del día antes de su primera declaración, que anticipa sus dos declaraciones posteriores ante la luez. Marianela le dice a su abogada (que se queja de que los investigadores le han contado más a Marianela que a ella) que uno de los miembros de la UCO le ha dicho que Medina tuvo tiempo de cometer el crimen después de salir del Mercadona. Su abogada duda, diciendo que ha visto en un informe que el crimen ocurrió a las diez de la noche, y Marianela la corta enseguida y le dice que entonces no puede ser, que Francisco Javier salió junto con ella y los demás, y está muy segura de eso.

Es curioso, porque Marianela no se quiere creer que su novio sea el asesino, pero tampoco lo descarta. Resulta extrañamente racional, y no es una mujer enamorada que defienda la inocencia de Francisco Javier contra viento y marea. Duda. No está del todo segura de lo que ocurrió tras separarse de Medina, recuerda claramente que le extrañó lo que había tardado en llegar a su casa, pero indica claramente que si el crimen ocurrió a las 10 de la noche, entonces no pudo ser él, y es tajante en ello. Vacila constantemente entre las dudas que le provoca la seguridad de los investigadores, que le ha dicho estar completamente seguros de que él es el culpable, y su propia experiencia de convivencia con Medina. No le notó nada raro, ni el día del crimen, ni después, jamás sospechó de él, y la enerva la posibilidad de que la pudiera tener engañada durante más de un año. Duda, duda, duda… salvo en un extremo: Francisco Javier Medina salió con ella y los demás esa noche sobre las 22:05, y es de lo único de lo que está completamente segura.

En ese momento ella no sabe que la hora de la muerte se ha fijado con bastante precisión para poco antes de ese momento. Le han dicho, o al menos insinuado, que el crimen tuvo lugar después de salir del Mercadona, tras separarse de Francisco Javier. Esto resulta crítico, porque posteriormente se ha intentado explicar esa seguridad inicial de Marianela como la declaración de una mujer ciega y enamorada que estaba tratando, tal vez de forma inconsciente, de proporcionar una coartada a la persona de la que dependía emocionalmente.

Pero resulta evidente que eso no es cierto. No solo no le proporciona una coartada para el momento en que le han dicho que tuvo lugar el crimen, sino que declara algo que puede perjudicar y provocar sospechas sobre Francisco Javier, que cuando llegó esa noche con la película y la cena le hizo notar lo mucho que había tardado. En ese contexto, que nunca debemos perder de vista, insistir en que él salió del trabajo junto con ella y los demás, no le aporta ninguna ventaja ni alivio a Medina, y por eso resulta tan importante. La explicación para que ella declare eso con tanta seguridad resulta bastante simple: es lo que ocurrió. Lo que necesita de otro tipo de explicación más compleja es el cambio posterior.

Cuando su abogada le pregunta quien más salió con ellos esa noche, ella le contesta: Pues la gente del turno, pero yo que coño se la gente que estaba conmigo en el turno esa tarde. ¿Pero tu te crees que yo me voy a acordar quien estaba conmigo en el turno? Después intenta recordar, y ofrece algunos nombres de forma tentativa. Francisco Javier Medina era la persona de la que estaba enamorada, por la que había abandonado a su marido y su casa, y de la que estaba pendiente. Ella sabía donde estaba él, y si estaba siempre atenta, ese día más, con Raquel en su turno. Marianela estaba dispuesta a aceptar que Medina era el asesino, y le dijo a su abogada que en ese caso sería la primera en ir contra él. 

La firmeza de Marianela en cuanto a que Medina salió con los demás garantizaba una absolución en el juicio en caso se seguir adelante, así que solo quedaban tres opciones.

1) Retirar la acusación contra él.

2) Detener a Marianela como cómplice o encubridora.

3) Conseguir que Marianela cambie su declaración.


Seguramente se barajó la segunda opción, pero finalmente, y tras mucho trabajo y un constante asedio desde varios puntos, lograron la tercera. Resulta notable la habilidad de los miembros de la UCO para este tipo de cosas. Como Marianela era más que firme en su declaración de que Francisco Javier había salido junto a ella, le dijeron que este había tenido tiempo de cometer el crimen tras salir del trabajo, haciéndola creer que este se había cometido más tarde, cuando los agentes sabían perfectamente que este había tenido lugar sobre las diez de la noche. Dejo a juicio del lector la calificación de este proceder, si es un engaño, una mentira, o una artimaña, pero no me negarán que resulta hábil.

La iban a intentar convencer de la culpabilidad de su novio orillando el espinoso asunto de la hora. Como ella estaba completamente segura y se cerraba en banda sobre la salida del Mercadona, la convencieron con otros elementos, y una vez que ella aceptó la culpabilidad, ya se la podía persuadir de que realmente no lo había visto salir. No se podía eliminar de repente la parte más detallada, en la que ella recordaba verlo subir a su coche a la vez que ella subía al suyo, pero si la parte de la salida, en que no sabía si él iba delante o detrás, ni con cuantos compañeros habían salido, ni quienes eran.

El procedimiento es muy interesante. Había dos elementos principales para decidir sobre la posible culpabilidad de su novio, el ADN (que Marianela no entiende, y sobre el que tiene que fiarse de la opinión de terceros), y el paradero de Medina, ¡para el cual ella es la principal prueba! Lo que hacen los miembros de la UCO es convencerla de que Medina es culpable sin utilizar la hora del crimen, persuadiéndola de que en realidad era la víctima de un sujeto celoso y controlador, y de que había asesinado a su hija y al padre de esta. Una vez que ella acepto eso como un hecho, ya se podía volver a la hora. 

Resultaba evidente que si:

1) Francisco Javier Medina era culpable

y

2) El crimen se cometió sobre las diez de la noche,

entonces:

Francisco Javier Medina no podía estar dentro del Mercadona a esa hora, y no pudo salir con los demás y con ella.

La conclusión resulta inevitable a partir de las premisas. El problema es que se ha tergiversado totalmente el análisis, y se ha convertido la conclusión (la culpabilidad o no de Medina), en una premisa, y una de las premisas (la estancia o no del acusado dentro del lugar del trabajo a cierta hora) en la conclusión. Ciertamente brillante, y algo diabólico también.


IMPARCIAL

Me han reprochado que no soy imparcial, o que he tomado partido claramente. No pretendo ser imparcial, y no tengo porque serlo. Lo era cuando empecé a estudiar el caso, pero el análisis me llevó a una conclusión bastante firme. Yo trato los casos según mi parecer, y no pretendo realizar una exposición aséptica y neutral, sino dar mi opinión. Lo único que puedo garantizar es que en la formación de mi opinión he intentado analizar la evidencia disponible sin prejuicios, y he tratado de estudiar todos los ángulos. No me liga ningún interés profesional, económico, o emocional, con ninguna de las partes, y analizo este caso con el mismo interés que los otros que he tratado.

De todos modos, soy sensible a esta crítica, y por eso ofrezco la oportunidad de escuchar, analizar y publicar otras interpretaciones.

Otra persona me ha hecho notar algo muy interesante, y es cuando cuando tiene lugar un crimen y hay un triángulo amoroso por medio, el agresor suele ser el marido abandonado, y las víctimas la esposa o el amante de esta. Pero en este caso se nos dice que ha ocurrido justo al revés.


MERCADONA

Hay supermercados Mercadona por toda España, con los mismos, o muy similares, procedimientos y sistemas. Hay más de 70.000 personas trabajando en ellos, lo que significa seguramente más de un millón de familiares y amigos de esos trabajadores. Cualquiera de esos amigos o familiares puede preguntarles sobre sus sistemas de trabajo y si ellos pueden escaparse una hora antes de terminar sin que nadie note su falta. Como en casi todos los trabajos, resultaría algo extremadamente difícil para un trabajador de base que efectúa su tarea a la vista de todos.


LA SENTENCIA Y EL RECURSO

La fiscalía y la acusación (ahora conjunta de Marianela y la familia de Miguel Angel) han recurrido la sentencia. Hay ciertas cuestiones puramente jurídicas que no me siento capaz de valorar, pero la argumentación en los medios de los abogados (los antiguos y el nuevo) y del propio Aníbal Domínguez, hermano de  Miguel Angel, me parecen poco convincentes.

Es lícito poner en duda la misma institución del jurado, pero hacerlo tras el veredicto, solo porque este no es el deseado, parece más una pataleta que una argumentación seria.

Tampoco parece un argumento de peso quejarse de que el jurado haya dado igual validez a las opiniones de los peritos de la defensa que de los oficiales. O pretender que el jurado tuviera que aceptar como prueba de cargo las decisiones de jueces o tribunales previas al juicio, o las opiniones de los investigadores afirmando que están seguros de la culpabilidad del acusado. 

En tal caso, sobrarían los juicios, y bastaría para dictar sentencia un informe policial, o como mucho, la valoración de un juez instructor.

La queja acerca de la poca motivación del veredicto obvia la propia naturaleza del jurado. Antes de nada, aclarar que yo opino que la obligación que tiene el jurado de motivar el veredicto significa una falta de confianza, bastante contradictoria con la misma institución, pero el hecho es que la ley obliga a la motivación sucinta, y la juez consideró que el veredicto estaba suficientemente motivado, y ella misma, en la redacción de la sentencia, razonó y argumentó de forma convincente.

Porque en realidad, el caso contra Francisco Javier Medina se puede plantear en términos muy simples. Parece que el jurado captó esto bastante mejor que las acusaciones, que se quejan de que en el veredicto tan solo tienen en cuenta cuatro o cinco pruebas o testimonios, entre más de cien. Pero ellos, el jurado, parecieron entender que casi todos esos testimonios no eran más que fuegos artificiales.

Todas las declaraciones dirigidas a mostrar el carácter del acusado, tanto por parte de la acusación como de la defensa podrían ser eliminadas sin que cambiara mucho. En todo el caso contra Medina hay dos elementos críticos, el ADN y la localización del acusado a la hora del crimen. Todo lo demás es de importancia secundaria.

Los jurados consideraron las dos posibilidades (hay otras) que se les plantearon sobre como llegó el ADN del acusado a las toallas, y decidieron que no había forma de elegir entre las dos. Un muy prestigioso experto en ADN defendió la tesis de que la cantidad de ADN hallado en las tollas y la falta de otros restos reconocibles (pelos, sangre, piel, saliva, …) hacían más probable una transferencia indirecta. Los peritos del Instituto Nacional de Toxicología, por su parte, estimaron que los resultados eran compatibles con una transferencia directa, pero sin descartar una transferencia secundaria. Es decir, no se puede determinar con un grado de certeza razonable la forma en que el ADN del acusado llegó a las toallas.

Con ese empate en el ADN, el elemento decisivo para decidir sobre la culpabilidad de Francisco Javier Medina es su paradero en el momento de los asesinatos, y ahí la defensa ganó de forma nítida. No hay ningún testimonio que sitúe a Medina en el lugar del crimen o sus inmediaciones a las hora en que se cometió este, aproximadamente las 22:00 horas. Por contra, hay varios testimonios contundentes que lo sitúan a esa hora en su lugar de trabajo, y el más contundente de todos es el de Marianela Olmedo. Desde el primer momento, y durante 15 meses, Marianela declaró muchas veces que su novio había salido del Mercadona junto a ella y los demás, y que estaba segura de ello. Que más tarde, sometida a un lavado de cerebro y a un asedio emocional, cambiara su declaración, no puede hacernos olvidar su constante seguridad sobre el asunto.

Raquel y otra compañera de trabajo confirmaron ese extremo, y el testimonio de la primera, sobre todo, es decisivo. Si se hubieran presentado testimonios contradictorios que situaran a Medina cerca del lugar del crimen a esa hora, sería una tarea difícil dilucidar donde está la verdad, pero no los hay, no hay nada

Esa imposibilidad de situar al acusado cerca del lugar del crimen hizo que los investigadores utilizaran el más que dudoso testimonio de dos hombres, que incluso en el caso de ser verídico tan solo situaría al acusado fuera de su lugar de trabajo (pero lejos del lugar del crimen) entre hora y media y dos horas antes de los asesinatos. Pero ni eso puede ser, ya que a la hora que ellos indicaron para el encuentro con el acusado, este estaba en su trabajo, como demuestran las cámaras de forma irrebatible. 


De modo que hay varios testimonios que indican que Francisco Javier Medina estaba en su lugar de trabajo a la hora del crimen, y no hay ninguno que lo contradiga. Si las dos opciones que se le plantearon al jurado respecto al ADN son posibles, y no hay un criterio evidente para decidir entre ellas, y a la vez hay testimonios que sitúan al acusado lejos del lugar del crimen a la hora de este, y ninguno de lo contrario, es más que razonable el veredicto de no culpabilidad. Y no sé porque la fiscalía y la acusación creen que en un nuevo juicio un nuevo jurado decidiría de otra forma con la misma evidencia.

Salvo que se pretenda convertir este en uno de esos casos mediáticos en los que se condena en los programas de televisión durante meses o años, para que los posibles jurados ya lleguen predispuestos. Algo de esto ya se ha visto tras el juicio. Periodistas y criminólogos pontifican sobre el caso a partir de cuatro datos o simplemente siguiendo lo que les filtran desde la acusación, y en algunos casos no conocen ni siquiera los elementos más básicos. En un programa de televisión tras el juicio, con varios expertos y un familiar de las víctimas presente (este por vía telefónica), la presentadora dijo dos veces que el ADN de Medina se encontró en la toalla ensangrentada, sin que ninguno de los presentes la corrigiera. Ese es el nivel.

Tengo la intención de volver a escribir sobre este caso en no mucho tiempo. Estén pendientes.