sábado, 2 de septiembre de 2017

El enigma de los Alpes (III y final): Una investigación fallida

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-El enigma de los Alpes (II): Testigos y sospechosos.

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ZAID AL-HILLI

¿Mató a su hermano? Por supuesto que no.
Como ya se ha visto en la primera parte, Eric Maillaud decidió muy pronto cual era el motivo del crimen y quien era su principal sospechoso. Solicitó varias veces que Zaid Al-Hilli, el hermano mayor de Saad, viajara a Francia para ser interrogado allí, pero este siempre se ha negado, dejando claro que no confía en los franceses y que teme que le preparen alguna encerrona para acusarlo. Ante la negativa, el fiscal estuvo insistiendo durante meses ante los policías británicos para que detuvieran a Zaid, pese a que estos se resistían, alegando que no había ni la más mínima evidencia contra él. Finalmente, y probablemente para que dejara de insistir, detuvieron a Zaid, a quien ya habían entrevistado varias veces, y lo sometieron a un interrogatorio formal y registraron su vivienda. Tras dormir un día en el calabozo y negar toda implicación en la muerte de su hermano, fue puesto en libertad. En este caso las quejas de Maillaud tienen cierto fundamento, más que por no haberlo detenido antes, por el hecho de que los policías británicos tardaran 9 meses en registrar la vivienda de Zaid, cuando parece evidente que para entonces cualquier documento comprometedor o rastro ya habrían desaparecido. Maillaud rechazó las críticas de los británicos insinuando que no querían darle la razón a los franceses, y en una aparente broma afirmó que no habían podido olvidar la guerra de los cien años. 

Con el tiempo Eric Maillaud parece haber moderado sus opiniones, y pese a que le dijo a Parry que: Es cierto que presenta un perfil interesante, y está animado por un sentimiento de odio y venganza, también tuvo que reconocer que: ...visto objetivamente, no tenemos evidencia firme que conecte a Zaid con los asesinatos. Esa es la verdad. Según Maillaud, Zaid tenía el motivo, un enfrentamiento con su hermano por la herencia de su padre, y había mentido a los investigadores al negar que tuviera un conflicto serio con Saad.

Por su parte, Zaid no ha sido tímido a la hora de referirse al fiscal francés. Ha dicho de él cosas como: … no es un fiscal, es un completo imbécil ;... creo que es un sinvergüenza; … es básicamente un idiota, y algunas expresiones más del mismo estilo. Aparte de los insultos, ha atizado algún buen sopapo dialéctico a los investigadores franceses, como en esta argumentación que reprodujo en su reportaje Sean Flynn: Por un lado dicen que no saben lo que ocurrió. En la frase siguiente dicen que no tiene nada que ver con el ciclista francés, que estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada. Bueno, esas dos declaraciones se contradicen.

Zaid está convencido de que el crimen es un asunto local, probablemente relacionado con el ciclista, pero en cualquier caso francés, y que posiblemente los investigadores están protegiendo a alguien. Opina que el comportamiento de Maillaud y los investigadores franceses está teñido de racismo, y que tiene mucho que ver con el origen árabe de los Al-Hilli.

Zaid, tras hablar con la policía
Creo que la acusación de racismo es injusta y que las motivaciones de Maillaud eran otras, aunque el origen iraquí de los Al-Hilli ayudó, sobre todo a nivel periodístico, a que las sospechas se alejaran de Francia. Además, Zaid Al-Hilli es en buena parte culpable de la presión a la que se vio sometido, por mentir a la policía. Negó que tuviera un conflicto serio con su hermano y rebajo el asunto a un mero desacuerdo sin importancia, pese a que los agentes encontraron testigos y documentos que probaban lo contrario. Había realmente un conflicto importante entre los dos hermanos, y pese a que seguramente no era algo irreversible, y que Maillaud exageró la cuestión, la verdad es que no era un simple desacuerdo.

Los hermanos Zaid y Saad habían mantenido una muy buena relación durante casi toda su vida. Cuando la esposa de Zaid murió de cáncer en 2007, su hermano Saad le invitó a vivir con su familia en su domicilio de Claygate, donde permaneció más de un año y estableció una estrecha relación con Zainab y la recién nacida Zeena. Después regresó a su propio domicilio, pero continuó manteniendo el contacto con su hermano y su familia. Todo empezó a torcerse en agosto de 2011, cuando el padre de los dos, Kadhem, murió en su apartamento de Mijas, donde residía desde hacía unos años. Parece ser que Saad se quejaba de haber tenido que pagar el traslado del cadáver desde España y otros gastos, lo que provocó tensión con su hermano, aunque Zaid lo niega, o al menos rebaja su importancia. Lo que si reconoció Zaid es que la propiedad de la casa de Claygate fue un importante punto de fricción entre los dos.

Hogar de los Al-Hilli en Claygate
Cuando Kadhem y Fasiha, los padres de Zaid y Saad, se había separado, la casa de Claygate había pasado a ser propiedad de Fasiha, y cuando esta falleció en 2003 la casa les correspondía a los dos hermanos a partes iguales. Como Saad estaba viviendo allí, Zaid aceptó que no se vendiera, pero lo cierto es que era propietario del 50 %. Saad estaba muy apegado a su  madre, y tenía una relación más tirante con su padre, mientras que Zaid mantenía una buena relación con Kadhem. Este puso algunas de su posesiones a nombre de Zaid, por ejemplo, la mitad del apartamento de Mijas, sin que se conozca el motivo. Según algunos, como Saad vivía en la casa de Claygate, Zaid podría haber hecho creer a su padre que su hermano había recibido toda la casa y que él no tenía nada. O puede que todo este asunto hunda sus raíces en las costumbres árabes respecto a la especial relevancia del primogénito y su responsabilidad para mantener el patrimonio familiar. 

Kadhem había dejado dos apartamentos, uno de ellos el de Mijas, y una cuenta en Suiza con un dinero indeterminado, pero que podría ser hasta un millón de libras. Pero esta cuenta había sido congelada por el banco cuando Kadhem enfermó y nadie tendría acceso a ella durante dos o tres años, aunque Saad decía que Zaid había intentando acceder a ella y seguramente Zaid temía lo mismo de su hermano. Se ha comentado que Saad tenía previsto aprovechar su viaje a Francia para visitar la cercana Suiza y asegurarse de que Zaid no podía llegar al dinero. Cuando llegó el momento de hablar de la herencia, Saad no solo se enteró de que su hermano ya poseía la mitad del apartamento de Mijas, sino que Zaid metió en la discusión su parte de la casa de Claygate. La valoraba en 800.000 libras, y por tanto pretendía que Saad pagara 400.000 por su parte si quería que fuera suya.

Saad no quería pagar ese dinero por lo que consideraba su casa. Decía, por ejemplo, que había gastado mucho dinero y muchas horas de su propio trabajo mejorando y arreglando la casa, y que eso no se tenía en consideración. Le ofrecía a su hermano su parte de los apartamentos a cambio, pero Zaid lo consideraba insuficiente, entre otras cosas porque la mitad de uno de ellos ya era suya. Desde el punto de vista de Zaid, su hermano solo le ofrecía la mitad de un apartamento y un cuarto de otro a cambio de la mitad de la mucho más valiosa casa de Claygate.

Es muy probable que el caso hubiera acabado en los tribunales, pero resulta difícil ver el motivo para que Zaid contratara a alguien para matar a su hermano y su familia. Aunque el tema sucesorio puede ser muy complejo, sobre todo si hay bienes en distintos países, el asunto de la casa de Claygate parece inclinarse más hacia Zaid que hacia Saad. Es posible que un juez considerase que el dinero invertido fuese tenido en cuenta a la hora de efectuar el reparto, pero veo muy difícil que las pretensiones de Saad fueran atendidas, al menos en una parte significativa. Zaid tenía las de ganar (o al menos empatar), así que no tenía ningún motivo para un asesinato. En realidad, Saad podría tener más motivos para asesinar a su hermano que al revés.

Nunca se ha propuesto que Zaid hubiera matado a Saad por su propia mano, porque los investigadores pudieron comprobar de forma fehaciente su paradero en el momento del crimen. Lo que si se ha planteado es que podría haberlo hecho mediante un asesino a sueldo. Ian Horrocks se pregunta como habría encontrado Zaid a ese asesino: No es como si se anunciaran en las páginas amarillas o la Surrey Gazette. Yo he investigado a esa gente; he tenido acceso a bases de datos que contienen información sobre ellos. No son tantos, y los pocos que hay no trabajan para contables de 54 años de Surrey. Maillaud y los investigadores franceses eran sensibles a este tipo de crítica, así que se insinuaba algo menos sofisticado y formal, una especie de sicario low cost, del que, por supuesto, no se ha encontrado el menor rastro.

Varios conocidos de la famlia admiten que Zaid es codicioso, pero no creen que haya intervenido de ninguna forma en los crímenes. Es posible que sus actos le acaben provocando problemas legales, pero dudo que sea por un delito de sangre.


PROBANDO SUERTE

Eric Devouassoux
Unos meses después de publicar el retrato robot del motorista con el extraño casco visto por los agentes forestales, todos los medios de comunicación se hicieron eco de la detención de un sospechoso en un pueblo cercano al lago. Era un policía municipal que había sido expulsado del cuerpo hacía unos meses, se parecía bastante el retrato robot, y además se encontraron varias armas en su casa, entre ellas una Luger. Parecía que el caso estaba resuelto y que, pese a todo, se trataba de un crimen local, pero según pasaban los días se fueron enfriando las expectativas. No se encontró el arma del crimen, ni el llamativo casco, ni la moto vista por los trabajadores forestales. La señal de su teléfono móvil indicaba que el detenido había estado por la zona el día del crimen, pero como vivía por allí y la imprecisión era de varios kilómetros, eso no probaba nada. Eric Devouassoux, de 48 años, fue liberado tras cuatro días, aunque con cargos por otros motivos, ya que al parecer compraba y vendía armas de forma ilegal, y eso explicaba las encontradas en su casa. Pero nada lo ligaba con el crimen y no tenía ningún motivo, así que lo único en su contra era su parecido con el retrato robot.

La detención de Devouassoux tuvo un efecto imprevisto, y es que algunos medios, convencidos de que el caso estaba resuelto, publicaron fotografías que habían conseguido y que la policía no había permitido mostrar. Eran dos fotografías del cadáver de Sylvain Mollier junto al BMW, y la famosa última fotografía de la familia a las 15:17. La mayoría de los medios pixelaron las caras de las niñas, pero alguno las publicó sin hacerlo, y aunque la foto es de mala calidad, se puede ver claramente el rostro de Zainab y Zeena. Teniendo en cuenta que el crimen está sin resolver, que no se conocen los motivos del mismo, y que al menos una de las niñas es la única testigo (aunque no recuerde casi nada), mostrar sus rostros fue una grave irresponsabilidad.

Uno de los misterios del caso era la desaparición del pasaporte de Saad Al-Hilli. No se había encontrado en el coche, ni en la caravana familiar, y hacía pensar que el asesino o algún cómplice se lo podría haber llevado, aunque no se sabía como. El misterio se aclaró en el verano de 2014, casi dos años después de los crímenes, cuando el pasaporte apareció en un bolsillo de la chaqueta de Saad, que se hallaba en un laboratorio. Este hecho reforzó las opiniones de los que consideraban que la investigación era una auténtica chapuza. Si se les había pasado el pasaporte en la chaqueta, ¿cuánta más evidencia podría estar perdida o haber sido tratada de forma inadecuada?


EL COLAPSO DE LA INVESTIGACIÓN

Finalmente, se localizó al hombre del retrato robot. Los investigadores tenían el listado de todos los teléfonos cuya actividad había sido recogida por las torres cercanas al lugar del crimen ese día, y cruzaron los datos con los de todos los propietarios de motos de Francia, poniéndose en contacto con todas las coincidencias. Este lento y laborioso proceso acabó conduciendo a la localización del misterioso motociclista. Un hombre de Lyon reconoció cuando fue contactado que había estado ese día en ese lugar, y tras entrevistarlo, Maillaud y los detectives han descartado que este honorable señor (así lo definieron) esté implicado en el crimen. El hombre declaró que recorría frecuentemente con su moto las montañas que rodean el lago en busca de lugares adecuados para practicar su gran pasión, el parapente. Reconoció que había estado en ese lugar y su encuentro con los guardias forestales, que le indicaron que no podía circular más arriba de Le Martinet, y tras una breve conversación aceptó marcharse del lugar. De forma sorprendente, dijo que no estableció la conexión entre su visita al lugar y el retrato robot (con descripción de casco y moto incluida) que había salido en los medios. Según Maillaud, es alguien respetable, que no da el perfil, lo que nos da más información sobre el mismo Maillaud que sobre el motorista.

Para la investigación fue un golpe muy duro, ya que esta era su mejor pista. Había un misterioso BMW, que tan solo había sido visto por un trabajador forestal pero no por sus compañeros unos minutos después, o por Brett Martin más tarde. Maillaud, en la entrevista concedida a Parry, señalaba: Una de las hipótesis era que el coche de los Al-Hilli estaba siendo seguido por una moto y un coche. Tenía sentido. Ahora, claro, tenemos razones para creer que el motorista no está implicado. Antes teníamos una teoría con dos vehículos, ahora tenemos una teoría con uno solo. Se vuelve un poco más complicado.

Estas declaraciones de Maillaud son un sinsentido, y no alcanzo a comprender lo que pretendía. Nadie vio ninguna moto en dirección a Le Martinet. Es posible que la traducción de las palabras de Maillaud en la entrevista  sea incorrecta, cosa que sucede con más frecuencia de la que se supone.

El hecho es que ninguna evidencia indica que el coche de los Al-Hilli fuera seguido por ningún coche ni moto, y el único testigo, Brett Martin, apunta justamente a lo contrario, a que nadie iba siguiendo al coche. Por otra parte, Maillaud exculpa al motorista sin más explicación que la de que es un hombre honorable, y parece dar por supuesto que ese motorista es el mismo que vio Brett Martin, pero esa suposición plantea una contradicción insuperable. O bien el motorista dijo la verdad y se marchó del lugar sobre las 3 de la tarde, tras el encuentro con los guardias forestales, o bien fue el motorista que se cruzó con Martin de tres a cinco minutos antes de llegar este al lugar del crimen, sobre las 15:35 horas, pero las dos cosas a la vez no pueden ser ciertas. Si el mismo motorista fue visto por Martin implica que no se marchó y que se quedó allí otra media hora, y eso significaría que no ha dicho la verdad, y que no solo no puede ser eliminado como sospechoso, sino que se convierte en el principal sospechoso.

Por contra, si realmente se marchó sobre las 3 de la tarde, entonces tal vez pueda haber datos que lo exculpen. Es posible, por ejemplo, que a la hora del crimen ya estuviera a bastantes kilómetros de distancia, y que alguna torre lejana recogiera la señal de su movil. Pero entonces no puede ser el motorista que se cruzó con Martin cerca de Le Martinet. Yo me inclino por esta segunda opción, ya que abre la posibilidad a que su exculpación se deba a algo más que su honorabilidad. Además, en caso contrario debería haber visto a los Al-Hilli y a Mollier, y no se ha reportado nada en tal sentido, aunque el secretismo en torno a su persona y lo que ha declarado deben provocar cautela a la hora de extraer conclusiones.

Una duda razonable surge al preguntarse si ese motorista no debería haber sido visto por Brett Martin si se marchó a las tres de la tarde. A esa hora aproximada Martin estaba en Chevaline, así que tendrían que haberse cruzado unos minutos después. Las horas no cuentan con la precisión suficiente para extraer conclusiones definitivas, pero Martin y el motorista del extraño casco podrían haberse evitado por muy poco. Desde el punto donde se unen la carretera que viene de Chevaline y la de Arnand hasta el lugar del crimen hay 3,3 kilómetros, y Google Maps calcula un tiempo de 28 minutos para hacer el recorrido en bicicleta. Aunque Mollier era más rápido que él, Brett Martin lo puede hacer probablemente mejor que la media, ya que participa en triatlones y está acostumbrado a pedalear duro. De todos modos, si restamos 28 minutos de la hora estimada de llegada al lugar del crimen, entre las 15:35 y las 15:40, resultaría que Martin pasó por por el punto de la bifurcación entre las 15:07 y las 15:12. Si el motorista se marchó sobre las 3 de la tarde, no habría tardado más de 8 o 10 minutos en llegar a ese mismo punto, lo que lo sitúa pasando por allí entre las 15:08 y las 15:10. Es decir, que no necesariamente tendrían que haberse visto. Si el motorista salió un par de minutos antes, o Martin viajó un poco más rápido que la media, el margen aumenta de forma notable.

Ya hemos visto como el testimonio de Martin es impreciso en algunos puntos, pero denota seguridad. Su declaración de que primero le adelantó el coche y después, en último lugar, se cruzó con la moto, no debe tomarse a la ligera, y que señalara el detalle de que el vio al motorista de tres a cinco minutos antes de llegar a Le Martinet, indica de nuevo poca precisión pero seguridad. En su conjunto, la evidencia parece indicar que el motorista que se cruzó con Martin no es el mismo que habían visto los agentes forestales más de media hora antes. El segundo motorista es, muy probablemente, el asesino.

En este punto quiero señalar que yo nunca compartí el optimismo de Maillaud y los detectives en cuanto a que el hombre del extraño casco fuese la pista más prometedora del caso. Además de que ese hombre había sido visto entre 35 y 45 minutos antes del crimen, había dos elementos que me hacían ser bastante escéptico.

1) El que el hombre en la moto hubiese mostrado su rostro a los guardias forestales, sin necesidad de hacerlo, me hacían dudar que fuera el asesino, o al menos que tuviera planeado matar a alguien. Cuando los guardias le dijeron que no podía estar allí, podría haber mantenido su rostro oculto y haber hecho algún gesto de que comprendía lo que le decían y marcharse, pero en vez de ello abrió su casco y dejó ver su cara.

2) El que Martin no recordara nada especial sobre el motorista, salvo que no pudo verle el rostro por culpa de un casco, me hacían dudar de que fuera la misma persona. Martin no pudo dar detalles del coche o la moto porque no vio nada especial que le llamara la atención, y fue capaz de dar detalles sobre la bicicleta de Mollier porque reconoció de inmediato que debía ser bastante cara. Los trabajadores forestales que vieron la moto entre las 14:45 y las 15:00 recordaban perfectamente las grandes mochilas que colgaban de los laterales, y que difícilmente podían pasar desapercibidas. Es posible que Martin estuviera tan concentrado en el cruce que no se fijara en nada, pero sabemos que miró al motorista, que debió pasar a no más de un metro de él, y que pudo ver que llevaba un casco, pero no vio nada especial en este, pese a lo llamativo que era, y tampoco se fijó en las mochilas en los laterales. Eso también me hacía pensar que no era la misma moto.

Creo que la evidencia indica que hubo dos motos distintas ese día en Le Martinet, una sobre las 15:00 horas y la otra más tarde de las 15:30. Una de las motos llevaba dos voluminosas mochilas en los laterales, y su piloto un llamativo casco, mientras que el testigo que se cruzó con la otra moto no se fijó en nada especial. Hemos visto que no era necesario que Martin se hubiera cruzado con la primera moto, aunque por muy poco. Lo único que queda por aclarar es si esa segunda moto, la que Martin pudo ver al acercarse a Le Martinet, no debería haber sido vista por otros testigos, al menos por los excursionistas franceses que el ciclista británico se encontró cuando bajaba a pedir ayuda. Ocurre lo mismo que en el primer caso, y los movimientos y velocidades de los implicados indican que el que se cruzaran o no depende de unos pocos minutos, tal vez uno o dos. Las horas y velocidades implicadas se han acotado mucho, pero no lo suficiente como para extraer una conclusión. Uno de los excursionistas, Philippe, declaró que no recordaba haberse cruzado con ninguna moto o coche mientras subían, y que suponía que esa moto podría haber toma la Ruta du Moulin antes de que ellos llegaran al cruce. El testimonio de los excursionistas no es de mucha utilidad, ya que a diferencia de Martin, no están seguros de lo que vieron. El ciclista británico vio dos vehículos, y está seguro de que no fue adelantado o se cruzó con más, mientras que ellos no recuerdan haber visto ningún vehículo, pero no están seguros de si alguien los adelantó o se cruzaron con alguien.

Yo creo que si alguien los hubiera adelantado, es casi seguro que se hubieran acordado, ya que adelantar a un coche en esa carretera es una maniobra peligrosa para una moto y casi imposible para un coche. Mi opinión es que también se habrían acordado si se hubieran cruzado con un coche, y probablemente con una moto (por eso creo que no se cruzaron con nadie, y que la moto vista por Martin llegó al cruce antes que ellos), pero este último caso es más dudoso. Si iban charlando, el cruce con una moto podría haber atraído la atención del conductor durante unos segundos, y después su mente habría vuelto la atención a la charla, olvidando el breve incidente.

En resumen, la moto vista por Brett Martin apenas unos minutos antes de llegar al lugar del crimen era pilotada, muy probablemente, por el asesino. En ese caso, actuó solo y se marchó por el mismo lugar por el que había llegado.

NUEVAS POSIBILIDADES

Tras el fiasco con el motorista de Lyon, la investigación pareció quedarse sin saber por donde seguir. De vez en cuando se filtran algunas noticias para intentar mantener el interés, y por ejemplo, se ha dicho que se han encontrado en el coche de la familia británica dos muestras de ADN no identificado, queriendo dar la impresión de que tienen alguna importancia, cuando muy probablemente no tienen ninguna. Los dos rastros de ADN fueron encontrados en el paragolpes delantero y bajo la alfombrilla del asiento del conductor, y no pertenecen a la familia ni están en la base de datos europea de criminales. Casi con seguridad fueron dejados en esos lugares por un mecánico, alguien que lavó el coche, alguien que tocó el paragolpes del coche o la persona que colocó la alfombrilla en su sitio o el que se le vendió a Saad. Sin descartar que el ADN del paragolpes delantero pertenezca a alguno de los policías o sanitarios de emergencias.

Patrick Menegaldo, según
la prensa
De todos modos, Maillaud fue preparando al público para la posibilidad de que el caso no tuviera nunca una resolución oficial, y dijo que era posible que estuviéramos ante el crimen perfecto. Por un lado continuó insistiendo en Zaid, pero también comenzó a insinuar que tal vez el asesino hubiera muerto, y con mucha prudencia fue dejando caer la idea, para que el público lo acabe aceptando algún día. El nuevo sospechoso se llamaba Patrick Menegaldo, y era un antiguo legionario de 50 años que se suicidó en enero de 2014. Patrick vivía en Ugine, al igual que el ciclista francés, y había mantenido una relación intermitente entre 2000 y 2007 con la hermana de Mollier, con la que seguía manteniendo buena relación. Ella lo nombró cuando los agentes le preguntaron por conocidos que supiesen manejar armas, aunque no quería meterlo en líos. Había sido entrevistado, de forma rutinaria, por los investigadores en abril de 2013, y en la carta de suicidio que dejó escrita se quejaba de ser considerado un sospechoso de los asesinatos, y que no podía soportarlo. 

Maillaud encontró muy misterioso el asunto. Había sido una entrevista a un posible testigo, una de las cientos que se realizaron, y no un interrogatorio a un sospechoso, y no había razón para que se sintiera acusado. Era un tipo duro, un paracaidista que seguramente se había visto envuelto en acciones de combate en algunos de los lugares más peligrosos del mundo, y que posiblemente había matado a gente. Bebía bastante, se había metido en peleas en bares, y seguramente había pasado tiempo entre rejas durante su estancia en la Legión Extranjera. ¿Y ese hombre no podía soportar una amable entrevista de 45 minutos con un policía? No, dice Maillaud, aquí hay algo muy extraño. Sabía manejar armas, y tenía la capacidad suficiente para cometer el crimen. Ordenó que se investigara en profundidad la vida del hombre y que se siguiera esa pista tan lejos como fuera posible. Así, como de pasada, comentó que el hombre tenía problemas psicológicos tras su paso por la Legión.

Lo que se le ha olvidado decir al fiscal es que no se ha encontrado rastro de que Menegaldo tuviera o hubiera tenido alguna vez una Luger, ni que tuviera alguna inquina hacia Mollier o su hermana. La referencia a los crímenes es solo una pequeña parte de una larga carta de suicidio de seis o siete páginas, donde es de presumir que el suicida escribiera sobre otros motivos para el acto que se disponía a cometer. Maillaud dijo que en la carta el hombre no reconocía los crímenes, pero eso es una media verdad. En realidad, Menegaldo negaba de forma explícita su participación en los mismos, y se temía la interpretación que pudieran darle a su suicidio. Su familia, que niega que pueda estar implicado de alguna forma en los asesinatos, público un pequeño extracto de la carta donde queda claro lo que escribió: Yo no se nada de toda esta historia. Mi gesto no es una confesión. Se llevaba bien con Sylvain Mollier, dicen los suyos, y de las declaraciones de la hermana de Sylvain se deduce claramente que fue Menegaldo quien no quiso seguir con la relación, porque no quería comprometerse. Siguieron siendo amigos, y ella tampoco cree que tuviera nada que ver con la muerte de su hermano.

Mi impresión es que lo que tanto extraña a Maillaud tiene sentido si se considera que Patrick Menegaldo tenía graves problemas psicológicos desde hacía tiempo, y que pudo magnificar un acto sin importancia como la entrevista policial hasta convertirlo en algo insoportable, y que tal vez fue la gota que colmó un vaso casi lleno. Tres años después, esa referencia en la carta de suicidio es lo único que lo liga con el crimen, nada más. Ni indicios ni motivo. El caso de Patrick Menegaldo es un perfecto ejemplo de la pobre investigación, porque lo cierto es que debería haber sido un sospechoso desde el primer momento. Un antiguo legionario con experiencia en el manejo de armas cortas, que vivía en Ugine, que conocía a Mollier y había estado relacionado con su hermana, debería haber sido investigado de inmediato, unos días después del crimen, pero casi todos los detectives estaban siguiendo la fantasmal pista británica. Por contra, fue entrevistado siete meses después de los asesinatos, cuando ya no había posibilidad de comprobar declaraciones o coartadas. Y ahora, cuando ya está muerto y no se puede defender, se puede insinuar o sugerir con total impunidad.

LA RECOGIDA DE INFORMACIÓN

Al comenzar la investigación de un crimen resulta indispensable recopilar de inmediato determinada información, o se corre el riesgo de que se pierda para siempre. Aparte de objetos o restos biológicos hallados en el lugar del crimen, resulta crítico recoger lo antes posible las declaraciones de posibles testigos, ya que se sabe que el tiempo tiene un efecto devastador sobre la memoria, por culpa del olvido y también a través de las llamadas falsas memorias, por las que vamos incorporando de forma inconsciente nueva información que se combina con las observaciones y se forma un nuevo recuerdo, que el individuo está convencido que es el original. Otro tipo de información, como por ejemplo los registros de llamadas, los movimientos bancarios o las grabaciones de cámaras de seguridad, puede esperar un poco más (aunque sin perder de vista las fechas de borrado o eliminación) ya que no se degrada de forma inmediata. Por eso no es conveniente perder el tiempo durante los primeros días con hipótesis o con elementos no urgentes, y resulta indispensable recopilar toda la información que se pueda perder si no se recoge de inmediato.

Maillaud y los detectives tenían a su disposición ya durante los primeros días, incluso antes de 24 horas, elementos básicos para considerar la opción de que ni los Al-Hilli ni Mollier fueran los objetivos del asesino. No se trataba de descartar ninguna opción, sino de establecer prioridades, y aunque el conflicto de Saad con su hermano por la herencia paterna era una línea de investigación demasiado buena para dejarla de lado, los investigadores ya debían saber que era una explicación muy improbable para el crimen. El testimonio de Martin, el del dueño del camping y otros campistas, los teléfonos de las víctimas, todo parecía indicar que nadie los iba siguiendo y que la presencia de la familia británica en Le Martinet era fortuita, y lo mismo parecía para Mollier. Ahora bien, la opción de que ninguna de las víctimas fuera el objetivo obligaba a plantearse otra posible motivación para el crimen, desde un intento de robo o secuestro, a una confusión, a un asesinato, al azar o no, obra de un psicópata.

En el caso de ser el asesino un psicópata que decidió matar por esa zona a algún extranjero, a algún británico, o a cualquiera que pasara por allí, era probable que conociera bien la zona, bien por vivir en las cercanías o por haberla visitado muchas veces en el pasado. En cualquier caso, era muy probable que hubiese realizado un reconocimiento del lugar en los días previos al crimen, posiblemente a una hora aproximada a la que tuvo lugar este, o que hubiera hecho un intento previo que resultó fallido por cualquier razón. Habría sido necesario, por tanto, hacer un llamamiento para que todas las personas que hubieran estado por la zona en los días anteriores, tal vez hasta dos semanas atrás, se pusieran en contacto con los investigadores. Seguramente la mayoría serían turistas de varios países distintos, y ese llamamiento, que habría sido inútil en casi cualquier otra investigación, tenía perfecto sentido en esta. El crimen era en ese momento noticia en Europa y otras partes, lo que garantizaba la difusión de cualquier apelación a la colaboración, posiblemente a través de Interpol y las policías nacionales, y además la investigación contaba con medios materiales y humanos para gestionar los cientos de testimonios que podían llegar.

Podría haberse solicitado que se pusiera en contacto cualquiera que hubiera visto algo extraño, incluso meses atrás, y a los demás, los que no hubieran visto nada especial o no recordaban nada que les hubiese llamado la atención, que proporcionaran un breve resumen de su estancia allí, con horas aproximadas, el recorrido, y fotos o películas realizadas en el lugar. Si el asesino había estado reconociendo el terreno, podía haber sido visto por alguien en alguna situación poco habitual, o comportándose de forma llamativa. Alguna matrícula que apareciese fortuitamente en una fotografía podía proporcionar una pista decisiva. Pero esos recuerdos pueden desvanecerse con rapidez, las fotografías pueden borrarse o perderse, y el interés del público en el crimen puede acabar reduciéndose casi a la nada, y por eso resulta indispensable recoger la información de inmediato, en unos días.

Pero Maillaud no podía hacer ese llamamiento. No podía porque habría entrado en contradicción con lo que estaba a punto de establecer firmemente, que el crimen se había originado en Gran Bretaña, y que por tanto los Al-Hilli eran el objetivo. Si era posible que el asesino hubiera estado por la zona días o semanas atrás, significaría que era mucho más probable un crimen local, y que serían posibles esos rumores que ya circulaban por los tabloides. Tal vez alguien se dedicaba a robar coches de británicos a punta de pistola y se había desmadrado todo, o un loco estaba matando turistas británicos. Incluso la consideración de un crimen completamente al azar podía indicar que un psicópata andaba suelto por los bosques cercanos al lago de Annecy. Era mucho más cómodo sugerir un asesinato a sueldo, unos matones que habían venido de fuera, habían asesinado y se habían marchado para siempre.

Aunque han pasado muchos años y es casi seguro que cualquier información relevante se ha perdido, no pierdo la esperanza de que algún turista viera algo que le llamara la atención en los días anteriores al crimen, y que haya guardado esa información.

HIPÓTESIS

En mi opinión, la hipótesis más consistente es la de que el asesino no tenía ningún tipo de relación con la familia Al-Hilli ni con Sylvain Mollier, y por tanto ninguno de ellos era un objetivo. Aunque no puede haber certezas, la evidencia disponible indica claramente que nadie estaba siguiendo a las víctimas, y también que nadie sabía con antelación que iban a estar en ese lugar. Esto, que es probablemente cierto en el caso de Mollier, es prácticamente seguro en el caso de la familia británica.

En cuanto a la motivación para el crimen, no puede ser conocida. Podríamos estar ante un random killing, un asesinato cometido en ese lugar y en ese momento por razones que solo el asesino conoce. O tal vez fue un crimen decidido sobre la marcha, alguien practicando con un arma, tal vez con problemas mentales, y que de repente decidió disparar contra personas. Aunque considero esto último posible, creo más probable que el criminal fuera ese día a ese lugar decidido a matar, tal vez a extranjeros, o a ciclistas, o a cualquier persona que llegara.

El segundo lugar en mi lista de hipótesis más probables, muy lejos de la anterior, se encuentra la de que Fillon-Robin no se equivocara en cuanto a la hora en que vio pasar al coche británico, lo que conduce a su vez a dos posibilidades, la de un error de identificación y la de que alguien se asustó al ver regresar el coche.

El tercer lugar está la posibilidad de que alguien quisiera matar al ciclista francés y se encontrara en medio con los británicos. En este caso, la posibilidad más razonable, aunque improbable, es la de un encuentro casual entre alguien que deseaba matar a Mollier y este. Más improbable todavía es que el asesinato de Mollier fuera algún encargo y que alguien planease el crimen en ese lugar.

El último lugar está la hipótesis de que el objetivo fuese alguien de la familia Al-Hilli. Si no lo descarto por completo es por la incertidumbre inherente a todo caso sin resolver, pero toda la evidencia indica que la hipótesis no es correcta.

En cuanto al autor, si la hipótesis que considero más probable es correcta, es alguien que mata eligiendo sus víctimas al azar o por alguna característica especial. Considero posible que este crimen esté relacionado con el de Xavier Baligant, que veremos a continuación, y posiblemente con algún otro que prefiero no comentar por el momento.

Una de las muchas preguntas que surgen al analizar el caso es la de a quien intentaba matar el asesino. Hemos visto que la evidencia indica que el crimen no se planeó para matar a alguna de las víctimas en concreto, pero fuera por el motivo que fuera, en algún momento una persona armada con una pistola decidió que mataría a alguien. Podría haberlo decidido días o semanas antes, o tal vez fueran solo horas o minutos, pero salvo que supongamos un acto completamente irracional, un impulso instantáneo, el criminal tuvo que decidir que iba a disparar a una o varias personas. Podría haberse dirigido a Le Martinet con la intención de disparar a quien estuviera allí, fuera una persona o una docena, o tal vez estaba esperando la llegada de algún tipo de víctima en concreto: un ciclista, un coche con matrícula extranjera, un  coche cualquiera…

Se ha discutido la eficacia del asesino, su habilidad en el manejo del arma y si era un profesional, con variedad de opiniones. Maillaud defiende que sí, que era un profesional (ver la serie sobre Jill Dando para la utilización del término profesional) y muy hábil, ya que 17 de las 21 balas disparadas impactaron en alguna de las víctimas, perdiéndose tan solo 4 disparos, y además, todos los disparos que impactaron en el coche lo  hicieron a través de los cristales, y ni una sola bala impactó en la parte metálica del vehículo. Algo notable, ya que el coche estuvo en movimiento durante buena parte del tiroteo. Por otra parte, otros, como Ian Horrocks, opinan que una matanza de ese estilo no señala hacia alguien profesional y especialmente hábil en el manejo de las armas, y que los disparos atravesaron los cristales debido a que el asesino solo veía la cabeza y parte superior del cuerpo de las víctimas a través de las lunas, y disparó hacia allí. En mi opinión, Maillaud y Horroks interpretan el asunto según las necesidades de la hipótesis que están sosteniendo. El fiscal francés proponía un asesinato por encargo, y en tal caso el asesino debería ser alguien hábil con las armas y eficaz al cometer el crimen. Horrocks, por su parte, niega el asesino profesional, y para ello debe rebajar la habilidad del criminal.

Yo creo que no debemos minimizar el hecho de que tan solo se perdieran cuatro disparos, y que todas las balas impactaran en las víctimas a través de las ventanillas y lunas mientras se disparaba a un coche en movimiento. Aunque incluso el mejor tirador necesitaría suerte para lograr algo así, parece que hay algo más que suerte implicada. Por otra parte, tampoco debemos obviar el hecho de que el tiroteo se convirtió en una matanza desordenada, que acabó con el asesino golpeando a una niña con la culata de la pistola, y que faltó muy poco para que varias de las víctimas consiguieran escapar en el coche.

Se ha supuesto que un Saad Al-Hilli enloquecido de miedo, y probablemente ya herido, trató de escapar en su coche con el resto de su familia, incluso a costa de abandonar a su hija mayor junto al asesino. O tal vez supuso que ella estaba herida o muerta y que tenía que salvar a los demás. Es posible. También lo es que lo que realmente intentara Saad fuera atropellar al hombre que les estaba disparando. Sea como fuere, lo cierto es que el vehículo quedó en una posición en la que tan solo quedaba meter la directa, acelerar y alejarse de allí rápidamente. En no más de tres o cuatro segundos el coche podría haber estado alejándose del lugar y del asesino, aunque fuera con su conductor y otros ocupantes heridos, lo que habría dejado al criminal en una situación bastante delicada.

Los ocupantes del vehículo podían llamar a la policía mientras escapaban, y él tendría complicado alcanzarlos antes de que lo hicieran, ya que tendría que subir a sus propio vehículo, moto o coche, para escapar. Peor sería si Saad Al-Hilli decidía dar la vuelta. Era posible que una vez alejado del lugar, y tras ser consciente de que su hija había quedado atrás, diera la vuelta y se dirigiera de nuevo hacia Le Martinet. Esto podría resultar catastrófico para el asesino si se encontraba con el enfurecido padre de frente mientras él viajaba en moto, sin lugar donde esconderse o apartarse. Si el asesino no tenía vehículo y esperaba huir a pie, sus posibilidades no eran mejores. De haber dado aviso los Al-Hilli, los policías podrían haber hecho algo que no hicieron, cortar las posibles salidas a pie de la zona y organizar una batida.

Pese a que, según mi opinión, el asesino demostró habilidad en la ejecución del crimen, estuvo a punto de fracasar, y eso me hace sospechar que el desarrollo de los hechos no tuvo lugar como él esperaba. Creo que, por la razón que fuera, había decidido matar a alguien en Le Martinet, bien a un ciclista, bien a quienes viajaran en un coche, pero no a los dos, y que una aparición inesperada lo complicó todo.

El criminal podría haber estado escondido al lado del parking, unos pocos metros más al sur, esperando la llegada de un objetivo (un ciclista o un coche, o el primero que llegara), y tras verlo aparecer al fondo habría vuelto a ocultarse, calculando cuanto tardaría en llegar al parking. Al salir con el arma en la mano, dispuesto a disparar, se habría visto sorprendido por la presencia de alguien a quien no esperaba, haciéndole vacilar y perder, tal vez, un par de segundos, por lo que todo estuvo a punto de echarse a perder.

Por ejemplo, pudo ver aparecer a Mollier, y calculó que tardaría unos 40 o 50 segundos en llegar, ocultándose de nuevo. En ese tiempo el coche de los Al-Hilli, podría haber llegado al parking (10 o 15 segundos desde la última curva), y el conductor y la niña se habrían ya bajado del coche a mirar el cartel. El criminal no habría escuchado el ruido del motor debido al río y, es posible que además llevara puesto un casco de motorista. También podría haber visto llegar el coche, pero justo en el momento en que este adelantaba al ciclista, que habría quedado oculto a su vista. Esperó a que las personas que viajaban en el vehículo salieran de este, y al ir en su busca se encontró de forma inesperada con Mollier.

Es posible que los primeros disparos se produjeran de forma acelerada e ineficaz, debido a la sorpresa, y que fuera en este momento cuando se perdieron varios, o todos, de los cuatro disparos que no impactaron en las víctimas. El asesino habría vaciado su primer cargador disparando apenas sin apuntar contra Saad, Zainab y Sylvain, que debían estar bastante cerca unos de otros, acertando al menos con una bala a Mollier, posiblemente con alguna más, que habría caído al suelo, con otra a Zainab en el hombro, aturdiéndola y probablemente haciéndola también caer al suelo, y con otra más a Saad, al que no pudo frenar. Mientras el criminal sacaba el cargador y ponía otro, Saad fue capaz de llegar al coche, cerrar los seguros, arrancar y comenzar a moverse. En ese momento, el asesino, una vez pasada la sorpresa inicial, se habría serenado y habría comenzado a actuar de forma eficaz, disparando al coche en movimiento de forma ininterrumpida pero tranquila, apuntando con cuidado y tratando de ser preciso. Gracias a ello consiguió finalmente acertar al conductor, justo cuando este estaba a apunto de conseguir huir. Una vez detenido el coche, fue una cuestión de trámite acercarse y matar o rematar a las indefensas víctimas.

Esto es tan solo una conjetura, y podrían haber tenido lugar otras situaciones. Por ejemplo, la bala que impactó en Zainab podría haber sido la última que se disparó. O Mollier podría haber sido alcanzado inicialmente por tres o cuatro balas, perdiéndose varias al disparar al coche en movimiento. Pero creo que la conjetura es bastante razonable, y explica tanto la aparente pericia del asesino como el que Saad estuvo a punto de lograr escapar con el coche.

¿Qué tipo de persona lleva una pistola de 80 años con tres cargadores a un lugar como ese y se pone a esperar la llegada de alguien para comenzar a disparar? Ian Horrocks opina que el crimen de los Alpes es la obra de un random-killer, aunque no estoy de acuerdo con su análisis de la psicología del autor, sobre todo porque creo que está realizado sobre muchas suposiciones y algunas interpretaciones dudosas.

¿Hombre o mujer? Parece ser que Zainab dio por hecho que era un hombre, pero es posible que fuera una interpretación, y que realmente no viera su cara. Eso sí, no hay el más mínimo indicio de que el asesino fuera mujer, y por una simple cuestión estadística, lo más probable es que fuera un hombre y no una mujer. ¿Uno o más? No hay absolutamente nada que indique la presencia de más de un asesino, ni siquiera como apoyo, aunque no se puede descartar. Al principio Maillaud opinaba que debían ser al menos dos los asesinos, hasta que se constató que se había utilizado una sola arma.

Y poco más se puede decir, más bien nada. Ni su edad, ni su motivación, ni su nacionalidad u origen. Pasan los años, y cada vez más gente cree que el crimen no se resolverá nunca. Si estoy en lo cierto y nos hallamos ante un asesinato en el que no hay relación entre asesino y víctimas, es el tipo de crimen más difícil de resolver. Si el criminal no ha dejado evidencia y no hay testigos, la probabilidad de resolverlo es muy baja si el caso se enfoca correctamente, y prácticamente nula si los investigadores se distraen investigando hipótesis improbables.

En un caso de este tipo, y salvo un golpe de suerte, el camino más prometedor es tratar de hallar casos que puedan guardar alguna similitud con el investigado. Si se trató de un evento único, tan solo quedaría esperar un improbable golpe de fortuna, pero si se parte del supuesto de que el asesino ha cometido más crímenes, sería posible encontrarlo, aunque en este en concreto no hubiera dejado ninguna pista.


XAVIER BALIGANT

Xavier Baligant
El belga Xavier Baligant, de 29 años, empleado en una empresa farmaceútica, había estado con sus dos hijos (de 7 y 5 años) en un camping en el sur de Francia, pasando las vacaciones con los abuelos de los niños. Estaba separado de su mujer, Mihaela, pero tenía la esperanza de arreglar las cosas con ella, y parece ser que habían quedado citados para el día siguiente, por lo que, se ha dicho, adelantó su partida. El camping estaba en Ardeche, en el sur de Francia, y tenía por delante un largo camino de más de 900 kilómetros hacia el norte para llegar a su residencia en Nivelles. 

Decidió viajar de noche, para evitar el tráfico y con la esperanza de que los niños fueran durmiendo y no se les hiciera muy pesado el viaje. Partió del camping a las ocho de la tarde del 18 de julio, y tras realizar dos o tres paradas para ir al baño o repostar, sobre las dos de la mañana del 19 de julio de 2011 salió de la autopista A-31 hacia el área de descanso de Malvaux, y les dijo a sus somnolientos hijos que iba al baño. Probablemente lo que quería era fumar un cigarrillo en vez de ir al baño, o tal vez las dos cosas.




El cadáver de Xavier fue hallado por un trabajador de mantenimiento de la autopista. Este se hallaba en el área de descanso gemela, al otro lado de la autopista, cuando poco después de las 2 escuchó varios disparos, y cuando acudió a ver lo que había ocurrido se encontró a Baligant en el suelo, cerca de la entrada del baño de mujeres.

Sus hijos, dormidos en el coche, que estaba aparcado muy cerca, no se habían enterado de nada. Había más de 20 camioneros esa noche en Malvaux, y ninguno vio nada. Parece ser que algunos oyeron los disparos, pese a que inicialmente se dijo que ninguno los había oído. Se informó que a todos se les había realizado una prueba en busca de residuos de disparo, sin positivos. Xavier había recibido varios impactos de bala, y tenía heridas en abdomen y cabeza, además de en las manos, aunque es posible que estas últimas fueran producidas por la misma bala que impactó en su cuerpo.

A primera vista,  un caso como este tan solo habría alcanzado relevancia local, en la zona del crimen y en Bélgica, y probablemente nunca habría sido conocido fuera de esos límites. Podría tratarse de un atraco que se complicó, tal vez Xavier había plantado cara y resultado muerto en la disputa. Podía tratarse del intento de robo de su coche, de lo que había algunos violentos precedentes por esa época, o tal vez tuvo un encontronazo casual con alguien que estaba esa noche en el área de servicio. Pero hay un problema con todas esas hipótesis y es algo que hace de este un caso muy especial, el arma. Resulta que la utilizada contra Xavier era un fusil Schmidt-Rubin K31, un arma de gran potencia; este modelo en concreto utilizado por el ejército suizo en las décadas de los 40 y 50 del pasado siglo. 

Schmidt-Rubin K31

Para atracar a la gente o robarles el coche se utilizan pistolas, no aparatosas armas imposibles de ocultar. Este fusil es adecuado para disparos de media y larga distancia, y no parece la elección de un ladrón. Según la reconstrucción de los detectives, basada en los lugares donde aparecieron los casquillos, el primer disparo se produjo cuando el agresor estaba a unos 15 metros de la víctima.

Recreación para programa de televisón

El resto de disparos, hasta un total de cinco, se produjo mientras el asesino continuaba acercándose a la víctima, y el último tuvo lugar cuando Baligant ya estaba caído, colocando el criminal el fusil paralelo al suelo y disparando tras apoyar el cañón en la barbilla de la víctima.

Lugares dnde se hallaron las vainas.

Una visión más alejada. En 2011 no estaba pintado el paso de peatones

De todos modos yo no tengo tan claro que esa sea la secuencia correcta de los disparos. Me falta información (por ejemplo si hay impactos de bala en el edificio de los baños, o en el suelo) pero hay algo que no entiendo en la supuesta secuencia de disparos. Este caso merecería un tratamiento individual, pero a diferencia del crimen de los Alpes, la mayoría de la información está en francés.

En una actuación que ya nos resulta conocida, los investigadores franceses (el fiscal de Nancy y los agentes de la Genderamerie) trataron de alejar el crimen de Francia. Bien porque se lo dijeron así los agentes franceses, o bien porque ellos lo entendieron mal, los policías belgas despertaron a la esposa de Baligant a las 4 de la mañana para decirle que Xavier se había suicidado de un disparo en un baño en Francia. Incrédula (Xavier no se suicidaría, y menos cuando tenía a los niños), condujo casi 400 kilómetros para recoger a sus hijos de una comisaría, y allí se enteró de que había sido asesinado. Poco después comenzaron a preguntarle por las actividades de su esposo, sospechando que había resultado muerto en alguna transacción de droga, lo que ella consideró ridículo. Meses después las sospechas recayeron sobre Jose Oliveira, con quien ella había iniciado una relación tras separarse de Xavier. Oliveira, para el que ella trabajaba, fue acusado meses después del crimen por un hombre con quien tenía una disputa laboral de haber contratado matones para secuestrarlo y asustarlo. Esta denuncia hizo que se lanzara la hipótesis de que tal vez Oliveira, consciente de que Mihaela y Xavier estaban a punto de reconciliarse, y para no perderla, habría contratado a alguien para asesinar a su rival. Según se planteó, él habría leído en el móvil de ella los mensajes en los que se citaban para el día siguiente, y habría actuado con rapidez.

La hipótesis no parece fuerte. ¿Habría encontrado en cuestión de horas a un asesino a sueldo dispuesto a actuar de inmediato? De haberlo hecho, este tendría que haber viajado 900 kilómetros hacia el sur, encontrar a Xavier de alguna manera, y después seguir su coche durante otros 500 kilómetros hacia el norte. Finalmente, habría entrado tras su objetivo en un área de descanso repleta de camiones, y allí, sin preparar nada y sin reconocer el terreno para estudiar la huida, habría cometido el crimen utilizando un aparatoso fusil en vez de un simple pistola. Lo cierto es que en abril de 2017, José Oliveira fue finalmente absuelto de la acusación de secuestro y de haber contratado matones, y lo más probable es que todo fuera una invención de su acusador.

¿Podría haberse citado con alguien Baligant en ese lugar? No se encontraron registros de llamadas o mensajes en su teléfono que pudieran haber servido para acordar un encuentro, aunque hay un pequeño misterio relacionado con este asunto. Según parece, uno de los hijos de Xavier contó que en algún momento del viaje nocturno escuchó el sonido que indicaba que su padre había recibido un mensaje entrante, pero en el teléfono de la víctima no se encontró ningún mensaje reciente. ¿Podría alguien haberse citado con Xavier en ese lugar y después haber borrado el mensaje del teléfono de la víctima? Muy traído por los pelos. Un mensaje dejaría rastros, incluso una vez borrado, dicen los expertos, y habría podido recuperarse, o al menos demostrarse su existencia, y eso no ha ocurrido. Lo más probable es que ese mensaje no existiera, y que el hijo de Xavier, medio dormido, confundiese cualquier sonido del teléfono (batería baja, pérdida de conexión, …) con el de un mensaje.

Lo cierto es que a los investigadores no les hacia falta investigar a cientos de kilómetros o misteriosos mensajes, porque tenían ante ellos desde el primer momento la pista más prometedora, un paso a través  de la valla que rodea el área de servicio. Hay un transformador eléctrico pegado a la parte exterior de la valla, y al lado hay lo que parecen cajas apiladas, tanto por la parte externa como por el interior. Justo en ese punto alguien había doblado la valla hacia el interior, disminuyendo su altura y facilitando el paso. La valla, que separa el área del bosque circundante, es revisada con frecuencia, así que el daño tenia que ser reciente, unos días como mucho.

Paso a través de la valla
El asesino se acercó a Xavier desde el bosque y área recreativa que hay tras los servicios, no desde los aparcamientos para coches o camiones, lo que apoya la hipótesis de que procedía del bosque que había tras el área de servicio, y no de los lugares donde había vehículos. Eso prácticamente descarta que, por ejemplo, alguien le fuera siguiendo hasta el área de servicio y tras aparcar su propio vehículo le disparara, ya que en tal caso el asesino habría llegado disparando desde otro lugar.

Flecha azul: ruta del asesino. cruz roja: Baligant. Punto rojo: coche de la víctima.


Panorámica lejana, donde se puede apreciar la separación entre aparcamientos y zona boscosa.

Se planteó que Baligant podría haber interrumpido alguna transacción de droga y que le habrían matado por ello. Además de lo extraño del arma utilizada, unos traficantes tendrían que esperar ser vistos si van a realizar una transacción en el lugar más iluminado en varios kilómetros a la redonda y con más de veinte camiones aparcados a unos metros, y en todo caso, no les importaría mucho ser vistos por un turista que se para en medio de la noche para ir al baño.

El fusil, el bosque circundante, … ¿podría ser el crimen obra de un cazador furtivo? Un cazador furtivo podría explicar el arma utilizada, pero no nos ofrece ningún motivo para el crimen. No hay posibilidad de un accidente de caza, ya que los disparos se realizaron dentro del área de servicio, desde muy cerca, y mientras la víctima estaba en el único lugar iluminado y era perfectamente visible.

Ninguno de los camioneros que oyó los disparos dijo haber escuchado después el ruido de un vehículo saliendo del área, lo que parece indicar que el asesino no se marchó en un coche. Uno de los camioneros, que tenia su vehículo aparcado muy cerca del coche de Baligant, se asomó a mirar tras escuchar los disparos, y pudo ver el coche de Baligant, pero nada más. Desde su posición no podía ver el cuerpo de Xavier, pero tampoco vio a nadie caminando hacia los aparcamientos, lo que probablemente significa que el criminal no se marchó por allí. Y tampoco, y esto es importante, vio ningún coche circulando, ni oyó el ruido de un motor.

Eso nos deja con el roto en la valla, e indica premeditación. El asesino preparó su entrada, posiblemente esa misma noche, para entrar en el área, y sobre todo para salir de ella. Tal vez no quería matar, su objetivo podría ser otro, y algo salió mal y desembocó en la muerte de Xavier Baligant, pero yo creo que todo indica que su intención era asesinar. Entrar, matar a alguien en el lugar donde lo hizo, y tras salir por la valla, escapar a través del bosque hasta algún camino donde tendría un vehículo.

Su objetivo podría ser un coche con matrícula extranjera, el primero que llegara a partir de cierta hora, o simplemente el primero que estuviera a tiro cuando no hubiera nadie más a la vista. Los periodistas han encontrado varias similitudes entre este crimen y el de los Alpes: coches con matrícula extranjera, armas utilizadas décadas atrás por el ejército suizo, niños de edades similares en los coches, la falta de un motivo, la aparente aleatoriedad de los crímenes...

Considero que hay una buena posibilidad de que ambos crímenes hayan sido cometidos por la misma persona o personas. En mi opinión, las dos principales característica que los unen son:

1) Las armas utilizadas. Además de su procedencia, son elecciones extrañas para un asesinato. Utilizar una pistola de museo, o un fusil de gran potencia para disparar de cerca, son decisiones que tan solo tienen sentido para el asesino o asesinos, y que tan solo ellos podrán explicar.

2) La falta de motivación y de oportunidad para un tipo de crimen más usual, en el que algún conocido mata o manda matar a su objetivo. El análisis de ambos casos indica que lo más probable es que el o los asesinos no conocieran previamente, ni directa ni indirectamente, a ninguna de las víctimas.

Podemos estar ante dos asesinos independientes, que matan al azar con armas antiguas y extrañas. Es posible. También lo es que tan solo haya un asesino, responsable de ambos crímenes, que posiblemente hubiera matado antes, y que probablemente haya matado después.

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FUENTES:

Una búsqueda en internet nos devuelve miles de páginas web que tratan sobre los crímenes, algunas de pasada y otras con más detalle. Casi toda la información útil de esas páginas ha sido recogida en el libro de Parry y en los artículos de Flynn.


LIBROS

The perfect crime. Tom Parry


ARTÍCULOS




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