domingo, 18 de junio de 2017

El enigma de los Alpes (II): Testigos y sospechosos

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-El enigma de los Alpes (I): La matanza de Chevaline.

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TESTIGOS

Tan solo las pequeñas Zainab y Zeena se hallaban en la escena del crimen cuando tuvo lugar este, y su aportación es mínima en el primer caso y prácticamente nula en el segundo. Aparte de eso, solo contamos con un par de habitantes de Chevaline, el ciclista británico, los excursionistas franceses, un guardia forestal en un vehículo, otros dos guardias forestales en otro vehículo, y un joven practicando con su moto de montaña.

Las niñas

Las dos supervivientes del tiroteo, las hermanas Zainab y Zeena, eran la vía más prometedora para encontrar información, pero los investigadores se llevaron un chasco. Zeena, de cuatro años, se había escondido nada más empezar los disparos, posiblemente por orden de su madre o su abuela, y tan solo había escuchado ruidos y gritos. Fue incapaz de proporcionar información de utilidad, y es posible incluso que estuviera dormida o adormilada cuando comenzó el incidente. Más esperanzas tenían puestas Maillaud y los detectives en Zainab, de siete años, que había sido trasladada al hospital en grave estado, con una herida de bala en un hombro y fractura de cráneo. Se le indujo un coma médico, indicado para ese tipo de lesiones en la cabeza, y cuando fue despertada, tras unos días, estaba muy asustada, preguntando dónde se hallaba.

Había que ser muy cauteloso a la hora de interrogar a la pequeña, ya que podía estar traumatizada por lo ocurrido, y algunos expertos avisaron de que los interrogatorios de niños no son nada fáciles, y que si no se hacen las preguntas de forma adecuada se pueden obtener respuestas sin utilidad. Por ejemplo, se dijo, los niños tienen tendencia a intentar agradar a los adultos que les preguntan, así que si se le hace una pregunta directa, un niño puede responder lo que interpreta que quiere escuchar el adulto, y no lo que realmente recuerda, o que no recuerda nada. Pero incluso con todas las precauciones posibles, apenas se le pudo sacar nada a Zainab. Recordaba, por ejemplo, que ella y su padre estaban fuera cuando comenzó todo, y que su padre le gritó que corriera hacia el coche, pero que ella no pudo llegar. Habló de un solo hombre (el hombre malo), aunque no pudo dar ningún dato sobre él, y Maillaud interpreta que en realidad tan solo vio una silueta. De alguna manera la niña dijo haber visto un 4x4, pero no se sabe cuándo ni en qué contexto, e igual pudo haber sido en el momento del crimen o mucho antes. Por contra, parecer ser que no recordaba haber visto a ningún ciclista.

Sus recuerdos eran escasos, borrosos, imprecisos. Los expertos están convencidos de que su cerebro registró el ataque, pero que su mente ha bloqueado el recuerdo, que asocia al miedo y a una experiencia traumática. Es posible que con el paso de los años algunos de esos recuerdos reprimidos vayan aflorando, pero cuando tenga cierta edad (ahora mismo debe de tener ya doce años, o estar a punto de cumplirlos) también comenzará a leer cosas sobre el caso, y será difícil saber, hasta para ella misma, si ha recordado alguna cosa o su mente lo ha elaborado a partir de algo que ha leído. De todos modos, yo no estoy tan convencido de que Zainab registrara correctamente lo ocurrido. Es posible que no estuviera mirando en la dirección del agresor cuando comenzó el tiroteo, y que tan solo tuviera tiempo de escuchar la orden de su padre de subir al coche cuando fue alcanzada por una bala. El balazo podría haberla dejado tan aturdida que apenas habría sido consciente de lo que ocurría hasta que fue golpeada con la pistola, probablemente no más de 30 segundos después del comienzo de los disparos.

La niña parecía recordar mejor las cosas cuanto más se alejaban temporalmente del momento del crimen, y se acordó de algo que sucedió en el camping esa mañana, y que, como veremos, ayudó a demostrar de forma definitiva un hecho fundamental sobre el caso.


Los vecinos de Chevaline

-Sylvie Lecoeur declaró que tuvo que apartarse para no chocar con un coche que entraba en Chevaline a gran velocidad, procedente de la carretera que lleva al lugar del crimen. El coche era pequeño y blanco, un Peugeot 206 o 306, e iba conducido por un hombre que parecía muy agitado, y que le hizo un gesto para que se apartara. Dijo que el suceso había tenido lugar poco después de las cuatro de la tarde. Es una de las pocas personas que vieron algo extraño, así que se tiene en consideración su testimonio, aunque la hora hace improbable que ese coche tuviera algo que ver con el crimen, y ese vehículo no fue visto por nadie más.

-Un vecino llamado Laurent Fillion-Robin, que trabajaba en alto arreglando una casa a las afueras de Chevaline (de hecho, la última casa del pueblo), vio llegar un coche y se fijó bien, ya que según se acercaba el coche, y al observar que este era británico, se temió que fuera el de los propietarios de la casa que hacían una visita sorpresa para revisar el estado de las obras, en las que seguramente iba retrasado. Al pasar, comprobó aliviado que no eran los propietarios, y pudo ver que venían varias personas dentro, con un hombre al volante y una niña en el asiento del copiloto. Dijo que no pasó ningún otro coche o moto hasta que llegaron las ambulancias y la policía. Parece probable que fuera el coche de los Al-Hilli que se dirigía hacia Le Martinet, aunque hay un problema con la hora, ya que el testigo afirmó que lo vio entre las 14:30 y las 15:00 horas, demasiado temprano. Lo más probable es que el Fillion-Robin no estimara la hora correctamente, y que fuera bastante más tarde, seguramente sobre las 15:20 o poco después. De todos modos, si el testigo estuviera en lo cierto respecto al momento en que vio el coche, abriría la puerta a dos hipótesis menos probables, pero posibles, y bastante interesantes.

-Un joven de la zona estaba practicando con su moto en un lugar a cierta distancia y por encima de Le Martinet, y pudo oír varios disparos, pero no les prestó atención, suponiendo que eran cazadores. Estimó que los disparos habían durado unos 30 segundos. Parece ser que su padre, desde Chevaline, también escuchó disparos. Sin embargo, Laurent Fillion-Robin no oyó disparos, y tampoco Brett Martin, pese a que este último debía hallarse muy cerca cuando tuvo lugar el crimen. Al parecer los detectives colocaron agentes a lo largo de toda la ruta e hicieron varias pruebas de sonido, y descubrieron que oír o no el ruido de los disparos no depende tanto de la distancia, y sí del río. El ruido de este enmascara otros sonidos cuando discurre muy cerca de la carretera, mientras que en lugares donde el río está un poco más alejado de esta, aunque tan solo sean unos metros, se pueden oír disparos. En el siguiente vídeo, grabado en Le Martinet por Alex Cartier, se puede apreciar el ruido.




Los trabajadores forestales

-Un trabajador forestal que se dirigía en su vehículo hacia Chevaline vio una moto en Le Martinet y un todoterreno, un BMW 4 x 4, acercándose al lugar del crimen, a una hora que no se ha precisado, pero que todo indica que sería sobre las 14:30 o 14:45.

Sospechoso
-Unos minutos después, sobre las tres de la tarde o poco antes, otros dos trabajadores forestales pudieron ver a un hombre en moto un poco más arriba del lugar del crimen, en un lugar donde ya no tienen permitida la circulación los vehículos a motor. Se lo indicaron, y el hombre se marchó, o eso supusieron ellos. Iba en una moto con dos grandes mochilas en los laterales, y su casco también era especial y llamativo. El hombre se levantó la visera del mismo y los dos trabajadores pudieron ver su rostro con claridad, y se logró hacer un retrato robot. La policía lo ocultó durante meses, mientras trataba de dar con el hombre en cuestión, pero al no tener éxito decidieron darlo a conocer, y se acabó haciendo público el retrato robot en noviembre de 2013. 

-Brett Martin, que fue el primero en llegar al lugar del crimen, y cuyo testimonio hemos tratado en la primera parte. Fue bastante claro en cuanto a que durante su trayecto de aproximadamente media hora entre Chevaline y el lugar del crimen tan solo fue adelantado dos veces, una por Sylvain Mollier en bicicleta, y la otra por un vehículo que no identificó, pero que, como veremos, tan solo pudo ser el de los Al-Hilli. Poco después se cruzó con una moto que venía en dirección contraria, y añadiría que el cruce con esa moto tuvo lugar entre tres y cinco minutos antes de descubrir el crimen.

-Los excursionistas franceses que se encontró Martin, dos mujeres y un hombre, que se dirigían en un coche hacia Le Martinet para aparcarlo allí e ir caminando hacia un refugio de montaña que está a varios kilómetros. No han trascendido ni los nombres ni lo declarado por las mujeres, y tan solo tenemos el nombre del hombre, Philippe, para el que se han dado apellidos distintos. Parece ser un guía de montaña, y según se desprende de sus declaraciones, ni él ni las mujeres recuerdan haberse cruzado con nadie hasta que se encontraron con Martin. Según dijo, incluso se le sometió a hipnosis para ver si afloraba algo nuevo, sin resultado. Philippe cree que no se cruzó con la moto vista por Martin por muy poco, seguramente porque en el cruce esta tomó la Route du Moulin.


LUGAR DEL CRIMEN

La carretera que lleva hasta el lugar del crimen se llama Route Forestière Domaniale de la Combe d'Iré, y a ella se puede acceder desde dos caminos. Uno de ellos llega desde el pequeño pueblo de Arnand, a través de la Route du Moulin, de 1,3 kilómetros. La otra ruta viene desde Chevaline, y se conoce como Chemin Rural dit de la Grande Combe, de unos 650 metros. Ambas carreteras convergen al salir de Chevaline, y partir de ese lugar comienza la Route Forestière Domaniale de la Combe d'Iré, que lleva hasta el lugar del crimen, a 3,4 kilómetros. Justo donde comienza la carretera hay un cartel que advierte que esta es peligrosa, y que 3 kilómetros más adelante comienza la prohibición de circular. Pueden recorrer con el Street View de Google el camino desde este punto hasta el lugar del crimen, y si giramos hacia el norte, se puede ir por la derecha (Route du Moulin) hacia Arnand, o por la izquierda hacía Chevaline.




No hay otras carreteras o caminos asfaltados, tan solo algún camino de tierra que asciende las empinadas montañas que rodean la carretera y que solo transitan los vehículos de los guardias forestales y algunos excursionistas a pie. Como ya se ha dicho, la carretera acaba poco después del lugar del crimen, y a partir de ese punto hay dos caminos sin asfaltar que acaban convergiendo unos kilómetros más allá para discurrir por la la única salida posible de la zona, a través del col de Chérel, hacia Jarsy. Aunque algunos de esos caminos sin asfaltar pueden ser recorridos por vehículos todo terreno, e incluso por turismos si van con mucho cuidado, lo cierto es que hay que ir muy despacio para no dañar el vehículo.

Llegar hasta Jarsy a través del col de Chérel podía llevar hasta una hora para un 4 x 4, según dicen en la zona, lo que no parece una buen plan de escape, ya que siempre cabía la posibilidad de que la policía decidiera controlar esa salida (no lo hicieron) tras tener noticias del crimen. Hay una pareja que vive en la cabaña del col de Chérel, cuidando el ganado y haciendo quesos, y pueden ver y oír de lejos cualquier vehículo de motor que pase por allí, lo que no es muy frecuente. Hay cierta confusión en cuanto a lo que declararon, aunque parece ser que el hombre, Denis Janin, ha dicho que ese día no pasó ningún coche ni moto por el lugar. Pero su mujer habría dicho durante los primeros días que Denis había visto una moto sobre las 4 de la tarde, arriba y abajo, y que finalmente se marchó en dirección a Le Martinet. Incluso si realmente Denis Janin hubiera visto esa moto, sería difícil pensar que tuviera algo que ver con el crimen, sobre todo porque no le habría dado tiempo a llegar desde Le Martinet, y además, porque la moto iría en la dirección contraria, hacia el lugar del crimen, en vez de venir desde allí. En cualquier caso, parece que ningún coche fue visto ese día por el col de Chérel.

Mapa con los lugares más importantes.


Alex Cartier, muy activo en los foros de internet desde el comienzo del caso, grabó dos vídeos de sus visitas a la zona, y  de su grabación más allá de Le Martinet se puede concluir la improbabilidad de que el asesino decidiera escapar hacia el sur, para salir a través del col de Chérel. El camino que sigue recto tras la curva enseguida se convierte en difícil, y poco más allá en impracticable.

El camino que comienza en la curva y sigue hacia el sur

La carretera, por su parte, continua más allá de Le Martinet y hace una curva de casi 180 grados, dirigiéndose brevemente hacia el norte, para volver a girar poco después hacia el sur. Al principio el estado de la carretera es similar al que había antes de la curva, pero poco después comienza a estropearse, y unos cientos de metros más allá pierda toda apariencia de camino transitable . Eso no significa que no se pueda recorrer, incluso en un turismo. Maillaud ha dicho que los agentes lo hicieron como prueba. Lo que no ha dicho es cuanto tardaron y la velocidad a la que viajaron. Es una ruta de escape en un coche, sea turismo o 4x4, tan lenta, difícil y arriesgada que no se entiende por qué alguien la elegiría. Está siempre presente el riesgo de dañar algún elemento esencial del vehículo, o de encontrar algún desprendimiento de rocas o tierra que hagan imposible continuar. Probablemente una moto de montaña sería lo más adecuado para intentar realizar esa ruta.


La carretera desaparece y el camino se vuelve muy difícil
Le Martinet es visitado sobre todo por excursionistas, y está más o menos transitado dependiendo de la época del año, del tiempo, de si es fin de semana o laborable, y de la hora. Los vídeos que grabó Alex Cartier en sus dos visitas a la zona reflejan los dos extremos. En la primera visita, un día lluvioso de abril, no vio ni un alma, ni durante la ida, ni en Le Martinet, ni a la vuelta. No se podía estar en un lugar más solitario. En la segunda visita, realizada en el mes de julio, la situación era totalmente distinta. Había seis coches en el parking, y se cruzó con alguno más durante el viaje. También se encontró con coches aparcados más arriba, y con varios excursionistas a pie, en lo que parecía un lugar bastante concurrido. La situación el 5 de septiembre de 2012 probablemente se encontrase en algún punto intermedio entre ambos extremos, sin tanta afluencia como el día de julio, pero en modo alguno igual de solitario que en abril. El hecho es que el día del crimen llegaron al lugar dos coches y dos ciclistas en 18 minutos o menos, y si ampliamos treinta o cuarenta minutos más tendremos que añadir dos vehículos con guardias forestales, al menos un motociclista (y seguramente dos) y posiblemente un BMW 4x4.

Se han propuesto posibles rutas alternativas de escape o acceso al lugar, indicando alguno de los caminos que se reflejan en los mapas, pero basta con ver una imagen que indique dónde se halla el lugar del crimen, en medio de montañas que se elevan cientos de metros sobre la carretera y pendientes más que empinadas, para darnos cuenta del problema de esas alternativas.

Una vista general. Al fondo, la salida por el col de Chérel

A efectos prácticos, la carretera que lleva desde la salida de Chevaline hasta Le Martinet es la única vía transitable para vehículos, y hace del lugar del crimen una zona casi cerrada. Esto es muy importante, porque si el asesino llegó al lugar del crimen en un vehículo, y si exceptuamos la posible pero muy improbable ruta a través del col de Chérel, tan solo pudo marcharse del lugar regresando por el mismo lugar. Un coche o una moto pueden recorrer esa distancia en menos de diez minutos, tal vez 7 u 8 si van rápido y se arriesgan con los numerosos baches. Otro elemento a considerar es el testimonio de Brett Martin. Este declaró que tan solo fue adelantado por un ciclista y un coche después de salir de Chevaline, y que tan solo se cruzó con una moto. Podemos confiar en su memoria por dos razones, la primera porque el encuentro con todos esos vehículos se produjo en la media hora anterior a su llegada a la escena del crimen, y habló con la policía no mucho después de las las cuatro de la tarde. La segunda razón es que para alguien que va en bicicleta el encuentro con un vehículo en esa carretera no es un suceso trivial. Dado lo estrecho de la vía y que a uno de los lados hay una caída hasta el río, cualquier encuentro resulta estresante para un ciclista. De ello da cuenta el mismo Martin, cuando para justificar que no pueda dar apenas ningún dato del vehículo que lo adelantó, indica que estaba concentrado intentando dejar sitio para que pasara el coche.

TESTIMONIO MARTIN

Brett Martin es un excelente testigo, seguramente debido en parte a su entrenamiento como piloto y a su trabajo como instructor de vuelo. Aparte de los detalles que proporciona, separa claramente lo que vio de lo que supone que ocurrió, algo muy importante. Por ejemplo, dice que cree que el coche que le adelantó era el de la familia Al-Hilli, pero reconoce que es una suposición basada en otros datos y que no puede recordar ni marca ni color, ni si en el vehículo iba una persona o varias. Identificó sin dudas a Mollier (y su costosa bicicleta) como el ciclista que lo adelantó poco después de las tres, pero tampoco pudo dar datos sobre la moto con la que se cruzó ni su conductor, tan solo que no pudo ver su rostro debido a que llevaba casco. Pero lo que si recuerda bien es el orden: primero el ciclista, al poco de salir del pueblo, después, en algún momento, el coche, y en último lugar la moto, entre tres y cinco minutos antes de llegar al lugar del crimen.

Parry intenta rebajar la importancia del testimonio de Martin, afirmando que no está muy seguro de lo que vio, pero creo que no lo ha interpretado correctamente. No es lo mismo falta de seguridad que imprecisión. Martin es poco preciso en cuanto a las características del coche que vio, por ejemplo, pero está seguro de que lo vio, y de que no vio ningún otro. Maillaud y Parry se enfrascaron en una larga conversación sobre distintas hipótesis, sin apenas tener en cuenta el testimonio del ciclista inglés. No lo discutieron, o lo refutaron, simplemente lo ignoraron. Es comprensible, porque a mucha gente le gusta leer sobre teorías, y a Maillaud hablar sobre ellas, y a ese tipo de personas lo declarado por Martin les resulta molesto, porque reduce mucho el campo de las posibles.

Otro elemento clave para el análisis del caso es la foto donde salen Saad y su mujer Iqbal con sus hijas Zainab y Zeena, tomada seguramente por Suhalia, a las 15:17 horas. La casa que hay detrás de la familia se pudo identificar sin duda como un lugar de Arnand, muy cerca de Chevaline.

Lugar donde se realizó la foto, en la Route du Moulin
Estos tres elementos: la ruta hasta el lugar del crimen, el testimonio de Martin y la fotografía tomada en Arnand, nos permiten extraer una serie de conclusiones. En primer lugar, si la fotografía fue tomada a las 15:17 horas, necesariamente el BMW de Saad tuvo que adelantar a Brett Martin, que llevaba ya unos minutos en la ruta. Y como este declaró que tan solo fue adelantado por un coche, tuvo que ser forzosamente el de los Al Hilli (Martin está convencido de ello), ya que no hay rutas alternativas. Si el único vehículo que adelantó a Martin fue el de la familia británica, es seguro que ningún vehículo iba siguiendo a estos ni a Mollier. Esta conclusión, inevitable a partir de las premisas, debería ser el pilar sobre el que construir cualquier hipótesis sobre el caso. Todas, absolutamente todas las teorías que proponen que alguien quería matar a Mollier o a algún miembro de la familia Al-Hilli chocan contra este pilar. Se puede conjeturar lo que se quiera sobre sicarios, espías o familiares vengativos, pero quien lo haga deberá explicar como habría seguido el asesino a su objetivo, fuese esta quien fuese, hasta el lugar del crimen.

Si el asesino no iba siguiendo a su objetivo, cabe la posibilidad de que estuviera esperando su llegada en el lugar del crimen, es decir, que tendría que saber de alguna manera que iba a ir a ese lugar. Intentaré a continuación demostrar que es prácticamente seguro que la presencia de los Al-Hilli en Le Martinet fue fortuita y no previsible, y que muy probablemente lo fue la de Mollier, aunque en su caso la información no es tan contundente.

Familia Al-Hilli

- Los investigadores averiguaron bastante pronto que los Al-Hilli no habían sido seguidos en su viaje por Francia. Pudieron encontrar bastantes grabaciones de cámaras de seguridad que registraron el paso del BMW británico, en Dover, en Calais, en varias gasolineras y en otros lugares a lo largo de varios días, y no pudieron encontrar ninguna señal de que estuvieran siendo seguidos por otro vehículo. Por otra parte, no había llamadas en los teléfonos de las víctimas que pudieran servir para acordar un encuentro en ese lugar ni parece probable que pudieran quedar allí con alguien que se encontraran durante sus vacaciones

- El propietario del camping donde se alojaba la familia británica declaró que habían preguntado por rutas por la zona y que él les había recomendado algunas, aunque parece que no la que siguieron.

- Este extremo fue una de las pocas cosas que pudo aclarar Zainab cuando al fin pudo hablar. La niña contó que esa mañana, cuando estaban en el camping, su padre le dio a elegir lo que harían esa tarde, ir a las montañas o a la ciudad de compras. Ella eligió las montañas, y su testimonio anula cualquier posibilidad de un encuentro acordado o que alguien pudiera saber a donde iban a ir.

Por separado, cualquiera de los elementos que se acaban de exponer señala claramente en una dirección, y todos juntos permiten extraer una conclusión definitiva: Nadie estaba esperando a los Al-Hilli en Le Martinet esa tarde. Seguramente salieron del camping para una relajada excursión, sin objetivo y sin planes, y acabaron en el lugar del crimen por pura casualidad. Si nadie los iba siguiendo y nadie podía saber que iban a ir a ese lugar, la única conclusión razonable es que ninguno de ellos era el objetivo del asesino. Salvo que supongamos hipótesis tan improbables como la de que alguien con deseos de matar a algún miembro de la familia se encontró por casualidad con ellos allí, el análisis de los datos disponibles es concluyente.


Sylvain Mollier

En cuanto al ciclista francés, hay bastante menos información, pero da la impresión de que su presencia en ese lugar fue también casual. Se dijo que su suegro le recomendó una ruta para ese día, pero según parece no era la que finalmente cogió. Maillaud conjetura que pudo tomar un giro equivocado y acabar en esa carretera por casualidad, pero es posible que decidiera ignorar la recomendación de su suegro, y que ya conociera esa ruta. Puede que saliera sin ninguna destino decidido, y que decidiera sobre la marcha tomar la ruta fatal, o que acabara allí por error o por casualidad.

Al parecer había pasado la mañana cuidando de su hijo de tres meses, y su pareja llegó a casa antes de lo habitual para que él pudiera salir a hacer deporte, en lo que era algo más que un paseo. Ella se preocupó de inmediato cuando no regresó, y a las 5 de la tarde ya había salido a buscarlo, temiendo algún accidente. Esto se explica porque seguramente él tenía que regresar a casa para cuidar al niño y que ella pudiera volver a la farmacia, y si una persona responsable se retrasa, no avisa y no contesta al teléfono, lo primero que se teme es un accidente.

En cualquier caso, y al igual que en el caso de la familia británica, con el testimonio de Martin podemos descartar que alguien le fuera siguiendo, y parece difícil aceptar que fuera víctima de una emboscada, por varias razones que expondré a continuación.

Pensemos un momento en el asunto. Si alguien había decido asesinar a Mollier, hay dos posibilidades:

1) El asesino se enteró de alguna forma de que Sylvain tenía pensado realizar esa ruta y decidió tenderle una emboscada en ese lugar.

2) El asesino decidió asesinar a Mollier en ese lugar y consiguió que su objetivo fuera hasta allí.

En el primer caso, tal vez Mollier le comentó al asesino la ruta que pensaba realizar, o a otra persona y el asesino lo escuchó o se lo contaron. Pero entonces debería dar la casualidad de que el criminal conociese bien el lugar, ya que no se organiza sobre la marcha un asesinato en medio de las montañas, a varios kilómetros de la casa más cercana. Además, todo indica que Mollier no tenía decidido, al menos con mucha antelación, a donde iba a ir, y ni siquiera se lo comentó a Claire. De hecho, su ruta dependía de ella, y del momento en que llegara a casa. Si algo la hubiera retenido en la farmacia más tiempo del previsto, Sylvain habría tenido que acortar o modificar su ruta, y no habría llegado hasta Le Martinet. El asesino no podría saber si Mollier iría finalmente a esa ruta, el momento en el que llegaría al parking, ni las circunstancias en el momento en que lo hiciera. Y recordemos que todo esto supone que casualmente el asesino conociese bien la zona.

En el segundo caso, el asesino, o un tercero en su nombre, que conocería bien el lugar, habría convencido a Mollier de algún modo para que fuera hasta Le Martinet. Pero los problemas son casi los mismos para esta suposición que para la anterior. Aunque Mollier hubiera accedido a su sugerencia, podía haberlo hecho por educación, sin intención real de ir, o simplemente podría cambiar de opinión más tarde, o un retraso de Claire podría haber provocado un cambio de ruta. De nuevo, no se podían conocer las circunstancias ni la gente que habría en Le Martinet cuando llegara el objetivo.

Incluso suponiendo que alguien supiese a donde iba a ir Mollier, no podemos imaginarnos un lugar menos adecuado para una emboscada, ya que quien cometiera el crimen tendría que recorrer varios kilómetros hasta encontrar una ruta de escape. Un equipo de televisión que visitó el lugar quedó atrapado un buen rato por un rebaño de vacas que se encontró en la carretera, y lo mismo le ocurrió a Ian Horrocks. Es una ratonera, y no parece el mejor lugar para organizar una emboscada.

Periodistas sorprendidos por un rebaño de vacas

Pero además hay algo que parece habérsele escapado a todo el mundo, y es que dentro de la ruta entre Chevaline y Le Martinet, este último es, con diferencia, el peor lugar para atacar a alguien que va en bicicleta. La razón es que es el único lugar de los más de tres kilómetros de carretera donde es probable encontrarse con vehículos y testigos. En cualquier otra parte del recorrido puede pasar un coche o un ciclista, pero salvo casos excepcionales, seguirán su camino, arriba o abajo. Sin embargo, el parking de Le Martinet es precisamente el lugar a donde llegan los ciclistas y donde los turistas aparcan los coches, para que los viajeros salgan y regresen de excursiones a pie, o simples paseos por los alrededores.

El lugar podría tal vez ser adecuado para emboscar a alguien en coche, ya que allí tendrían que parar o reducir mucho la velocidad para dar la vuelta, pero para alguien en bicicleta no tiene ningún sentido. Como la carretera es tan estrecha que en la mayoría de los lugares no se pueden cruzar dos coches, hay bastantes apartaderos (pueden verlos si siguen la ruta con el Street View) donde es posible aparcar un coche, y no digamos una moto, en espera de la aparición del objetivo. Con esa pendiente incluso alguien tan fuerte como Mollier no iría a más de 8 o 9 km/hora, lo suficientemente despacio como para que alguien esperando al borde de la carretera pudiera acercarse a un par de metros y disparar varias veces contra un blanco fácil. Después, el asesino no tendría más que subirse en su vehículo y marcharse.

Puede ocurrir, al igual que en Le Martinet, que justo en el momento en que llega el objetivo aparezca un coche u otro ciclista, obligando al criminal a optar entre renunciar a su objetivo, ser visto por testigos o matar a más personas. Pero la diferencia fundamental entre Le Martinet y cualquier otro lugar de la ruta es que en el parking puede llegar y aparcar alguien justo antes de la llegada del objetivo, lo que estropeará la opción de un crimen sin testigos, y en el resto de lugares no, ya que los vehículos solo pasan, en dirección a Le Martinet y de regreso, pero muy raramente se paran. Incluso si se diera la casualidad de que alguno parara junto a él antes de la llegada del objetivo, el asesino no tendría más que marcharse y buscar otro lugar unos cientos de metros más arriba.

Un lugar para la emboscada a mitad de camino, incluso antes, tendría la ventaja añadida de acortar el tiempo para escapar, que en vez de 8 o 10 minutos podría ser de 4 o 5. Le Martinet es el lugar de toda la ruta donde más probable es encontrarse con alguien, y con diferencia, así que, ¿por qué iba alguien a elegir ese lugar si quería matar a un objetivo que iba en bicicleta? Cualquier persona que conociese bien la zona, y recordemos que esto resulta indispensable en las dos posibilidades, se habría dado cuenta de inmediato de esto.

Si alguien deseaba matar a Sylvain Mollier no tiene ningún sentido organizar algo tan complicado, en medio de las montañas, sin apenas rutas de escape, y en el lugar menos adecuado de toda la vía. Hay formas más sencillas de matar a alguien, sobre todo a alguien que realiza frecuentes salidas en bicicleta, a veces por lugares apartados, como por ejemplo simular un accidente con huida. Aunque es teóricamente posible que alguien pudiera organizar una emboscada en Le Martinet contra Mollier, habría resultado un plan muy barroco, difícil, complicado y arriesgado.

En el caso de Mollier la hipótesis de un encuentro casual, siendo improbable, no es descabellada, como lo era en el caso de los Al-Hilli. Había vivido toda su vida no muy lejos de allí, así que un encuentro inesperado con alguien que lo quisiera matar era posible. Faltaría el móvil. La motivación económica se puede rebatir con facilidad, como se verá en breve, y aunque Mollier tenía fama de donjuán, lo cierto es que eso parecía cosa del pasado. Según declaró Maillaud, alguien resentido contra él por ese motivo tendría que haber esperado mucho tiempo, ya que no se pudo encontrar ningún rastro de que Mollier hubiese tenido una relación desde que estaba con su pareja, Claire, al menos desde hacía dos años. De todos modos, aunque muy improbable, la hipótesis no es es imposible.

Se han propuesto otras teorías, como la de que tal vez el objetivo fuera Brett Martin, y el asesino lo confundiera con Mollier, pero esta hipótesis tiene las mismas dificultades que las otras. Nadie le iba siguiendo, y Martin decidió ir por esa ruta en el momento de salir, así que nadie podía saber que estaría allí. El mismo Brett Martin fue considerado sospechoso, al haber sido quien descubrió el crimen, y se le investigó, aunque fue descartado bastante pronto.

LA FARMACIA

Uno de los argumentos para proponer que el objetivo de los asesinatos pudo haber sido Sylvain Mollier es que su familia política podría estar preocupada porque este fuera un cazafortunas. Querría vivir de su pareja, Claire, y por medio había una próspera farmacia familiar (valorada en un millón de euros), que ella acababa de recibir y que daba buenos beneficios. Los temores se habrían acentuado cuando Sylvain pidió una excedencia de tres años para cuidar de su hijo recién nacido.

La farmacia, en Grignon

No dudo que muchas familias tengan reparos sobre las parejas que sus hijos escogen y se preocupan por quien puede estar entrando en la familia. Pero más allá de la retórica y las suposiciones, Mollier no era un delincuente o alguien con estilo de vida peligroso. Seguramente un soldador de 45 años, separado y con hijos adolescentes, no era lo que unos padres bien relacionados y con economía boyante esperaban para su hija de menos de 30, pero no parece haber nada especialmente inquietante en la vida de Sylvain. Era un hombre trabajador y un gran deportista, que habiá encontrado una nueva pareja y acababa de tener otro hijo, solo eso.

Pero además, hay dos hechos importantes que nos ayudan a analizar esta situación de forma correcta. Uno de ellos es que Sylvain y Claire acababan de tener un hijo en común, pero no estaban casados y eso reducía mucho su capacidad de acceso al patrimonio familiar. El segundo es la situación legal de la farmacia. Según han propuesto algunos, los hermanos de Claire, o incluso sus padres, podrían estar temerosos de que él acabara quedándose con el negocio familiar, y que su parte pudiera estar en peligro, pero eso no se ajusta a los hechos.

Lo cierto es que la farmacia le había sido entregada a Claire por sus padres mediante una fórmula no inusual para dar salida a negocios familiares. Ella tendría que pagar una importante cantidad mensual durante bastantes años hasta alcanzar el valor en que se hubiera tasado, y ese dinero servirá para garantizar a sus hermanos su parte de la herencia. Es decir, la farmacia ya era de Claire, y solo de ella, ya que no estaba casada. Era un negocio razonablemente próspero, pero tampoco era lo que se dice rica, y si Mollier hubiera sido un cazafortunas habría elegido un mejor objetivo. Ella era la propietaria de la farmacia, pero también de una importante deuda asociada a la misma,y aunque esa deuda seguro que tenía mejores condiciones que una bancaria, ahí estaba.

Resulta difícil ver una motivación para un asesinato, pero es que realmente no hay ni pruebas, ni siquiera indicios, de que la familia de ella no se llevara bien con Mollier. Parece que hay ciertos roces entre miembros de ambas familias, pero todo lo que hay son rumores y suposiciones, y no está acreditado que Sylvain se llevara mal con su suegro o su cuñado, más allá de algunas posibles diferencias de opinión o cierta tirantez, y tal vez ni eso. De hecho, los mismos que afirman que estaban enfrentados encuentran muy sospechoso que uno de ellos le recomendara una ruta para esa tarde. El enfrentamiento, si existía, no debía ser muy enconado cuando charlaban con normalidad y se recomendaban rutas en bicicleta. Como veremos también para el caso de los hermanos Al-Hilli, no hay realmente una motivación para cometer un asesinato. Si suponemos a priori que A probablemente asesinó a B, interpretaremos el más mínimo desacuerdo o cualquier roce entre A y B como una motivación para el crimen, pero eso no oculta el hecho de que objetivamente no hay motivo.

No quiero terminar esta parte sin referirme a la excedencia de tres años que le había concedido a Mollier su empresa (al parecer, no por las buenas) para cuidar de su hijo, y la interpretación que se le da. Muchos opinan que ese hecho pudo alimentar los temores que de Sylvain tratara de vivir de Claire, sin trabajar y viviendo la buena vida, con caras bicicletas y mucho tiempo libre. Me sorprende que no se haga un análisis adecuado de la situación, que parece bastante clara. Sylvain y Claire iban a tener un niño, y un recién nacido necesita cuidados constantes. Esos cuidados se los puede proporcionar la madre, el padre o un tercero. En este caso Claire era la que tenía, con diferencia, la ocupación más rentable, y seguramente consideraron que ella no podía permitirse estar dos o tres años ausente justo cuando acababa de hacerse cargo del negocio. Quedaba entonces la posibilidad de contratar a una persona para que se encargara del bebé, o que lo hiciera Mollier. Seguramente no habría mucha diferencia entre tener que pagar un sueldo para que alguien se encargara de cuidar al recién nacido o que Sylvain perdiera el suyo para hacer lo mismo. Y si la diferencia económica no era muy grande, y además recuperaría su trabajo en tres años, Mollier prefirió hacerlo él, y así también podría ver más tiempo a sus hijos de un anterior matrimonio, ya adolescentes.

Pero su tarea no le permitía la vida relajada que suponen algunos. Cuidar de un bebé, y seguramente hacer muchas de las tareas de la casa le llevaría gran parte del tiempo, y estaría atado casi todo el día. De hecho, la prueba es que tenía que aprovechar cuando llegaba su mujer a comer para salir a hacer deporte. Si el caso hubiera sido al revés, si ella hubiera dejado un trabajo peor pagado para cuidar al niño, todo el mundo lo habría encontrado tan natural que ni siquiera habría llamado la atención.

En resumen, no se puede descubrir un motivo para que alguien quisiera matar a Sylvain Mollier.


HIPÓTESIS ESPECIALES

Es probable que Laurent Fillion-Robin equivocara la hora en que vio pasar el coche de los Al-Hilli, pero de no ser así se pueden proponer dos nuevas hipótesis bastante interesantes. Las dos parten de un supuesto básico, que la hora a la que Laurent Fillion-Robin declaró haber visto el coche, entre las 14:30 y las 15:00 es correcta.

La primera hipótesis, sobre la que leí en algún foro durante las primeras semanas, plantea que la familia Al-Hilli podría haber visitado dos veces el lugar del crimen, una compatible con el testimonio de Fillion-Robin, y otra tal vez unos 40 minutos más tarde, tras la foto en Arnand. Aunque a primera vista puede parecer muy rebuscada, tiene algunos elementos a favor, y aunque no creo que sea correcta, realmente no conozco ninguna información que la pueda refutar, aunque tal vez podría hacerlo la hora reflejada en las otras fotografías que se ha dicho realizó la familia antes de la última en Arnand. Para comprender lo que se va a exponer a continuación resulta indispensable mirar de vez en cuando el mapa que he colocado más arriba.

El caso es que la ruta que lleva desde el lugar donde se realizó esa última foto a las 15:17 hasta el lugar del crimen no pasa por el lugar donde Fillion-Robin estaba trabajando en el tejado, ya que son dos carreteras que discurren en paralelo, sin comunicación entre ellas. Hay un camino que las une, pero no es transitable por vehículos, así que para que Fillion-Robin pudiera ver pasar el BMW de los Al-Hilli, estos tuvieron que retroceder 300 metros hacia el norte por la Route du Moulin, donde se habían hecho la foto, girar hacia el oeste y después volver a girar en dirección sur por la Route de Chevaline, que tras unos 500 metros desemboca en el Chemin Rural dit de la Grande Combe, que es donde se encontraba trabajando Fillion-Robin. Estos movimientos arriba y abajo pueden ser totalmente naturales en una familia que está de vacaciones, sin dirigirse a ningún sitio en concreto. 

Pero hay otra opción. Es posible que Saad condujera su coche directamente desde el camping hasta el lugar del crimen pasando por el Chemin Rural dit de la Grande Combe, donde habrían sido vistos por Fillion-Robin hacia las 14:30 o 14:40 horas. Tras pasar unos pocos minutos en Le Martinet habrían regresado hacia Chevaline, pero a las afueras del pueblo, en el desvío, habrían tomado la Route du Moulin en vez de la carretera por la que habían venido. Se habrían parado para hacer la foto, y en ese momento habrían decidido regresar de nuevo a Le Martinet, y lo habrían hecho directamente, por la Route du Moulin, por lo que no habrían sido vistos por Fillion-Robin en esta segunda ocasión. Esta hipótesis explicaría todos los datos conocidos, incluido el testimonio del trabajador forestal que vio un BMW antes de la tres de la tarde, el de Fillion-Robin, y la hora de la fotografía, y no contradice ningún otro dato hecho público. Siempre que hubieran pasado el cruce de vuelta antes de las 15:10, no habrían sido vistos por Brett Martin.

Todo esto podría ser refutado con el resto de fotografías, que no se han hecho públicas. Al parecer, en la cámara había al menos otras dos fotos realizadas poco antes de la de Arnand, y dependiendo del lugar y la hora de esa fotos, podría ser factible o no la doble visita a Le Martinet. Se ha dicho que en una aparece Saad con una de sus hijas sobre los hombros, y en otra Suhaila, la madre de Iqbal. Podrían haber sido hechas en un lugar o a una hora que hiciera imposible o muy improbable la hipótesis, pero si no, sería perfectamente posible.

En cuanto a la razón para esa extraña segunda visita, podría ser que hubieran perdido u olvidado algo en Le Martinet, tal vez un juguete de Zainab, y al darse cuenta tras hacer la foto en Arnand, decidieran regresar para buscarlo. Esto explicaría que padre e hija estuvieran fuera del coche mientras el resto de la familia permanecía dentro, ya que tan solo estarían buscando algo y se marcharían tras encontrarlo. Si aceptamos esa segunda visita, podrían considerarse hipótesis que no parecen demasiado sólidas si suponemos una sola. Alguien que pudo haberse sentido amenazado por un BMW con matrícula británica, por ejemplo, podría haber visto confirmados sus temores cuando ese mismo coche sospechoso regresó minutos más tarde, y tras entrar en pánico habría reaccionado disparando. O tal vez el motivo tras los crímenes no tiene nada que ver con si hubo una o dos visitas, pero lo cierto es que la posibilidad de la segunda visita a Le Martinet resulta muy interesante.

Hay una segunda hipótesis que explicaría la hora en que Fillion-Robin dijo haber visto el coche, y aunque parece muy improbable, tampoco hay nada que la refute. Tal vez el coche que vio Fillion-Robin no era el de los Al-Hilli, sino otro coche británico similar con una niña en el asiento del acompañante. Ese coche habría estado en Le Martinet y se habría marchado antes de que llegara el de los Al-Hilli, que habría llegado desde la Route du Moulin. En ese caso, se podría suponer que el crimen fue un error de identificación, y el objetivo serían los viajeros de ese otro coche. Mucha casualidad, pero también explicaría todos los datos conocidos.

Hay un dato, sin embargo, que podría hacer dudar de la fiabilidad del testimonio de Fillion-Robin. De la declaración de los excursionistas que encontró Martin se deduce que ellos llegaron a la carretera desde Chevaline, ya que consideran probable que la moto sospechosa se desviara hacia la Route du Moulin. Pero si pasaron por Chevaline, deberían haber sido vistos por Fillion-Robin, y como este declaró que no pasó ningún otro vehículo tras el de la familia británica, se podría poner en duda su fiabilidad como testigo.

En la tércera y última parte se tratarán las visicitudes de la investigación, el conflicto entre los hermanos Al-Hilli, y daré mi opinión sobre la hipótesis más probable.

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Próximamente

-El enigma de los Alpes (III y final): Una investigación fallida.

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FUENTES 


Al final de la última entrada de la serie.

lunes, 15 de mayo de 2017

El enigma de los Alpes (I): La matanza de Chevaline

INTRODUCCIÓN

Cuatro personas fueron asesinadas en un remoto paraje de los Alpes franceses en septiembre del año 2012, y el caso, todavía pendiente de resolver, se ha convertido en uno de los más misteriosos de la historia criminal europea. Fue en su momento noticia en todo el continente, y aunque de vez en cuando parece reavivarse el interés de la prensa cuando alguno de los palos de ciego de los investigadores parece prometedor, enseguida vuelve a desaparecer de las noticias, en espera de que algún día el enigma sea descifrado.

Lugar del crimen

El proceder del encargado de la investigación, el fiscal Eric Maillaud, complicó al máximo lo que ya era de por sí un caso complejo y difícil. Su principal preocupación, desde el primer momento, fue la de alejar el crimen de Francia, y a ello dedicó buena parte de su esfuerzo y tiempo. Una semana después del suceso realizó un viaje a  Inglaterra, tan mediático como innecesario, y allí declaró ante los periodistas con gran seguridad que el lugar donde se había cometido el crimen era casual, y que sin ninguna duda el origen y las causas del crimen estaban en Inglaterra, de donde habían llegado la mayoría de las víctimas. Lo más notable de esas declaraciones es que no estaban soportadas por ninguna evidencia, y que esta parecía apuntar precisamente en la dirección contraria a la que declaraba el fiscal. 

Eric Maillaud
Maillaud se empeñó en lanzar sospechas en los medios sobre una persona sin pruebas que lo apoyaran, concedió gran importancia a pistas poco prometedoras, ignoró lo que indicaban los pocos datos fiables que tenía a su disposición, y finalmente concentró todo el esfuerzo de los agentes en la identificación de un sospechoso. Cuando lo consiguió y no dio los resultados esperados, toda la investigación colapsó. Después de eso, el fiscal, al que encantan las cámaras, se dedicó a conceder entrevistas donde afirmaba que podíamos estar ante el crimen perfecto, continuaba ignorando la evidencia, y alternaba su antigua obsesión con un sospechoso con una nueva hipótesis, que a base de insinuaciones y suposiciones iba dejando caer que tal vez el autor de los crímenes está muerto. Desde el verano de 2016 es el fiscal de un nuevo departamento,  Puy-de-Dôme, con sede en Clemont-Ferrand, y ya no está a cargo de la investigación.

Creo que el comportamiento de Eric Maillaud puede explicarse en gran medida a partir de su posición en el entramado administrativo de un estado que es un gigantesco parque temático. El turismo es uno de los pilares de la economía francesa, y los asesinatos de viajeros no son nada bueno para la imagen que se quiere dar a los potenciales visitantes, sobre todo si no se aclaran pronto. En ese momento ya estaba pendiente de resolución el extraño asesinato de un turista belga en julio de 2011 en el norte del país (al que, por cierto, también trataron de asignar su origen fuera de Francia), así que el asesinato de varios turistas, británicos en este caso, podía hacer pensar que algún lunático estaba matando a extranjeros. Algunos medios especularon con ello, y también con la posibilidad de que bandas de delincuentes estuvieran tomando como objetivos a coches con matrícula británica, y podemos suponer el temor a que un rumor de ese tipo se propagase en el importante mercado turístico británico. El viaje de Maillaud y su imprudente declaración se explican en este contexto, y se puede considerar que visitó Inglaterra como representante turístico más que como investigador de un crimen. Sus declaraciones ante los medios, supuestamente sobre la investigación, estaban dirigidas a los potenciales turistas británicos, intentando atajar los rumores y tratando de tranquilizarlos.

A las órdenes del fiscal, que tiene una función en las investigaciónes muchísimo más activa que sus equivalentes de otros países, trabajaban los detectives de la Gendarmería, y estoy convencido de que escudriñaron todos los ángulos del caso, y que trabajaron duro para intentar resolverlo. Pero cuando el jefe de una investigación, nada más empezar esta, declara categóricamente de forma pública cual es la hipótesis correcta, hay que tener muchas pruebas y mucho valor para llevarle la contraria, y nadie va a seguir con demasiado ahínco teorías que de resultar ciertas dejarán en mal lugar a su superior. Así que casi todo el esfuerzo de investigación se ha concentrado en una de las hipótesis, la menos probable, dejando pocos recursos y menos interés para las más prometedoras. Maillaud tan solo comenzó a aceptar otra posibilidades (y nunca como primera opción) cuando el crimen dejó de ocupar espacio en los medios, varias semanas después. Trasladar el origen del caso fuera de Francia impidió hacer un llamamiento que podría haber sido decisivo para su resolución: Se trataba de solicitar que contactaran todos los que habían estado cerca del lugar del crimen los días anteriores a la fecha en que se cometió, tal vez hasta un par de semanas antes.Veremos al final de la serie las razones para hacer ese llamamiento, que no se efectuó porque hubiera estado en total contradicción con la teoría que hacía a los Al-Hilli el objetivo del asesino.

Maillaud en conferencia de prensa
Su deseo de alejar el crimen de Francia no es el único problema del fiscal francés. A Eric Maillaud le gustan las cámaras, pero le gusta más aún teorizar. Proponer, analizar y discutir hipótesis sobre el caso, con poca o ninguna atención a la evidencia, igual que hacen muchos periodistas y aficionados a los crímenes. En la entrevista que le realizó Parry para su libro, Maillaud y el periodista pasaron revista a todas las hipótesis, sin que ninguno de ellos discutiera siquiera la evidencia que refuta la mayoría de ellas. No la negaron o la matizaron, simplemente la ignoraron o, en el mejor de los casos, la trataron superficialmente. No estamos, como podría pensarse, ante una amable atención del fiscal con la prensa, es así como afrontó el caso. 

Los detectives británicos no comprendían la forma de actuar del francés, y una fuente de la parte británica de la investigación le dijo a un periodista que: Desde el mismo comienzo el señor Maillaud estaba obsesionado con las teorías, en vez de reunir pruebas que pudieran demostrar la culpabilidad de alguien.  Analizando algunas de las respuestas que dio a los periodistas, a veces da la impresión de que el fiscal ni siquiera conocía bien los datos de su propio caso, pero lo que nunca le faltó fue disposición para explicar una y otra vez todas las teorías posibles.

Es un error bastante común suponer que ante un caso criminal lo importante es proponer teorías o hipótesis (aunque hablando con propiedad son dos cosas distintas, utilizaré ambos términos indistintamente con el significado de hipótesis, como se suele hacer en la prensa). Lo cierto es que es bastante fácil plantear hipótesis, y cualquier persona medianamente inteligente puede proponer una cuantas sobre cualquier caso sobre el que se reciba información superficial. Pero antes de lanzarse a construir teorías es necesario recopilar y analizar la evidencia, estimar su fiabilidad, y en caso de testimonios o datos contradictorios, que suele ser casi siempre, establecer una jerarquía y un criterio de elección. Una vez hecho esto se pueden proponer hipótesis que ayuden a comprender la evidencia, pero hacerlo antes es un error grave. Una de las razones por las que se advierte contra la formulación de teorías antes de recopilar, clasificar y calificar la evidencia, es precisamente el peligro de que esta sea clasificada, analizada y calificada a la luz de una teoría. En ese supuesto, en vez de ser el análisis imparcial de la evidencia el que lleva a la formulación de hipótesis, puede ocurrir lo contrario, que sea la hipótesis la que condicione el análisis de la evidencia, o incluso, y este caso es un magnífico ejemplo de ello, que condicione la decisión de si conseguir o no determinada evidencia.

Pero que no se preocupen los amantes de las hipótesis, que intentaré tratarlas todas, algunas con más profundidad y más superficialmente el resto. Durante algún tiempo estuve tentado de darle a este escrito una estructura más formal, con una descripción narrativa del crimen, el análisis de toda la evidencia que se ha hecho pública, el desarrollo de la investigación y finalmente la formulación y crítica de las hipótesis, pero finalmente he decidido producir algo más anárquico, probablemente más acorde con la naturaleza de este caso y de la investigación.

SE DESCUBRE UN CRIMEN

En la Alta Saboya, al este de Francia, cerca de las fronteras suiza e italiana, se encuentra el lago de Annecy, un importante enclave turístico en el que conviven los deportes acuáticos, montañas imponentes y pintorescas aldeas. Al sur del lago se encuentra Chevaline, un pequeño pueblo de poco más de 200 habitantes, similar a otros que hay por la zona, en los que conviven los naturales con extranjeros que han comprado casas como vivienda habitual o de veraneo.  

William Brett Martin
Uno de esos extranjeros era William Brett Martin, un instructor de aviación de 53 años, antiguo miembro de la R.A.F, que vivía con su familia en el sur de Inglaterra, y que estaba pasando unos días en la población de Lathuile, haciendo unos arreglos en la casa de veraneo. El miércoles 5 de septiembre de 2012 brillaba el sol y Martin decidió salir en bicicleta, eligiendo una ruta que ya conocía, al sur del lago. Poco después de las tres de la tarde dejó atrás Chevaline y se dispuso a comenzar un respetable ascenso (aproximadamente un 6 % de desnivel) de algo menos de 4 kilómetros por una estrecha carretera de montaña, que aunque asfaltada, está plagada de baches. La carretera se interna en un angosto valle y discurre paralela al río, rodeada de frondosos bosques, proporcionando un paisaje hermoso, salvaje y solitario. A la salida de Chevaline fue adelantado con facilidad por otro ciclista, y se fijó en él debido a que iba en una cara bicicleta de carreras, que Martin no consideró demasiado adecuada para la carretera en mal estado por la que circulaban. Más adelante fue sobrepasado por un coche grande y oscuro, y poco después se cruzó con una moto que venía en sentido contrario. No vio a nadie más.

Vista sobre el lago. En el círculo amarillo, Chevaline. Punto rojo, lugar aproximado donde se cometió el crimen.
Sobre las 15:35 o 15:40 horas llegó a un lugar conocido como Le Martinet, que es el final de la ruta en bicicleta, y donde no hay más que un panel informativo con un gran mapa y un pequeño aparcamiento para coches, que se suele utilizar para dejar allí los vehículos y comenzar rutas a pie. Unos pocos metros más allá la carretera gira casi 180º a la izquierda y poco después se vuelve intransitable. Justo en la curva comienza un camino sin asfaltar que sigue hacia el sur. Lo primero que observó Martin cuando se acercaba fue una bicicleta en la carretera, y supuso que el ciclista que le había adelantado estaba tomándose un descanso. Entonces vio a una niña dando tumbos, y aunque al principio creyó que estaba jugando, pronto se dio cuenta de que algo andaba mal. La niña se cayó al borde de la carretera, y Martin pudo ver que estaba cubierta de sangre. A la izquierda, en el aparcamiento, había un vehículo con matrícula británica atascado y con las ruedas traseras girando y patinando sobre la tierra en un pequeño montículo, haciendo bastante ruido y provocando un penetrante olor a motor recalentado. Muy cerca, delante del coche, había un hombre en el suelo, al que reconoció como el ciclista que lo había adelantado. A Martin toda la situación le hizo suponer que había tenido lugar un accidente de tráfico.

La niña, que perdía y recuperaba la consciencia, estaba justo delante del coche, y Martin temió que este saliera de su atasco y la arrollara, así que la levantó y la colocó en lugar seguro. Después apartó al ciclista, que estaba casi bajo una de las ruedas del vehículo, y le dio la impresión de que estaba muerto. Una vez puestos a salvo la niña y el ciclista se dirigió hacia el coche, y pudo ver en su interior a varias personas inmóviles. Había agujeros en lunas y ventanillas, y Martin empezó a preguntarse si realmente estaba ante una accidente. Como la puerta estaba cerrada, con el seguro interior puesto, rompió la ventanilla e introdujo su mano para apagar el contacto. Entonces pudo confirmar que no estaba ante ningún accidente, ya que dentro había tres personas muertas, un hombre al volante y dos mujeres detrás, y todos tenían disparos en la cabeza.

En ese momento Brett Martin comenzó a temer por su seguridad. Si el asesino todavía estaba por la zona él podría ser la siguiente víctima. Intentó llamar por teléfono pero su móvil no tenía cobertura, así que tras colocar a la niña herida en posición de seguridad se subió a su bicicleta y comenzó un rápido descenso para pedir ayuda. No tuvo que pedalear mucho, ya que apenas 200 o 300 metros más abajo se encontró con un hombre y dos mujeres, franceses, en un coche, y en parte chapurreando francés y en parte por señas les indicó que algo había ocurrido, y consiguió que lo acompañaran de vuelta al lugar del crimen. Allí estuvo a punto de ser agredido por uno de los excursionistas, suponiendo este que el inglés tenía algo que ver con la muerte de las personas en el coche con matrícula británica. Afortunadamente, Martín pudo convencerlo de que no tenía nada que ver con el crimen, y finalmente solicitaron ayuda con el móvil de uno de los franceses. Llegó primero la asistencia médica y un equipo de bomberos, y poco después la policía. 

La niña, que perdía y recuperaba la consciencia, fue traslada al hospital, y los agentes comenzaron a buscar pistas por los alrededores. El ciclista estaba muerto, y un doctor comprobó (o más probablemente lo dedujo por su apariencia) rápidamente que los tres ocupantes del vehículo también lo estaban, así que para no correr el riesgo de destruir pruebas decidieron no tocar nada y esperar a que llegara un equipo especializado desde París. Mientras aguardaban, los agentes acordonaron e inspeccionaron el lugar. Se utilizó un helicóptero equipado con sensores de temperatura para rastrear los alrededores y detectó señales en el coche, pero se interpretó como el calor residual de los cadáveres. Casi a medianoche, cuando por fin llegó el equipo especial y se abrieron las puertas del coche, se llevaron una gran sorpresa al ver como una niña de cuatro años salía de su escondite, entre el equipaje y las faldas de una de las mujeres muertas. Se había escondido nada más comenzar el tiroteo y la aterrorizada pequeña había pasado más de ocho horas oculta.

El crimen fue noticia en toda Europa, y recibió bastante atención de la prensa durante unas semanas. Las víctimas eran una familia británica y un ciclista francés. Saad Al-Hilli era un ingeniero mecánico de 50 años, de origen iraquí, residente en Claygate, condado de Surrey, al suroeste de Londres, y se encontraba en Francia de vacaciones con su familia: Su mujer, Iqbal, una técnico dentista de 47 años, y las dos hijas del matrimonio Zainab (7 años) y Zeena (4 años). Les acompañaba la madre de Iqbal, Suhaila Al-Allaf (74 años), ciudadana sueca. El ciclista francés era Sylvain Mollier, de 45 años, que vivía a unos kilómetros del lugar, en la localidad de Ugine. El origen iraquí de Saad añadía un toque inquietante al caso, y nada más publicarse que  trabajaba en una empresa que se dedicaba a diseñar satélites se dispararon los rumores y las especulaciones. 

La familia Al-Hilli se había alojado en la caravana familiar, que estaba instalada en el camping Le Solitaire, a unos kilómetros del lugar del crimen. Esa mañana habían visto por allí a las dos mujeres y a las niñas recogiendo manzanas, y en algún momento al comienzo de la tarde salieron del camping en el BMW familiar, para lo que todo parecía que era una excursión por la zona. Se encontró una foto tomada en un pueblo cercano, seguramente por la suegra de Saad, a las 15:17 horas, apenas 15 o 20 minutos antes de los crímenes. La familia aparece sonriente y despreocupada.

La última foto de la familia Al-Hilli

Las primeras hipótesis de las que se hizo eco la prensa, y alentadas con entusiasmo por Maillaud y los investigadores franceses, apuntaban a que por alguna razón alguien quería matar a Saad, y que su familia y Sylvain Mollier habrían sido víctimas colaterales. Pero según pasaban las semanas sin avances comenzaron a a plantearse alternativas. Tal vez había sido el ciclista francés la víctima buscada, se planteó en la prensa y en los foros de internet, y los Al-Hilli las víctimas colaterales. Cuando la investigación se estancó, se reportó que los investigadores consideraron que tal vez estaban ante el crimen de un loco, un psicópata que había matado al azar. 


INVESTIGACIÓN INICIAL

Los primeros pasos de la investigación, que llegó a ocupar a 80 agentes, fueron un tanto caóticos, y estuvieron plagados de errores. Ya se comenzó mal, estableciendo un perímetro de seguridad inadecuado, demasiado reducido, como se puede ver en las fotos aéreas. Era inevitable que sanitarios y bomberos, que llegaron antes que la policía, contaminaran en alguna medida el lugar, pero los investigadores cometieron un grave error al permitir el acceso de la prensa al lugar del crimen la mañana del 7 de septiembre. Se pudo presenciar por televisión el penoso espectáculo de una veintena de periodistas fotografiando, tocando y probablemente pisando rastros de sangre y cristales del vehículo. Poco después se volvió a cerrar la zona, seguramente cuando alguien hizo notar a los investigadores que todavía quedaban muchas pruebas en el lugar, pero demasiado tarde. Todas y cada una de las manchas de sangre deberían haberse recogido y procesado, y fue un grave error no hacerlo. Se formó un equipo conjunto de investigadores franceses y británicos, pero da la impresión de que nunca llegó a funcionar bien, y que las diferencias de criterio y forma de investigar entre los dos grupos aparecieron enseguida.

Periodistas en la escena del crimen. A la derecha, una mancha de sangre en una piedra.

Se encontró ADN en uno de los elementos hallados en el lugar del crimen (uno de los casquillos o los restos de la culata de la pistola), que hizo concebir muchas esperanzas a los investigadores, pero resultó que pertenecía a uno de los expertos del equipo de análisis criminalístico, que había tocado el elemento con las manos desnudas. Sí, el mismo equipo de élite cuya llegada se había esperado pacientemente durante 8 horas. Algunos de los habitantes de Chevaline, que podían ser testigos importantes, fueron entrevistados por la prensa antes que por la policía. El que a los agentes se les hubiera pasado por alto durante varias horas la niña escondida dentro del coche provocó bastantes críticas, y algunas burlas.



VACACIONES

Coche y caravana de la familia
Los miembros de la familia Al-Hilli, con su coche y su caravana, habían tomado el ferry desde Dover a Calais el 29 de agosto, y habían pasado los tres días siguientes viajando lentamente por Francia hacia la zona de Annecy. Tenían un billete de regreso en el ferry para el día 7 de septiembre. A algunos les ha extrañado el que Saad se llevara a su familia de vacaciones justo en el momento del comienzo del curso escolar. De hecho, Saad y su esposa tuvieron que solicitar permiso en el colegio para que Zainab pudiera comenzar las clases unos días después que el resto. La explicación es el trabajo de Saad como freelance, que no permitía una planificación laboral del tipo habitual. Llevaba unos meses con mucho trabajo, muy agobiado por cuestiones laborales y por un conflicto con su hermano Zaid, y decidió pasar algo más de una semana de vacaciones en Francia con su familia. Había estado otras veces en la zona del lago Annecy, y también en otras partes de Francia, e incluso había comprado hacía años una casa en la Gironda para rehabilitarla, aunque desde que se había casado apenas había trabajado en ella y todavía no era habitable. 

Se alojaron primero en un camping, y tras un par de días se cambiaron a otro. Eso ha hecho sospechar que pudo ocurrir algo en ese primer camping, o que tal vez Saad sintió que él o su familia corrían peligro allí y decidió marcharse. Se dijo también que un misterioso hombre, que podría proceder de Los Balcanes, habría sido visto rondando por el camping y hablando o discutiendo con Saad. Más allá de los rumores, lo cierto es que no se encontró nada sospechoso, y el camping al que se cambiaron estaba apenas a dos kilómetros del primero, lo que sería absurdo si hubiesen notado algún peligro. Además, Saad le había contado a un amigo que tan solo había reservado online el primer día en el camping, para tener la libertad de moverse y cambiar una vez estuviera en la zona. Es decir, la posibilidad de cambiar de camping ya estaba prevista antes de partir hacia Francia. 

EL ARMA DEL CRIMEN

Luger
Había varios elementos en el crimen que llamaban la atención, sobre todo el arma utilizada. Se encontraron 21 casquillos de bala, y 17 balas habían impactado en alguna de las víctimas. Se hallaron restos ensangrentados de la culata de una pistola, y la sangre era de Zainab, lo que indicaba que habían golpeado a la niña con el arma, y probablemente esta se había roto durante la agresión. Los restos eran de una pistola semiautomática, una Luger P06 7.65mm Parabellum, y este modelo en concreto había sido utilizado por el ejército suizo en los años treinta del siglo XX. Parecía una pistola más propia de un coleccionista que de un asesino. Como el cargador de este tipo de Luger contiene 8 balas y se habían encontrado 21 casquillos, el asesino tendría que haber cambiado dos veces el cargador y todavía sobrarían 3 balas. Eso podría indicar que el arma se le pudo encasquillar o romper, y por eso habría golpeado a Zainab con la culata del arma. 

Con tambor de 32 balas
Pero parece ser que algunos antiguos miembros del ejército suizo han contado a los investigadores que una forma de evitar el deterioro de la Luger era extraer una bala de cada cargador y utilizarlos con tan solo siete cada uno. Eso daría 3 cargadores= 21 balas, lo que podría indicar que Zainab fue golpeada en la cabeza porque el asesino se quedó sin munición. Algunos expertos comentaron la posibilidad de acoplarle un tambor de hasta 32 balas, lo que daría un arma bastante aparatosa y menos precisa, pero más capacidad de disparar sin recarga. 

Sylvain Mollier recibió cinco disparos, Saad e Iqbal, cuatro cada uno, Suhaila, tres, y Zainab uno. Cuatro disparos no impactaron en ningún objetivo. Eric Maillaud encuentra muy significativo que ni una sola de las balas impactara en la parte metálica del coche, y que todos los disparos llegaran a las víctimas de la familia a través de los cristales de las ventanillas. Eso podría indicar que el asesino era alguien muy experto, un verdadero profesional, pero otros se preguntan si un verdadero profesional había utilizado una pistola con más de 80 años de antigüedad, más apropiada para un museo. 

Pese a que se ha dicho lo contrario, no es posible saber a quien dispararon primero, pero Maillaud sí ha confirmado que al menos Mollier fue herido antes de que el BMW de Saad lo atropellara, seguramente porque se halló su sangre en los bajos del coche, y de alguna manera se dedujo que esta no había llegado allí a causa del atropello.

HIPÓTESIS

A lo largo de estos años se han multiplicado las hipótesis sobre lo sucedido, razonables unas, fantásticas la mayoría. Algunas se plantean, se olvidan y resurgen de nuevo, mientras que otras aparecieron meses o años después del crimen. Podemos clasificar esas hipótesis en razón de quien podría ser el objetivo del crimen.

OBJETIVO: SAAD AL-HILLI

Relación con Iraq

Kadhem, el padre de Saad, había sido un próspero hombre de negocios que había abandonado Irak décadas atrás, y se conjeturó con que pudiese tener alguna relación con unos supuestos fondos de Sadam Hussein, pero esa fantástica teoría no tenía nada que la sostuviera y resulta de lo más improbable. Kadhem, un chií, se había marchado de Irak debido a que la policía secreta del gobernante Baaz había torturado a un familiar cercano, y aunque más tarde regresó varias veces por negocios, nunca fue cercano al régimen, y por tanto, nunca se le habrían entregado fondos de ningún tipo. Saad, que había llegado de niño a Gran Bretaña, había estado en Bagdag tras la caída de Sadam para averiguar la situación de las propiedades de la familia, pero una casa que tenían allí estaba ocupada por otra familia, e incluso sufrió una agresión cuando intentó reclamarla, y se tuvo que marchar de forma apresurada. Aunque la situación de inseguridad en Irak ha hecho imposible una investigación más a fondo, no hay ni un solo indicio que relacione el crimen con ese país. Saad no había regresado allí desde hacía varios años.

Relación con su trabajo

Se publicó que Saad trabajaba en desarrollo de software para satélites y aviones, y se aventuró que se podría estar ante un caso de espionaje industrial, de venta de información, con incluso la participación de servicios secretos (C.I.A, Mosad, etc.). Sin embargo, no parece que su trabajo fuese tan importante y no hay ningún indicio de que haya nada extraño en ello. Trabajaba en diseño 3D como ingeniero freelance, cobrando por proyecto, y no había nada particularmente misterioso en lo que hacía. Ni tenía acceso a secretos, ni hay nada en su vida que indique alguna actividad en este sentido. Sus amigos y familiares descartan por completo, de forma unánime, que el parlanchín Saad estuviera mezclado en algún tipo de espionaje o similar. A uno de sus amigos, entrevistado para el documental de Panorama, se le escapó la risa ante la sugerencia de que Saad pudiera estar implicado en algún asunto de espías.


Relación con la herencia familiar

Zaid Al-Hilli, hermano mayor de Saad
Se contó que Saad estaba enfrentado a Zaid, su hermano mayor, por la herencia de su padre. Kadhem había fallecido hacía poco en el sur de España, y Zaid, según se dijo, habría maniobrado para intentar arrebatar a su hermano la herencia e intentado acceder a una cuenta suiza donde el padre guardaba sus ahorros. Se planteó que Zaid podría haber encargado el crimen de su hermano y su familia para quedarse con toda toda la herencia. Esta hipótesis tiene más fundamento que las dos anteriores, y fue la preferida de Eric Maillaud, así que se discutirá más adelante. 



OBJETIVO: SYLVAIN MOLLIER

Relación con su trabajo

Se dijo que Sylvain trabajaba en la industria nuclear, lo que añadía un elemento misterioso (sobre todo si se suma al supuesto trabajo con satélites de Saad) y dio lugar a muchas especulaciones. Pero lo cierto es que Sylvain no era un científico ni un ingeniero, era un trabajador manual, un soldador, en una empresa que fabricaba componentes para centrales nucleares. Además, en el momento de su muerte ni siquiera trabajaba, ya que acababa de pedir una excedencia para cuidar de su hijo recién nacido. Se conjeturó sobre un posible espionaje, que parece más improbable todavía que en el caso de Saad.

Vida personal

Sylvain Mollier, según
la prensa.
Divorciado, mantenía en ese momento una relación sentimental con Claire, una mujer de Ugine, y la bien conectada y acomodada familia de esta mujer, que no vería con buenos ojos esa relación, podría tener algo que ver con su muerte. La familia estaría preocupada de que Mollier pretendiese vivir de su novia, con la que acababa de tener un hijo. El que hubiese dejado de trabajar para cuidar al niño no haría más que aumentar esos temores, ya que al parecer estaba por medio un próspero negocio farmacéutico. Esta hipótesis también será tratada más adelante. 

¿Alguna venganza de algún marido despechado? Algunos rumorearon que Sylvain era un donjuán, y tal vez había alguien esperando para ajustarle las cuentas. Pero Eric Maillaud ha señalado que si alguien quería vengarse de alguna afrenta de ese estilo habría esperado mucho, ya que no se pudo encontrar que Mollier hubiera tenido ninguna otra relación desde que estaba con Claire, un par de años antes.

De todos modos, ni la famlia ni los amigos ni los compañeros de trabajo de Mollier han querido hablar con la prensa, así que se conocen muy pocas cosas de su vida.


OBJETIVO: AL  AZAR

El crimen habría sido cometido por algún “loco”, un psicópata que habría elegido a sus víctimas al azar. Se investigaron casos que podrían ser similares, se investigó en psiquiátricos, y se hicieron más pesquisas, pero ante la falta de indicios se abandonó esa hipótesis. Una variante es la que relacionaba este crimen con el del belga Xavier Baligant, ocurrido un año antes en el norte de Francia, y se propuso que tal vez se estaba ante un psicópata que atacaba a turistas. Los investigadores franceses rechazaron rápidamente esta teoría, aunque la posible relación entre ambos crímenes cuenta con algunos argumentos interesantes.

OTROS OBJETIVOS

Jimmy Thompson
Con el paso del tiempo se han ido proponiendo nuevas teorías sobre quien podría ser el objetivo. Se dijo que un hijo que tenía problemas mentales podría haber querido matar a Suhaila Al-Allaf, la suegra de Saad. Se exploró también la posibilidad de que Iqbal, la esposa de Saad, pudiera ser la víctima elegida. Se intentó proponer que podría haber tenido una doble vida, ya que se descubrió que se había casado una primera vez durante una breve temporada que pasó en Estados Unidos, y no está claro si Saad estaba al tanto de ese matrimonio. Parry estudió ese tema en profundidad para su libro, y todo parece indicar que se trató de un matrimonio de conveniencia, con el que ella trataba de conseguir un permiso de residencia en el país, mientras que para el marido tal vez había una contraprestación económica, o incluso nada, posiblemente lo hizo para ayudarla, porque le caía bien. James Jimmy Thompson e Iqbal (por esa época se hacía llamar Kelly) se casaron en Mississipi en 1999 y se separaron de forma amistosa tras unos pocos meses. Parece ser que no llevaron vida de casados y que dormían en camas separadas, aunque las fotos demuestran que había cierta complicidad, incluso física, entre ellos. Un hijo de Thompson, de un anterior matrimonio, que por aquella época tenía 15 años, ha afirmado: La relación entre mi padre y Kelly no era sexual. Nunca se habló de ello, pero siendo un adolescente te das cuenta de esa clase de cosas.

Thompson e Iqbal durante su breve matrimonio
Sin embargo, hay una gran casualidad relacionada con este primer matrimonio de Iqbal que intriga a mucha gente y hace las delicias de los que gustan de las conspiraciones. Resulta que Jimmy Thompson murió de un ataque al corazón en Natchez, Mississipi, exactamente el mismo día que ella era asesinada con su familia en Francia. Se ha dicho que los investigadores franceses han solicitado la exhumación del cadáver para comprobar que no hay nada extraño, pero no se ha hecho, sin que esté claro si por la negativa de las autoridades o de la familia, o porque en realidad nadie lo ha solicitado. Thompson, de 60 años, cayó muerto mientras conducía, el 5 de septiembre de 2012, y en aquel momento nadie sospechó nada extraño. Tenía sobrepeso, una dieta poco sana, era fumador, y tenía la tensión arterial por las nubes. Se había sentido enfermo todo el día y poco antes de morir dijo que sentía náuseas y que le dolía el pecho y un brazo. Un ataque al corazón, y una casualidad, es la explicación más probable. Murió sobre las 3 de la tarde, casi a la misma hora que su ex, pero eso es debido a la diferencia horaria, y en realidad murió unas 7 horas más tarde que ella. No habría podido enterarse de ninguna manera de lo ocurrido en Francia, ya que los nombres de las víctimas no se hicieron públicos hasta el día siguiente, y en ese momento ni siquiera se había encontrado a Zeena. 

OTRAS HIPÓTESIS

Se consideraron algunas otras posibilidades, aunque ninguna parece encajar bien con los datos conocidos. Por ejemplo, se dijo que todo podría haber sido un intento de robo de un vehículo que salió mal, pero no parece muy probable, ya que ni el lugar, ni el arma utilizada, ni el número de disparos, ni la situación parecen favorecer esa hipótesis. Otra opción es un error de identificación, tal vez el asesino quería matar a otras personas y se equivocó. Aunque esta hipótesis no se puede descartar (y veremos más adelante el porqué), si un asesinato en ese lugar ya resulta bastante raro, una confusión sobre el mismo sería doblemente extraño. 

La confusión de identidad podría ser una explicación más sólida si suponemos que no había ningún asesinato previsto. Alguna persona podría haberse sentido amenazada, tal vez suponiendo que su vida corría peligro, ante la aparición del BMW o del ciclista. Tal vez algún enemigo o alguien que el asesino suponía le quería matar tenía un BMW similar, y tras ver a uno llegando a donde estaba, le entró el pánico y comenzó a disparar. En contra está el hecho de que un ciclista o un hombre y una niña no parecen demasiado amenazadores, aunque tal vez el asesino sufría alucinaciones, o estaba bajo el efecto de alguna droga que le hacía ver cosas que no existían.

DESARROLLO DEL CRIMEN

En cuanto a lo que ocurrió esa tarde, se puede aventurar una reconstrucción con bastante fundamento gracias a los datos recopilados en el escenario del crimen y a algunos testimonios. La pequeña Zeena, de cuatro años, no pudo colaborar, ya que se había ocultado nada más comenzar los disparos y no pudo ver nada, aunque dijo haber oído ruidos y gritos. Zainab, de siete años, que se recuperó de sus graves heridas tras unos días en coma, tampoco pudo aportar mucho, pero lo poco que pudo decir fue bastante importante. Los investigadores estaban bastante intrigados porque el resto de la familia estuviese dentro del coche cerrado (con el seguro de las puertas activado), mientras Zainab fue hallada en el exterior. Lo poco que aclaró esta fue que había visto a un solo hombre (el hombre malo) y que ella y su padre estaban fuera del coche cuando empezó el tiroteo, que su padre le ordenó que subiera al coche, pero que no pudo llegar. Con ese dato, los lugares donde se hallaron los casquillos, cristales de las ventanillas, las manchas de sangre y las heridas de las víctimas, se pudo aventurar lo siguiente:

Vista general del lugar del crimen.
Saad Al-Hilli aparcó su vehículo en el extremo sur del pequeño parking y él y su hija Zainab salieron del coche, mientras el resto de la familia permanecía dentro. El asesino vino desde el sur, desde la dirección contraria desde la que ellos habían llegado, y cuando comenzó a disparar, desde unos pocos metros de distancia,  Sylvain Mollier estaba con su bicicleta en el borde de la carretera, muy cerca de Saad y Zainab. Es posible que estuvieran charlando, o que el ciclista se parara a preguntarles algo, o al revés. Cuando comenzó el tiroteo al menos una bala alcanzó a Mollier, que cayó al suelo, y probablemente fue en este momento cuando Zainab fue alcanzada por una bala en el hombro. Saad intentó arrastrar a su hija hacia el coche, pero esta no pudo llegar, posiblemente porque estaba herida. Es muy probable que un impacto de bala que Saad tenía en la espalda se produjera en ese momento también, mientras estaba parado fuera o mientras corría hacía al coche. Presa del pánico, Saad subió a su BMW con cambio automático, puso el seguro para bloquear las puertas, metió la marcha atrás y aceleró para intentar colocar su vehículo en posición de dirigirse hacia el norte. El giro fue tan violento que (probablemente) dejó la marca en el terreno visible en las fotos, y en su trayecto arrolló a Mollier, que estaba caído en el suelo, arrastrándolo con el paragolpes.
Una buena vista de la escena del crimen, con los invesgiadores a punto de llevarse el coche. Este está oculto por
los árboles, abajo a la izquierda.




Justo cuando el vehículo, tras recorrer el semicírculo completo, estaba en el punto final de su marcha atrás y tan solo quedaba meter la directa y huir,  Saad fue alcanzado por una bala en la cabeza y se desplomó sobre el volante, mientras su pie seguía sobre el acelerador. El vehículo quedó atascado en un pequeño montículo con tierra, con la marcha atrás metida y las ruedas girando. El asesino, que no había dejado de disparar, se acercó y disparó a través de las ventanillas un tiro en la cabezas de Iqbal y su madre. Para asegurarse, les disparo otro tiro en la cabeza a los tres. La pequeña Zeena se había ocultado bajo las faldas de una de las mujeres, y escapó a la atención del criminal. Este, una vez muertos los ocupantes del vehículo, volvió a disparar a Mollier, que posiblemente ya no estaba vivo. Cuando le iba a tocar el turno a Zainab, algo ocurrió. Posiblemente se quedó sin munición, o se atascó el arma y el asesino optó por golpear a la niña en la cabeza con la pistola con gran violencia, dejándola seguramente por muerta. Se encontraron trozos de la culata del arma con sangre de Zainab, así que probablemente la pistola se rompió durante la agresión. Después, el criminal se marchó, sin que esté claro como y por donde lo hizo. Los investigadores creían que podía ser el motorista que se había cruzado con Brett Martin poco antes de que este llegara al lugar del crimen, pero podría haber escapado en coche, o incluso a pie. Vean a continuación distintas representaciones aparecidas en prensa de como pudo haberse desarrollado el crimen.


La versión española, del diario El País.




Aunque faltan muchos elementos para poder realizar una reconstrucción precisa, este es, a grandes rasgos, el desarrollo más probable de los acontecimientos. Algunas suposiciones alternativas que se han propuesto no tienen demasiado fundamento y no encajan bien con los datos conocidos. Por ejemplo, Parry conjetura en su libro que Mollier podría haber llegado cuando el ataque contra los Al-Hilli ya estaba en marcha, pero es muy improbable. Martin pudo ver la bicicleta de Mollier desde bastante lejos, ya que hay una buena visibilidad. Observen la panorámica que se tiene desde unos 90 metros de distancia (recordemos que hay pendiente hacia arriba), con una perfecta visión del cartel anunciador, muy cerca de donde se dijo que aparecieron los casquillos de los primeros disparos, al borde de la carretera, e incluso de la parte trasera de dos coches aparcados. Mollier nunca habría llegado hasta el lugar si hubiera visto a alguien disparando, También sabemos que no pudo llegar una vez finalizado el ataque, ya que fue arrollado por el coche de Saad en su desesperado intento de huida.

Vista desde unos 90 metros de distancia.
La hipótesis contraria, que también se ha propuesto, que la familia llegara cuando el ataque contra Mollier estaba en marcha tampoco se sostiene. Se ha dicho, por ejemplo, que los Al-Hilli podrían haber visto al ciclista en el suelo y que podrían haber tratado de ayudarlo, suponiendo un accidente, pero no es posible. Mollier cayó inicialmente en un lugar que estaba en la trayectoria del vehículo familiar, que lo arrastró al dar marcha atrás, y por tanto, tendrían que haber pasado por encima de él para aparcar. De haber llegado ellos y encontrar a Mollier en el suelo, habrían aparcado en cualquier otro lugar, y tenían todo el parking a su disposición. 

Parece bastante seguro que Mollier ya estaba allí cuando comenzaron los disparos o que llegó justo en ese instante. Todos definen a Saad como un tipo muy extrovertido y parlanchín, que comenzaba conversaciones con cualquiera, y además le encantaban las bicicletas, así que a sus amigos no les parece nada raro que al ver la cara bicicleta de Mollier intentara entablar algún tipo de conversación chapurreando en francés. Posiblemente Saad y su hija habían salido del coche para leer lo que ponía en el cartel que hay en el pequeño aparcamiento, o para que la niña diera un corto paseo o viera el río, mientras el resto de la familia habría preferido esperar en el vehículo. Mollier podría haberse parado al ver el cartel, considerando tal vez que había completado la subida, y estaba descansando unos segundos antes de comenzar el regreso. Había recibido una llamada de su ex mujer muy poco antes, y le había dicho que le devolvería la llamada al llegar arriba, lo que podría indicar que conocía ya esa ruta. Tal vez paró para llamarla, o tal vez estaba hablando con Saad y su hija o, simplemente, estaban cada uno a lo suyo, a unos pocos metros unos de otros.

¿Bicicleta de Mollier?
En algunas fotografías del lugar del crimen se puede ver lo que parece una bicicleta en la hierba del lado derecho, en parte fuera de la carretera, unos cuantos metros más adelante del lugar donde estaba aparcado el BMW. Se ha planteado que podría ser la bicicleta de Mollier, y que ese fue el lugar donde se encontró. Otros opinan que no es una bicicleta lo que se ve, sino algún rollo de cinta o algo similar. Si realmente es la bicicleta de Mollier, lo más probable es que la policía la colocara allí para que no molestara, ya que originalmente estaría en la carretera, hacia el lado izquierdo, y estorbaría el tránsito de vehículos. De haber sido ese lugar donde se halló inicialmente, podría cambiar la interpretación sobre los sucesos, ya que estaría a la altura del lugar donde supuestamente comenzaron los disparos y a unos cuantos metros de donde Mollier cayó al suelo. Eso podría indicar que Mollier habría pasado el parking, que habría visto llegar al asesino con el arma, y que habría soltado la bicicleta y echado a correr hacia donde estaban el hombre y la niña, siendo alcanzado allí.  El lugar donde se puede ver la bicicleta solo sería compatible con la reconstrucción de los hechos planteada aquí si los primeros disparos hubieran comenzado unos pocos metros más atrás, al sur de la bicicleta. 

Martin no aclaró el lugar donde vio la bicicleta, y de sus distintas entrevistas se pueden extraer distintas conclusiones, aunque en mi opinión, la interpretación más probable es que la vio en la carretera, cerca del parking, hacia el lado izquierdo.

Aunque no hubo testigos presenciales del crimen (salvo Zainab), algunas declaraciones resultan determinantes para intentar averiguar lo ocurrido. Se analizarán a continuación, junto con tiempo y espacio, hora y lugar del crimen, que deberían ser los fundamentales de cualquier investigación.

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Próximamente

-El enigma de los Alpes (II): Testigos y sospechosos.
-El enigma de los Alpes (III y final): Una investigación fallida.


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FUENTES  

Al final de la última entrada de la serie.