sábado, 21 de mayo de 2016

El último viaje de Timothy Davison

INTRODUCCIÓN

Timothy Asti Davison
Comencé a seguir el caso del asesinato de Timothy Davison casi desde el principio, al encontrar la noticia mientras hacía búsquedas sobre otro caso en el que estaba interesado. Varios medios conjeturaron durante los primeros días sobre una posible conexión entre ambos crímenes, y eso bastó para llamar mi atención. Aunque tras analizar la información disponible llegué a la conclusión de que el asesinato de Davison no estaba relacionado con el otro, me intrigó tanto que decidí seguirlo de cerca. Durante meses estuve leyendo lo que se iba publicando, atento a las ruedas de prensa de los investigadores y a lo que la gente opinaba en los comentarios a las noticias y en los foros de discusión.

Los policías parecían estar tan desconcertados como lo estábamos los demás ante el aparente absurdo del crimen. Cuando 20 meses después se hizo pública la sorprendente solución, cogió a todo el mundo a contrapié. Una vez que se conoce la respuesta, esta parece natural y lógica, pero lo cierto es que nadie la aventuró mientras el crimen estuvo sin resolver.

MUERTE EN LA I-81

Ruta seguida por Davison
Timothy Austin Davison, de 28 años, debía estar bastante cansado esa noche. Era la madrugada del 4 de enero de 2014, y aunque llevaba diez horas conduciendo, todavía le quedaban unas siete u ocho más hasta llegar a su destino. Había aprovechado unos días de vacaciones para viajar a Florida y visitar a algunos familiares, y regresaba a Poland, Maine, donde vivía y trabajaba en la empresa de su padre. Hay un largo camino entre Florida y Maine, pero a Asti, como le llamaban sus familiares y amigos, no le asustaba la distancia. La Interestatal 81 atraviesa 6 estados en sus algo menos de 1.400 kilómetros, comenzando en Tennessee y finalizando en Nueva York. Hay un tramo de apenas 50 kilómetros en los que la autopista atraviesa territorio de cuatro estados: Virginia, Virginia Occidental, Maryland y Pensilvania.

Poco antes de las 2 de madrugada Asti viajaba hacia el norte por la I-81, atravesando Maryland en dirección a Pensilvania, y todavía le restaban más de 900 kilómetros de aburrido viaje. La noche era oscura y fría, y la nieve se acumulaba en la mediana y los laterales, aunque la autopista estaba limpia. Había muy poco tráfico, la mayoría camioneros, y nada hacía presagiar que fuese a ocurrir algo fuera de lo normal.

A la 1:59 la central de emergencias de Maryland, el 911, recibió una llamada frenética de Davison, en la que este denunciaba que un Ford Ranger le estaba acosando, y que le estaban disparando desde ese vehículo. La llamada se cortó justo al cruzar la frontera entre los dos estados, y cuando la central recuperó la comunicación Asti les dijo que el otro vehículo le había embestido y echado de la carretera, y que en ese momento él se encontraba parado en la mediana. La policía tan solo ha hecho pública una parte de la grabación, los primeros segundos, donde se puede apreciar que Asti estaba tranquilo, seguramente pensando que lo peor había pasado. 


Impactos de bala en la puerta
Aunque no han hecho público el resto de la grabación ni su transcripción, las autoridades si han puesto por escrito en un documento oficial lo que se escucha. La conversación debió durar tres o cuatro minutos, hasta que de pronto Davison comunicó que su agresor estaba de vuelta. Se escucha ruido de un motor revolucionado, disparos, y después el chirrido de unos neumáticos que se alejan del lugar. Cuando poco después llegó la policía, se encontró a Timothy en el asiento del conductor de su Mitsubishi Montero, gravemente herido. Falleció poco después en el hospital. Tenía heridas de bala en la mano izquierda, la pierna derecha y la cabeza, esta última fatal. 


El coche de Asti en la mediana, a la mañana siguiente.


LAS POSIBILIDADES

La policía estatal de Pensilvania, con el apoyo del F.B.I, comenzó la investigación de inmediato. La información que fueron recopilando los días siguientes al crimen era la siguiente:

-Las grabaciones de las conversaciones de Asti con el 911. Varios minutos en total.

-Una cámara del departamento de transportes de Pensilvania, situada al sur del suceso y apuntando hacia el norte, había grabado el crimen, aunque desde muy lejos, y además las imágenes, en blanco y negro, no tenían calidad. Había alguna grabación más, pero de menor importancia.

-Había marcas de los neumáticos del sospechoso, dejadas al acelerar para escapar del lugar.

-Había balas y fragmentos de bala, del calibre 0.44, en el Mitsubishi Montero de la víctima, con agujeros de bala en la puerta del conductor y los cristales delanteros de los dos lados rotos. 

El Mitsubishi Montero tras el crimen

-Se encontró un casquillo de bala, cerca de las marcas de aceleración, del calibre .44.

-Varios días después, tras una nueva búsqueda, se encontró el emblema de un Ford Ranger XLT a pocos metros del lugar donde el vehículo de la víctima se había salido de la carretera y entrado en la mediana.

-Había pintura del vehículo agresor en el coche de Asti. Esta era una pintura azul oscura (Dark Lapis Metallic) específica de Ford, y que tan solo había sido aplicada a los Ranger de los años 1993 a 1998.

-Se descargaron miles de datos del GPS Garmin de Davison, con puntos de paso y la velocidad del Mitsubishi Montero.

-Se recopilaron todos los datos de llamadas de varias torres de telefonía en muchas millas a la redonda.

-Se encontró ADN en el casquillo de bala, pero la muestra era parcial, y no muy útil a efectos de búsqueda en las bases de datos. Pero serviría para comparar con un sospechoso en el futuro.


Toda esta información fue dando sus frutos poco a poco, permitiendo llegar a algunas conclusiones. Por ejemplo, parecía casi seguro que el vehículo agresor era un Ford Ranger. La víctima había nombrado ese modelo en su conversación con el 911, y además se había encontrado un emblema de ese mismo vehículo, y la pintura transferida era específica de un vehículo Ford. Era una conclusión bien fundamentada. Se dio aviso a talleres de reparación y agentes de seguros para que mantuvieran los ojos abiertos.

Rossi Ranch Hand
El análisis de las marcas en casquillo y balas llevó a la conclusión de que el arma del crimen era, muy probablemente, una Rossi Ranch Hand, un arma de palanca que parece un híbrido entre carabina y pistola.

Pero esos pequeños avances no compensaban la falta de resultados en otros campos. Pese a las llamadas de la policía a la colaboración, no apareció ni un testigo de los hechos. Había poco tráfico esa noche en la I-81, pero ni mucho menos era una ruta solitaria. Tampoco había móvil evidente, y eso si que ponía nerviosos a los investigadores.

Se descartó enseguida un ataque personal. Asti no tenía enemigos, y de tenerlos no habrían viajado miles de kilómetros para matarlo. No parecía razonable que nadie, por la razón que fuese, le hubiese seguido 1.300 kilómetros desde Florida para actuar en ese lugar. Tampoco parece posible que nadie le estuviera esperando en la autopista para tender una emboscada. Además de que Davison había decidido seguir esa ruta a última hora, no parecía un plan muy prometedor. No, el motivo para el crimen había que buscarlo en la I-81. Con los datos disponibles, los detectives pudieron presentar una buena conjetura de lo sucedido esa noche.

Timothy Davison llevaba varias horas conduciendo por la I-81, y tan solo había parado para repostar, la última vez en Virginia. La primera llamada se produjo a la 1:59, cuando el Mitsubishi Montero viajaba por la I-81 a la altura de Haggerstown, Maryland. El sospechoso golpeó al Mitsubishi y lo sacó de la carretera cuando estaban unas tres millas dentro de Pensilvania . En total unos 17 o 18 kilómetros de persecución, menos de diez minutos. El patrón de velocidad que registraba el GPS parecía indicar que el incidente había comenzado bastante antes, cuando Asti viajaba a la altura de la salida 16, cerca de Martinsburg, Virginia Occidental. Hasta ese lugar la velocidad registrada fue de 80 millas por hora, de forma casi constante. A partir de ese punto, subió hasta 90 mph, y en algunos tramos hasta 100 mph.

El agresor comenzó a acosar a Davison, le disparó, y cuando vio que no conseguía su objetivo, golpeó con la parte delantera de su vehículo la parte trasera del de su víctima. Mientras el Montero circulaba por la mediana, el Ford Ranger siguió dirección norte y cogió la siguiente salida, a apenas 3 millas, regresando en dirección sur. Se planteó al principio que el agresor podría haber atravesado la mediana para dar la vuelta, pero el tiempo que tardó, calculado a partir de una borrosa grabación, parece indicar que lo hizo en la salida.

El asesino regresando para matar
La cámara que grabó el crimen registró al Montero entrando en imagen, ya circulando por la mediana. Eso indica que no quedó inmovilizado tras salirse de la carretera. El coche se paró mirando hacia el norte, pero muy cerca de los carriles que van hacia el sur. Allí estuvo parado unos cinco minutos, que incluyen el tiempo que Asti estuvo hablando con el 900. Se puede ver un vehículo que se detiene junto al de la víctima, y como el Montero trata de moverse hacia adelante, siendo bloqueado por el otro dando marcha atrás. Después el otro vehículo se marcha del lugar en dirección sur. La policía ha dicho que en las imágenes no se puede observar el momento de los disparos.

Se barajaron dos posibilidades desde el primer momento. La principal, y la que la prensa favoreció desde el primer momento era la de algún tipo de altercado de tráfico. La expresión road rage incident no tiene una traducción directa al español. Hace referencia al comportamiento iracundo o agresivo de un conductor contra otro vehículo o sus ocupantes. La agresión puede ser gestual, verbal o física. En algunos casos pueden ocurrir accidentes e incluso colisiones voluntarias. Y en los casos más extremos intervienen las armas de fuego y hay víctimas mortales y heridos. Y ese caso extremo era lo que la prensa suponía que había ocurrido. Tal vez Asti había realizado alguna maniobra que había molestado a la persona equivocada, tal vez se había visto envuelto en algún tipo de desafío con alguien peligroso.

Otra vsita del coche en la mediana
La otra posibilidad que se insinuó era la de un asesinato al azar, o casi al azar. Un psicópata que salió esa noche en busca de alguna víctima. También hay precedentes de este tipo de comportamiento, tanto en cuanto al hecho en si, la voluntad de matar, como en cuanto al lugar elegido. Carreteras o autopistas han sido testigos, con más frecuencia de lo que parece, de disparos contra vehículos, que en algunas ocasiones han terminado fatalmente.

A mí no me acababa de convencer ninguna de las dos hipótesis. Mucha de la información que he citado no era pública en aquel momento, pero había la suficiente como para poder hacerse una idea. La hipótesis del psicópata, que consideré durante algún momento, la abandoné bastante pronto. La primera parte del incidente, el acoso del Ford Ranger al Mitsubishi Montero, y la segunda, los disparos, parecían encajar bien con la hipótesis. Sin embargo, el que el agresor golpeara con su vehículo al de la víctima, ya no parecía encajar tan bien. Si el asesino no había logrado su objetivo con los disparos, ¿por qué no dejarlo simplemente y buscar otra víctima u otra ocasión? ¿Por qué arriesgarse a sufrir él mismo un accidente al golpear (a 150 kms/hora, o más) al otro coche o dañar, como mínimo, su propio vehículo? Si Davison no era el objetivo, si cualquiera servía como víctima, no tiene fácil explicación. Que el criminal cambiase de sentido y regresase tampoco parece demasiado lógico. Cuando el coche de Asti se salió de la carretera el incidente llevaba varios minutos, diez o más, en marcha. El agresor tenía que suponer que su víctima habría llamado para pedir ayuda y que esta podría estar en camino. Podría ocurrir que cuando regresara hasta donde estaba el Montero se encontrase allí a la policía, o que otros vehículos hubiesen parado para auxiliar al accidentado. El riesgo era enorme.

Recuerden que al considerar a un psicópata que decidió matar a alguien sin ningún motivo previo, casi al azar, estamos considerando a una persona que correrá riesgos, matar siempre los conlleva, pero que no los correrá de manera innecesaria. Una persona para la que el odio hacia la víctima o la ira no son sus principales motivaciones para matar. En mi opinión, esa hipótesis era muy improbable.

Aunque no me acababa de convencer, el road rage incident me parecía la opción más probable. La duración del incidente, la colisión y el regreso podrían explicarse por el estado emocional del agresor, enloquecido por alguna ofensa, real o imaginaria. Ciego de ira, habría actuado a impulsos, sin considerar los riesgos y los peligros. Sin embargo, yo tenía bastantes dudas.

En primer lugar, la autopista soportaba muy poco tráfico a esas horas, y había pocas oportunidades para que dos vehículos se vieran envueltos en algún tipo de conflicto. Tal vez el suceso no había sucedido en la carretera, sino en el lugar de la última parada de Asti para repostar. Pero aparte de que la policía revisó grabaciones y preguntó a empleados, eso no explicaría que el suceso comenzara mucho después.

Los disparos encajaban con un incidente con alguien peligroso, pero que este dañara su propio vehículo para provocar un accidente indicaría mucha, mucha ira. Lo que más me desconcertaba era el regreso. Casi cualquier agresor envuelto en un suceso de este tipo, por agresivo e iracundo que estuviese, se habría dado por satisfecho al echar al otro de la carretera y habría seguido su camino, un poco asustado, también, por lo que acababa de hacer. Durante los cinco largos minutos que duró el regreso, habría tenido tiempo para pensar en el riesgo de lo que estaba a punto de hacer. Era esa vuelta para matar lo que no me acababa de encajar bien con ninguna de las dos hipótesis.

Yo creo que la policía era algo escéptica al principio respecto al road rage incident, pero cuando recibieron los datos del GPS de la víctima y se fijaron en el aumento de velocidad a partir de Martinsburg, unos 25 kilómetros antes de la primera llamada de Asti, creo que lo consideraron muy seriamente. Eso podría indicar que el suceso comenzó lentamente, tal vez con un pique entre los dos vehículos, adelantándose entre sí, y que tan solo minutos después desembocó en una agresión.

El principal argumento contra el road rage incident venía del propio Davison. Parece ser que en sus conversaciones con el 911 no mencionó en ningún momento ningún suceso previo que pudiese haber provocado la agresión, y que su descripción de la misma indicaba que la consideraba no provocada y sorpresiva. También era posible que quisiese ocultar su participación en algún conflicto previo o que no considerase oportuno mencionarlo, pero era un dato a tener muy en cuenta.

Recompensa
La policía, sin pistas, tan solo esperaba algún dato que les permitiese avanzar. Sin sospechosos, y sin relación previa entre asesino y víctima, se hallaban en un punto muerto. La familia ofreció una recompensa y lanzó una página de Facebook para solicitar ayuda. Los investigadores apelaron a los medios, publicaron grabaciones de mala calidad, e hicieron pública alguna de las llamadas de Asti, intentado conseguir el interés del público y su colaboración.


Pasaron las semanas y después los meses. Todos los caminos parecían callejones sin salida, y mucha gente empezó a pensar que el caso no se resolvería nunca. A mí me tenía totalmente perplejo. Ninguna de las hipótesis me acababa de satisfacer. No había relación entre Asti y su asesino, pero el comportamiento de este, sobre todo en la parte final, parecía salirse de los límites de un road rage incident o un asesinato al azar. Generalmente hacía una búsqueda en internet dos o tres veces al mes, para ver si había alguna novedad, aunque yo también comenzaba a temerme otro caso sin solución. Y entonces, de repente, se resolvió. Todo encajó con facilidad, y no pude más que preguntarme por qué esa hipótesis no la había considerado. Ni yo, ni la policía, ni nadie.

LA SOLUCIÓN

Habían pasado 15 meses desde el crimen, y todo indicaba que iba a ser ya muy difícil del resolver. Y entonces, un día de abril de 2015, un hombre llamado Jamie Breese contactó con los detectives y les contó una sorprendente historia. Jamie y su esposa Courtney vivían tranquilamente con sus hijos en Waynesboro, Pensilvania. En el verano de 2013 un antiguo amigo de la infancia de Courtney, John Wayne Strawser, contactó con ella a través de facebook. Courtney y John se conocían desde el jardín de infancia y habían sido buenos amigos, aunque sus caminos se habían separado en la adolescencia. John comenzó a frecuentar a los Breese e incluso parece que tuvo una breve relación con Courtney. Esta pronto se dio cuenta de su error, cuando comenzó a ser acosada por Strawser mediante llamadas y mensajes de texto, cada vez más agresivos e insultantes.

Jamie y Courtney Breese



John Wayne Strawser
A pesar de que John vivía en Terra Alta, Virginia Occidental, a dos horas y media, podía aparecer de repente en lugares donde ellos estaban. Por ejemplo, una vez estaban en un conocido club de la zona, el Cloud 9, y Courtney recibió una llamada de Strawser. Este le preguntó dónde estaban y ella se lo dijo, suponiendo que él estaría lejos. Pocos minutos después lo vieron aparecer por el club. La escalada de agresividad llevó a algunos incidentes desagradables. En enero de 2014 los Breese cortaron la relación con él, y aunque meses después le dieron otra oportunidad, el comportamiento posesivo y agresivo de John volvió a salir a la superficie, y aproximadamente a principios de 2015 cortaron la relación definitivamente.


Amy Lou Buckingham
Unos meses después, cuando todavía intentaban olvidarse de él, les llegaron noticias de que John Strawser había matado a una mujer en Virgina Occidental. Amy Lou Buckingham era una de las varias mujeres con quien Strawser se relacionaba, pero ella acababa de romper una relación de 5 años con él, y John respondió asesinándola a tiros justo delante de la casa de la víctima. Tras una accidentada persecución, la policía detuvo a Strawser, que fue acusado de homicidio en primer grado. Cuando los Breese recibieron la noticia lo comprendieron todo. Lo que había sido una sospecha se convertía en una certeza.


Recordaron la noche del 3 de enero de 2014. Habían salido para pasar la noche en el Cloud 9, pero decidieron irse pronto. Cuando se marchaban en su Honda Pilot, comenzaron a recibir mensajes y llamadas de Strawser, cada vez más agresivo e insultante con Courtney. Jamie se puso al teléfono e intentó razonar con él, pero este solo parecía interesado en saber dónde estaban. Por la conversación, Jamie tuvo la sensación de que estaba cerca. No le dijeron nada, y Strawser los amenazó. Después, Jamie le colgó el teléfono, y este incidente tuvo como consecuencia que estuvieran varios meses sin tener noticias de John.

Sin embargo, cuando al día siguiente los Breese se enteraron de lo sucedido en la I-81, hablaron sobre ello. El crimen había tenido lugar en la ruta que ellos solían seguir para regresar a su casa, y sabían que Strawser conducía un Ford Ranger. Pero lo que más les inquietaba era la información y las fotos del vehículo atacado, un Mitsubishi Montero de color plata. De apariencia muy similar al Honda Pilot color plata de los Breese. Tanto que en una noche oscura sería difícil distinguirlos.

Honda Pilot

¿Podría ser que Strawser…?, había preguntado Jamie. No, había respondido Courtney, John era un acosador agresivo, pero no un asesino. Jamie convino en ello, y decidieron que no merecía la pena hablar con la policía. Pero cuando se demostró que Strawser era en realidad un asesino, los Breese decidieron que tenían que comunicar sus sospechas. Al escuchar los investigadores el relato de Jamie, comprendieron enseguida que estaban ante una buena pista, y no tardaron en encajar todas las piezas. De repente, lo que parecía sin sentido, comenzaba a tenerlo, y pudieron presentar un relato bastante detallado de lo que podía haber ocurrido aquella madrugada.

El aumento de agresividad de John Strawser y su obsesión con Courtney había alcanzado el punto de ebullición. Esa noche viajó desde su casa hasta la zona por donde sabía que se movían los Breese, y comenzó a buscarlos, arriba y abajo en la I-81. Suponía que estaban cerca, pero irritado por no encontrarlos, los llamó e intentó averiguar dónde estaban; pero no le dijeron nada, y la conversación acabó en insultos y amenazas. En ese momento, poco antes de las dos de la mañana, Strawser estaba fuera de sí, y decidido a cualquier cosa. Si Courtney no era suya, no sería de nadie, como ya había dicho alguna vez delante de testigos. En ese estado, y cuando circulaba por la I-81, se encontró con un coche que confundió con el de los Breese, y comenzó el ataque. Primero le disparó, y después intentó echarlo de la carretera, hasta que lo consiguió. No sabemos, tal vez no lo sepamos nunca, el momento en que Strawser se dio cuenta de su error. Es probable que no fuera hasta que realizó los disparos fatales.

Los enormes riesgos corridos por el asesino, el dañar su vehículo y el regreso, se explican debido a que estaba cegado por la ira, debido a una cuestión personal. Estaba convencido de estar atacando a los Breese, y una vez comenzado el ataque tenia que terminarlo. Creo que era consciente de que sus supuestas víctimas sabrían quien les estaba atacando y que podrían denunciarle. Pero no creo que esa fuera la motivación, al menos no la principal, para regresar y matar. Dado el tiempo que había durado el incidente, era de suponer que habrían llamado a emergencias y podían haberlo identificado como su atacante. Pero no creo que Strawser estuviese considerando eso, creo que estaba tan cegado por la ira y la rabia que no reparó en los riesgos que corría. Hizo algo similar al matar a Amy Lou Buckingham delante de su casa y consciente de que varios testigos los habían visto juntos. No le importó. Su rabia pudo con cualquier precaución.

Strawser tras su detención
Tras la declaración de los Breese los detectives comenzaron a investigar al sospechoso a fondo. Podían hacerlo con libertad y tranquilidad, ya que este estaba en la cárcel por el asesinato de Buckingham, y por tanto no podía interferir en las pesquisas. Descubrieron que John había reparado y pintado él mismo su Ford Ranger. Un vecino los condujo a un lugar donde encontraron el arma del crimen, que incluso había intentado vender a través de su página de facebook. El perfil parcial de ADN hallado en un casquillo coincidía con el de Strawser. Este, al ser interrogado, afirmó haber estado trabajando esa noche como camionero, pero su jefe lo desmintió. El teléfono que usaba, que estaba a nombre de una de sus parejas, lo situaba recorriendo la I-81 esa madrugada. Finalmente, tras una cuidadosa investigación, en septiembre de 2015 John Wayne Strawser fue acusado del asesinato de Timothy Davison. Se ha declarado inocente, pero la evidencia en su contra es muy fuerte. Espera en la cárcel los dos juicios por asesinato.

Lo único que no encaja del todo bien es el aumento de velocidad del coche de Asti. Se sabe que Strawser estuvo hablando por teléfono con una de las mujeres con las que mantenía relaciones entre la 01:41 y la 01:56, mientras viajaba hacia el norte desde Virginia Occidental hacia Maryland. La llamada finalizó cuando se encontraba por la zona de de Haggerstown, cerca de donde Davison hizo su primera llamada 3 minutos después. Hasta ahí todo encaja bien. Pero si tenemos en cuenta que el aumento de velocidad de Asti, que pasó de ir a 80 mph a ir entre 90 y 100 mph, comenzó unos 25 kilómetros más al sur, tenemos que suponer que pudieron pasar dos cosas:

1) El ataque comenzó bastante antes de Haggerstown, tal vez lentamente, limitándose a pegarse al Mitsubishi y obligando a Asti a acelerar, y tan solo 10 o 15 minutos después comenzaron los disparos. En ese caso, Strawser habría estado hablando por teléfono con otra persona durante toda la primera fase del ataque.

2) El aumento de velocidad del Montero fue una casualidad, y no estuvo relacionado con el incidente.

Es probable que esta cuestión se aclare durante el juicio.

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CONCLUSION

Considero que la utilización de categorías donde encajar los hechos resulta indispensable para ordenar la información y poder proponer conjeturas o hipótesis. Sin embargo, existe el peligro de que la obsesión por catalogar y asignar cada dato a un lugar nos haga perder de vista que esa categorías son entes artificiales que nos ayudan a comprender la realidad, pero que no la sustituyen. Si los hechos no encajan en las categorías que les asignamos, no deberíamos empeñarnos en que encajen de cualquier forma, y tal vez deberíamos adaptar las categorías a los datos en vez de lo contrario.

Durante todo mi seguimiento del caso no leí ningún artículo donde se insinuara un posible error de identificación como la solución. Ni en los comentarios a las noticias o los foros lo propuso nadie, ni nadie ha aparecido solicitando crédito por haber propuesto la hipótesis. Tampoco la policía, que al anunciar la resolución del caso no dijo haber considerado esa hipótesis. Si lo hubieran hecho, habrían realizado en su momento una llamada para que se presentaran los que condujeran coches similares al de la víctima. Eso nunca ocurrió.

Un error de identificación está siempre presente como una posibilidad cuando hay un caso sin resolver y no se encuentra móvil evidente. Es probable que en algún momento a todos se nos pasara por el pensamiento la idea de un error de identificación, pero seguro que la apartamos de inmediato, de forma automática. Yo, al menos, así lo hice. Mi mente estaba trabajando con ciertas categorías, y no había espacio para otras, pese a que había hechos que no encajaban bien en las primeras. Al fin y al cabo, resultó ser un crimen personal, una variante del mismo, y eso explicaba algunos elementos que no explicaban las otras hipótesis. Pero como el crimen personal había sido eliminado desde el principio, tan solo quedaba una hipótesis principal (el road rage incident) y otra secundaria (el psicópata que mata al azar), y en ellas debían encajar todos los datos.

Muchos critican a los Breese por no haber acudido antes a la policía, y aseguran que el asesinato de Amy Lou Buckingham se podría haber evitado si ellos hubiesen reaccionado antes. Es un asunto discutible. Lo que creo muy probable es que los Breese habrían acudido a la policía si esta hubiera anunciado que consideraba la opción de un error de identificación y hubiese hecho un llamamiento público en tal sentido.

Opino que este caso es un buen ejemplo de como una hipótesis, que sin ser evidente tampoco resulta forzada, puede ser dejada de lado y no tenida en cuenta a partir de suposiciones acerca de la categoría donde debe encajar el crimen.


DESPUÉS

A día de hoy Strawser está encerrado en una cárcel de Virginia Occidental a la espera de dos juicios por asesinato. Los Breese han demandado a la madre de Asti, que había ofrecido una recompensa, pero que al parecer se niega a pagar debido a que considera que debieron haber hablado antes. Es probable que este asunto acabe también en los tribunales.

Cuando haya novedades importantes se añadirán al final de este escrito.



FUENTES






http://www.pressherald.com/2014/02/19/pennsylvania_police_release_details_of_car_in_road_rage_death_of_mainer__/



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Próximamente: El asesinato de Jill Dando.