Anterior: El asesinato de Jill Dando (I): Muerte en Fulham.
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Todas las pistas prometedoras acababan en nada, y el desánimo comenzó apoderarse del equipo de Oxborough. En una de las frecuentes revisiones del caso alguien propuso volver al principio. En los casi diez meses transcurridos desde el asesinato habían recibido miles de llamadas e informaciones, pero los detectives conjeturaron que las primeras, las más próximas temporalmente al momento del crimen, podían contener información de más calidad que las más tardías, tal vez contaminadas estas por las informaciones aparecidas en prensa y los rumores. Era posible que inicialmente se le hubiese prestado poca atención a alguna de esas primeras llamadas para seguir pistas que en ese momento parecían más prometedoras.
SOSPECHOSO
Hafad |
No
acudió a la cita el martes, pero había regresado la mañana del
miércoles, y por eso llamaba la directora Symes. El hombre se había
presentado muy agitado, dirigiéndose a varios empleados,
pretendiendo que le dijeran a que hora había estado allí el lunes y
la ropa que llevaba puesta. Les dijo que ya había tenido problemas
con la policía, y que temía que la policía lo considerara
sospechoso del asesinato de Jill Dando. Quería la información para
pasársela a su abogado. Formó un escándalo considerable mientras
los empleados trataban de quitárselo de encima, hasta que se marchó.
La directora Symes no le dijo a la policía el nombre del sujeto, por
cuestiones de confidencialidad.
El
incidente fue introducido en el sistema informático (HOLMES), pero
no se le asigno ninguna acción. Los empleados de Hafad esperaban que
algún policía los visitara para ampliar la información, pero como
nadie se presentó, realizaron un nuevo intento. El 12 de mayo quien
llamó fue Elaine Hutton, encargada de las finanzas. Ella sí le dijo
a la policía el nombre del sujeto, Barry Bulsara, y les comunicó su
dirección. Ofreció una hora diferente para el momento en que el
hombre había estado allí el día 26, las 11:50. También comentó
que algunos de los empleados opinaban que Barry Bulsara se parecía
al retrato robot del hombre sudoroso visto en la parada del autobús.
Esta vez se introdujo en el sistema una acción para entrevistar a
Bulsara, algo rutinario, pero se le asignó una prioridad baja.
El
19 de mayo telefoneó otra empleada, Susan Bicknell, que era quien
había pasado más tiempo con Bulsara. Ella no creía que se
pareciese al retrato robot, pero le había dado la impresión de que
el hombre parecía muy nervioso, y que tal vez podría haber sido
testigo del crimen. También señaló que la visita había tenido
lugar poco antes del mediodía.
Finalmente,
el 14 de junio volvió a llamar Elaine Hutton, que afirmó estar
sorprendida porque después de varias semanas ningún policía había
visitado Hafad para interesarse por el tema. Añadió algunos
detalles que no habían sido comunicados en anteriores llamadas, como
que el día del asesinato Bulsara llevaba puesta una chaqueta
informal y una camisa amarilla, y que portaba una bolsa con
documentos. Estos datos, en vez de interesar a la policía, como se
pretendía, lograron el efecto contrario, ya que la ropa y la bolsa
de documentos no coincidían con ninguna de las descripciones que la
policía había recibido de otros testigos, así que a Bulsara se le
continuó asignando una prioridad muy baja. Los empleados de Hafad
desistieron y ya no volvieron a llamar.
El
24 de febrero de 2000, casi diez meses después del crimen, la misión
de investigar a Barry Bulsara se le asigno finalmente a un agente. El
encargado, que tenía pendientes otras 25 tareas similares, era el
detective John Gallagher. Este visitó Hafad a principios de marzo, y
allí escuchó la historia de la visita de Bulsara de las cuatro
personas que habían tenido más contacto con él. Lo más notable es
que algunas empleadas opinaban que la visita había tenido lugar más
tarde de lo que las primeras llamadas habían sugerido. La
recepcionista, Rosario Torres, creía que el hombre había llegado
sobre las 12:30. La directora Symes opinaba que la visita se había
producido después del mediodía, mientras que Elaine Hutton decía
que había sido al mediodía. Susan Bicknell, por su parte, seguía
afirmando que la visita había tenido lugar a las 11:50.
Barry George |
Le
propusieron a Barry ir a su domicilio para entrevistarle allí, pero
él no quiso, alegando que estaba muy desordenado. Lo trasladaron a
la comisaría de Fulham, pero debido a que Barry George era un
discapacitado debido a su epilepsia, no podía ser interrogado salvo
en presencia de un adulto autorizado. Gestionarlo a través de
Servicios Sociales iba a demorar mucho el trámite, así que
decidieron llevarlo a casa de su madre, que vivía cerca, y que ella
actuara como representante. Gallagher transcribió la entrevista, que
fue firmada por Barry.
A
preguntas de los agentes respondió que aunque no lo recordaba bien
era posible que el 26 de abril no hubiera salido de su casa hasta las
12:30 o 12:45, y que se había dirigido caminando hasta Hafad para
consultar unos problemas de salud que tenía. Había empleado unos 10
o 15 minutos en llegar, y no estuvo mucho tiempo allí. Al salir se
había dirigido a las oficinas de London Traffic Cars, una compañía
de taxis en la cercana Fulham Road, dónde consiguió que le llevaran
gratis hasta Rickett Street. Allí estaba el Colon Cancer Concern,
una organización de caridad, donde pretendía obtener información
sobre sus problemas de intestino. Después regresó caminando hasta
su casa, y no se enteró del asesinato de Jill Dando hasta esa tarde,
por medio de un vecino.
Preguntado
sobre la ropa que llevaba ese día, tampoco lo recordaba, pero dijo
que podía haber llevado un traje oscuro y un abrigo, con una camisa
blanca y una corbata roja; o bien una camiseta, unos pantalones
vaqueros y unas zapatillas de deporte. Era posible, continuó, que
llevara barba de un par de días. No, nunca se había encontrado con
Jill Dando, ni supo donde vivía hasta después de su asesinato. En
cuanto al tema de las armas, había sido miembro de los Territorials,
y había recibido entrenamiento para disparar rifles.
Finalmente
le convencieron para ir con él hasta su apartamento, ya que querían
ver el abrigo o sobretodo que podía haber llevado. Los policías no
se podían creer el estado del lugar. No pudieron atravesar el
pasillo debido a la cantidad de cajas y bolsas que se amontonaban, y
tuvo que ser Barry, quien prácticamente trepando sobre ellas,
alcanzó el abrigo y lo sostuvo para que la pudieran ver. Después se
marcharon, y comenzaron a verificar la información que habían
recibido.
London Traffic Cars |
La
declaración del sospechoso había aclarado una información que los
investigadores ya tenían en sus archivos. El mismo día del
asesinato, por la tarde, Ramesh Paul, encargado de London Traffic
Cars, una compañía de minicabs (vehículos que pueden funcionar como taxis, pero tan solo mediante viajes establecidos, no pueden ser parados en la calle), había llamado a la policía para informar sobre un extraño
sujeto. El hombre había llegado a su oficina sobre la una de la
tarde, pretendiendo que un taxi lo llevara de forma gratuita hasta
Rickett Street, al Cancer Colon Concern. Paul se había reído de él y le había contestado una grosería. Después le había dicho que la tarifa era 4 libras,
y que 4 libras eran como 400 para sus conductores. Pero en vez de
marcharse, el extraño había permanecido en la oficina unos minutos,
paseando, inquieto, mirando de vez en cuando por las ventanas. Por
casualidad habían pedido un taxi desde un lugar cercano a Rickett Street,
y Paul aprovechó para quitarse de encima al molesto visitante, que
acabó consiguiendo su viaje gratis.
Dos
días después, el miércoles, Ramesh Paul volvió a llamar a la
policía para informarles de que el mismo hombre había regresado y
acababa de marcharse. Le había hecho bastantes preguntas, tales como
si le recordaba del lunes, o la hora a la que había estado. Cuando
Paul respondió que no recordaba el color de la camisa que llevaba,
tuvo lugar una surrealista conversación:
Sospechoso:
Mira al cielo. ¿De qué color es?
Paul:
Azul.
Sospechoso:
No, ese no es el color. ¿De qué color es el sol?
Paul:
Amarillo.
Sospechoso:
Sí.
Paul
pensó que estaba ante un completo chiflado, tal vez relacionado con
el crimen. A petición del sujeto consultó la hora en que había
salido el taxi que le había trasladado y la anotó en el reverso de
una tarjeta de la empresa: 1:15 p.m. El hombre, aparentemente
satisfecho, se marchó. La policía se tomó en serio estas llamadas
y entrevistó a Paul y al taxista. Pero no tenían ni idea de la
identidad del hombre, y Paul había declarado el primer día que el
hombre tenía el pelo rubio y hablaba con acento del este de Europa, y en la segunda llamada habia señalado que tenía el pelo marrón. La
descripción no encajaba con ninguno de los sospechosos vistos por
los testigos, y no se relacionó con el hombre que había visitado
Hafad hasta que el mismo Barry George se lo contó a Gallagher.
Preguntado por las razones de las visitas el miércoles a los dos lugares, Barry contestó que lo hacía para poder entregarle la información a su abogado si algún día le consideraban sospechoso del asesinato de Jill Dando.A partir de la entrevista Barry George se convirtió en el principal sospechoso del caso. Tenía edad, altura y complexión compatible con el sospechoso, el color del pelo también era el adecuado, y alguna de la ropa que dijo que podía haber llevado, también coincidía. Vivía cerca de Jill Dando, menos de diez minutos caminando, y tenía antecedentes por agresiones contra mujeres. Había recibido algún entrenamiento con armas, y había actuado de forma sospechosa el día del crimen y poco después No había nada concreto contra él, pero la hora del viaje en taxi y las horas señaladas por George en su declaración aclaraban el lío horario de las empleadas de Hafad, y dejaban al sospechoso sin coartada.
Preguntado por las razones de las visitas el miércoles a los dos lugares, Barry contestó que lo hacía para poder entregarle la información a su abogado si algún día le consideraban sospechoso del asesinato de Jill Dando.A partir de la entrevista Barry George se convirtió en el principal sospechoso del caso. Tenía edad, altura y complexión compatible con el sospechoso, el color del pelo también era el adecuado, y alguna de la ropa que dijo que podía haber llevado, también coincidía. Vivía cerca de Jill Dando, menos de diez minutos caminando, y tenía antecedentes por agresiones contra mujeres. Había recibido algún entrenamiento con armas, y había actuado de forma sospechosa el día del crimen y poco después No había nada concreto contra él, pero la hora del viaje en taxi y las horas señaladas por George en su declaración aclaraban el lío horario de las empleadas de Hafad, y dejaban al sospechoso sin coartada.
En
las llamadas de Hafad se había señalado inicialmente las 11:00 de
la mañana para la visita del sospechoso, y posteriormente las 11:50.
Ninguna de las dos horas encajaba bien con la posible culpabilidad de
Barry, ya que la ropa que las empleadas recordaban era diferente a lo
declarado por los testigos. Llevaba una camisa amarilla, y sobre esta
una chaqueta o cazadora, oscura y corta, por la cintura, y unos
pantalones vaqueros o de chándal.
Las
11:50 hacían casi imposible que Barry pudiese haber participado en
el asesinato. Saliendo hacia la izquierda desde el 29 de Gowan
Avenue, para llegar a su domicilio, el 2b de Crookham Road, tendría
que haber recorrido a pie casi un kilómetro, cambiarse de ropa,
salir de casa e ir caminando hasta Hafad, en Greswell Street, más de
1.200 metros. Demasiado para 20 minutos, sobre todo porque nadie en
Hafad notó en Barry signos de haber estado corriendo. Como no tenía
carnet, ni coche, ni nadie le había visto nunca conduciendo, debía
haber ido a pie. Por otra parte, no se había encontrado ninguna
chaqueta por los alrededores, lo que descartaba que hubiese podido
quitarse la chaqueta negra, deshacerse de ella, e ir directamente a
Hafad desde Gowan Avenue. Las 11:50 le proporcionaban una coartada al
sospechoso, pero si había llegado después de las 12:00, como habían
declarado varias empleadas a Gallagher, la situación cambiaba. En
35 minutos, por ejemplo, si habría tenido tiempo para ir a su casa,
cambiarse de ropa e ir caminando hasta Hafad.
Mapa de la zona:
Mapa de la zona:
No
había pruebas, nada concreto, pero los detectives lo consideraron
suficiente para justificar un registro en el apartamento del
sospechoso.
VIDA
DE BARRY
Barry a los 10 años |
Había venido al mundo con el paladar hendido, y aunque se corrigió con cirugía, tuvo problemas de dicción durante su infancia y adolescencia, que seguramente afectaron a su desarrollo emocional. Incluso de adulto, algunas personas notaban el problema o encontraban extraña su forma de hablar, aunque otros muchos no hallaban nada raro en su pronunciación. Aunque su epilepsia no fue diagnosticada hasta su adolescencia, estaba claro que algo no funcionaba bien. Asistió a varios colegios especiales para niños con problemas de conducta, incluso en un internado para lo que se llamaba chicos inadaptados, hasta que a los 15 años dejó de estudiar y volvió a Fulham con su madre.
Fotografías de Barry durante su juventud |
Nada
más cumplir los 16 años obtuvo su primer empleo. Lo consiguió él,
sin ayuda de nadie, y fue uno de los pocos motivos de orgullo en su
vida. Entre mayo y septiembre de 1976 trabajó como mensajero para la
BBC, en lo que era probablemente un contrato de verano. Recogía y
entregaba cartas y paquetes. Hay que señalar que no utilizaba su
verdadero nombre, y a todos les dijo que se llamaba Paul Francis
Gadd. Este era el verdadero nombre del músico Gary Glitter, que a
mediados de los setenta gozaba de un éxito considerable. Cuando
terminó su contrato se quedó sin trabajo, y no lo volvieron a
llamar. De hecho, nadie lo volvió a llamar, y probablemente este fue el único
empleo real que tuvo en su vida. Poco después su epilepsia le
proporcionó una paga como discapacitado, y pronto se adaptó a ella.
No fumaba ni bebía, y apenas tenía gastos, así que era suficiente.
Otra foto de joven |
En
agosto de ese año
Barry entró en las oficinas del West London Observer con un trofeo
que dijo haber ganado en el campeonato británico de karate,
por haber roto 47 baldosas con una patada. Afirmó llamarse Paul
Gadd, y dijo que era primo de Jeff Lynne. El diario publicó un
reportaje con fotografías, añadiendo el detalle de que cuando Gadd
no estaba entrenando era el cantante de una banda llamada Xanadu. El
diario comenzó a recibir quejas e informes de que todo era una
mentira, y tras una investigación publicó un nuevo artículo
anunciado la falsedad.
Como Steve Majors, a punto de saltar |
En
diciembre de 1981, con 21 años, se apuntó en el Ejército de
Reserva, en el Regimiento Paracaidista, bajo el nombre de S.F Majors.
Estuvo 11 meses, y participó en 29 entrenamientos. En agosto de
1982, también pretendiendo ser Steve Majors, se apuntó en un club
de tiro, como miembro en pruebas, y recibió al menos 8 clases. A
mediados de septiembre le negaron convertirse en miembro oficial del
club, y en noviembre tuvo que dejar el Ejército de Reserva, al
fallar en algunas pruebas que medían su capacidad y competencia.
Por
esta época Barry parecía fuera de control. La policía le paró e
hizo preguntas varias veces al encontrarlo merodeando por zonas
residenciales. Un día siguió a una estudiante de veinte años,
entabló conversación mientras caminaba junto a ella, y de repente
la agarró, le tapó la boca cuando ella gritó, y le quitó algunas
ropas con la intención de violarla. Por alguna razón, Barry se
asustó en el último momento, y tras pedir perdón se marchó corriendo. La
mujer denunció el ataque.
En
enero de 1983 fue sorprendido por la policía agazapado entre los
arbustos fuera de Kensington Palace, donde residían Carlos y Diana.
Llevaba ropa militar, incluyendo un pasamontañas, una cuerda de 15
metros y un cuchillo. Lo llevaron a comisaría, pero quedó libre
poco después, sin cargos. Parece ser que no lo consideraron una
amenaza contra la seguridad del Príncipe y su esposa. Sin embargo es
posible que esa visita a comisaría estuviese relacionada con la
detención que sufrió poco después. A finales de mes Barry George
fue detenido acusado del intento de violación de la estudiante. Se
declaró culpable y fue condenado a treinta meses de cárcel, más
los otros tres meses de condena suspendida que tenía pendientes de
un asalto anterior.
Al
salir de la cárcel, en 1985, estuvo una temporada residiendo en un
hostal bajo el nombre de Thomas Palmer.
Este era un miembro del equipo SAS que había participado en el
asalto a la embajada iraní en 1980, y que había fallecido en un
accidente de tráfico en 1983. Barry se hacía llamar Thomas o Tom, y
pretendía ser miembro de las fuerzas especiales. Por
esta época su interés en las armas alcanzó su punto más alto, e
incluso adquirió dos pistolas, una Heckler & Koch de
imitación y una Bruni que
disparaba balas de fogueo. Un día Barry
se puso ropa militar y
un pasamontañas, y entró disparando con
la Bruni de fogueo en el apartamento
donde vivía un joven conocido,
David Dobbins. Este y su familia se llevaron un
buen susto, pero a Barry le pareció muy
divertido. Poco después se trasladó al apartamento de Crockahm
Road, donde residiría durante los siguientes 15 años.
En
1986 su hermana Susan, que también
sufría de epilepsia, murió durante una crisis de esta enfermedad.
La epilepsia que sufría Barry era
de tipo menos agresivo, y no se manifestaba mediante violentos
ataques, sino más bien por pequeñas ausencias en las que parecía
desconectar del mundo. Solían durar pocos segundos, pero podía
tener varios episodios
al día.
No
hay registros de que volviese a tener un
empleo formal nunca, aunque es posible
que realizase algunos trabajos esporádicos y
se sabe que realizó algunas tareas como voluntario.
Vivía de sus cheques como minusválido. No bebía, no fumaba y
podía viajar gratis en el transporte público. Es
probable que su madre, que vivía cerca, le lavara la ropa y le
hiciese comida algunas veces, así que tenía muy pocos gastos. Sin
nada que hacer, se pasaba el día paseando por el barrio, entrando en
los comercios a charlar con los propietarios, entablando
conversaciones con extraños, sobre todo mujeres, en la calle. En
general se le consideraba un tipo raro, bastante raro, pero
inofensivo. Algunas mujeres, sin embargo, lo encontraban inquietante.
Se daba importancia, pero a la vez
resultaba infantil. Un simple, pensaban muchos.
Podía
ir vestido con ropa militar, o con prendas llamativas, como un
músico. Un día, de repente, se colocaba en un cruce y comenzaba a
dirigir el tráfico, marchándose al rato a hacer cualquier otra
cosa. Pasaba mucho tiempo en las bibliotecas, leyendo sobre temas
que le preocupaban, y años más tarde
comenzó a interesarse en internet. Sus
diarios acercamientos a las mujeres no le daban demasiado resultado
práctico,
pero lo cierto es que Barry acabó casándose, en un episodio que no
está demasiado claro.
El
2 de mayo de 1989, Barry George, de 29 años, se casó con Itsuko
Toide, de 34. Ella era una estudiante japonesa de inglés, y se habían
conocido en un centro comunitario japonés (Barry
estaba bastante interesado en la cultura japonesa),
donde el novio había realizado tareas como voluntario una temporada. El matrimonio apenas duró unos
meses, y la esposa pronto abandonó el piso de Crockham Road. Parece
que hubo violencia doméstica, y aunque ella le contó a la policía
que había sido agredida, no quiso presentar denuncia. Algunos
sospechan de un matrimonio de conveniencia, aunque eso tampoco quedó
acreditado.
Continuó
entablando conversación con las mujeres en la calle, pero hacía algo más
siniestro, bordeando la legalidad. Barry se paseaba por Londres, y
cuando veía a alguna mujer que le gustaba, la seguía y la hacía
algunas fotografías. Después se olvidaba de ella y pasaba a la
siguiente. Lo curioso es que nunca reveló esas fotografías (2.597
fotos de 419 mujeres distintas),
simplemente las hacía. En 1991 falleció Freddie Mercury (cuyo
verdadero apellido era Bulsara), y Barry encontró una nueva
identidad. Desde ese momento fue Barry Bulsara, un supuesto primo de
Freddie. De vez en cuando todavía utilizaba alguna de las otras
identidades, pero Bulsara fue la dominante durante los siguientes
años.
A
tenderos, vecinos o desconocidos les contaba sus preocupaciones, y
estas no dejaron de aumentar con los años. Visitaba los organismos
oficiales varias veces al mes para quejarse por cualquier cosa:
vecinos, ruidos, arreglos pendientes… A veces se ponía furioso y
tenían que echarlo. Pero era su salud
la principal preocupación, y en su
creciente hipocondría estaba convencido
de sufrir varios males, que los médicos no eran capaces de
diagnosticar o que no trataban correctamente. Leía en la biblioteca
sobre diversas enfermedades que creía sufrir y después discutía
con los médicos sobre ellas. Muchos
médicos de Fulham no lo
querían recibir, y era bien
conocido en varios hospitales.
Así
pasaba la vida de Barry, paseando, saludando a todo el mundo,
intentando relacionarse con mujeres, siguiendo y fotografiando a
algunas, quejándose de todo y todos, contándole a la gente sus
problemas y preocupaciones, en la biblioteca, en internet… Se tomó
muy en serio su identidad de primo de Freddie Mercury. Tenía
una tarjeta con el nombre de Barry Bulsara, llevaba
encima una
foto falsificada donde se le veía junto al cantante, y visitaba
todos los aniversarios el domicilio de Mercury, donde entablaba
conversación con otros fans, sobre todo mujeres, provocando
quejas de algunas. En una ocasión estuvo ahorrando varios meses y el día
del aniversario de la muerte de Mercury
alquiló una limusina y se bajó de ella ante
los fans, disfrazado como su
ídolo. Llegó
incluso a consultar con un cirujano plástico sobre una posible
operación para parecerse a Freddie Mercury.
EL
CASO CONTRA BARRY GEORGE
A
las 8 de la mañana del 17 de abril un equipo especial llegó al 2b
de Crockham Road para realizar un registro. Como no
había nadie forzaron la puerta y
entraron, encontrándose un caos difícil de describir. Parece
ser que Barry no limpiaba nunca, y simplemente llevaba cosas a la
casa y las dejaba caer. Había por todas partes montones de cajas,
bolsas, basura, periódicos, todo tipo de objetos, tablones… Debido
al estado del lugar, el registro duró dos días completos, y entre
todo el material que el equipo se llevó estaba el
sobretodo Cecil Gee que
Barry le había mostrado a Gallagher.
Estado del apartamento de Barry George |
Además
de las fotos no reveladas de mujeres, se
encontraron revistas de armas y de temática militar, y entre los
muchos periódicos había varios con noticias sobre la muerte de Jill
Dando. Se hallaron mensajes de condolencia por la muerte de Dando,
que Barry había recolectado por las tiendas de la zona. También un
par de manuscritos suyos con el mismo texto, en
el que contaba como había estado presente en una entrevista de Dando
a su primo Mercury. Probablemente era un borrador para un discurso
que Barry soñaba con dar en algún lugar.
El
registro tuvo lugar cuando se acercaba el primer aniversario del
asesinato y se reavivó el interés de los medios. Hamish Campbell
fue entrevistado por periódicos y televisiones, y anunció
novedades. Se habían ido dejando de lado otras hipótesis, y ahora
estaban convencidos de que el asesino era un solitario,
emocionalmente aislado,
alguien con mucho interés en las armas,
obsesionado con Dando o con otras mujeres. El psicólogo criminal
Adrian West había propuesto en un informe, pocas semanas después
del crimen, la teoría del solitario, pero el equipo de Oxborough lo
había dejado de lado con escepticismo.
El cambio de perspectiva se debía, dijo Campbell, a que se habían
agotado las otras líneas de investigación. Sin embargo, no dijo
nada acerca
de que ahora tenían un sospechoso que encajaba, o eso parecía, con
ese perfil.
Los
investigadores comenzaron a encontrar más y más cosas sospechosas.
En unas fotografías halladas en el apartamento aparecía un hombre
con ropa militar, una máscara antigás
y una pistola, y la policía estaba convencida de que se trataba de
Barry.
Pasaron
15 días hasta que el abrigo
Cecil Gee fue analizado.
El científico Robin Keeley encontró dentro
del bolsillo izquierdo de la chaqueta una única partícula de
residuos de disparo. Estas partículas salen del arma junto con los
gases tras un disparo, y pueden depositarse en cualquier lugar
cercano al arma, generalmente la mano de quien dispara. Suelen
desaparecer con rapidez, en unas horas, debido a los roces y las
manipulaciones habituales. Sin embargo, no se degradan, y si caen en
algún sitio
protegido, en teoría pueden permanecer en ese lugar de forma
indefinida.
La
composición de la minúscula partícula era igual a la de algunas
partículas halladas en el pelo y la ropa de Jill Dando. Hay muchas
municiones que contienen esa composición, así que no era posible
relacionar esa partícula con el disparo que mató a Jill, pero había
dos cuestiones que Keeley y los detectives encontraban significativo:
1)
La partícula podría haber sido de
distinto tipo a las encontradas en la víctima, lo que la habría
eliminado como prueba. Pero era del
mismo tipo.
2)
Se había hallado en la ropa de una persona que era sospechosa por
otras razones.
Hamish
Campbell y algunos de sus hombres cada vez estaban más convencidos
de estar en el camino correcto. Decidieron seguir al sospechoso en
todo momento, e instalaron una cámara frente a su apartamento.
Pudieron observar el extraño comportamiento de Barry, que igual
podía caminar en una dirección para inmediatamente deshacer sus
pasos, o podía salir y entrar de su apartamento por la ventana, en
vez de por la puerta. Hablaba con turistas, o seguía un breve tiempo
a alguna mujer. En tres semanas entabló conversación con 37
mujeres. Más tarde la policía se enteró de que en algún momento
Barry se había dado cuenta de que estaba siendo vigilado. Una mujer
policía de incógnito trabó conversación con él y le preguntó
por armas, pero Barry no quiso hablar del tema. La policía no quiso
seguir por ese camino, en previsión de futuros problemas legales.
Seguimiento del sospechoso |
Se
decidió registrar de nuevo el apartamento. El sospechoso trató de
impedir la entrada, pero un agente le empujó y finalmente se efectuó
el registro. A mediados de mayo se preparó el siguiente movimiento.
La vigilancia no daba resultado, y Barry se había dejado crecer la
barba, lo que planteaba la cuestión de si era consciente de estar bajo seguimiento. Se decidió arrestar al sospechoso, y aprovechar al
máximo las ventajas de ese acto.
1)
Se podría realizar un nuevo registro en el apartamento, a una escala
mucho mayor que los dos ya realizados. Tal vez aparecieran nuevas
pruebas.
2)
Se iba a someter al sospechoso a ruedas de identificación. Cabía la
posibilidad de que algunos testigos lo identificaran.
3)
Podrían interrogarlo en profundidad, y el interrogatorio lo iban a
efectuar expertos. Era posible que confesara o se incriminara de
alguna manera.
El
arresto se realizó a las 6:30 de la mañana del jueves 25 de mayo de
2000. Barry George fue esposado y conducido a la comisaría de
policía de Hammersmith, y el tercer y definitivo registro comenzó
enseguida, y no acabó hasta el viernes al mediodía. 104 cajas
conteniendo casi todo lo que había en el apartamento fueron llevadas
a un almacén de la policía, para posterior análisis. Se registró
palmo a palmo el suelo, se introdujeron cámaras por cualquier
pequeño hueco o agujero, e incluso se llevó a un perro,
probablemente en busca de rastros de drogas o explosivos.
La
prensa se enteró casi de inmediato, y se comenzaron a propagar las
noticias de que un sospechoso del crimen había sido detenido. La
policía pidió de forma expresa que ningún medio publicara
fotografías del detenido, ya que eso podía comprometer el caso.
Mientras tanto, en la comisaría las cosas marchaban despacio, ya que
antes de interrogar al sospechoso, y debido a su minusvalía, hubo
que realizar revisiones médicas y psicológicas. Además, hubo que
designar un abogado de oficio (Marilyn Etienne) y dar tiempo para que
Barry hablara con ella. No fue hasta las 5:30 de la tarde, 11 horas
después de la detención, que bajo el mando del experto Michael
Snowden comenzó el interrogatorio.
Este
se alargó varias horas en distintas sesiones durante los cuatro días
siguientes, y no obtuvo los resultados esperados. Pese a todos los
intentos, el sospechoso no confesó ni se incriminó. Respondió con
tranquilidad y una educación exquisita todas las preguntas,
parándose con frecuencia a pensar antes de responder. Casi todas las
respuestas terminaban con la palabra Sir, en señal de educación y
respeto. En ocasiones el lenguaje que utilizaba era barroco, incluso
pedante, pero no daba señales de perturbación mental, y parecía
una persona bastante normal. Sin embargo, según pasaban las horas,
sus respuestas se fueron haciendo más confusas y vagas, daba alguna
contestación fuera de tono y se quejaba de problemas de salud. Hubo
que interrumpir el interrogatorio más de una docena de veces para
que los médicos lo revisaran.
Interrogatorio |
Barry
no tuvo problema en reconocer que utilizaba varios alias, pero negó
que dijera mentiras. ¿Pero decir que se llamaba de otra forma no era
una mentira? No, una exageración tal vez, pero no una mentira. Pero
esas eran cuestiones secundarias. El interrogador estaba interesado
en dos elementos principales: Sus movimientos el día del crimen y su
relación con las armas.
-Barry
se reafirmó en lo declarado a Gallagher. Había pasado la mañana en
su apartamento, y no había salido hasta después del mediodía.
Había ido a Hafad, a Traffic cars y al centro del cancer, para
regresar a su domicilio posteriormente. Se le presionó varias veces,
pero no cambió nada. En general, Barry no recordaba ni fechas ni
horas. No fue capaz de recordar el año de su matrimonio, ni el año
en que había llegado a Crockham Road. Sin embargo, recordaba
perfectamente que había trabajado para la BBC entre mayo y
septiembre de 1976.
Cuando
se le preguntó por su regreso a Hafad y Traffic cars un par de días
después del crimen, dijo haber vuelto a esos lugares para tener
constancia de sus movimientos ese día y poder entregarle la
información a su abogado si se daba el caso. Las horas eran
importantes, dijo.
-En
cuanto a las armas, sus respuesta no fueron tan firmes. Comenzó
negando haber tenido ningún arma. Se le enseño una libreta hallada
en uno de los registros, en la que venían escritas por su mano las
características de tres armas: La Heckler & Koch, la Bruni y una
tercera, una Browning. También se le enseñaron dos fotografías de
alguien sosteniendo una pistola en cada una. Negó inicialmente ser
quien aparecía en las fotografías y que las pistolas fueran suyas.
Con un poco de presión, reconoció que él era quien salía en las
fotos portando las armas, y que había comprado la la Bruni y la
Heckler & Koch, pero que no eran armas reales. Una tan solo
disparaba fogueo y la otra era una réplica de plástico.
No,ya
no tenía las pistolas. Tenían que preguntarle a David Dobbins por
ellas. Recordemos que este era el joven conocido en cuyo apartamento había
entrado George disparando una bala de fogueo. Fue localizado de
inmediato y confesó a la policía que un par de años después de
aquello, cuando Barry ya vivía en Crookham Road, él y algunos
amigos habían entrado en el apartamento y robado las armas. La Bruni
de fogueo se había roto y la habían tirado, y la otra, la réplica de
plástico, se la habían dado a un niño como juguete.
Por
un lado los detectives tenían el hecho de que George había mentido
inicialmente sobre las armas, pero por otro lado el último contacto
que podían probar con un arma (y de fogueo) se remontaba a 1987,
doce años antes del crimen.
El
viernes el sospechoso se sometió a una rueda de identificación, y
ninguno de los 5 testigos que participaron, incluyendo a Richard
Hughes, lo reconoció. En el registro no se había hallado nada
nuevo, ningún arma, ni bala, ni resto. Ninguna relación evidente
con Jill Dando, ningún escrito sobre ella, ni recortes de prensa, ni
subrayados. El caso no podía ser más débil.
Michael Mansfield |
Policía
y fiscalía debatieron largo tiempo sobre lo que iban a hacer, hasta
que finalmente se decidieron a procesar a Barry George, y a las 8:30
de la tarde del 28 de mayo fue oficialmente acusado del asesinato de
Jill Dando. Se decretó que debía permanecer en prisión hasta la
celebración del juicio. Desde ese momento, la tarea de la policía
fue ayudar a la Corona a presentar un caso lo más fuerte posible.
Por su parte, a Barry le asignaron como principal abogado defensor a Michael
Mansfield, uno de los abogados más célebres del país y conocido
por sacar a la luz errores judiciales. Se avecinaba una batalla legal de resultado incierto.
HACIA
EL JUICIO
Mansfield
trató de que se retirara la acusación, pero se le negó la
pretensión y se propuso el comienzo del juicio para febrero de 2001.
El abogado trató también de que se eliminara como prueba el residuo
de disparo, sobre todo cuando se conoció una información que podía
ser importante. La chaqueta había sido recogida del apartamento del
sospechoso el 17 de abril, pero no se había enviado al laboratorio para su análisis
hasta el día 2 de mayo. Se averiguó que entremedias, el 28 de abril, la chaqueta
había sido llevada a un laboratorio fotográfico de la policía.
Allí se le retiró su envoltorio protector sellado y se la colocó
en un percha para ser fotografiada. Para Mansfield era evidente que
en ese lugar podría haber tenido lugar una contaminación, pero el
tribunal denegó la eliminación de la prueba y dejó la posible contaminación a la
valoración del jurado.
Una
sorpresa vino cuando pocas semanas antes del juicio la defensa
anunció que iba a presentar una coartada para el momento del crimen.
Pese a que Barry había declarado ante Gallagher que había salido de
su apartamento después de las 12:30, y había reiterado después de
su detención que la visita a Hafad se había producido después del
mediodía, ahora se cambiaba su declaración. Según contó
Mansfield, Barry George había salido de su apartamento sobre las
10:30 o 10:45, había ido caminando hasta Hafad y permanecido allí
hasta las 13:00 horas. De ser cierto, eso le daría una coartada
absoluta. Está claro que Mansfield quiso aprovechar las
declaraciones del personal de Hafad, que parecían proporcionar una
coartada a Barry. En mi opinión el cambio fue un grave error
estratégico. Explicaré en el siguiente capítulo la razón.
El
26 de febrero de 2001 comenzó el juicio, pero tras unos días de
cuestiones preliminares, se suspendió durante 7 semanas. El juez
levantó las restricciones para la prensa y en algunos diarios
publicaron fotografías de Barry George esposado o con apariencia
amenazadora, hablaron de sus disfraces, de sus múltiples
personalidades, y de lo extraño que era y lo presentaron como
culpable. Nada que no veamos en España en cada caso, pero eso no era
frecuente en la Gran Bretaña de principios de siglo. Mansfield se
quejó y afirmó que Barry no podía tener un juicio justo y que ya
estaba condenado. El juez, arrepentido, determinó que tan solo una
fotografía de Barry, sin esposas, podía ser publicada, y ordenó
continuar. Pero en ese momento los problemas de salud y psicológicos
de Barry retrasaron el reinicio, que no se produjo hasta 23 de abril.
El estado físico y mental de Barry obligaba a interrupciones con
mucha frecuencia, para ser examinado por médicos y psicólogos. El
acusado se sentaba con apariencia de enfermo, sufriendo alguna vez,
aparentemente, algún tipo de ataque. Caminaba y se comportaba de tal
manera que daba la impresión de estar actuando, o al menos
exagerando mucho. Muchos opinaban que interrumpía declaraciones y
testimonios cuando le convenía, y que actuaba por interés. Sin
embargo el juez le permitía casi todo. Seguramente porque sabía que
Barry George era un hombre enfermo y con graves problemas.
Más
allá de que exagerara sus síntomas, Barry sufría de una epilepsia
que le provocaba frecuentes ausencias. De
niño había sufrido también labio leporino, y sus problemas
de dicción le habían provocado graves complejos durante su infancia
y adolescencia. Eso y la epilepsia habían afectado a sus estabilidad
mental, y aunque un neurólogo vigilaba el desarrollo de la
epilepsia, nunca había sido tratado formalmente por psiquiatras o
psicólogos. Cuando estos examinaron al acusado no se pusieron de
acuerdo exactamente en todos los males que sufría, pero todos
estuvieron de acuerdo en que tenía graves problemas.
Personalidad
histriónico-narcisista, trastorno facticio, sindrome de Asperger,
paranoia, trastorno de somatización, y unos cuantos más. Su
cociente intelectual era de 76, justo en el límite. En algunas
clasificaciones cae dentro del retraso mental, y en otras está justo
por encima. Estaba en el grupo del 10 % de población menos
inteligente. Tenía una memoria muy pobre y muy poca capacidad de
concentración, y tampoco tenía capacidad para planear y ejecutar
acciones complejas. Sus dolencias podían ser en parte simuladas,
pero la misma simulación podía acabar convirtiendo en reales
algunas de ellas. El juez hizo lo que pudo para que los problemas de
Barry no afectaran demasiado al juicio.
Mansfield
consiguió que se eliminasen como prueba las miles de fotografías de
mujeres que Barry tenía sin revelar, ya que el juez consideró que
no se podía establecer ninguna relación entre ellas y el crimen. El
fiscal tampoco podía presentar los antecedentes penales del acusado,
ya que la ley vigente en aquel momento lo impedía. Se verá como esta norma, que beneficiaba claramente a los
acusados, impidió en este caso, sin embargo, que la defensa pudiese
presentar una información decisiva para la interpretación de un punto clave.
La
acusación se sostenía sobre cuatro pilares fundamentales:
1)
Las declaraciones de los testigos, que demostrarían que, contra lo
declarado por el acusado, este había estado en Gowan Avenue el día
del crimen.
2)
La partícula de residuos de disparo, que establecería una relación
indirecta entre el arma del crimen y Barry George. Su interés por las armas le proporcionaba el acceso a ellas y la capacidad para modificarlas.
3)
Las mentiras contadas por el acusado durante su declaración, sobre
todo en cuanto a si sabía de Jill Dando antes de su muerte.
Elementos hallados en su apartamento y algunos testigos mostrarían
que tenía mucho interés en la víctima.
4)
El intento del acusado de proporcionarse una coartada, con las dobles
visitas a Hafad y London Traffic Cars.
Se
intentó apoyar este núcleo de acusación con algunas pruebas más
débiles, como, por ejemplo, una fibra hallada en la ropa de Jill
Dando, que era compatible con las fibras de un pantalón del acusado.
La estrategia de la defensa pasaba por impugnar esos cuatro pilares,
y tratar de demostrar que no había realmente pruebas contra el
acusado.
En
la tercera parte se tratarán los juicios. He escrito con cierto
detalle sobre la vida y costumbres de Barry George, y podrán leer
próximamente algunas anécdotas significativas. Toda esta
información, que muchos pueden considerar excesiva, tiene un
objetivo definido: que el lector tenga a su disposición los
elementos necesarios para llegar a una conclusión. En último
término, todo dependerá de la elección que hagamos entre dos
interpretaciones para determinado comportamiento del
sospechoso, y para elegir es necesario disponer de toda la
información relevante.
Próximamente:
-El asesinato de Jill Dando (III): Los juicios.
-El asesinato de Jill Dando (IV): ¿Culpable o inocente?
-El asesinato de Jill Dando (V): Demasiadas hipótesis.
FUENTES
Ver al final de la primera parte.
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Próximamente:
-El asesinato de Jill Dando (III): Los juicios.
-El asesinato de Jill Dando (IV): ¿Culpable o inocente?
-El asesinato de Jill Dando (V): Demasiadas hipótesis.
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FUENTES
Ver al final de la primera parte.