lunes, 14 de noviembre de 2016

El asesinato de Jill Dando (V) y último: Demasiadas hipótesis

Anterior: El asesinato de JIll Dando (IV): ¿Culpable o inocente?
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Elementos del crimen, del Mirror
Ya han transcurrido 17 años desde el asesinato de Jill Dando y todavía quedan demasiadas hipótesis en circulación, e incluso han ido surgiendo algunas nuevas. Pese a los intentos por deducir la naturaleza del crimen a partir de los testimonios y las pruebas, no se encuentra en estos elementos una señal nítida e inequívoca que apunte en una dirección concreta. Resaltando parte de la evidencia y dejando de lado el resto podemos construir una buena hipótesis sobre una persona o un grupo de personas que ejecuta un crimen profesional, mientras que destacando la parte dejada anteriormente de lado y obviando lo demás se puede proponer que el criminal actuó solo, por motivaciones personales o económicas, o tal vez a causa de una obsesión enfermiza o alguna ofensa, real o imaginaria.

El mejor ejemplo lo tenemos en la propia investigación policial. En unos pocos días los detectives tenían a su disposición todas las pruebas y testimonios relevantes, y sin embargo se pasaron casi un año dudando entre hipótesis contradictorias. Durante un tiempo sospecharon que el crimen podía haber sido obra de un grupo de asesinos, y estuvieron muchos meses buscando entre los conocidos de Jill algún motivo personal, tal vez económico o sentimental. Finalmente, y cuando de todo lo anterior no resultó nada, se fueron inclinando por la teoría del solitario (Utilizaré esta palabra en el sentido de persona que actúa sola, sin colaboración de terceros, aunque a veces él término se usa también para describir la vida solitaria del sujeto en cuestión).

Resulta reveladora una entrevista que apareció en prensa el 19 de marzo de 2000, 11 meses después del crimen, y cuando Hamish Campbell todavía no sabía de la existencia de Barry George. En dicha entrevista Campbell afirmaba que se había ido inclinando por la teoría de una persona actuando sola, y lo hacía sobre todo porque de haber habido una conspiración con varios implicados algo se habría escuchado, alguien habría hablado, sobre todo para solicitar la jugosa recompensa. Se deduce que si el inspector jefe se había ido inclinando hacia la teoría del solitario es porque antes no lo hacía, y que esa teoría se puso en cabeza más por descarte que por méritos propios. Durante mucho tiempo la hipótesis dominante fue la de que un conocido de Jill la había asesinado (por sí mismo o por medio de otros) por alguna razón por descubrir, y tan solo se abandonó después de escudriñar en la vida de Jill Dando casi día por día, y de investigar en profundidad a todos sus amigos, relaciones, familiares, compañeros y conocidos.

MODELOS

Nick Ross
A día de hoy los detectives siguen opinando que el crimen fue obra de una única persona, tal vez un admirador despechado o un acosador. Nick Ross, amigo de Jill y que presentaba Crimewatch junto a ella, ha escrito que él siempre creyó, desde el principio, que las características del crimen señalaban hacia un solitario. Tan convencido y seguro de sí mismo estaba que cuando le llegaron noticias de que el equipo de Oxborough estaba considerando seriamente una posible conspiración (de los serbios o de otros) le escribió a Hamish Campbell indicándole que la hipótesis correcta era la de un asesino individual, alguien como Mark David Chapman, el asesino de John Lennon. 

Pero no parece que ese modelo sirva para explicar el caso Dando. Según todo lo que se conoce, la principal motivación de Chapman era hacerse famoso, y esa motivación explica perfectamente que no intentara escapar después del crimen, ya que el hecho de que el mundo supiese quien había matado a Lennon era una parte esencial del plan.

John Lennon y Mark David Chapman

Christina Grimmie y Kevin Loibl
En el único crimen realmente parecido al de John Lennon, el reciente asesinato de Christina Grimmie por Kevin James Loibl, tampoco parece que la huida fuera un objetivo del criminal. Aunque el móvil del asesino, seguramente una fantasía de amor que degeneró en deseos homicidas al darse cuenta de que nunca iba a ver colmados sus deseos, podría ser similar al que se supone para el asesino de Dando, Loibl se suicidó cuando el hermano de la víctima intentó detenerlo, y es probable que el asesinato-suicidio formara parte del plan original. 


Björk y Ricardo López
El asesinato-suicidio está explícito en el afortunadamente fallido intento contra la cantante Björk, tanto que Ricardo López se suicidó antes de comprobar si había tenido éxito en su intento de asesinato, desfiguración, o las dos cosas. En todos estos casos está presente la falta de voluntad de huida del agresor, y se puede entender cada crimen como la culminación de un proceso, más allá del cual desaparece por completo la vida anterior del criminal, o simplemente su vida. No se intenta ocultar ni el crimen en sí, ni el autor, y de hecho, el conocimiento público de la autoría es probablemente el motor que hay detrás de cada uno de los casos. El asesino de Jill Dando, por contra, huyó de inmediato, procurando no llamar la atención. 

Gianni Versace y Andrew Cunanan
El único caso cuyo desarrollo guarda bastante similitud con el de Dando es el del asesinato de Gianni Versace. Aunque con Andrew Cunanan desapareció la posibilidad de conocer las razones por las que disparó contra el diseñador, es probable que su motivación fuera más parecida a la de Chapman que a la de Loibl. En cualquier caso, lo realmente distinto en este caso es que Cunanan intentó huir y lo consiguió inicialmente. Versace fue asesinado cuando estaba a punto de entrar en su casa, como Jill, y en ese sentido el crimen es bastante parecido, pero ese modelo no es el que tienen en mente los detectives o Nick Ross cuando especulan sobre el asesino de Jill Dando. Cunanan mató a Versace como culminación de una breve pero intensa carrera como asesino, y lo hizo cuando ya era consciente de ser el objetivo de una de las mayores búsquedas de la historia de Estados Unidos, tal vez como una especie de desafío final. El hecho de que Cunanan no se deshiciera del arma con la que asesinó a Versace, y que la utilizara para quitarse la vida, podría indicar que de alguna manera quería que se supiese que él era el asesino del famoso diseñador. 

Nick Ross escribió un artículo en 2008, justo antes del segundo juicio contra Barry George, donde aseguraba que el asesino era algún admirador o acosador, y afirmó estar convencido de que George era culpable. En 2013, en su libro, continuaba opinando lo mismo sobre el tipo de asesino, aunque Barry George ya no aparecía en su análisis. Según Nick Ross, el crimen había sido chapucero y amateur, ya que el asesino:

-Se paseó, sin tratar de ocultar su rostro, frente a la casa equivocada, ya que fue una casualidad que Jill fuera a ese lugar ese día.

-No tenía vehículo para escapar, así que tuvo que marcharse a pie por una calle larga y recta, sin salidas laterales.

-Ni siquiera utilizó un arma y munición homologados, sino una versión casera de los mismos.

-Puso el cañón del arma en contacto con la cabeza de la víctima, lo que seguramente provocó una transferencia hacia sus ropas de evidencia forense incriminatoria.

Sin embargo, hay otras opiniones. Los que sostienen que el crimen fue una conspiración, obra de uno o más profesionales, interpretan los hechos de forma distinta. Por ejemplo, no está claro que provoque más transferencia de elementos incriminatorios un disparo realizado apretando con fuerza el cañón del arma contra la cabeza de la víctima que uno efectuado, pongamos, a 30 centímetros, ya que el mismo cañón pudo bloquear la mayor parte de las salpicaduras de sangre. Ante las afirmaciones de que el crimen era obra de un aficionado, el experto en armas Freddy Mead declaró en el juicio sobre el disparo que mató a Jill Dando: “Es difícil imaginar como podría haber sido mejorado”

El hombre con traje visto cerca de la casa indicaría la presencia de, al menos, dos participantes en el crimen, ya que su descripción no coincide con la del asesino, y se pueden construir varias hipótesis para explicar la huida a pie; tal vez pudo ocurrir algo que alteró los planes de los asesinos. En cuanto a la visita de Jill a la casa, es posible que tuvieran algún sistema de vigilancia y conocieran los planes de la víctima con antelación.

Los que defienden la hipótesis del asesino solitario señalan que cuando se produce el asesinato de una celebridad no hay precedentes de un crimen por encargo, sino que es obra de un solitario. Los críticos pueden responder que resaltando la característica de celebridad de Jill Dando se oculta el hecho de que era una periodista, y sí hay precedentes del asesinato de periodistas por encargo. Pero a su vez se puede responder que Jill era una presentadora, no una periodista de investigación, y que su estatus era más de celebridad que de periodista.

HIPÓTESIS

Los serbios

Fue una de las primeras teorías que se plantearon, tan solo unas horas después del crimen. Aunque descartada por la policía, ha continuado apareciendo de vez en cuando, y fue la hipótesis alternativa propuesta por la defensa de Barry George durante su primer juicio. 

Arkan y sus tigres
A favor: Hay relación directa con Jill Dando, ya que esta había presentado un programa sobre Kosovo recientemente, y había recibido una indignada carta de queja. Hay una estrecha relación temporal (tres días) entre el polémico bombardeo de la televisión yugoslava y el asesinato de Jill. Tras el crimen algunos directivos de la BBC recibieron amenazas, supuestamente de serbios. Hay alguna similitud con el crimen de un periodista crítico, cometido supuestamente por matones serbios.

En contra: No hay ningún dato verificable que señale en esa dirección. No hay documentos, ni conversaciones interceptadas, ni testimonios fiables. De ser los autores los serbios, en venganza por el bombardeo de la televisión, les habría interesado darlo a conocer. ¿Qué sentido tiene el crimen si no queda claro que se trata de una represalia? De haber querido los serbios matar a alguien, Jill Dando era una víctima muy improbable, ya que había cientos de militares, políticos o policías que serían víctimas igual de asequibles y mucho más probables. Ni el arma ni la forma de actuar encajan bien con el tipo de crimen que habría cometido un comando. Tampoco hay precedentes de una venganza serbia sobre algún ciudadano de un país que participó en los bombardeos.

Crimewatch

También se propuso casi de inmediato.

A favor: Tan solo el hecho de que el programa trataba sobre casos criminales y delincuentes, muchos de ellos peligrosos, y que es posible que uno de ellos, o algún familiar o socio podía haber querido tomar venganza.

En contra: No hay ni un gramo de evidencia. Pese a una jugosa recompensa y a que la policía puso en alerta a todos sus contactos en el mundo del crimen, nadie sabía nada, ni se había escuchado nada. No había precedentes en Gran Bretaña de ese tipo de ataques contra jueces y fiscales, así que menos sentido tendría contra una simple presentadora.

Estas dos fueron las primeras y más comentadas hipótesis. Con el paso de los años han ido perdiendo importancia, aunque resurgen de vez en cuando. Yo tampoco encuentro convincentes estas hipótesis en su versión más típica, la de un crimen organizado por un comando paramilitar serbio o un grupo del crimen organizado. Ni el arma, ni la forma de cometer el asesinato, ni la huida a pie encajan bien. Además, es muy probable que tras un crimen de esa clase hubieran terminado por producirse fugas de información, y tras 17 años no las ha habido.

Aunque la versión estándar de estas hipótesis no me convence, no descarto una variante especial de ellas. En esa versión, el bombardeo de la OTAN o un programa de Crimewatch podrían haber sido el motivo del crimen, pero la autoría no correspondería a un grupo organizado o un comando paramilitar, sino a un individual actuando por su cuenta. Un serbio residiendo en Gran Bretaña, indignado, y tomando venganza por sí mismo, sin recibir instrucciones o colaborar con nadie; o un criminal individual, o uno de sus familiares, enfadado con algún programa de Crimewatch, actuando por libre. En cualquiera de los dos casos, la víctima sería Jill y no otra persona (políticos o militares, en un caso, o Nick Ross u otros periodistas, en el otro) porque el asesino sabría previamente donde vivía Jill, probablemente por casualidad. Es decir, habría tomado venganza contra quien tenía más a mano.

Otras hipótesis

Kenneth Noye
Se han ido proponiendo a lo largo de los años otras hipótesis, algunas razonables, y otras más fantásticas, pero todas ellas tienen en común la falta de evidencia. Son suposiciones basadas en rumores o, sospecho de algunos casos, puras invenciones. Así, Jill habría sido víctima de un mafioso ruso enfurecido por haber ella rechazado sus avances, o podría haber sido confundida con la secretaria de Lord Archer, Angela Peppiatt, que vivía en la misma calle. Tal vez el delincuente y asesino Kenneth Noye; o el gangster Mr. Big; o grupos del crimen organizado de Londres o Escocia o Irlanda; o el IRA. El límite está en la imaginación. 

Me detendré un poco más en la hipótesis de que Jill Dando pudo ser la víctima de una red pedófila incrustada en la BBC y en las altas esferas del estado, no porque sea más probable o razonable que las otras, que no lo es, sino porque ha alcanzado gran difusión en internet, donde cuenta con una legión de apóstoles que la difunden urbi et orbi. Aunque sospecho que buena parte de esos apóstoles no están muy interesados en el análisis racional del crimen y tienen otro tipo de agenda, será mejor obviar eso y centrarnos en los hechos.

Según esta hipótesis, Jill Dando habría estado investigando (en algunas versiones incluso habría preparado o estaría preparando un informe) sobre una red pedófila en la BBC, y habría advertido a sus superiores de ello. Miembros de esta red, formada por personas muy poderosas, habrían ordenado eliminar a Jill Dando para evitar ser descubiertos, y/o para enviar un mensaje a otros posibles entrometidos. A través de sus contactos e influencias en la policía habrían evitado ser considerados sospechosos.

Hay bastantes versiones, mutaciones y ramificaciones de la teoría, pero da igual, todas tienen el mismo problema: la falta absoluta de evidencia. Alguien dice que le dijeron que alguien… El caso es que Jill era presentadora, no periodista de investigación, y aunque una presentadora puede investigar, faltaría más, no hay el más mínimo rastro de esa investigación. ¿Por qué su prometido, su padre, su hermano, su cuñada, su tía, su prima, sus amigas íntimas, sus anteriores parejas, sus agentes, sus amigos, no sabían nada de esa supuesta investigación? Muy sencillo, porque no existía. De haber estado ella investigando un asunto de ese tipo, varios, probablemente todos, de los anteriormente citados, sabrían algo de ello. Jill no era tímida ni reservada a la hora de comentar con sus cercanos su actividad profesional o privada, y les contaba sus preocupaciones y problemas y les pedía consejo con frecuencia.

Pero incluso si Jill hubiera estado investigando un asunto de ese estilo, el asesinato sería muy improbable. Los abusos de Savile no eran un secreto, y había cientos de víctimas (ninguno de ellos fue asesinado, por cierto), y miles de familiares y testigos, y muchos periodistas y otras personas sabían del tema. Todo el mundo en los medios conocía el rumor y varias veces se expuso públicamente, pero nadie hizo nada. En la autobiografía de Savile, publicada en 1974, se relataban actos impropios, y él mismo habló sobre las acusaciones de forma pública, en entrevistas y documentales, años antes de estallar el escándalo. No parecía interesar a nadie. Jimmy Saville se defendía, maniobraba y evitaba el escándalo público con amenazas legales, no con asesinatos. Hubo denuncias formales, y otras verbales, y algunos intentaron llamar la atención sobre sus delitos, pero se encontraron con la incomprensión general. ¿Había escuchado Jill Dando algo sobre las actividades de Savile? Prácticamente seguro, un rumor tan extendido le tuvo que llegar forzosamente, como a todos los periodistas y famosos de la época. ¿Lo comentó con otras personas? Es posible, seguramente como casi todos los que trabajaban en la BBC. ¿Investigó sobre ello o le preocupó de forma especial? Prácticamente seguro que no. De haberlo hecho habría algún rastro, y no lo hay. ¿Dónde están las víctimas o los testigos con los que habría hablado Jill durante esa supuesta investigación? 

El infame Jimmy Savile

Si alguien consigue evidencia de que Jill Dando estaba realmente investigando los abusos de Savile u otros, la hipótesis pasaría a formar parte del grupo de hipótesis (junto con la de los serbios o Crimewatch) con un posible motivo, cero precedentes y cero evidencia. Hasta entonces ni siquiera está a la altura de las otras. Para darnos cuenta de la banalidad de esa teoría, que no es más que el fruto de la imaginación de algún periodista, basta con compararla con cualquiera que podamos idear. Es suficiente con encontrar algún hecho delictivo (atracos a bancos, por ejemplo, u otros) sucedido meses o años antes, inventarnos una investigación de Jill sobre ese asunto y proponer que fue asesinada debido a esa inexistente investigación.

Hay otras hipótesis menos extravagantes, pero que tampoco cuentan con evidencia que las sostenga. Mike Burke, por ejemplo, insinúa mucho y dice poco. Parece sospechar del agente de Jill, Jon Roseman, o de alguno de los antiguos novios de ella. Scott Lomax es más explícito, y señala directamente a algún antiguo novio o relación de Jill, pero su argumentación es débil. La policía afirmó que en la cancela no se encontraron huellas extrañas, lo que Lomax interpreta como una prueba importante. Como el asesino cerró la cancela detrás suyo, y ni Hugues ni Upfill-Brown dijeron haber visto guantes, eso indicaría que sus huellas ya estaban previamente en la cancela y eran conocidas, pero creo que eso se basa en una errónea interpretación de la ambigua información policial sobre ese elemento. Además, señala Lomax, el cierre indicaría un acto mecánico de alguien acostumbrado a hacerlo, lo que señalaría hacia una persona familiarizada con el lugar. Es posible, pero el hábito del asesino de cerrar la cancela no implica que fuese la de Jill Dando la que estaba acostumbrado a cerrar, y ese acto podría significar otras muchas cosas, tantas que no encuentro utilidad en especular sobre ello.

17 años después no parece haberse avanzado mucho, y se siguen planteando las tres principales hipótesis que se manejaron durante la investigación: Un conocido de Jill; una conspiración de algún grupo; el asesino solitario. Vamos a analizar los datos conocidos para ver si podemos descubrir hacia donde apuntan.

LA EVIDENCIA

El arma del crimen

Opino que el arma y la munición utilizados apuntan hacia un asesino individual, en contraposición a un grupo de ellos, pero no nos indican su pericia, si era un profesional o no. El término profesional, que se utiliza muy a menudo cuando se trata sobre crímenes, resulta bastante ambiguo, ya que se usa con dos significados: el de una persona cuya profesión es el asesinato, y el de alguien con una habilidad especial para cometer el crimen de forma eficaz y sin cometer errores. Estas dos características pueden coincidir en la misma persona, pero puede no ser así. Para la primera acepción yo prefiero la denominación asesino a sueldo, o sicario. Reciben una contraprestación por asesinar a alguien y pueden ser hábiles y experimentados, pero también en algunas ocasiones inexpertos, torpes y chapuceros.

Por otra parte, hay gente con habilidad para matar, e incluso experiencia, que pueden no trabajar a sueldo y matan por múltiples razones. Un miembro, o ex miembro de unas fuerzas especiales de algún ejército, o de los servicios secretos, puede tener más habilidad, capacidad y experiencia que la mayoría de los sicarios.

En este caso, el arma utilizada no parece la que usaría un sicario, pero no señala en una dirección concreta en cuanto a la habilidad o pericia. Algunos afirman que indica que el asesino era un amateur, pero puede igualmente haber sido alguien muy experto. El arma tiene algunas desventajas respecto a un arma estándar, pero casi todas esas desventajas desaparecen cuando se va a utilizar para disparar a cañón tocante. La evidente ventaja es que no será posible rastrear el origen ni el historial de ese arma, ni se podrá relacionar con el autor del crimen. Se puede suponer que el arma era la única que tenía o podía conseguir el asesino, lo que indicaría a un aficionado o por contra ser la decisión de alguien muy hábil y prudente, que sabía perfectamente el tipo de arma que estaba utilizando. Hay un hecho indiscutible, y es que ha sido imposible seguir el rastro de la pistola y la munición.

El 29 de Gowan Avenue

Como ya se ha comentado, las visitas de Jill a la casa eran cada vez más esporádicas y no tenían la suficiente regularidad como para ser previsibles. Es posible que falte información, pero los datos disponibles apuntan hacia la extrema dificultad que tendría alguien para planear un crimen aprovechando una visita de Jill a ese lugar. El problema no es únicamente la irregularidad de las visitas, también está la ocasión, ya que ella podía visitar la casa sola, como había hecho el sábado, pero otras veces iba acompañada de Farthing, de su prima Judith o de alguna amiga. Incluso si alguien hubiera podido anticipar la visita de Dando a la casa, no podía saber si iba a ir sola o acompañada de una o más personas.

Nick Ross, que conocía ambos lugares, ha señalado que la casa de Farthing en Chiswick era un lugar mucho más apropiado si alguien quería organizar un atentado contra Jill. Aunque siempre es arriesgado comparar los méritos de lugares para una emboscada, lo cierto es que la afirmación de Ross tiene bastante fundamento. Gowan Avenue es una larga calle, de unos 390 metros, con entrada (para los vehículos) por Munster Rd. y salida en Fulham Palace Rd. Entre ambos extremos de la calle tan solo encontramos dos calles laterales, Sidbury St. a un lado y Kimbell Gardens al otro. El lugar del crimen, el número 29 de Gowan Avenue, se encuentra a 100 metros de la entrada por Munster Rd. y a 290 metros de la salida por Fulham Palace Rd. El primer desvió hacia este último lado, Sidbury St., está  a 120 metros del número 29. Es decir, que al marcharse el asesino a pie tenía que recorrer, de forma obligatoria, 100 metros si al salir giraba a la derecha, y al  menos 120 metros si giraba a la izquierda. Si alguien era testigo del crimen y daba la alarma el asesino quedaría expuesto, a la vista de todos, y sin posibilidad de escabullirse por alguna calle durante un buen rato. También podía ser seguido sin dificultad por cualquier coche que pasara en ese momento o poco más tarde, si el conductor era alertado por posibles testigos.

El domicilio de Farthing en Chiswick tenía una situación completamente distinta. Bedford Cl es una pequeña calle sin salida, muy cerca del río Tamesis. A primera vista el que sea una calle sin salida no parece muy adecuado para una emboscada, pero el número 4 está casi a la entrada de la calle, a apenas 15 metros de Lattimer Pl. En unos segundos el asesino quedaría fuera de la vista de los posibles testigos. En el mapa se pueden ver las distintas opciones. Si al salir a Lattimer Pl. decide girar a la izquierda se encontrará un nuevo desvío, otra calle, a menos de 10 metros. En apenas 25 metros habrá cambiado dos veces de calle.

Domicilio de Alan Farthing en Chiswick

La vigilancia también es un factor importante, ya que en Gowan Avenue cualquier persona parada más de la cuenta llamaba la atención, como se pudo comprobar con las declaraciones de muchos testigos. Es una calle de paso, con apenas negocios o comercios, en la que tan solo los vecinos se detinenen para algo, y no hay lugar para vigilar sin ser visto. En Bedford Cl también llamaría la atención alguien que no fuese un vecino y estuviese parado de pie, pero hay más opciones, ya que se puede vigilar desde Lattimer Pl., desde Corney Reach Way, o incluso casi desde la misma orilla del Tamesis.


Pero la principal diferencia entre Gowan Avenue y Bedford Cl. es la oportunidad. Mientras en el primer lugar el criminal tendría que aprovechar la visita de Jill y actuar a la entrada o salida, a riesgo de tener que esperar varios días hasta el próximo intento, en el segundo podría tener varias opciones cada día. En cualquiera de los dos sitios puede suceder que el objetivo salga o entre acompañado, que varias personas estén en las inmediaciones, o que alguien se fije en el asesino mientras vigila y tenga que marcharse. En Gowan Avenue cualquiera de estas situaciones implicaría perder la oportunidad y no saber cuando se dispondrá de otra, pero en la casa de Chiswick, por contra, se pueden tener varias ocasiones, incluso el mismo día. Creo que las diferencias están claras: No solo la casa de Farthing parece un lugar más adecuado y más seguro para la vigilancia y la huida, además proporciona muchísimas más oportunidades para lograr el objetivo. En mi opinión, una o varias personas expertas que planearan matar a Dando siguiendo órdenes, de los serbios, de algún jefe del crimen organizado, o de quien fuese, jamás habrían elegido Gowan Avenue sobre Bedford Cl.

La única excepción sería que tanto los patrocinadores como los ejecutores desconociesen que la víctima ya no residía en ese domicilio, pero además de que eso demostraría una organización bastante pobre, implicaría que el asesinato se habría cometido a la primera, o casi a la primera, sin realizar seguimientos previos de la víctima, y eso no encaja con lo que harían unos expertos. Cualquier grupo que, por ejemplo, pudiese averiguar por el medio que fuera que Jill iba a visitar ese día Gowan Avenue, sabría sin duda el lugar donde vivía en ese momento.

Sin embargo, eso no favorece del todo la hipótesis del solitario, ya que un argumentación muy similar se puede utilizar para evaluar la posibilidad de que el asesino fuera un acosador o un admirador despechado, o tal vez un híbrido entre los dos. Es de suponer que precisamente un acosador o un admirador sabrían donde vivía Jill. Habría que suponer a un admirador-acosador bastante poco informado sobre el objeto de su obsesión. Da igual quien fuese el asesino, un admirador obsesivo, un antiguo novio o un comando serbio, la única explicación razonable para el éxito en su deseo de matar a Jill Dando parece ser la suerte. Un asesino con poca información y mucha suerte.

Hay las suficientes grabaciones de cámaras que registraron la ruta de Jill entre Chiswick y Fulham para que la policía pudiera descartar que alguien la estuviera siguiendo, así que no quedan muchas opciones.

En el mismo artículo citado anteriormente, Hamish Campbell pasaba revista a las siete posibilidades que explicarían la presencia del asesino en Gowan Avenue:

1) Que por puro azar alguien resentido contra Jill, y portando una pistola, pasaba por allí en el momento en que ella llegaba.

2) Que el mismo tipo de persona la viera por casualidad en Hammersmith y la siguiera hasta la casa.

3) Que alguien la siguiera desde Chiswick.

4) Que Jill le dijera al asesino que iba a ir allí.

5) Que Jill se lo dijera a otra persona, que a su vez se lo contara a un tercero, el asesino.

6) Que el asesino fuera alguien que vivía en Gowan Avenue.

7) Que por observación y análisis el asesino decidió que si esperaba por allí se acabaría encontrando con ella.

A continuación Campbell eliminó las opciones que consideraba más improbables, la 1 y la 2. En cuanto a la tercera, afirmó que la policía tenía suficientes grabaciones de cámaras para descartar que estuviera siendo seguida. Investigaron y hablaron con todos los vecinos de la calle y no encontraron a nadie sospechoso, así que solo quedarían las opciones 4, 5 y 7.

La visita el lunes por la mañana a la casa de Gowan Avenue tan solo fue decidida por Jill al mediodía del sábado, cuando descubrió que apenas quedaban papel y tinta para el fax. De no haberse dado esa circunstancia la visita habría sido innecesaria tan pronto, y probablemente no se habría producido hasta varios días después, tal vez una semana o más. Seguramente tan solo se lo comentó a su prometido, y no creo que algo tan trivial fuera objeto de conversación por parte de Jill la tarde del sábado en la gala benéfica, o el domingo con los amigos de Farthing. No está del todo claro quien sabía de la visita a Gowan Avenue. Según se dijo en el primer juicio, tan solo Farthing y Allasonne Lewis (y esta apenas una hora antes del crimen) sabían de la visita. Después se dijo algo que dejó la puerta abierta, que tan solo lo sabían los más allegados. No se sabe si esa expresión era otra forma de referirse a la misma información, o si implicaba que alguien más lo sabía. Es posible que Jill lo comentara con alguna de sus amigas, con las que habló esa mañana, o con la madre de Farthing. Ciertamente, ni Farthing, ni Lewis, ni en su caso las amigas de Jill o su futura suegra la mataron, y ninguno de ellos tenía un motivo para encargar el crimen a otra persona. Es posible que uno de ellos comentara la información con una tercera persona, pero de nuevo resulta bastante improbable que algo así se convirtiese en tema de conversación casual, y además, es seguro que la policía se tomó muy en serio ese asunto. Pero veremos más adelante que hay algunas posibilidades no exploradas.

¿Dónde estaba el asesino?

Si el asesino estaba esperando a Jill, debía estar muy cerca. Seguramente pasó poco más de un minuto desde que el BMW entró en Gowan Avenue hasta el disparo, tal vez incluso un poco menos de un minuto.

Stella de Rosnay, del número 55, salió a la acera hacia las 11:20 y tomó varias fotografías de la casa y de la calle. Según se dijo, en dichas fotografías la calle parece desierta, no se ve a nadie. Hay unos 65 metros entre ambas casas.

Rosa Rodríguez estaba limpiando en el número 26. A una hora que debía ser muy poco antes o muy poco después de las 11:30 salió y estuvo dos o tres minutos limpiando la puerta, tras lo cual volvió a entrar. No vio a nadie.

El doctor Gossain, que tenía consulta en el número 21, salió a visitar a un amigo hacia las 11:25, y giró a la derecha, hacia Munster Road. No vio a nadie.

Todas las personas que se consideraron sospechosas, sobre todo el hombre del traje, fueron vistas bastante antes del crimen, pero ninguno de ellos fue visto en los quince minutos anteriores al asesinato. La última que vio a alguien que pudiera resultar sospechoso fue la mujer que tenía su vehículo en el lugar donde poco después Jill aparcaría su BMW

Una posibilidad es que el criminal estuviese esperando a Jill en el pequeño patio. Si estaba de pie cualquiera le podía ver, y mucha gente habría notado la presencia de alguien dentro de la propiedad. Stella y Charlotte de Rosnay pasaron delante de la casa no mucho después de las 11 y comentaron quien vivía en ese lugar, y se habrían fijado en cualquiera que estuviera allí. Además, es casi seguro que Jill no habría entrado de haber visto a alguien más allá de la cancela.

El patio y el muro. Apenas hay espacio para ocultarse.
Otra opción es que el asesino estuviese dentro del patio oculto a la vista. La única forma de lograr eso sería agacharse y pegarse al muro, y así quedaría oculto para peatones y conductores, pero ese modo de actuar tendría varios problemas importantes y uno insuperable. El primer problema es que al estar agachado él tampoco podría ver nada, sobre todo la llegada de su objetivo. El segundo es que su posición no le garantiza no ser visto por Jill al entrar. Incluso mirando al frente se puede ver a alguien con la visión lateral, y además no sería extraño que Jill hubiese dado un vistazo de forma automática a su izquierda cada vez que entraba para ver el estado del pequeño jardín. El problema insuperable, y por el que rechazo esta posibilidad, es que ocultarse tras el muro cortaría todas las opciones del criminal. Hay algo que el asesino no podía controlar de ninguna manera, y era el ambiente externo, la situación en Gowan Avenue en el momento en que Jill atravesaba la entrada. No podía saber si en ese momento no habría nadie en la calle, como parece ser que  ocurrió, o si estaría pasando un grupo de personas o un coche de policía justo frente a la casa. En ese caso, o disparaba delante de testigos, o tendría que explicar a una alarmada Jill, y tal vez a esas personas, lo que hacía agachado tras el muro, cortando todas sus opciones de una retirada sin llamar la atención. Parece un mal plan si el asesino sabía de la visita de Jill, y directamente ridículo si no sabía de ella. 

La tercera posibilidad sería que el asesino estuviera esperando fuera, cerca de la casa. El problema con esto ya se ha comentado, y es que pese a que muchos testigos vieron a personas “sospechosas” durante toda la mañana, no se vio a nadie en los momentos previos al asesinato. Lo que demuestran todos los testimonios sobre gente parada cerca de la casa es que cualquier extraño que no se limitara a pasar caminando era controlado de inmediato. Acciones tan inocentes como estar parado en la acera, junto a un coche o estar hablando por teléfono móvil, que en muchas calles ni siquiera serían notadas, llamaban la atención de inmediato en Gowan Avenue.

Tal vez podría estar esperando en un coche. Es posible, pero eso implicaría la existencia de un cómplice, y que a pesar de tener un coche a su disposición, el criminal habría preferido exponerse a ser visto al escapar. Y si una persona dentro de un coche ya podría llamar la atención, dos lo habrían hecho con seguridad.

Las posibilidades citadas tienen bastantes problemas, y no hay evidencia que apunte hacia alguna de ellas. Hay otra posibilidad, que el asesino no estuviera esperando, que llegase en el momento justo. Sería una gran casualidad, pero es posible. Una variante sería la del criminal pasando varias veces por el lugar, tal vez parándose un par de minutos cada vez, y marchándose para no llamar la atención. Esa forma de proceder apenas mejora las posibilidades de coincidir con la víctima, pero ya puestos a suponer la suerte del asesino al encontrar a Jill en ese lugar, tal vez la tuvo también respecto al momento.

EL CRIMEN

Pese a que Hughes estimó que habían pasado unos 30 segundos entre el sonido de la alarma del coche y el grito, los detectives estaban convencidos que había sobrestimado el tiempo, como les ocurre a muchos testigos. Ellos opinaban que no habían pasado más de siete u ocho segundos, y que el crimen se cometió de inmediato. Jill Dando no conversó con su asesino, no interactuó con él, probablemente ni siquiera lo llegó a ver. Minutos después del crimen Hughes salió a ver lo que ocurría al oír a Helen Doble y las otras dos mujeres hablando fuera. No estaban gritando, tan solo hablando, y el que Hughes las oyese hablar indica que si Jill y su asesino hubiesen mantenido alguna conversación Hughes los habría podido oír.

El lugar donde cayó la víctima, donde cayeron sus cosas, el bolso abierto, las llaves… Todo indica que Jill estaba parada de cara a la puerta, en el proceso de coger sus llaves para abrirla y entrar en la casa. No sabemos si tuvo que abrir la cancela para entrar, pero no la cerró, ya que de haberlo hecho es casi seguro que habría escuchado el ruido de apertura y no habría estado mirando al frente. Alguien entró desde la calle, atravesó en dos o tres zancadas la distancia que separa la cancela de la puerta, y se puso justo detrás de ella. En este punto hay varias posibilidades.

Se ha propuesto la hipótesis de que a Jill se le podrían haber caído las llaves y que se habría agachado a cogerlas cuando fue sorprendida por el asesino, que aprovechó su posición para tirarla al suelo. Es posible. A partir de la declaración de Hughes, que describió el grito de Jill más como de sorpresa que de miedo, algunos han conjeturado que tal vez ella llegó a ver al asesino, y que este sería conocido, y de ahí el tipo de grito. No lo creo. El grito de sorpresa encaja perfectamente con la situación de ser agarrado de forma sorpresiva por detrás y arrojado al suelo. Durante un instante la víctima no tiene ni idea de lo que ocurre y seguramente prima el desconcierto sobre el miedo.

En unos pocos segundos Jill iba a abrir la puerta, así que el asesino podría haber esperado y aprovechado para empujarla dentro de la casa y matarla allí, a resguardo de testigos. ¿Por qué no lo hizo? Una buena razón sería la de que ignoraba si había alguien dentro de la casa.

La hipótesis que más favorecieron los detectives era la de Jill parada frente a la puerta sacando las llaves del bolso, y alguien que llegó por detrás y con su mano derecha agarró el brazo derecho de ella, donde se halló un pequeño hematoma, y la empujó violentamente hacia el suelo. Él también se agachó, y en esa posición disparó, no se sabe si con su mano derecha o con la izquierda. Algunos han propuesto, a partir de que la víctima fue agarrada por el brazo derecho, que el asesino llevaba la pistola en la izquierda, y con ella disparó. Es razonable, pero también pudo haber cambiado la pistola de mano en el último momento.

Del Mirror
Tengo dudas de si se realizó una reconstrucción de esta y otras hipótesis de como pudo suceder el crimen. Lo digo porque al describir la situación todo parece mucho más fácil de lo que realmente es. Por ejemplo, tener una de las manos ocupada con una pistola y tratar de tirar al suelo a otra persona, aunque sea una mujer no muy grande, no debe resultar muy sencillo. Podría haber utilizado las dos manos y sacado la pistola en el último momento, es posible, pero sería una forma bastante extraña de actuar.

Tirar a la víctima al suelo antes de disparar tiene algunas desventajas bastante evidentes. La víctima puede resistirse, dificultando el crimen. Puede luchar, golpear, arañar; puede gritar, llamando la atención; puede haber transferencia de pelos, ADN o fibras entre víctima y asesino. Casi todos esos problemas se evitarían con un disparo realizado por la espalda, muy cerca, incluso a cañón tocante, sin dar la ocasión a la víctima para reaccionar.

Pero las ventajas son también evidentes. Con la víctima en el suelo y el asesino agachado, el pequeño muro evita que ambos, y el crimen, puedan ser vistos desde la calle; y sobre todo permite sujetar con firmeza a la víctima, lo que permite a su vez apretar con fuerza el cañón del arma contra su cabeza, suprimiendo casi todo el ruido del disparo. De hecho, el apretar con tanta fuerza el cañón contra la cabeza de la víctima eliminó el ruido del disparo mucho mejor de lo que haría cualquier supresor, con tanto éxito que una persona situada muy cerca no oyó el ruido, pese a que pudo oír con claridad otros sonidos. Podemos achacarlo a la casualidad y la suerte de un aficionado, o a alguien que sabía perfectamente lo que hacía.

En la puerta de la casa, justo donde se cometió el crimen, las ventajas superan claramente a los inconvenientes, ya que nadie verá nada, ni oirá nada. Un disparo desde cerca provocaría ruido, que seguramente habría alarmado a los vecinos, comprometiendo la huida, y si alguien escuchaba ruido miraría en la dirección de este, viendo al ejecutor de pie. Por contra, si alguien pasando por la otra acera hubiera escuchado un ligero ruido del disparo, o un grito, al mirar en esa dirección no habría visto nada. De mantener unos segundos la observación podría haber visto a un hombre incorporándose, eso es todo.

En cualquier otro lugar que se hubiera elegido para matar a Jill, por ejemplo, junto al BMW, los inconvenientes parecen superar a las ventajas. En ese sentido, la forma de cometer el crimen parece muy bien adaptada al entorno y las circunstancias.

El hombre del traje

Se localizó a varios testigos que habían visto a un hombre corriendo por Fulham Palace Road en momentos cercanos al crimen. Se recrearon con detalle en Crimewatch, y parece que en ese momento despertaron mucho interés en los detectives. Aunque podían ser varias personas distintas, lo similar de las descripciones y la continuidad temporal, y sobre todo espacial, hacen muy probable que fuera una única persona. El mismo Hamish Campbell señaló que ese hombre que había sido visto corriendo vestía un traje, y por tanto no coincidía con el visto por Hughes y Upfill-Brown. Podía ser alguien inocente, al que nunca se localizó, pero también podía estar implicado en el crimen de alguna forma. En ese momento todavía no se había descartado la posibilidad de un grupo de asesinos con distintas misiones, así que era posible que el hombre visto corriendo no hubiese disparado, pero estuviese implicado en el crimen.

-A las 11:37 o 11:38 un hombre que acababa de sellar un boleto de apuestas (a las 11:37:02, de ahí que se conozca la hora con bastante precisión) en un local cercano vio a un un hombre a la altura de Gowan Avenue, corriendo a toda velocidad y cruzando Fulham Palace Road hacia la acera oeste y seguir corriendo en dirección sur. Iba tan rápido que tropezó al llegar a la acera y casi es atropellado por un coche, llegando incluso a apoyar la mano en el capó antes de continuar su carrera.

-Aproximadamente a la misma hora, y un poco más al sur, una mujer que iba conduciendo vio a un hombre que corría mientras hablaba por teléfono, lo que encontró muy extraño.

-También aproximadamente a la misma hora, y más al sur todavía, una mujer que iba conduciendo se cruzó con un hombre que corría como si le fuera la vida en ello y que también llevaba un teléfono móvil, aunque la testigo lo recordaba por la acera este de la calle.

-Poco después, un hombre que conducía una furgoneta tuvo que frenar con brusquedad para no atropellar un hombre que cruzaba desde la acera este de Fulham Palace Road hacia la oeste, hacia el parque Bishop.


No había tanta gente vistiendo un traje y corriendo por las calles de Londres como para suponer que todos los testigos se estén refiriendo a personas distintas. Varios de estos testimonios, probablemente todos, están describiendo a una única persona, que viniendo desde el este, probablemente de Gowan Avenue, cruzó hacia la acera oeste de Fulham Palace Road y corrió hacia el sur. En algún momento cruzó hacia la acera este y corrió otro tramo de la calle, para finalmente volver a cambiar hacia el oeste. Lo que parece indicar el comportamiento del sujeto es que no tenía nada claro por donde quería ir, y es posible que estuviera en estado de pánico.

Hemos visto que hay bastantes testimonios sobre un hombre vistiendo un traje, con apariencia elegante, en Gowan Avenue en las horas anteriores al crimen. El cartero vio a un hombre con la misma descripción mirando directamente hacia la casa de Jill poco después de las 10:00. Sobre las 11:00 un conductor observó a un sujeto parado entre dos coches cerca de la casa de la víctima. Una mujer salió de una clínica cercana y recogió su coche sobre las 11:15 (fue en el sitio que dejó libre donde aparcó Jill quince minutos después), y al marcharse vio a un hombre parado en la carretera, entre dos coches aparcados, a unos metros de la casa de Jill, tal vez a la altura del número 33. Pelo negro, traje oscuro, posiblemente azul oscuro. Tal vez sea posible ligar al hombre visto en Gowan Avenue con el que corría por Fulham Palace Road más tarde.

¿Podía ser el crimen obra de un equipo? Los que así opinaban utilizaban otros dos testimonios:

-A las 10:08 una agente que controlaba la zona azul iba a multar a un Range Rover aparcado muy cerca de la casa de Jill, en el que no veía el ticket o la autorización y que suponía estaba vacío, cuando un hombre que estaba sentado en el asiento del conductor hablando por teléfono le hizo gestos. Ella, un poco avergonzada por no haber visto al hombre, anuló la multa y siguió su camino.

-Muy poco después una mujer que conducía por Gowan Avenue notó que tenía detrás un Range Rover que se acercaba mucho su coche, acelerando el motor, como si estuviera impaciente y tuviera mucha prisa. La conductora se sintió presionada y nerviosa y la actitud del conductor del Rover continuó igual cuando siguieron por Doneraile Street y tras girar hacia Stevenage Road, donde para alivio de ella pudo ver por el espejo retrovisor como el Rover aparcaba cerca del campo de fútbol del Fulham.

Uniendo todos estos testimonios se pueden construir varias hipótesis sobre el crimen. Hay muchas variantes, con dos, tres o incluso más conspiradores. Se plantea, por ejemplo, que el que el Range Rover tuviera que marcharse pudo descontrolar todo el operativo, o que el hombre del traje, un vigilante, pudo ser presa del pánico al no encontrar el coche para escapar, y escapó corriendo por Fulham Palace Road. Tal vez alguien los avisó desde Chiswick de cuando salía Jill, pero no contaban con el retraso. Hay muchas posibilidades y combinaciones, tan solo limitadas por la imaginación.

El problema es que resulta difícil aceptar que una operación tan sofisticada termine con los participantes corriendo cientos de metros, e incluso marchándose en autobús. Si los conspiradores tenían controlada a Jill en Chiswick, ¿por qué no la asesinaron allí, dónde tenían muchas más opciones? Si no la tenían controlada, ¿cómo tenían la seguridad de que iba a aparecer esa mañana en Gowan Avenue? Nadie organiza una operación con varios participantes por si a la víctima le da por aparecer, tiene que haber seguridad, o al menos una alta probabilidad.

Hay que señalar claramente que el hombre visto corriendo por Fulham Palace Road podría ser totalmente inocente. Tal vez estaba persiguiendo el autobús y cambiaba de acera para anticiparse a obstáculos. También podría ser totalmente ajeno al crimen el hombre (o los hombres) con un traje visto en Gowan Avenue. Podemos saber con razonable seguridad que no fue el asesino, ya que la ropa no coincidía con la descrita por los testigos, y sería bastante extraño que un colaborador, un vigilante o quien fuera, hiciera tan pocos esfuerzos por ocultar su rostro. Por otro lado, una persona corriendo sin causa aparente tan cerca del lugar del crimen, y en un momento tan próximo a este, y cuya descripción coincide, además, con la de una persona vista varias veces en las inmediaciones de la casa de Jill, tiene que resultar sospechosa forzosamente. Tenemos, por tanto, algunos elementos que nos indican que ese hombre no participó en el crimen, y otros que podrían indicar que su carrera podría estar relacionada con este. ¿Es posible reconciliar ambas opciones? Yo creo que sí, con una hipótesis  que habría que haber tenido en cuenta. Pero antes, vamos a las razones que hacen muy improbable que el hombre visto corriendo fuera el asesino:

1) La vestimenta. Todos los testigos que vieron el hombre corriendo por Fulham Palace Road lo describieron vistiendo un traje, y nadie vio un abrigo o cazadora como las descritas por Hughes y Upfill-Brown.

2) El comportamiento. La persona vista por Upfill-Brown trataba de pasar desapercibida. Pese a que estaba escapando de la escena del crimen, y que podía temer que el hombre que salía de su casa y le estaba mirando pudiera ver a la víctima y dar la alarma, tuvo la suficiente sangre fría como para frenar su carrera y continuar su marcha a paso rápido. Por contra, el hombre visto corriendo por Fulham Palace Road corría de forma desaforada, y no parecía importarle llamar la atención, o no era consciente de ello.

3) La hora. Si el hombre visto corriendo a las 11:37 u 11:38 venía corriendo desde el número 29 de Gowan Avenue, no pudo emplear más de un minuto o minuto y medio. Incluso si venía caminando a paso rápido, o alternando ese paso rápido con algún trote, no pudo tardar más de tres minutos en recorrer la distancia. Eso implicaría que el hombre no habría comenzado a correr hasta, como muy pronto, las 11:34. Aunque es teóricamente posible que el crimen tuviera lugar tan tarde como eso, la hora más probable, calculada por la policía, está entre las 11:30 y las 11:32. El teléfono móvil de Jill recibió una llamada a las 11:31, y no fue contestada. El hombre visto corriendo lo fue demasiado tarde. Por muy poco, de dos a cuatro minutos, pero tarde.

Se propuso en su momento que tal vez fuera alguien que vio el cadáver y se asustó por alguna razón y se puso a correr. Tal vez era un delincuente, o alguien que no quería tratar con a policía, en cualquier caso, un transeúnte casual. Aunque sería muy extraño, es posible, pero eso dejaría fuera de la ecuación a la persona con la misma descripción vista esa mañana.

Hay un tipo de persona que encajaría con todos los elementos presentados: alguien que esa mañana pasó bastante tiempo cerca de la casa de Jill; que no quería llamar la atención pero que tampoco se preocupaba de ocultar su rostro; que no participó en el crimen pero que escapó corriendo al descubrir el cadáver; que corría sin tener claro su destino, mientras trataba de hablar por teléfono; y finalmente, que no acudió a declarar a la policía. El personaje que encaja en ese modelo sería el de un periodista de un tabloide, o más probablemente uno de sus proveedores de información.

PRENSA SENSACIONALISTA

Portadas del News of the World
Aunque el escándalo de las escuchas a famosos del News of the World no salió a la luz hasta varios años después, las prácticas que bordeaban la legalidad, o directamente delictivas, llevaban utilizándose varios años por la prensa sensacionalista, desde antes de la muerte de Jill. Un grupo de detectives privados, que a veces empleaban a personajes poco recomendables como ayudantes, trataban de obtener y vender información utilizando cualquier método, legal o ilegal. A veces eran los propios periodistas los que utilizaban esos métodos, pero generalmente se apoyaban en ayudas externas. Cuanto más escandalosa fuera la información, sobre todo relativa a la vida privada de personajes famosos, más dinero valía. Ese dinero sobornó a policías, a otros funcionarios y a muchas personas cercanas a los objetivos de los tabloides (denominaré así, por comodidad, a los periódicos sensacionalistas). Jill Dando se había convertido en uno de esos objetivos y hay una serie de sucesos que así lo indican, aunque no estén necesariamente relacionados entre ellos. 

-Dando y Farthing habían acordado la exclusiva para las fotografías de su boda con Ok! Magazine por 200.000 Libras, lo que demuestra el interés que despertaba Jill en los medios, y lo económicamente rentable que podría resultar para cualquier tabloide, o uno de sus proveedores de información, descubrir o encontrar algo interesante, o mejor, escandaloso, sobre ella.

-En Marzo de 1998 el News of the World había publicado la relación entre Jill y Alan, y no solo eso, un paparazzi les había sacado fotos besándose en Serre Chevalier. Jill sospechaba que alguien cercano a ella había informado al fotógrafo de dónde iban a estar. Hizo algunas averiguaciones entre sus amigos, dejando ver sus sospechas.

-El asunto John Hole. Recordemos que este era el hombre de Kent que estuvo acosando a Jill bastante tiempo. Cuando ella se sintió un poco amenazada comentó el problema con la BBC, que le encargó a su equipo de seguridad que se ocupara del asunto. Enseguida apareció todo el asunto en algunos tabloides (Sunday Mirror y People). Aunque Jill había hablado del tema con varias personas, no había proporcionado el nombre del sujeto, así que la filtración tenía que proceder de la BBC, seguramente del mismo equipo de seguridad.

Nigel Dando, con su esposa y su padre.
-Poco antes del crimen Nigel Dando y su esposa Vanessa cumplían 20 años de casados, y Jill decidió regalar unas vacaciones a su hermano y su cuñada. Estos disfrutaron de unos días fantásticos en Tailandia, pero al regreso Nigel Dando tuvo que ser ingresado en un hospital debido a una trombosis en una pierna, que se achacó al largo viaje en avión. Jill fue informada nada más volver de Brasil, donde había estado rodando un episodio para Holiday, y se sorprendió mucho cuando poco después la información, con todos los detalles, apareció en el Sunday People. Nigel se lo tomó con humor, pero Jill estaba furiosa, y sospechaba que alguien muy cercano a ella la había traicionado y le había pasado la información al semanario. Interrogó a las amigas con las que había comentado lo sucedido, e incluso llegó a acusar a una de ellas, aunque más tarde le pidió disculpas, arrepentida. No era frecuente que Jill se comportara así, y por ejemplo Allasonne Lewis comentó posteriormente que nunca la había visto tan enfadada. 

-En diciembre de 1998, cuatro meses antes del crimen, una mujer que figuraba en la guía como J. Dando (no estaba relacionada con Jill) recibió una llamada preguntado si era Jill Dando. Había recibido varias llamadas de este tipo y estaba acostumbrada, pero este caso fue especial. El hombre, al que describió como muy cortés, quedó un poco decepcionado de que no fuera ella, pero en vez de despedirse y colgar, como habían hecho los demás, mantuvo a su interlocutora 10 minutos al teléfono, intentando sonsacarle información sobre Jill Dando, su domicilio y otros extremos, pese a que ella le repetía que no conocía a la presentadora y no podía ayudarle.

-Recordemos que el mismo día que apareció en prensa el anuncio del compromiso entre Dando y Farthing hubo llamadas telefónicas a varias empresas de suministros (gas, agua y electricidad) de alguien que afirmó ser James Dando, supuesto hermano de Jill, y que dijo vivir en el domicilio. La noticia del compromiso entre Jill y Alan había aparecido en la edición del mediodía del London Evening Standard del 1 de febrero, y las llamadas se produjeron entre las 18:31 y las 18:50, apenas unas horas después. El tal James Dando pretendía cambiar los contratos a su nombre y la forma de pago, aunque en el mismo domicilio, y obtener alguna información sobre las cuentas. El hombre conocía incluso los 14 dígitos de la cuenta eléctrica de Jill. Se le dijo que esos trámite no se podían realizar por teléfono, y no se le ofreció ninguna información, aunque desde una de las empresas se le dijo que enviarían un formulario al domicilio. Tras una investigación de varios meses la policía informó que el autor de las llamadas era un periodista de un tabloide, aunque no informó de su identidad ni el medio.

-Tan solo seis días antes del crimen alguien llamó al proveedor telefónico de Dando, British Telecom, y trató de cambiar el contrato a su nombre. En esta ocasión no pretendió ser hermano de Jill, y tan solo dijo que vivía en el domicilio. Fue capaz de proporcionar el número de teléfono de Jill Dando, aunque este no aparecía en la guía. Como en los otros tres casos, tampoco consiguió su objetivo. La policía no ha informado si la persona que llamó es el periodista que lo hizo en los otros tres casos. Es probable, pero no necesariamente cierto.

En 1999 y 2000 todavía no eran de dominio público muchos de los trucos utilizados por periodistas y detectives privados durante años para obtener información, pero ya existían de forma extendida esas prácticas, como demuestra el caso de Jonathan Rees, y las llamadas a las empresas de suministros de Jill encajan con el funcionamiento de esos traficantes de información.

Es probable que Jill Dando se hubiera convertido en objetivo prioritario de los tabloides y sus fuentes de información. Es posible que alguien cercano a Jill estuviera pasando información a los tabloides o a algún intermediario. Es posible que la mañana del 26 de abril uno o dos de esos intermediarios, puede que un detective, o tal vez algún empleado o asociado poco recomendable, tal vez con antecedentes, estuviera vigilando la casa de Gowan Avenue.

En ese caso, si esa persona (o tal vez dos personas) era el sospechoso con el pelo oscuro y el traje negro que vieron algunos testigos por la zona, podría encajar con el hombre que fue visto corriendo por Fulham Palace Road poco después. Y en ese caso sí que podría tener sentido la actitud del sospechoso, cosa que no ocurría si le suponíamos el asesino. Opino que todos los hechos citados permiten construir una hipótesis, que aunque no puede ser demostrada con la información actual, sí que tiene una buena posibilidad de ser correcta.

Según esta hipótesis, la casa de Gowan Avenue estaba siendo vigilada la mañana del 26 de abril, pero no por el asesino, o al menos no solo por este, sino por mercaderes de información. Alguno de los satélites que nutrían a los tabloides y revistas de noticias sobre famosos había puesto sus ojos en Jill Dando. Atraídos por las noticias sobre la boda y más tarde por los rumores sobre la gran cantidad pagada por la exclusiva, se animaron a convertirla en objetivo.

Decidieron vigilar la casa de Gowan Avenue, pero ¿por qué allí y no en la casa de Chiswick? Por dos razones:

1) La casa de Chiswick la compartía con Farthing, y por tanto no había mucha noticia allí; si había algún secreto en la vida de Jill, si estaba viendo a alguien más, que eso si que sería noticia, estaría relacionado con la casa de Fulham, no con la de Chiswick. Allí podía ser fotografiada entrando en la casa con alguien más, un amante, o alguien inocente al que de todos modos se podría presentar como su amante.

2) Probablemente contaban con información de alguien del entorno de Jill. Como se ha visto por anteriores incidentes, ella sospechaba que alguien cercano a ella estaba pasando información sobre sus movimientos. Eran solo sospechas, pero era posible que alguno de sus amigos o compañeros de algún programa la estuviera traicionando. Podía ser también alguien cercano a alguno de sus allegados, algún amigo o compañero que sonsacaba a Farthing, o a los amigos de Jill. Tal vez alguien de la oficina de Roseman, o cercano a alguien que trabajaba en ella. Si Jill habló de la visita a Gowan Avenue con alguna amiga o la madre de Farthing la mañana del lunes, es posible, aunque dudoso, que alguna de ellas estuviera pasando la información. Es posible que Farthing, o Lewis, o alguna de las amigas la comunicara a un tercero de forma inadvertida. O tal vez sonsacaron a alguien que más tarde lo negó para no verse envuelto y quedar en mal lugar.

Hay otra posibilidad. Como ya se ha dicho, la visita a la casa no sería algo de lo que Jill hablaría en una conversación casual, salvo en un caso. Si en el momento en que salía de la casa de Gowan Avenue el sábado sobre las 3 de la tarde se encontró con algún vecino de la calle, o algún conocido que viviera cerca, es posible que durante la breve charla comentara que tendría que regresar el lunes. Eso sí es algo de lo que Jill podría hablar con vecino. No se ha sabido si se encontró con alguien el sábado, pero es probable que si la persona con la que habló filtró la información a un tabloide o a algún detective privado, guardara silencio posteriormente.

Es posible proponer varias hipótesis de como habría podido producirse esa vigilancia y el desarrollo de los hechos, y creo que el lector tiene la suficiente información para construir alguna por sí mismo. Es posible que el sujeto hubiera recibido información de una de sus fuentes de que Jill iría ese día a la casa, o tal vez no hubo soplo y ya llevaba unos días vigilando, o incluso que comenzara ese mismo día. Es posible que se alejara de vez en cuando para no llamar mucho la atención, y al regresar de uno de sus paseos, un par de minutos después del crimen, se encontrara con Jill Dando tirada, ensangrentada en la puerta de su casa. Consciente de que había sido visto por varias personas le entró el pánico y escapó, siendo la persona vista corriendo por Fulham Palace Road. Una vez hecho eso, ya no se atrevió a ir a la policía, seguramente considerando que su huida le convertiría en doblemente sospechoso.

Tal vez todo esto no sean más que suposiciones, y es posible que no hubiese ningún periodista o detective allí esa mañana, pero de ser cierta la hipótesis hay un testigo con el que la policía todavía no ha hablado. Tal vez esa persona está esperando la ocasión para hacerlo de una vez y seguramente bastaría con un compromiso de no imputarle ningún delito. Creo que es una opción que la policía debería tomar muy en cuenta, entrevistando a los periodistas y asociados de aquella época, ya que seguramente alguien más sabe algo. Podría ser un nuevo impulso para el caso, y todo el mundo estaría deseando saber si vio a alguien, o si no vio a nadie, que podría darnos también mucha información.

EL AZAR

En mi opinión el arma utilizada y otros elementos señalan hacia un asesino actuando por su cuenta, no un sicario. Aunque los datos se pueden interpretar de formas distintas, me inclino por pensar que era alguien que sabía muy bien lo que hacía. Una vez dicho esto, hay que señalar varios elementos que resaltan sobre los demás:

-Jill Dando no fue seguida desde Chiswick hasta Gowan Avenua.

-Es muy improbable que el asesino pudiera conocer que ella iba visitar ese día la casa de Fulham.

Parece que hay un importante elemento de azar en el crimen, tal vez más de lo que sospechamos. Gowan Avenue era una calle con poco movimiento, pero no era ni mucho menos solitaria, al menos no siempre. Hay un extremo de la declaración de Helen Doble al que no se ha prestado mucha atención, y es que de su testimonio se desprende que desde que descubrió al crimen, y durante varios minutos, no pasó ni una sola persona por el lugar. Nada más encontrar el cuerpo de Jill miró en ambas direcciones y no pudo ver a nadie. Fue a llamar a una amiga unas casas más allá, y cuando ambas regresaron, la amiga se fue en busca de ayuda a la consulta médica, dejándola de nuevo sola. Cuando su amiga regresó con la recepcionista, se quedaron las tres allí, y no dijeron haber visto a nadie más hasta que Richard Hughes abrió la puerta.

Parece ser que Gowan Avenue estaba más transitada en ciertos momentos, por ejemplo, a la horas de entrada y salida del cercano colegio de Munster Road, y más solitaria en otros. Y resultó que el crimen se cometió en uno de los momentos del día con menor actividad en la calle. Dudo que alguien proponga que el asesino pudo controlar esa circunstancia, así que tuvo que ser un golpe de fortuna. No solo tuvo la suerte de que Jill llegó a un lugar donde apenas iba, sino que llegó sola, en un momento del día con muy poco movimiento, y en un momento donde no había nadie en la calle. No hay duda de que era alguien muy afortunado.

Los detectives suponen que una sola persona, por razones desconocidas, decidió asesinar a Jill Dando, y lo tuvo que decidir poco antes del crimen. De haber esa persona vigilado la casa durante días habrían pasado dos cosas: que se habría dado cuenta de que Jill no vivía allí, y que su presencia habría sido notada sin duda por los vecinos. Es decir, que esa persona decidió matar a Jill Dando, cogió un arma y se fue al lugar donde suponía que vivía, o donde esperaba (por alguna razón desconocida) que apareciese, y no solo tuvo la suerte de que apareciese, sino que lo  hizo a una hora en la que pasaba muy poca gente por esa calle. Además llegó sin acompañantes, y cuando se  dirigía desde su coche hacia la casa no había ni un alma en la calle; y para finalizar, la víctima no cerró la cancela detrás suyo, permitiendo que él pudiera acercarse por detrás sin alertarla. No hay duda de que la suerte y el azar juegan un papel fundamental en muchos crímenes y sucesos, y este podría ser uno de esos casos, pero hay otra explicación para este crimen que también recurre al azar, pero de forma totalmente distinta.

UNA NUEVA HIPÓTESIS

Se puede plantear una alternativa a esa sucesión de golpes de suerte del asesino, y es que en realidad no hubo suerte, sino planificación. El asesino pudo elegir el momento del día adecuado para cometer el crimen, pudo escoger el momento en que no pasaba nadie por la calle, pudo determinar que su víctima no llegara acompañada, e incluso pudo seleccionar que no cerrara la cancela tras entrar en el patio. La única forma de lograr todo ese control sobre las circunstancias y el momento del crimen es perdiéndolo sobre la víctima. Es decir, Jill Dando no era el objetivo del asesino, que en realidad no tenía un objetivo determinado. Había decidido asesinar a alguien, en esa calle o en esa zona, y Jill fue quien tuvo la mala fortuna de cumplir las condiciones que se había puesto el criminal: Que su posible víctima estuviera sola, de espaldas, con la cancela de entrada al patio abierta, y que en ese momento no hubiese nadie a la vista en la calle. Si cualquiera de esas circunstancias hubiera sido diferente, simplemente habría esperado otra ocasión, y la víctima habría sido otra persona.

Esta hipótesis explicaría también porqué la forma de cometer el crimen se adapta tan bien al lugar. Casi todas las casas de esa calle y las cercanas siguen el mismo modelo básico, un pequeño patio y un muro entre pequeño y mediano, así que el asesino pudo planear con antelación como cometería el crimen y cual sería la mejor forma para evitar llamar la atención. También explicaría donde estaba esperando el asesino: en ningún lugar, seguramente llegó en el momento justo. Posiblemente estaría paseando por esa calle y otras cercanas, buscando una posible víctima y que se dieran las circunstancias que deseaba. Tal vez llevaba haciéndolo días o semanas, en una zona más amplia o más restringida.

En cuanto a la motivación, no la podemos conocer sin más información. Sería un tipo de asesinato que los anglosajones denominan random killing, y aquí crímenes al azar o aleatorios, aunque no me acaban de convencer estas denominaciones. Son crímenes cometidos por una o más personas sin un objetivo determinado, y en los que están ausentes motivos usuales como la agresión sexual, el robo u otros. El asesinato es la principal, y a veces única, motivación. En España tenemos los ejemplos de los llamados crímenes del asesino de la baraja (2003), o el crimen del rol (1994). Los crímenes de este tipo más famosos son los del nunca atrapado Zodiac, en California (1968-1969, al menos). Hay unos cuantos más, aunque no son muy frecuentes, al menos oficialmente. Digo esto porque creo que unos cuantos crímenes pendientes de resolver se podrián ajustar a este modelo. Sospecho de dos casos en España, al menos otro en Gran Bretaña, y algunos más en Estados Unidos y Francia. Por ejemplo, opino que los llamados asesinatos de los alpes franceses en 2012 fueron un crimen al azar, en el sentido de que ninguno de los fallecidos era un objetivo del asesino.

Mientras que en algunos casos el asesino intenta en algún momento dar publicidad, directa o indirectamente, a sus crímenes (Galán o el mismo Zodiac), en otros casos tan solo la detención del criminal o criminales nos permiten descubrir el tipo de crimen, como ocurrió con el crimen del rol. Generalmente los policías insisten en las motivaciones más corrientes para los crímenes sin resolver, y son reticentes a tomar en consideración la hipótesis de asesinatos al azar. Pero lo cierto es que existen, y la posibilidad debería ser tenida en cuenta cuando en determinados casos nadie parece tener un motivo para matar a la víctima y otras motivaciones usuales, como el robo o la agresión sexual, son improbables.

En cuanto a la razón por la que el asesino habría elegido ese lugar y ese día para el crimen, no tengo ni idea. Todos podemos hacer suposiciones, y las suyas serán tan buenas, o tan malas, como las mías. Se alegará que sería demasiada casualidad, que precisamente un tipo de crimen tan inusual tenga como víctima a una de las personalidades más conocidas del país. Es cierto, pero en el caso del asesinato de Jill Dando no nos podemos librar de la casualidad. O bien el asesino controlaba lugar, hora y situación y que la víctima fuera Jill Dando fue una gran casualidad, o bien Jill Dando era la víctima elegida y el resto de factores fueron una serie de sucesos improbables.

Pudo ser un crimen al azar, o pudo ser alguien que quería matar a Jill Dando, actuando solo, por muchas y variadas razones. Considero mucho más improbable que el crimen fuera cometido por un grupo de personas, sea cual sea el motivo. En cualquier caso, la policía debería investigar la posibilidad de que aquella mañana hubiera otra persona, un periodista o un detective, o uno de sus asociados, en el lugar del crimen. Hay poco que perder y mucho que ganar con esa investigación.

Y con esto llegamos al final de esta serie de 5 capítulos sobre el crimen. ¿Se resolverá algún día el asesinato de Jill Dando? Yo no pierdo la esperanza.

Tumba de Jill Dando
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FUENTES

Ver al final de la primera parte.